Cháchara

Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com

A dios rogando y con el mazo dando. Los hacedores raras veces hablan, están ocupados con todas sus fuerzas en sus labores, piensan con todo el cuerpo, siempre atentos escuchan mucho a quienes hablan siempre y cuando sean palabras dirigidas a sus labores y resulten útiles para mejorar su quehacer. 

No caen bien los hablantinosos, los embriagados con la sola palabrería y desentendidos de lo real como en los Diálogos de Platón: invitan al banquete y todo el tiempo discurre la verborrea, olvidan el comer, la lengua anestesiada priva de los sentidos de la degustación, olor, color, todo aquello que despierta una buena experiencia culinaria. El que habla mucho no dice nada, carece de la experiencia que da el hacer, el trabajo, quien se adentra en los solos discursos está atrapado en lo profundo de las oscuridades en donde todo es confuso. El demagogo es el título dado a quien con palabras maliciosamente encantadoras enreda a sus escuchas para sacar beneficios personales, el político es campeón en la mentira.

Colombia es un país de inmensa mayoría pobres, campesinos muy laboriosos y humildes que por alguna razón les tocó vivir en este tercer mundo y en este conflicto degradante. Sus tierras han estado en función del capital inescrupuloso de la ilegalidad, de las rentas criminales llámese minería, cultivos ilícitos o grandes proyectos productivos nacionales o internacionales, que pasan por encima de los campesinos, de los ciudadanos de a pié. El capital va por el mundo chorreando sangre, los hombres están dispuestos a matar, a quitar del paso a quienes se les interponga con tal de alcanzar su botín codiciado. Los deseos ilimitados son voraces, pleonexia llaman desde los griegos.

Cualquier esfuerzo por remediar la situación calamitosa de la inmensa población pobre y miserable es bienvenido. Yerra Amnistía Internacional al desconocer los esfuerzos sobre Restitución de Tierras. Hablar es fácil. Conocer es complejo. El entramado de la realidad colombiana no es fácil de desenmarañar. Colombia tiene una larga duración de usurpación, la cultura, la identidad que caracteriza a un pueblo fue trastornada con la arremetida de los colonizadores españoles, se impusieron con violencia en sus formas de gobierno y en sus prácticas culturales, somos una sociedad muy occidentalizada, el mestizaje es reducido, el ser indígena estigmatizado de vergonzoso es escaso cuando no inexistente en nuestra sociedad. La fuerza de la violencia se impuso, perpetuada por los ostentadores del poder político y económico, ejercen discriminación con sustentos racistas, el blanco es superior a cualquier raza, el indígena y negro es inferior y peor a las demás etnias humanas.

La realidad es variopinta, gamada como en el traje de Arlequín. Decir sociedad colombiana es decir complejo entramado jurídico, político, económico y de violencia, todo ello a tener en cuenta. A donde fueres, haz la que vieres. Cada país tiene realidades distintas, cada quien vive su propio infierno y su propio paraíso. Las soluciones no vienen después de un frotamiento de dedos. Previo de una Restitución se pasa por entramados de protocolos de alta cartografía, conceptos del Ejército para entrar a un territorio, coordinación con las fuerzas de policía, escuchar a los despojadores, dictámenes de jueces y tribunales. Como se ve es un proceso que puede llevar meses, incluso años, pues estamos en una democracia, en un Estado garantista, no una dictadura, ni en el mundo imaginario de lenguaraces. Mi abuela me decía que las cosas se hacían poco a poco, nada era de golpe y porrazo. Nuestra cultura, nuestra política, nuestra economía, nuestras vidas son multiformes como lo son en toda parte. Ahí vamos pedaleando nuestro mundo. Al menos, cuando se trata de vivir nuestras vidas, que nos dejen en paz. No hay tiempo para escuchar cháchara. 


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Reino Individual

Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com

Dime con quién andas y te diré quién eres. Entre la multitud vamos solos, esquivando el ladronzuelo, al drogo en desespero en cómo hacerse a su dosis, estamos alerta con el ladrón de cuello blanco que prepara la próxima estafa y quedarse con nuestros ahorros de toda la vida. En la selva de cemento el pez gordo se come al pez chico. Somos hijos del sálvese quien pueda, vamos en carrera loca buscando consumir la última novedad o basura tecnológica, la última moda nos tiene atrapados, hoy nuestro templo sagrado son los centros comerciales, vamos de un lado para otro, dando vueltas y más vueltas, escudriñando con la mirada donde develar el último producto anunciado en la pantalla chica. ¿Para dónde va Vicente? Para donde va la gente.

La calle, la acera, expresan la sociedad en su conjunto. Todos van y vienen, van de afán, sólo una vitrina llamativa roba la mirada ansiosa y contemplativa. Caminamos la ciudad de Medellín, sus parques son estacionamientos de toda una masa que buscan consumir el veneno de las drogas ilícitas, un mercado bien posicionado en un país que le tiene como su primer motor de la economía. El negocio de las rentas criminales produce mucho dinero y mucha muerte, esa es la ilicitud, todo se paga con plata, cárcel o muerte.  El oro seduce y corrompe, todos le rinden el culto, se peca y se reza, la madre, la esposa bendice a cada quien para que tenga suerte en los negocios, el cura extiende la mano al pillo y recibe con agrado los billetes.

En las calles se va y se viene en el peligro, en nuestras cajas verticales de apartamentos nos sentimos seguros y olvidamos el mundo, ya no me importa lo que pase allí afuera. Es la magia negra del capitalismo, produce individuos desarticulados, sociedades de seres aislados, huyendo unos de otros, pues mi vecino puede resultar el peor enemigo, un verdugo en solapa. Esta ciudad que los políticos venden como de la eterna primavera, es esa extensión del mundo del capital. Sí, la calle, el espacio público, los parques son alojamiento de esas gentes que están ansiosas, que buscan calma en la marihuana, en la coca. Los parques son obras de cemento abandonadas por la desidia estatal. En ellos se consumen drogas, se atraca, se mata, copulan, el hijo del emergente pone su radio pasa cintas a todo volumen, la vecindad sólo se incomoda, cada quien padece su propia desgracia del reino individual. Eso de parques ambientales, de ciudades verdes son tan sólo discursos demagogos de estricto marketing político.

Los gobernantes también están en la lógica de sacar el mayor  provecho, sus esbirros, sus funcionarios, sus empleados se pulen hasta creerse sus propias mentiras. Las gentes van y vienen, corren, sólo los detiene una atractiva vitrina. Los más ansiosos caen en las garras de las rentas criminales, bien sea para consumir o bien sea para servir de peones en la distribución, micro y macro tráfico que llaman a esto. Los cuerpos de policía juegan al gato y al ratón, apenas medio controlan para mostrar resultados que aprovecha el demagogo. De tal palo, tal astilla, cada cual tratando de salvar su propio pellejo, la comunidad se reduce a la alcoba familiar. Hasta el momento el capitalismo es triunfante, el demagogo político es su agente del reino individual.   


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Justicia Indígena

Por Mauricio Castaño H
Historiador
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Los indígenas enseñaron al país la eficiencia de la justicia. El pueblo Nasa capturó a unos indígenas guerrilleros que cometieron crimen a miembros de su comunidad, en tiempo exprés de tan sólo cuatro días dictaminaron condenas de cuarenta y sesenta años. Este mismo hecho hubiera tardado años a la justicia ordinaria, la cual cuenta con una estadística de más del noventa por ciento de impunidad, además de su horrenda corrupción que la carcome; por mes gastan mil quinientos millones de pesos para eventos de unas tales capacitaciones. Hace poco el país se escandalizó porque los togados programaron en las playas de Cartagena un seminario por valor de 450 millones, injustificado porque pudo evitarse y hacerse en espacios propios.

En las comunidades concretas como las indígenas, por ejemplo, se evidencia la vitalidad, las costumbres, la memoria, las enseñanzas y su aplicación se ejecutan sin mayores ambigüedades y sin abstracciones que alejan de las realidades de la vida misma. Lo contrario sucede en las sociedades abstractas donde la diversidad confunde y en río revuelto todo el mundo pesca, como en el caso de la justicia colombiana y sus togados embriagados por el poder burocrático, perdidos en una sociedad multiforme pareciera que no tienen objeto real, divagan hasta la saciedad, recordemos que Colombia es el país llamado de las leyes, existen más de ciento cincuenta instituciones que producen jurisprudencia, una torre de babel legislativa, una dicta qué hacer y pasada la hora otra institución ordena lo contrario. Es el peligro de lo demasiado general abstracto que raya con lo ideal inexistente.

Manifestación de este envenenamiento social, de este caos social, es el operador político. Manifestó William Rodríguez Abadía, ex miembro del cartel de Cali, la corrupción en la política, se mueven al ritmo del soborno, todo se compra y todo se vende, compraban congresistas según su capacidad de influencia. La política al servicio del mundo criminal del narcotráfico, con Belisario, afirmaba, se negoció impunidad con los guerrilleros del M – 19, con el gobierno de Ernesto Samper se tranzó con el cartel del narcotráfico de la ciudad de Cali, y con de Álvaro Uribe Vélez con el paramilitarismo. La norma permanente de los gobiernos con la criminalidad vuelta gran negocio y gran amenaza que desestabiliza el poco poder institucional. Asumen la irregularidad como norma social, política, jurídica y económica.

La confusión viene de las complejidades inaprensibles. Cuando se quiere evadir controles se acude a los sistemas complejos, los que desechan la capacidad de comprensión humana o al menos la enredan, la hacen fatigosa hasta abandonarla y quedarse con la sola conformidad. Divide y reinarás. Se ha advertido que la corrupción es el substrato que navega en la mar de complejidad. Los mundos reales vienen más de las minorías, por ejemplo, los negros, las luchas obreras, las mujeres, los jóvenes, los gitanos, o como referenciamos, los indígenas. Las abstracciones son irreales, confunden, útiles para los inescrupulosos políticos y mafiosos. La pragmática moderna refiere el federalismo, reivindicando con ello la concreción de unas comunidades más autónomas y que comparten una vida más similar en sus costumbres, en sus identidades. Las abstracciones cultivan la divagación y en la burocracia el parasitismo y mejor aún la corrupción, y el pasaporte de la inescrupuloso crimen, de la inescrupulosa injusticia, sálvese quien pueda, los demás no importan. 


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Rugir de la Bestia

Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com

Lo peor de la condición humana emerge en los momentos en los que el odio hierve, entonces, aquel hombre que creíamos mansa paloma, se convierte en la bestia más temible capaz de matar y comer del mismo muerto. La bestia ruge el lenguaje de la guerra. Nos invade la dualidad entre el escaso amor y el abundante odio. Desde niños, desde hace mucho tiempo, la cultura occidental nos enseña las luchas binarias entre el bien y el mal, bonito y feo, arriba y bajo, negro y blanco, simplificando y acabando con la vida multiforme. De allí se desprende el desprecio por el mundo terrenal y el anhelo de mundos de ultratumba. 

Nuestros sistemas pedagógicos, ingenuos, se vuelcan con abrojo hacia la batalla campal de la exclusión, son felices yendo y viniendo a las olimpiadas, enseñadas desde la más temprana edad a sus escolares. Ganar es la consigna. Sólo premio para un primer, segundo y tercer puesto, los demás se van con la frustración de perdedores. He ahí una máquina productora de Exclusión. Muchos son los llamados, pocos los escogidos, vanaglorian las voces que conceden los galardones. Distantes de metodologías de la cooperación que enlazan en la hermandad, en la solidaridad. Los trofeos resultan más atractivos para quienes buscan el champú de la fama, el poder y el dinero, las tres peores drogas existentes. 

La palabra amor apenas es reservada para ser pronunciada en la alcoba familiar para buscar cariño de la esposa cornuda. Los demás seres son lobos de los cuales debo defenderme, hacemos honor a la engañifa que declara guerra a todos, luchar contra todos los lobos que somos, ojalá entreguemos los infantes a Herodes, así se evita futuros monstruos. Así las cosas, torna el perdón más estúpido que el arrepentimiento. La bondad escasea, la maldad abunda, vencer o morir, las olimpiadas irrigadas en todo el sistema pedagógico nos han ganado. Desde la cuna succionamos la rebatiña, la escuela pura competencia de garaje mercantil, los políticos hacen propaganda barata con la vivienda, los privados estafan y se enriquecen. Estamos envenenados con las fuentes esenciales de y desde la comida, techo y educación. 

Este proyecto bélico, arraigado en el sentimiento popular, todo lo hace más difícil. Encender los telediarios y presenciamos la guerra hecha folclor familiar: mujeres agarradas de las greñas riñendo por tripa, el esposo que moretea a su mujer porque sospecha se tira al cura de la parroquia, el alto jerarca abusador de infantes, el gobernante derrochón, el político demagógico que engordó sus negocios familiares con auxilios parlamentarios. Guerra contra todos, el hombre es un lobo para el hombre, lección aprendida y reproducida en los sistemas pedagógicos. La guerra ha triunfado.

Por fortuna la vida en su naturaleza biológica se impone, de no ser así, la voluntad del bípedo humano ya hubiera matado el último ratón para ser cocinado con el último puñado de hierba con la última gota de petróleo extraída. La vida persiste. Cuando nos amenaza un virus, por ejemplo, el mismo organismo en su sabiduría segrega antivirus con esas temperaturas altas, el escalofrío hace frotar los músculos para, en su frotamiento, producir mayor calentamiento, la fiebre, y así quemarlos, luego vendrá el sudor para enfriar cuerpo.

Estos sistemas biológicos de autorregulación se asimilan a las técnicas sociales que frenan esa bestia asesina que tenemos dentro y cierra el círculo de la violencia, referenciamos de nuevo el ejemplo de la prostituta perdonada en la tradición cristiana, una inteligente y valiosa técnica que habilita el perdón, restaura la sociedad del amor, aviva la llama de la fraternidad dentro de la comunidad, tan propicia en los momentos de guerra y de odio. Este es el gran activo, la gran ganancia, más que buscar cualquier indemnización material. Es el perdón, y más que éste, el horizonte de reconciliación que todo ciudadano debe habilitar en la cuna, en la escuela y en el trabajo, ninguna destrucción, ningún daño material es posible de restaurarse en plenitud ni por la justicia, ni por la sociedad, ni el sistema económico. Pedagogía de paz suena bien.


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