Historiador
Colombiakrítica
Los escritos cortos son los preferidos en este blog de colombiakrítica, es una especie de glosario acumulado de lecturas en esencia de historia y filosofía de las ciencias. Son preferencias personales y cortas. La brevedad es lo menos que dice lo más. Si breve y bueno: dos veces bueno... acostumbra a decirse para privilegiar y ensalzar lo conciso. Buda decía que el que mucho habla poco sabe, y el que mucho sabe poco habla. Y es razonable. Si todo el tiempo se pasa en el habla, no hay cuándo decantar, sopesar, pensar, reflexionar, digerir, rumiar. La palabra decantada necesita del silencio.
Por allí mismo asociamos la palabra saber con sabor, saber es el que degusta. En el Banquete de Platón se le crítica a los invitados que todo el tiempo se la pasan hablando y no comen, no degustan. Es un contrasentido. El pensamiento no se piensa así mismo, requiere de buscar aquí y allí, así como los libros no se leen solos. Pensar es degustar, filtrar, un hacer permanente, es algo así como sumergirse en el mundo de otra manera, un retiro espiritual, místico, silencioso. La soledad permite acceder a experiencias inéditas, poco formateadas, poco convencionales.
La brevedad, la rapidez y lo conciso ante lo extenso y dispendioso. Y esto se debe a lo permitido por el medio en que vivimos, los entornos favorables o los espacios institucionales que permiten ser. No somos precisamente una sociedad que estimule el pensamiento, en Colombia se lee menos de un libro al año, y en las escuelas, la cátedra de historia no existe. Y lo poco que hay de filosofía es soso, no despierta interés por el saber.
Los temas en los que se discurre son escogencias de la coyuntura del país Colombia. Es un filtro, una curaduría de temas según nuestro juicio. Esto no es más que reconocer nuestras limitaciones del tiempo que nos ha tocado vivir y del cual uno es preso, es el tiempo el que lo vive a uno, nuestro mundo biológico dicta sus leyes y la consciencia no es más que nuestra región cerebral que capta, que percibe sensaciones de lo más próximo que nos afecta, de afecciones, sensaciones que luego uno plasma.
Lo nuestro es el disfrute y el gusto por las variantes de interpretación que ofrecen ciertos autores que a nuestro juicio son ingeniosos y brillantes. En lo particular los del mundo francés tales como Michel Foucault, Gilles Deleuze, Georges Canguilhem, Francois Dagognet, Michel Serres, Maurice Blanchot, Georges Bataille, entre muchos otros que da cuenta este mismo blog de colombiakrítica. Este hacer no hubiera sido posible sin la universidad pública en nuestro caso particular la Universidad Nacional de Colombia, y su carrera de Historia, y en específico la línea y seminario de Historia y filosofía de las ciencias promovidas por el profesor Luis Alfonso Paláu. Y desde luego los amigos, sólo recordamos a uno, y omitimos otros, el historiador Iván Castrillón ha sido un estímulo permanente.
Está confesión de nuestras limitaciones, justifican los temas escogidos y recurrentes, que podemos abreviarlos así: lo extraño del ser, lo propio del hombre que lo hace diferente a las demás especies como es el lenguaje complejo y la consciencia del tiempo, que sabe del morir y que teme el día en que partirá a ese mundo extraño y desconocido ante la evasión de ser polvo cósmico. El yo que se diluye en un nosotros y en las cosas que realizamos, allí queda el espíritu impregnado, mi ser interno, el yo se exterioriza en lo que realizo, es la materialización del ser.
Otro tema que se ha tenido por principio ha sido nuestra identidad o sensibilidad hacia los más débiles, a ellos expresamos nuestra solidaridad y nuestra compasión. Recordamos un escrito titulado Ismael y Dulcelina, dos campesinos condenados a la miseria y que un gran terrateniente quería hundirles aún más, no permitiendo pasarán por un camino de servidumbre que él alegaba era parte de su predio. Nuestra voz es un grito de desahogo por el baño de sangre, por la violencia cruda de este país, tenemos más de un millón de asesinatos a manos de la ideología feudal y paramilitar.
Perdone el lector estos cortos escritos variopintos que permiten saltar de un lado al otro, no posible en una obra extensa y sistemática, es una ventaja que nos favorece nuestras limitaciones y que justifica el no ir a otras lejanías abundando en temas, nos conformamos con lo mero superficial. Entre otras cosas la superficie muestra el adentro profundo, enseñó Dagognet. Se permite viajar por el paisaje escogiendo parajes cortos, permite picar aquí y allá, saltar de un lado a otro como nosotros mismos lo hemos hecho, se permite la libertad de la propia lectura, es una especie de glosario el que hemos hecho. En fin, nos gustaría ser juzgados por nuestros gustos de lectores más que de escritores, es más, descreemos de la profesión de escritor, en cambio si creemos en las pasiones, en los devenires, en las líneas de fuga a decir de Deleuze.
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