Por
Mauricio Castaño H
La democracia surgió contra el
peligro de la concentración del Poder. Decir democracia equivale a ceder la
palabra, la concertación, deliberación, en fin, donde cada vez estén
involucradas más personas en la toma de decisiones, en el entendido de que
cuatro ojos, ven más que dos. Desde los griegos con Pericles a la cabeza, se
evidenció el peligro que conlleva la antidemocracia, que derivan los regímenes
autoritarios de Reyes, dictadores, confiando el poder a unos seres especiales, se
cree son bañados con sustancias divinas. Es una especie de puritanismo, unos
pocos son los puros, con capacidad de ejercer el poder, y la gran mayoría es
masa impura, incapaz para los asuntos del gobierno, muy de la mano del sistema
República, planteada por Platón, antítesis del gobierno de todos.
Una de las explicaciones dadas a
porqué las gentes permite en sus vidas la llegada de un tirano que los
subyugará, es debido a esos miedos ancestrales hacia fuerzas del más allá, lo
cual precisa de un protector fuerte, un casi dios dotado con poderes
sobrenaturales. El líder elegido se comportará como tal desde su trono. Si bien
los esfuerzos de la cultura democrática han estado apuntados a atenuar los
miedos, a hacer responsables de sus propias vidas y de la propia conducción de
la sociedad a los mismos hombres de carne y hueso, ello no quita que en esa
capa geológica de la cultura humana, aún subyace y persista la sed de
dirigentes, imaginados con dotes especiales.
Las dictaduras tanto de derecha
como de izquierda, dictadores como Hitler o Stalin, responden a ese clamor de
masa necesitada de protección. De esa pócima está bañados los hombres de poder,
de apoyo de las masas, sin el cual no es posible su ejercicio de autoridad, no
importa que se llegue a horrorosas carnicerías humanas sucedidas en cualquier
terruño del mundo, tomadas como sacrificio a la usanza de los mejores ritos
religiosos. Suele decirse que cada pueblo merece a los gobernantes que tiene.
Se dice también que todo poder es
dañino, mientras más grande sea, más grande es el daño. Pues no es para menos,
para la fragilidad humana es peligroso que se concentre muchas
responsabilidades de gobierno, por eso desde el invento de la democracia, se
entendió lo virtuoso para el hombre mismo, el compartir la toma de decisiones,
que el poder esté repartido, en la prevención de las vanidades de orgullo,
antesala del fracaso. Ha sido una constante en la historia que el deseo de
dominar a los demás origina guerras, crímenes. Es por ello que la sabiduría
aconseja: Si se quiere la Paz, evitar la Gloria. Esconderla, ausente, que nadie
siente celos.
Dentro de los imperfectos de la
democracia, está esas pequeñas parcelas de poder contemplada en los sistemas
representativos, autoridades locales, regionales o nacionales, bien sea en
cargos ejecutivos o legislativos, van como adictos buscando votos previas
elecciones, gesticulan la mejor sonrisa ofrecida a sus posibles electores, pero
que una vez elegidos, se esconden y se fastidian ante la mano extendida del
esperanzado y humilde elector. Los experimentados y pulcros políticos, han
concluido que la Política es divertida
cuando se está en el peldaño más alto del poder, cuando se llega a ser
Presidente de un país. Y muy aburrida
en intermedio por tanto Lagarto y Adulador. Se aprecia mucho a quien no molesta
y nada pide. Pero está el imposible de que precisamente, el sistema electoral
se alimenta de votos y de gamonales, siempre habrá un alguien sediento y compulsivo
por acceder al poder, y al otro lado estará un fulano miserable, dispuesto a
adorar a su líder, a entregar su voto a cambio de unas cuantas monedas.
Hay que escuchar las nuevas
manifestaciones de ejercer la palabra, su desconcentración, permitiendo que
fluya lo local, lo individual, sin tanto intermediario, es decir, sin tanto
Representante que funge delegación de poderes. Un buen ejemplo son los Blogs,
expresión libre, no ceden el poder, sino que lo van tomando, que debería irse
teniendo en cuenta para ser incorporados en la toma de decisiones. Bienvenidos
todos aquellos que expresan su opinión, sus protestas de injusticias ante los
gobiernos que cuidan los grandes intereses. Ello es tomar la palabra.
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