La Tacita de Plata y su Botín

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Se abre el telón. En escena aparecen títeres alebrestados. Detrás están sus verdaderos rostros y manos que jalan las cuerdas para producir éste o aquel movimiento, éste o aquel gesto, ponen también en sus bocas palabras huecas que encantan a los espectadores y a todos los ponen a bailar a su son. La esencia del libreto: raspar la Tacita de Plata del presupuesto público de Medellín. 


Los titiriteros, los que mueven el tinglado, son los decididores, son los hombres de Poder, de Poder Económico, los más ricos de la ciudad y del país, son, en suma, dos gremios que luchan a muerte por quedarse con el botín de más de veinte billones de pesos para el próximo cautrenio. 


Uno de ellos ha sido hegemónico antioqueño hasta estos últimos cuatro años, hasta que se les metió a su rancho otro conglomerado más poderoso para gobernar en cuerpo ajeno con la actual Administración. Para informarse, basta buscar en google corrupción en Medellín y allí tendremos el rabiar del empresariado paisa. Ambos poderes se enfrentan a muerte por el botín a robar. Para muestra un botón, en este Gobierno les hicieron pagar a empresas afectas al gobierno anterior más de ocho billones por la corrupción en Hidroituango.


Escapemos del teatrino y demos una perspectiva a vista de pájaro de la ciudad, de su territorio y su gente. Mirad esos torrentes de gentes pobres que se precipitan en el abismo por varios lados: los vagabundos van por miles calles arriba, calles abajo, evadiendo los abismos existenciales con su porción de alucinógenos. Por calle contraria, va el  ciudadano amarrado a su servidumbre voluntaria, el trabajador de salarios de hambre, va de prisa, huye y anhela pronto el mal transporte público, anhela subir pronto a las laderas para hallar amor recíproco de hijos y mujer medio hambrientos. 


En el otro extremo de la pobreza está un puñado de adinerados, opulentos hombres de caminar seguro, rezanderos, de mirar despreciativo, gustan a escondidas de putas y bebidas. Pero éste es negocio a cuatro vientos, incluso ya es famoso renglón  de turismo sexual internacional, tanto así que ya hay propuesta para Distrito Rojo que regule en sus cuatro calles la explotación sexual. Pero caminar a lo largo y ancho por las calles céntricas o periféricas, es ser testigo de la pobrecía y desorden de un territorio abandonado a la suerte del matón de esquina, cada calle tiene su pistolero. El caminar está hipotecado en este campo de batalla. Aligerar el paso y siempre en vilo, en la mayor precaución para evadir el robo, la extorsión o el plomo.


Todo esto es historia conocida. Lo mismo se repite. Más de lo mismo. Sólo cambian los rostros. Cambia el títere y no el titiritero. En política estamos como Cristo en la Cruz, en medio de ladrones. En tiempos no muy lejanos de los años de 1970, la dirigencia dejó de ser respetuosa y benevolente con los bienes públicos, dejó su interés de dar, de aportar ingenio y riqueza para que la sociedad, los ciudadanos pudiesen beneficiarse y disfrutar de los bienes públicos, de los bienes comunes. 


El dar, el aportar era el verbo a conjugar en su actuar, la moral y ética que les guiaba era el de construir la mejor sociedad posible. Se me viene el ejemplo de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, su obrar se inspiraba en trabajar por el bienestar de la población, de la sociedad, de los habitantes de la ciudad de Medellín. Estaban atentos en desarrollar y mejorar los bienes que son comunes: Parques, Hospitales, Escuelas, Canchas deportivas. Incluso mucho de esto era todo o parte sufragado con sus ganancias privadas, de sus empresas. Se nos viene un ejemplo, la empresa Coltejer haciendo escuelas, casas muy dignas en barrios enteros para sus obreros, tal y como lo fue el barrio Alejandro Echavarría en Buenos Aires.


Esto de hombres generosos y honrados cambió. Hoy van a cócteles a presumir y a instruirse en como robar más y mejor, incluso en matar, traficar con muerte ha sido buen negocio, el miedo y el plomo son buenos aliados en el mundo del pillaje. En nuestra sociedad el pillo ganó. Pablo Escobar fue y sigue siendo el modelo reinante, pillos, empresarios corruptos lo encarnan, todos quieren sacar provecho para su beneficio particular.


Salimos del teatrín y su farsa, pues lo que se encuentra tras las máscaras es la falta de identidad. Estamos solos, sumidos en nuestro pensamiento tratando de vislumbrar el mejor mundo posible. Estamos rodeados de ladrones vueltos empresarios de la política. Y de dos males el menos peor. Entre ladrones se entienden. Ellos mismos se autorregulan. Sucedió con la actual Administración que el empresariado antioqueño visibilizó el robar y sus ladrones. Entonces a falta de una Veeduría fuerte, bueno es que sigan ejerciendo control. Entre pillos se conocen sus mañas. Entonces, decíamos, votar por el que juega de invitado, en cancha ajena, que los locales vigilen y controlen como lo vienen haciendo. Así las cosas que el empresariado antioqueño siga haciendo veeduría a la próxima administración para que no roben tanto. La lógica es votar por el menos peor, cualquiera que no venga del empresariado paisa.


Para los olvidadizos, recordar que Tacita de Plata llamaron a Medellín por estar en el centro de un Valle, en una tierra cóncava semejante a un tazón, una planicie de buen clima de 21 grados y una tierra muy agradecida, cualquier cosa tirada, sembrada, al piso nacía, resplandecía. Pero lo más atractivo era ese clima, que en últimas ganó la preferencia de centralidad o capital del departamento de Antioquia por encima de Rionegro y Santafé de Antioquia, aquella fría, y la otra caliente con calor húmedo y sofocante. Y fue así como los ricos apreciaron este clima y se trajeron sus empresas a éste valle empotrado en cuatro montañas, no se ve horizonte más allá del ombligo de cada quién, por eso el paisa verraco no se vara pero sí se mea y se caga en una estaca para demarcar límites ventajosos. Quizá, en esto de orgullo y vanidad, en otra ocasión, contaremos la pelea conyugal, entre el escultor Fernando Botero y su ex mujer Gloria Zea, aquel regaló esculturas a Medellín, a condición de quitar aquel apellido de Zea y a cambio poner Plazuela Botero, historia de reyerta conyugal para una próxima a quiénes gusten de chismes de alcoba familiar. El telón se cierra recomendando Ciencia Política en un píldora.


http://colombiakritica.blogspot.com/2021/08/ciencia-politica-en-una-pildora.html?m=1

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