Contexto Político Colombiano

Por Mauricio Castaño H.
Historiador y Magister
Universidad Nacional de Colombia
Colombia Krítica

En el acontecer sobre el Contexto Político Colombiano, muchos nos hacemos preguntas y quisiéramos escuchar voces que conocen y arriesgan una explicación de ese complejo, huidizo y oscuro mundo de la política. La democracia desde los griegos ha nacido inacabada, por tanto estamos abocados, de una u otra manera, a participar de su construcción permanente. De cualquier forma y por imperfecta que sea la democracia y por mucho que los dirigentes y grupos de poder hagan mal uso de ella para favorecer intereses particulares, aún así, la democracia sigue siendo el mejor invento para decidir y administrar los asuntos humanos, para resolver los problemas en procura de la mejor solución posible que favorezca a la mayoría. Llegados a este punto de responsabilidad en el que la democracia es asunto de todos, vale decir que los gobernantes que tenemos son nuestras criaturas hechas a nuestra imagen y semejanza, son nuestros hijos que nos merecemos. La democracia se soporta bajo los hombros de cada uno de los ciudadanos que la legitiman para lo mejor y para lo peor. Ningún mal gobernante, déspota o tirano, sale de la nada, ellos descansan sobre las bases sociales que  le dieron su nacimiento. 

Si bien es responsabilidad nuestra todos los gobernantes que tenemos y aunque, esto puede incomodar, puede molestar el tener que pagar por otros los platos rotos, los desastres cometidos, algo puede aliviar esta carga compartida. La referencia es a la voluntad humana que es endeble y manipulable y que termina siendo doblegada por el marketing político, que con habilidad y destreza, amalgama y dispensa odios, amores, miedos y los pone en función del mejor postor y según sea la conveniencia. En consecuencia, los candidatos más opcionados son los que mejor logren posicionarse en esta forma mediática. Hoy más que nunca, y en contraste, la democracia se las tiene que ver con múltiples problemas que pueden resumirse con el bienestar y acceso de los ciudadanos a sus mínimos vitales que  procuran su existencia, esto es, tener garantizados un goce efectivo de los derechos modernos tales como Techo,  Alimentación, Salud, Educación, Trabajo, Conectividad. 

En un país, esto se mide por la calidad de vida de sus ciudadanos, y la palabra más usada es la EQUIDAD. Un Estado, una democracia es la administración de sus recursos, y no sólo ésto, sino que es la condición de posibilidad para garantizar su distribución para la mayoría de sus pobladores. Si esto suena tan simple ¿por qué se hace tan difícil distinguir, y mejor aún, definir el gobernante políticamente correcto? Y acá es donde viene lo ruidoso y nuboso que distorsiona e impide que la democracia esté por buen camino. Entonces, acá, en el camino más visible, aparece aquello del Marketing Político que puede hacer invisible lo visible, lo peor se presenta como mejor, y repetimos, doblega y direcciona la frágil voluntad humana en sus sentimientos de odio, miedo o amor. Así las cosas, digámoslo de una vez, en esta lógica, la democracia es un instrumento del mercado. Sobre este complejo mundo, sobre este contexto político colombiano se tienen unas voces que tienen algo para decir. Sin más preámbulos, presentamos las sinopsis de tres panelistas. 

Tres voces, tres posturas diferentes pero todas coinciden en las falencias, problemas y grandes impedimentos por los que pasa la imperfecta democracia colombiana. En otro aspecto coinciden en mayor o menor grado: la democracia colombiana vive un hecho inédito con un candidato que se sale del gran formato tradicional de las clases dirigentes retardatarias que han demorado las reformas propias y mínimas de un Estado Moderno y en particular cuando se refiere a sus libertades y derechos ganados por las burgos o esas nuevas clases citadinas propulsores de la sociedad industrial. Pero ni siquiera esos valores impregnan las clases dirigentes colombianas, las nuestras siguen ancladas en valores feudales, señores terratenientes que se oxigenaron con el narcotráfico y se apalancan con ejércitos de paramilitares y así hacerle el quite a esas reformas propias de los ya dichos Estados Modernos. Así las cosas, van en contravía de lo progresivo industrial y de sus mejoras que desencadena en los diferentes frentes de derechos sociales y políticos. Pero nada, estamos viajando en una máquina de otro tiempo modelo siglo dieciocho y diecinueve. Por eso los reparos a tantos esfuerzos hechos y no se ve se vaya para ningún lado: he ahí una bicicleta estática.

Tres posturas diferentes pero confluyentes en la misma dirección de la necesidad de profundizar en los senderos de la democracia. La primera de ellas es la de Pedro Santana que da una mirada crítica y constante del quiebre de las instituciones para favorecer a la clases dirigentes más retrógradas del país. La otra, la de Jorge Mejía,  tiene que ver con unos máximos democráticos prometidos en esta nueva contienda electoral pero que con la composición política tradicional está por verse que tanto puede ser posible, que tanto las clases de poder tradicionales estén dispuestos a tolerar se les mengüe sus zonas de confort. La tercera postura es la de Juan Pablo Durán quien presenta el término Relato construido por las clases de poder para explicar unas realidades a medias, y que en esencia es cómo pasar de agache con las economías ilegales, en esencia del narcotráfico con sus ejércitos privados que han aplastado las voces críticas en especial las alternativas. Pero veamos las notas resumen que tomamos de cada uno de ellos: 


Pedro Santana: 

Colombia tiene por reto avanzar en reformas democráticas liberales propias del mundo moderno en un contexto de pobreza política entre una derecha que elude el debate acusándolo de propuestas populista y una izquierda que adolece de realismo político. Son necesarias la reforma agraria, la seguridad social,  la necesidad de la renta básica, la importancia del compromiso con el cambio climático. En medio de estás carencias, se resaltan los avances en la democratización del actual congreso.

Jorge Mejía. La democracia económica y social, base del proyecto del pacto histórico. No es posible con la actual  balanza de pagos deficitaria, con una producción con poco valor agregado, el modelo energético anclado en los fósiles que no favorece superar el cambio climático, en suma un modelo no inclusivo e insostenible, Por eso hay que generar empleo teniendo como horizonte la gobernanza para el bienestar.  


Juan Pablo Durán: Institucionalismo de North mal leído, propio del banco mundial y proyectos de centro, porque no se pregunta  quiénes son los dueños del Estado y  el rol de las grandes instituciones internacionales globales como el Banco Mundial. Por eso en Colombia dicho enfoque permite repensar el impacto del narcotráfico  que transforma la dinámica económica y de poder  y la narrativa que oculta. 

Los datos del narcotráfico unos emergentes que afectan el estatus quo antes de los 70 rompen el equilibrio anclado en el poder del Imperialismo estadounidense y las élites económicas tradicionales.  Explica el conflicto entre estos emergentes y los grupos tradicionales y el reacomodo que irradia el narcotráfico hacia suramérica y reorganización del mercado norteamericano. Y una narrativa que dice que el problema del narcotráfico se ha superado y se traslada el problema a la guerrilla. Y se ocultó la gran distribución de la tierra que benefició intereses nacionales y transnacionales y por aquí la mafia se toma el Estado bajo grupos de poder (paramilitares).

En suma el Estado colombiano se reorganizó con los nuevos recién llegados al poder. Por eso la narrativa que la legítima se ha quebrado por dinámicas como las redes sociales y la acción de algunos políticos como Gustavo Petro.


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