Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombia Kritica
El signo de la violencia ha acompañado a Colombia durante décadas, incluso siglos. Nacemos y morimos en una cultura que la promueve, más de cuatro millones de víctimas del conflicto actual, sálvese quien pueda es el evangelio pregonado del gran desarrollo del capitalismo. Con motivo de los realizados Diálogos de Paz, el gobierno colombiano y las guerrillas de las Farc, comisionaron a catorce académicos para que explicaran las causas de su conflicto. El producido fueron 492 páginas. Recién, el analista James Robison sintetiza su análisis así, a partir del conteo de las palabras que allí aparecen, resulta que una de las causas mayores es la ausencia de la participación política, el crimen de Jorge Eliécer Gaitan en 1948 es la fecha emblemática porque fue el momento en que la clase dirigente, la oligarquía, decide asesinar a uno de los suyos por considerarlo traidor a sus principios, representaba una amenaza para la hegemonía política y favorecía que las clases populares soñaran con tomarse el poder. Por lo demás, recordemos que la hegemonía política ha preservado sus privilegios garantizando que las clases inconformes no tengan representación política.
Se tiene así que la clase política colombiana es hegemónica, por ello se habla de exclusión de otros grupos que quieren participar, violencia política es el término más usado para sacarse del camino a los líderes o grupos que representan una amenaza. La hegemonía corresponde a familias adineradas que no han querido renunciar a los privilegios que les da mantenerse en el poder. Por ello también se habla del derrumbe parcial o total del Estado, o Estado fallido. Dentro de los privilegios está tratar de evadir impuestos, son los grandes empresarios quienes más evaden. Hace algunos años el director de la Dian Juan Ricardo Ortega, tuvo que irse, exiliarse del país amenazado por plantear que los ricos pagaran impuestos.
Colombia también es un país en donde alrededor del 45% de la tierra no está formalizada, esto ha favorecido la ilegalidad de terratenientes que usurpan la tierra y la ponen a producir para sus beneficios. Los ejércitos privados de paramilitares tanto en lo rural como en lo urbano tienen un alto porcentaje del territorio controlado, con ello se favorecen la producción y distribución de las drogas ilícitas. Tanto industria y terratenientes se favorecen con la precariedad de un Estado débil, se favorecen aumentando las ganancias de sus negocios, eso explica por qué Colombia es el país más inequitativo de la región, cada vez los ricos son más ricos y cada vez los pobres son más y más pobres.
Esta disposición a la ilegalidad ha favorecido también en la clase dirigente una creencia de estar bien y no requerir cambios, de creerse los mejores, el mejor Estado del hemisferio, los episodios desfavorables que suceden tan solo han sido hechos azarosos, aislados, jugarretas de la mala suerte. Es una actitud de los hombres de poder, su gran vanidad los enceguece y solo aceptan la adulación y la vanagloria. Esta misma disposición ha hecho mantener siempre lista la bayoneta y la bota militar para aplastar a quienes han querido aguar la fiesta, a quienes han pensado distinto como por ejemplo reivindicar la participación política de otros sectores distintos a esa hegemonía política clientelar. Colombia lleva desde 1948 más de ochocientos mil asesinatos, es uno de los pocos, sino el único país que ha exterminado a todo un partido político, a la Unión Patriótica, es uno de los pocos países en los que se ha matado a cuatro candidatos presidenciales: Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Luis Carlos Galán, y el magnicidio de un ex candidato Alvaro Gomez Hurtado por negarse a participar en un golpe de Estado contra Ernesto Samper, a eso apuntan las investigaciones aún sin culminar.
Redondeando, la violencia ha sido el mecanismo, la metodología para frenar los movimientos que reclaman una participación ciudadana distinta a la hegemonía gamonal y clientelar. La doctrina de Seguridad Nacional proporcionó combustible para quitar la amenaza de la toma del poder por parte del fantasma comunista. Bajo esa doctrina cayeron miles de defensores de derechos humanos y ciudadanos por simple sospecha de ser auxiliadores de las izquierdas comunistas. Y siguen cayendo, durante y después del Acuerdo de Paz van casi 800 líderes sociales asesinados.
La hegemonía política sigue considerando amenaza que los movimientos alternativos movilicen esas masas abstencionistas y se tomen el poder, por eso siguen usando la violencia, acuden a los asesinatos selectivos para detener y amedrentar a los líderes que promueven alternativas políticas sensibles a la equidad social. Un líder representativo de izquierda en el país es Gustavo Petro, se le conoce por su criticidad hacia la hegemonía del poder, como alcalde enfrentó a poderes mafiosos de la contratación y eso le ha valido sanciones que lo amenazan con sacarlo de posibles juegos electorales, hace poco le impusieron una multa por 800 millones de dólares, y otras sanciones más que lo tienen insolvente, a punto de asfixiarlo, como llama el mismo, de sacarlo del juego electoral presidencial. Coincidimos con el analista citado al principio, mientras no haya apertura a la participación política es muy difícil que haya paz en esta nación acostumbrada, doblegada a la violencia.
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