Historiador
Colombiakrítica
El Pensamiento del afuera es un libro de Michel Foucault. Y más que un libro es un gran esfuerzo por definir el ser en el vacío, en el silencio perceptible en la literatura. Pero ¿Qué es el pensamiento del afuera? Nos gusta definir el pensamiento por su etimología, pensar es pesar, poner en la balanza, calcular, sopesar la mejor opción. Todo el tiempo estamos sopesando, calculando la mejor opción para la vida. De allí que la vida se defina por las fuerzas que contrarrestan a la muerte, todo el tiempo se está haciendo el quite a lo que pone en riesgo la existencia. Pensar es pesar, sopesar.
El afuera corresponde a lo que sale de nuestro cuerpo, la mano que fabrica hace salir lo que el hombre ha concebido, el artefacto. Todo esto no son más que acciones que salen del cuerpo, por eso mismo se dice que todo hacer, toda acción es un gesto técnico que el hombre exterioriza, por eso el concepto del afuera. La roca allá en el peñasco es potencia para el arte que espera la realización del acto con la mano talladora del escultor. Una potencia y un acto fusionados para expresar un adentro ya exteriorizado del escultor. La palabra es la ausencia de la cosa que habla, y el lenguaje literario es la invisibilidad y el silencio del autor, es una sonrisa sin rostro, es un lugar sin geografía. El verdadero autor expresa en el afuera lo que otros ni si quiera sospechan que existe.
Por eso se habla de afuera, y si uno saca lo que está dentro de uno, entonces queda en el vacío. Por eso la literatura es posible si desaparece el sujeto, cuando se entrega produce el vacío sin límites. Es un espacio silencioso que desea el afuera, y allí se pierde para volver a encontrarse al final en ese yo erosionado que habla. La literatura es el afuera deshecho en el que cada vez crece un desierto, es un retiro en una noche oscura, en un día sin luz.
Uno saca lo que está adentro pero en la obra exteriorizada uno se retroalimenta. El autor queda vacío una vez ha creado su obra. Él es nada, es nadie, el sujeto desaparece. Por eso se dice también que el hombre es un pliegue gramatical en tanto que sus actos salen, todo en él habla, es murmullo, es la sinrazón de eso que no está codificado por el mundo de la razón (recuérdese que la razón es el acta de nacimiento de Occidente). Por eso se dice también que el lenguaje se evapora en ese ir y venir hasta producirse el gesto que sale del cuerpo. En suma es mejor definir todo esto por el desierto que somos, por el vacío, por el afuera que nos jala para sacarnos y poder ser. "el «yo» que habla se fragmenta, se desparrama y se dispersa hasta desaparecer en este espacio desnudo."
La ficción expresa bien eso que está dentro del hombre y que habla otro lenguaje distinto al convencional de la razón. La literatura y las ficciones de Blanchot es un buen ejemplo: "Las ficciones de Blanchot serán, antes que imágenes propiamente dichas, la transformación, el desplazamiento, el intervalo neutro, el intersticio de las imágenes. Son imágenes precisas. Sus figuras se dibujan únicamente en la existencia gris de lo cotidiano y del anonimato; y cuando dejan sitio a la fascinación, no se trata nunca de ellas mismas, sino del vacío que las rodea, del espacio donde se encuentran sin raíz y sin zócalo. Lo ficticio no se encuentra jamás en las cosas ni en los hombres, sino en la imposible verosimilitud de aquello que está entre ambos: encuentros, proximidad de lo más lejano, ocultación absoluta del lugar donde nos encontramos. Así pues, la ficción consiste no en hacer ver lo invisible sino en hacer ver hasta qué punto es invisible la invisibilidad de lo visible."
Mucho se ha dicho sobre la literatura como expresión que escapa a las lógicas convencionales, al mundo de la razón que todo lo mide, por el contrario, la literatura es vacío, es el afuera tal y como está dicho líneas arriba, es un yo que sale a buscarse, a perderse en el desierto de la nada, pero que al final se reencuentra así mismo, es el reto de quién nunca se reconoce en el espejo, pero de tanto buscar logra encontrarse. "se trata mucho más de un tránsito al «afuera»: el lenguaje escapa al modo de ser del discurso - es decir, a la dinastía de la representación - y la palabra literaria se desarrolla a partir de sí misma, formando una red en la que cada punto, distinto de los demás, a distancia incluso de los más próximos, se sitúa por relación a todos los otros en un espacio que los contiene y los separa al mismo tiempo."... "La palabra de la palabra nos conduce por la literatura, pero quizás también por otros caminos, a ese afuera donde desaparece el sujeto que habla. Sin duda es por esta razón por lo que la reflexión occidental no se ha decidido durante tanto tiempo a pensar el ser del lenguaje: como si presintiera el peligro que haría correr a la evidencia del «existo» la experiencia desnuda del lenguaje."
Esta literatura como expresión del afuera, del vacío, de la interioridad exteriorizada puede verse en ciertos autores: "Artaud, cuando todo el lenguaje discursivo está llamado a desatarse en la violencia del cuerpo y del grito, y que el pensamiento, abandonando la interioridad salmodiante de la conciencia, deviene energía material, sufrimiento de la carne, persecución y desgarramiento del sujeto mismo; en Bataille, cuando el pensamiento, en lugar de ser discurso de la contradicción o del inconsciente, deviene discurso del límite, de la subjetividad quebrantada, de la transgresión; en Klossowski, con la experiencia del doble, de la exterioridad de los simulacros, de la multiplicación teatral y demente del Yo. De este pensamiento, Blanchot tal vez no sea solamente uno más de sus testigos. Cuanto más se retire en la manifestación de su obra, cuanto más esté, no ya oculto por sus textos, sino ausente de su existencia y ausente por la fuerza maravillosa de su existencia, tanto más representa para nosotros este pensamiento mismo, la presencia real, absolutamente lejana, centelleante, invisible, la suerte necesaria, la ley inevitable, el vigor tranquilo, infinito, mesurado de este pensamiento mismo."
En suma, el hombre y su recurso literario que expresa ese vacío, ese adentrarse cada vez más en el silencio cuánto más se entrega al flujo de la escritura, cuánto más produce más vacío está, más se entrega en lo inaprensible allá en el vacío, en el afuera.
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