Historiador
Colombiakritca
Las capas, incluso los estratos son una buena imagen para explicar las partes que componen nuestra sociedad. El hombre que habla, que gesticula, las instituciones que crea, los saberes en los que enfatiza, las prácticas cotidianas, todo ello nos develan en ese diverso mundo biológico y simbólico que somos. Todo esto también nos recuerda la parte y el todo de los seres vivientes. Esa palabra Hombre que enuncia a la especie humana no escapa a los designios biológicos (el cerebro es glándula para sobrevivir)
ni a las capas simbólicas y sociales. Pero también esto nos ha enseñado que no somos el centro del universo, simplemente somos un viviente más con una capacidad enorme de construir herramientas, de expresarse por medio de gestos técnicos. Coevolución se le llama a este proceso binario que comporta lo biológico y el gesto técnico humano. Excavar cada una de estas capas es toda una arqueología del saber enseñada por Michel Foucault. En fin, este proceso complejo es el que hace desvanecerse al hombre como una criatura más en este vasto mundo del reino animal.
Esa particularidad de simbolizar, de conceptualizar el mundo es también la capacidad de saberse finito, de saberse que viene de la nada y a ella volverá, a la muerte que es de todos. Todo es del gusano. Pero mientras se permanece con vida, la lucha por la sobrevivencia es el comando biológico el que impera (La vida son el conjunto de fuerzas que resisten a la muerte definió Bichat en 1800). Todos esos comportamientos estarán enmarcados en ese determinismo biológico. No existe gesto ingenuo, todo habla, todo nos delata, hablamos con la punta de los dedos cuando nuestra boca calla. Los mundos descritos por Kafka nos recuerdan esas capas, esos estratos simbólicos pero por supuesto biológicos que nos comandan, es esa sociedad de control o vigilancia que responde a la sobrevivencia.
El autor Sibony nos ahonda en esta capa simbólica que son los gestos mediáticos "los media están en el corazón de lo que releva - y precisamente mediatiza - la palabra social. (...) como su nombre lo indica; medium es medio, muy mediano; es decir que todo valor que por allí pasa está cortado por la mitad, sin que forzosamente haya ni tontería ni mala leche; solamente una técnica, que no vende valores sino que valoriza lo que vende..."
Esta aseveración puede entenderse con el ejemplo que trae en su libro en el que diferencia el éxito de los imbéciles frente a los inteligentes. Cuenta Sibony de la experiencia exitosa de un escritor mediocre, la explicación está en la capa de gestos que circula en los mass media en la que la banalidad es norma y en la cual el autor tan sólo es figura que opera como una correa de transmisión de lo que la máquina mediática echa a rodar. La anécdota hace notar que el escritor mediocre tiene por amante a una exitosa periodista, circunstancia ésta que da valor agregado al sujeto y que con humor hace notar Sibony de la ventaja de quién tiene por amante a esta mujer frente a otras de otras profesiones como por ejemplo de una enfermera.
Importa hacer notar es el ecosistema en el que se desenvuelve la simbólica, los mass media, tienen códigos comunes que echan una y otra vez a circular en el plató, y éstos a su vez ruedan a los largo y ancho de la banda de los medios de comunicación para ser emulados en cada espacio que disponga del transmisor. Estos ecosistemas son los mismos que en nuestra época promueven estilos de vida, productos bajo el marketing, al punto de decirse que lo que no circule por esos medios es como si no existiera, muy perceptible con los políticos, los cuales tienen que asegurarse de vez en vez de aparecer en pantalla.
Otro ejemplo de cómo la capa del lenguaje sirve para defender la sobrevivencia, que muestra que por más que se diga lo que se diga, todo está envuelto en una capa de lenguaje que protege, que busca proteger la subsistencia, es el que compete a la alcoba familiar, a las familias colombianas que instrumentalizan las instituciones que velan por restablecer los derechos de los más vulnerables. El ejemplo es simple, cualquier miembro de la familia, en especial mujeres, niños y adolescentes que requieran ser protegidos en alimentación y vivienda, sólo aceptan medidas blandengues, que cuiden de no mandar a agresor a la cárcel o alejado de la vivienda familiar, en suma, lo que busca la víctima es no comprometer la subsistencia, no importa que se tenga que dormir con el enemigo, mejor eso que no tener pan en la mesa. Esto puede sonar cruel, pero allí se denota la emergencia de esa capa del lenguaje que habla por la sobrevivencia.
En suma, la comunicación, los mass media tienen sus ecosistemas que le dan vida y los refuerzan para esta aventura de la sobrevivencia. Los contenidos encuentran sus canales de difusión que no son más que una política agresiva de mercadeo, de cómo vender un producto a unos consumidores potenciales o segmentados. La pregunta pertinente es ¿qué tanto estamos sumergidos en los ecosistemas simbólicos, en las comunidades de sentido? es clave para comprender sus lógicas de funcionamiento. Deleuze habla de flujos, devenires y allí podemos encontrar a la mala hierba que se abre paso por los bordes. Recordemos también que la comunicación pasa por las comunidades de sentido, si no existen intereses comunes es difícil permanecer en colectividades.
Vamos por el mundo y cada tanto damos cuerda al reloj de la vida mientras pasa el tiempo. Mientras tanto, también vamos consumiendo esto y aquello que creemos dan sentido a nuestras vidas, la mercadotecnia nos convencerá a fuerza de repetición que este producto es mejor que el de su competencia. Acá recuerdo a Michel Serres en su artículo Drogas, usted y yo necesitamos aliviar está angustia de la existencia. Y para ello nos alineamos bien sea con drogas mortales o con otras que no los son tanto, como el trabajo, en todo caso que pueden resultar creativas, edificantes.
Pero bello el flujo de la palabra creativa, de los creadores que rompen con lo aburrido que se nos impone en lo mediático.
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