Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombia Kritica
Hoy el show de la estafa de Estraval corre por cuenta de la justicia al dejar libres a Mondragón y Bastidas. La razón la explica el mal procedimiento por la errática Fiscalía que los capturó con orden de allanamiento ambigua y ello motivó al juez de control de garantías para abrir las rejas a los reos de la mayor estafa de Colombia por un monto calculado en más de medio billón. Pero el golpe bajo para las víctimas no para allí, los estafadores no se detienen, siguen delinquiendo: se develan movimientos de testaferrato, en el país y en el exterior traspasan propiedades a su esposa y ésta escoge lo mejor para habitar y lo demás los pasa a terceros; los dineros captados están invisibles y de seguro están en cuentas extranjeras a la espera de que los pillos con triquiñuelas conquisten la libertad definitiva para luego vivir aquí como príncipes, afuera como en cuerpo de reyes. Otro pero, el cinismo no tiene límites, cómo en la Pobre Viejecita, estos señores estafadores solicitan en los tribunales se les conceda cuota alimentaria a sus familias dizque porque no tienen nadita qué comer.
Pero el viacrucis continúa para las víctimas. Y ahora son los abogados que generan sospechas en estar amangualados con los pillos y fraguando planes, pues con justa razón se preguntan por qué no se tienen avances y todo está a como estaba desde el principio, y con afanes de negociar un Plan Desmonte que dejaría libres a los ladrones. Algunos abogados no tienen gestión en investigar bienes y cuentas ocultas por los victimarios, cuando deberían estar como sabuesos husmeando en cámaras de comercio, en bancos, en convenios con entidades expertas en rastrear movimientos sospechosos y develar redes de testaferrato. Pero nada de eso, ellos ya se embolsillaron el case inicial de sus apoderados y ahora acosan una negociación para recibir su parte porcentual en algún dinero recuperado.
Un ejemplo sobre un Plan Desmonte de sentido común. Se conoce de algún fraude de un vecino o conocido, supongamos que Pedrito vendió un apartamento a Juan por cien millones de pesos, y éste sólo alcanzó a pagarle treinta millones. Todo lo demás va a la inspección, allí el ladrón se compromete a saldar lo restante en siete cuotas iguales. Aquí viene el pero, Pedrito ha averiguado sobre la capacidad de pago de su deudor y ha llegado a la conclusión que no tiene ningún respaldo, ningún bien material ni ninguna cuenta de ahorros, que todo está a nombre de terceros, y lo poco que pueda tener como una moto o una bicicleta destartalada no significan nada para respaldar su deuda. Allí un Plan Desmonte no tiene razón de ser, lo que hay más bien es marrulla, artimañas, mala fe para no pagar.
Aquí no tiene sentido un pacto sobre la nada. Entonces, ¿qué aconseja el sentido común a Pedrito? Pues es mejor no hacer ningún acuerdo, ninguna conciliación, y conviene más dejarlo en la cárcel como mecanismo de presión hasta que aquel sopese y dé el brazo a torcer, recoja su dinero de testaferrato y pague por su libertad devolviendo lo hurtado.
Igual sucede con el Plan Desmonte en Estraval. No tiene sentido una negociación donde no hay buena fe, sin activos suficientes, sobre valorados o litigiosos, recordemos que además del dinero escondido salen con artimañas de descaro pidiendo cuotas alimenticia para su familia. Apenas la justicia ha recuperado tan solo 41 mil millones de más de medio millón hurtados. Y ya se ha revelado que hay testaferrato en bienes y dineros, dentro y fuera del país. Sí tiene sentido un Plan cuando hay dinero contante y sonante para cubrir la totalidad de las deudas, lo contrario es puro cuento chino.
No se puede ser ingenuo y mucho menos cuando se está frente a una sintomatología, frente a un modus operandi de una Red Criminal en donde tienen todos los pasos de principio a fin fríamente calculados desde empresas legales, empresas fantasmas, tienen tentáculos en los aparatos jurídicos privados y de Estado que les ayuda a dar puntadas en su complejo entramado criminal, empleados, comerciales o brókeres expertos en ganar confianza y luego como hienas carroñeras sin que siquiera se note en dar la dentellada mortal. Frente a esta red criminal, se precisa tener los ojos bien abiertos y paciencia con nervios de acero para presionar a los criminales y puedan entregar lo robado.
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