Por Mauricio Castaño H
Historiador
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El amor soñado, el amor idealizado, el amor institucionalizado, el amor promovido y protegido por el Estado y bendecido por la religión: el amor monogámico. Se promueve a diestra y siniestra el matrimonio en cuatro paredes, en la alcoba familiar, allí se desarrolla la intimidad, el descanso exclusivo para la reposición de fuerzas para el regreso al mundo laboral. La función es precisa: dos seres se asocian bajo juramento de amor eterno, asegurarse la solidaridad mutua en espíritu y materialidad, evitar la soledad y la miseria.
Pero algo anda mal desde hace tiempo. El amor eterno ya no lo es, el lecho conyugal es testigo de varios pasantes. Los divorcios son cosa común, los matrimonios se recomponen con tus hijos, los míos y los tuyos. Dios ha perdido su jurisdicción sobre estos cuerpos que se creían dóciles. Lo fogoso sale a flote, en nuestra sociedad colombiana, los jóvenes inician su sexualidad desde los doce años y por fuera de cualquier unión, a los quince, sobre todo en los sectores más deprimidos, se reproducen, dejan prole. Gana el deleite sensual.
Muchas mujeres se proclaman rebeldes contra el reloj biológico, rechazan la maternidad y defienden la pareja sin hijos. Feministas o no proclaman la igualdad de sexos, no al marido burgués y a su esposa proletaria. Reivindican las brujas, féminas rebeldes, libres y locas, y echan al diablo a las delicadas, dependientes y sumisas princesas. "Me niego a vivir en un mundo ordinario...como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo mi mundo. No me adaptaré al mundo...me adapto a mí misma...La realidad no me impresiona. Solo creo en la intoxicación, en el éxtasis y cuando la vida ordinaria me encadena, me escapo de una manera o de otra. No más muros. " Anaís Nin.
La familia está en crisis, por lo menos el modelo que se nos impuso. El amor revienta de su encierro matrimonial, el deseo muere con la rutina y el aburrimiento, el tiempo y la cercanía apaga la llama del amor que se juraba eterna. La familia está hipertrofiada, el Estado la recargó de funciones en contravía de la libido. El modelo de la monogamia, de la familia reproductiva estalla en mil pedazos. El poliamor y la polifidelidad se abren camino por fuera de lo que manda la institucionalidad.
El libro El fin de la pareja de Marcela Iacub, traducción inédita del francés por el profesor Luis Alfonso Paláu, da pistas para entender esta crisis. “Los franceses son terriblemente solos. Uno de cada cuatro no tiene ningún amigo. 39% ya no ven, o casi no, a su familia. Sólo un 26% frecuenta clubes, organizaciones, asociaciones. Uno de cada cinco no tiene camaradas en su medio de trabajo. El 12% de nuestros conciudadanos, es decir cinco millones de personas de más de 18 años, se encuentran en un estado de aislamiento.” Pero el Estado aún se niega a ver estas realidades, insiste en las uniones para siempre y basadas en contratos basados en la seguridad económica. Al parecer los caminos alternos vienen vía de las parejas homosexuales y redes sociales que vislumbran la construcción de una nueva sociabilidad. Por el momento el amor anda en crisis. Las estadísticas no mienten.
No he leído el libro,?Vale la pena? Tu articulo es muy buena síntesis.
ResponderEliminarSí. Es un excelente libro, una excelnte investigación. Crisis de la monogamia, oportunidad para el poliamor, la polifidelidad...
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