Historiador
Colombiakrítica
La libertad tan deseada pero tan inaprensible, seguimos atados a las cadenas, no importa qué tanto pesan, las seguimos arrastrando, hacen parte de nosotros al punto que las amamos, las defendemos, desesperamos sin nada qué hacer, el tiempo libre, la libertad es un encarte, no sabemos qué hacer con ella, es nuestra propia esclavitud, el tiempo que pasa es nuestro azote. Levantarse todos los días a pelear por la subsistencia, arrastrar incluso la indigencia, no importa que tan duro sea, en nuestros ojos aún hay destellos de felicidad, abrazamos al amo, lo amamos.
De paso por la ratonera, recordar, los miserables siguen amando al patrón, no importa que los haya tirado en donde están, somos el perro que defiende al amo a cambio de las migajas, de las sobras que tiran por debajo de la mesa. Los obreros aman a quiénes le chupan la sangre, mejor ser esclavos a morirnos de hambre, la vida en el afuera y en la independencia es muy dura, no hay que arriesgar tanto, calculan los hombres de a pié. Nunca fuimos modernos si por ello ha de entenderse una mayoría de edad, una libertad ganada para el ejercicio de la igualdad de los derechos, para ejercer la democracia.
Pero tan lejos de todo esto. No se puede perder el reino por un caballo. Los amos siguen más vivos que nunca, los esclavos modernos los aman, los defienden, las multitudinarias marchas patronales son los pies, los ojos, los brazos, el cuerpo entero de los obreros y los miserables que siguen los pasos de su patrón, le admiran, le quieren, le imitan, le aman, dan la vida por él. Los súbditos están allí, el hombre moderno no se ve, se enfatiza por los deberes del súbdito y por ninguna parte se reclaman los derechos del ciudadano.
Caminamos hacia el despeñadero, somos una sociedad suicida, de muerte, eso quiere decir thanatocracia, el poder político, económico y militar- industrial al servicio del asesinato, predican la muerte como salvación. El hombre de Poder se proclamó amo y señor del mundo, la ciencia es su sirvienta. Tienen el monopolio de la violencia. Usan la estrategia de divide y reinarás, sabios ignorantes y científicos incultos desarticulados, ya no es la lucha cuerpo a cuerpo.
El ser es inherente a la sociedad, igual como los órganos de un cuerpo codependen unos de otros, la parte y el todo son indisociables, todos funcionan en un sistema para hacer posible la vida. Pero la ciencia se volvió tan sólo mera herramienta que sirve a la dominación de quienes promueven la muerte como salvación. La palabra orden no es más que obediencia ciega, sometimiento, servidumbre voluntaria que atonta. Lejos estamos de la democracia, de la república, la cosa común que beneficia a todos. Ciencia y poder, positivismo político, la razón al servicio de la muerte y de la destrucción de la casa común, del oikos. El orden, el homo sapiens en animal político, despótico. Locos que juegan al poder gracias a esa esquiva libertad.
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