Por Mauricio Castaño H
Historiador
Si tienes un arma de fuego y No la usas, te sientes mal, experimentas una sensación de frustración, palabras de un excombatiente del Congo, en respuesta a las razones para disuadir a la población en el No porte de armas. Era un video de la televisión de la Deutsche Welleen, en el que se ahonda en el perfil de los asesinos. En esa carnicería humana que fue la matanza de por lo menos seis millones de judíos. En ninguna de las masacres hicieron falta criminales, pocos desistieron si les daban la posibilidad, siempre hubo alguien dispuesto a empuñar las armas, a matar cara a cara, siempre sobraba la gente, la mayoría de ellos de género masculino, el 97% de los victimarios nazis fueron hombres. La violencia usada era un recurso para conseguir lo que por otros medios, les era negado. Para acometer sus asesinatos, se llenaron de rezones de moralidad: Dos perpetradores nazis llegaron a un acuerdo: uno se encargaba de matar a los adultos y el otro a sus hijos, mataba sólo a niños, así, según sus razones, los liberaba de sufrimientos perpetuos que les esperaría de seguir con vida.
En Colombia uno de los campeones de la muerte, el paramilitar Carlos Castaño, consignó en su libro autobiográfico su doctrina de guerra, que su misión en la tierra era extirpar los cerebros a todo aquel tuviera ideología comunista, que fuera subversivo. Puro belicismo de este país, que en esencia ha sido una disputa por la riqueza, por el tener, por el narcotráfico, por el microtráfico, por el control territorial. Los hombres que ponen a pelear son simplemente asesinos, entrenados para matar sin ningún freno moral. Una de las expresiones sicariales ya muy común es: Quien tiene un arma es para dispararla, de sacarla es prendida, no se saca para mostrarse. Esa lección está muy bien aprendida.
Hace poco este país mostró una vez más la devaluación de la vida humana, no nos referimos a esos llamados falsos positivos rurales, en donde la Policía y el Ejército mataban gente campesina inocente para luego hacerlos pasar como criminales o subversivos, el objetivo era presentar resultados y ganar ascensos en la carrera militar, hecho notorio en el pasado gobierno de Álvaro Uribe. Nuestra referencia actual, es al asesinato del grafitero bogotano a manos de la policía, y que los superiores militares, alteraron la escena del crimen para hacerlo pasar por un vulgar criminal, y así, según ellos, no manchar la brillante carrera de ascensos de altos oficiales. La serie de marañas consistió en comprar una arma a la misma policía para ponerla en la escena del crimen, compró falsos testigos como un chofer que fue atracado el día anterior a este crimen y le hicieron mentir, diciendo que era el día siguiente a manos del grafitero.
Sobre el perfil de los asesinos mucho se ha dicho, sacar rasgos comunes a partir de la fotografía; la frenología propuso su estructura cerebral y la simple psicología ha intentado su radiografía, la cual ha sido objeto de burla por sus pacientes. En el video en mención, el terapeuta es engañado al creer en la confesión de arrepentimiento de su paciente psicópata, que sede su pañuelo para secar sus lágrimas, pero que en el fondo está llorando de alegría al recrear una y otra vez las imágenes de sus víctimas violadas y asesinadas. Comprensible que muchos de los profesionales serios, abandonen la disciplina y se dediquen a objetos más reales, como la neurociencia, por ejemplo, en donde palpan esas zonas carentes de emociones, de sentimientos y de algún freno moral de los asesinos en serie.
Sobre los esfuerzos tanto de los gobiernos como de las organizaciones que fungen de representantes de la sociedad civil, debe decirse que están ausentes en la población, estos temas de violencia y de luchar contra el porte de armas, son temas marginales, a la gran población le tiene sin cuidado. Poco importa que en Colombia hayan más de 4 millones de armas de fuego ilegales y 2 millones más con salvoconducto, y sus gentes alegando razones de autodefensa para hacerse a una arma, prefieren saciar ese piso biológico depredador, de violencia que nos asiste. Y por supuesto, complican esos comerciantes, ausentes en los temas de paz, pero presentes y beneficiándose del gran negocio de la industria de las armas.
Las armas por sí solas no matan, un martillo es una herramienta que puede ser usada por el carpintero para construir sus sillas o cualquier mueble, pero igual puede destinarse para matar a alguien a punta de martillazos. Se quiere señalar con ello, que la motivación es más de una cierta disposición biológica y cultural para desarrollar grados de violencia en las personas. Por eso debe insistirse más en desarrollar prácticas culturales de vida que propendan por la paz, por la solución pacífica de las diferencias. Vale más, entonces, desarmar los espíritus, calmar esa bestia rugiente que hay dentro de nosotros.
Hola, dónde se puede saber más sobre ese concepto de «desarmar los espíritus», o desarmar el espíritu, que lo he escuchado mucho cuando se habla de posconflicto. Gracias.
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