Seudociencia en Covid19

Covid-19: Neil Ferguson, el Lysenko del liberalismo
por Thierry Meyssan

En otras épocas, los gobernantes europeos seguían los consejos de sus ‎astrólogos. Hoy hacen lo que les indican los especialistas en estadística del Imperial ‎College. ‎Estos últimos siempre les han servido todos los argumentos imaginables para ‎justificar el liberalismo en materia de salud pública. Y ahora predicen millones de ‎defunciones, aunque esas predicciones carecen de rigor científico. El autor revela como ‎estos charlatanes se han apoderado del control de las políticas que aplican la Unión ‎Europea, el Reino Unido y varios estados en Estados Unidos. ‎‎



El profesor Neil Ferguson, gran sacerdote del liberalismo aplicado a la administración de los ‎hospitales e inventor del confinamiento generalizado contra el Covid-19. 


Al principio de la guerra fría estuvo de moda en Occidente burlarse de la ceguera de los ‎soviéticos que creían las necedades que predicaba el profesor Trofim Lysenko. En aquella época, ‎Josef Stalin había prohibido la enseñanza de la genética y utilizaba a Lysenko para justificar la preeminencia del marxismo sobre la ciencia.. Sin embargo, Stalin no buscaba objetivos de orden “práctico”. ‎

Hoy en día, Occidente se ve afectado por la misma enfermedad mental. El profesor británico Neil ‎Ferguson asegura que las estadísticas permiten predecir el comportamiento de los seres vivos. Eso ‎es estúpido pero muchos altos dirigentes políticos se lo creen. Desgraciadamente, ‎contrariamente a los soviéticos, esos dirigentes políticos occidentales sacan de esa afirmación ‎consecuencias políticas que arruinan sus países. ‎

La creación del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades

Hace unos 20 años que los dirigentes políticos occidentales vienen tratando de utilizar los ‎conocimientos estadísticos sobre las epidemias para determinar cuáles son la opciones correctas ‎en caso de peligro. A raíz de la epidemia de SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) ‎registrada en 2003, la Unión Europea se dotó en 2005 de un Centro Europeo para la Prevención ‎y Control de Enfermedades (ECDC, sigla en inglés). Durante el segundo semestre de 2008, ‎ese centro organizó un coloquio para estudiar si era oportuno cerrar las escuelas ante una ‎epidemia de gripe y determinar en qué momento habría que decretar tal cierre y cuándo levantarlo. ‎En aquella época no se hablaba de decretar un confinamiento generalizado de toda la ‎población. ‎

La principal contribución la hicieron el profesor británico Neil Ferguson y el investigador francés ‎Simon Cauchemez, ambos del Imperial College de Londres, quienes comparaban los datos ‎estadísticos de los cierres de escuelas en Hong Kong en 2003 y 2008, del cierre de escuelas ‎provocado en Israel por la huelga de educadores del 2000, del impacto de las vacaciones ‎escolares por zonas en Francia desde 1984 hasta 2006, del cierre de las escuelas infectadas por ‎la gripe en Francia en 1957 y las estadísticas de la gripe española en ciertas ciudades de ‎Estados Unidos y en Australia en 1918. También ponían de relieve las desigualdades e injusticias ‎vinculadas a los cierres de escuelas en el Reino Unido y Estados Unidos. ‎

A partir de aquel momento, el problema fue planteado al revés. Los expertos habían observado ‎que los cierres de las escuelas no tenían ningún efecto notable en la cantidad final de decesos ‎sino sólo en la rapidez de la propagación de la enfermedad. Su único objetivo era resolver la ‎gestión del número de camas de hospitales. Las estadísticas dejaron de estar al servicio de ‎los europeos para ponerse al servicio de una ideología: la gestión liberal del Estado. ‎

Bernard Kouchner, el ministro de Exteriores de Francia que organizó aquel coloquio, había sido ‎varias veces ministro de Salud (de 1992 a 1993, de 1997 a 1999 y de 2001 a 2002) y desde el ‎ministerio de Salud había iniciado la reorganización del sistema hospitalario francés… pero ‎no siguiendo criterios médicos sino según una lógica de rentabilidad. En alrededor de 15 años, ‎Francia economizó cantidades sustanciales de fondos eliminando un 15% de las camas ‎disponibles en los hospitales. Sin embargo, ese “ahorro” de fondos fue ínfimo cuando ‎se compara con el enorme costo actual del confinamiento. ‎
El profesor Trofim Lysenko decía que, mediante la aplicación de la ‎dialéctica marxista a las ciencias naturales, había demostrado que la ciencia genética “pequeño ‎burguesa” estaba equivocada. Según Lysenko, de la misma manera que el socialismo generaba ‎un hombre nuevo, también era posible modificar la genética de las plantas mediante la ‎organización de los campos de cultivo. Las idioteces de Lysenko fueron elevadas a la categoría ‎de verdad oficial en tiempos del stalinismo. La sumisión de la ciencia a la ideología siempre ‎tiene consecuencias nefastas.

El charlatanismo del profesor Neil Ferguson
El profesor Neil Ferguson está clasificado como “la” referencia europea en materia de ‎modelización de las epidemias. Sin embargo:‎

 En 2001, fue Neil Ferguson quien convenció al entonces primer ministro británico Tony Blair para ‎que ordenara sacrificar 6 millones de bovinos para detener la epidemia de fiebre aftosa, decisión ‎que costó 10 000 millones de libras esterlinas y que hoy se considera una aberración.

 En 2002, Neil Ferguson calculó que la enfermedad de las vacas locas mataría en el Reino Unido ‎alrededor de 50 000 de personas y 150 000 más cuando la enfermedad se transmitiera a ‎las ovejas. En realidad se registraron 177 decesos.

 En 2005, Neil Ferguson predijo que la gripe aviar provocaría 65 000 decesos en el Reino Unido. ‎Hubo 457. ‎
A pesar de todo lo anterior, Neil Ferguson se convirtió en consejero del Banco Mundial y de ‎numerosos gobiernos. ‎

Fue Neil Ferguson quien, el pasado 12 de marzo, hizo llegar al presidente francés Emmanuel ‎Macron una nota confidencial en la que le auguraba medio millón de muertes en Francia. Muy ‎impresionado, el presidente Macron decidió, esa misma tarde, ordenar el confinamiento ‎generalizado de la población francesa. Fue también el profesor Neil Ferguson quien anunció ‎públicamente, el 16 de marzo, que el Reino Unido registraría 550 000 de muertes –anuncio que ‎obligó el gobierno británico a revisar su política– y 1,2 millones de decesos para Estados Unidos.‎
El investigador francés Simon Cauchemez, quien hasta 2009 fue el brazo derecho de Neil Ferguson, ‎hoy dirige la unidad de modelización del Instituto Pasteur. Por supuesto, Cauchemez es miembro ‎del Comité Científico instaurado por la presidencia de Francia, donde propuso el confinamiento ‎generalizado de la población. El Comité fue creado por el profesor Jerome Salomon, director ‎general de la Salud, y también hijo espiritual y ex consejero técnico del ya mencionado Bernard Kouchner.‎

La influencia del equipo de Neil Ferguson se basa en una estafa intelectual, según la cual la ‎llamada «biología matemática» (sic) justificaría la aplicación del modelo económico liberal a la ‎gestión de los servicios de salud. ‎

El problema es que las estadísticas permiten evaluar los efectos de tal o más cuál medida, pero sólo ‎‎a posteriori. Sin embargo, las estadísticas no permiten predecir el comportamiento de un ‎organismo viviente, en este caso el comportamiento de un virus. Hay que empezar por entender ‎que el “objetivo” de un virus no es matar sino sólo propagarse. El virus sólo mata ‎involuntariamente, cuando el organismo vivo en el que logra instalarse no dispone de los anticuerpos ‎adecuados. O sea, el virus no se propone matar a su portador, ni hacer desaparecer ‎completamente una especie… simplemente porque desaparecería con ella. ‎
En todo caso, extrapolar medidas utilizadas ante epidemias de gripe aplicándolas a la actual ‎epidemia de Covid-19 es algo totalmente absurdo: la gripe afecta un gran número de niños, lo cual ‎no sucede con el Covid-19, que –hablando en términos demográficos– mata principalmente ‎personas de la llamada “tercera edad”, diabéticas y con problemas de hipertensión. La carga viral de ‎los niños contaminados con el Covid-19 es muy ligera, tanto que ni siquiera se sabe aún ‎si pueden llegar a ser contagiosos. ‎
El 22 de marzo, el profesor Neil Ferguson reconoció haber hecho sus cálculos sobre la epidemia de ‎Covid-19 basándose en una base de datos sobre epidemias de gripe de hace 13 años. ‎

O sea, a este gurú de la ciencia occidental ya no le basta con elaborar justificaciones para las ‎políticas liberales aplicadas a la salud pública. Ahora se dedica también a aconsejar el encierro de ‎poblaciones enteras. Para enmascarar la verdad de esa deriva, los partidarios del profesor ‎Ferguson desvían la atención del público aconsejando el uso generalizado de mascarillas ‎quirúrgicas, que en realidad –como ya explicamos aquí– también carece de verdadera utilidad ‎ante la epidemia [1]‎

Los resultados obtenidos en Marsella por el profesor Didier Raoult son elocuentes. ‎Sin embargo, este virólogo francés es objeto de una campaña orquestada contra él por los ‎seguidores del profesor Neil Ferguson, exactamente como los especialistas soviéticos en ‎genética que fueron perseguidos por los partidarios de Trofim Lysenko.


La polémica alrededor del profesor Didier Raoult
Estas explicaciones arrojan una nueva luz sobre la polémica entre los partidarios del profesor Neil ‎Ferguson y los discípulos del virólogo francés Didier Raoult [2]. Contrariamente a lo que se te afirma en la prensa, no se trata de un problema de ‎metodología. En realidad, es una cuestión de finalidad. ‎
Neil Ferguson es un charlatán que hoy se ve atrapado en su propia charlatanería mientras que ‎Didier Raoult es un médico clínico. Los adeptos de Ferguson necesitan muertos para creer en su ‎religión. Los discípulos del virólogo Didier Raoult se dedican al cuidado de los enfermos. ‎
No estamos ante un debate científico sino ante una guerra de errores repetidos a pesar de las ‎realidades de la ciencia. Es sorprendente oír a miembros del Comité Científico de la presidencia de ‎Francia reprocharle al profesor Raoult no haber realizado estudios comparativos con uso de ‎placebos [3]. En plena crisis, ‎están exigiendo que un médico responsable designe un grupo de enfermos que no recibirán el ‎tratamiento que podría curarlos, lo cual equivale a sacrificarlos deliberadamente. ‎

Notas

[1] «Pánico y absurdo político ante ‎la pandemia» , por ‎Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de abril de 2020.
[2] «Covid-19: propaganda y manipulación», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 21 de marzo ‎de 2020.
[3] Un placebo es una sustancia inocua (farmacéuticamente inerte) que se administra a ‎un grupo de personas durante un ensayo clínico, mientras que se administra a otros pacientes la ‎sustancia cuya eficacia se quiere poner a prueba. Nota de la Red Voltaire

Fuente: Portal Red Voltaire

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