Bernard Stiegler: «Entramos en la era del trabajo contributivo»
Elsa Fayner | Periodista
Traducción. Luis Alfonso Paláu C
Fab’ lab’, imprimantes 3D... «El consumismo vivió», asesta el filósofo para quien, motivados por nuestros solos centros de interés, nosotros vamos a cambiar de modo de trabajo.
Las oficinas de Bernard Stiegler están frente al Centro Pompidou, bajo los techos de París. Por su célèbre vecino, el filósofo fundó el Instituto de investigación y de innovación (IRI), con el fin de “anticipar las mutaciones de la oferta y del consumo cultural permitidas por las nuevas tecnologías digitales”.
Pero en el espíritu del docente-autor-jefe de empresa, todo está ligado: cultura, consumo, técnica, trabajo, política. Para él, el modelo consumista feneció, como el del progreso permanente. Todo se automatiza. El interés económico ya no puede ser el único que se persiga. Hay que rehabilitar el saber, el conocimiento, la creatividad. ¿Cómo? Desarrollando una “economía de la contribución”, que revolucione la manera de trabajar.
Rue89: ¿Qué es lo que lo lleva a interesarse en el mundo del trabajo?
Bernard Stiegler: Fui obrero, pasé por el sindicalismo. Pero también he tenido las llaves de grandes boutiques como el INA <Instituto Nacional del Audiovisual>, el Ircam <Instituto de investigaciones de la música contemporánea>, el Instituto de investigación y coordinación acústica/música, y ahora el IRI, Instituto de investigación y de innovación del Centro Pompidou.
De manera más fundamental me intereso en la técnica, y la técnica conduce al trabajo. El mundo del trabajo, es siempre más o menos técnico, un mundo técnico que puede ser más o menos pobre, o más o menos rico.
¿Y qué es lo que lo sorprende hoy en el mundo del trabajo?
He observado a las gentes en esos diferentes establecimientos. Y lo que me ha golpeado, luego de un momento, es descubrir que eran fervorosos adeptos del logicial libre, de los programas libres. Al punto de preferir trabajar en casa, dispuestos a ser menos pagos, que en grandes empresas, pero empresas que trabajan con programas propietarios. Los he encontrado más motivados por su trabajo que por su salario. Descubrí este tipo de economía allí.
La utilización de programas libres ¿induce relaciones de trabajo diferentes?
Eso depende verdaderamente de los modelos. Tomemos el ejemplo del Ircam. En la época en que yo dirigía el Instituto, este desarrollaba ocho programas difundidos por el mundo entero. Hacíamos evolucionar esos logiciales reuniendo para ello todos los años comunidades de contribuidores que venían del mundo entero. Podían ser desarrolladores, compositores, montadores de sonido de cine, etc. Ellos aportaban proposiciones, molinetes logiciales, que desarrollaban en “open source”. Esto quiere decir que todo el
mundo los puede utilizar, venir a recuperarlos, mejorarlos. Es un dinamismo inaudito.
Con este funcionamiento contributivo ¿la jerarquía tiende a desaparecer?
No, no. El “bottom up” puro no existe. Lo que así se llama consiste en hacer que vengan todas las informaciones y las decisiones del terreno, de los participantes, más bien que tener a algunos decididores que impongan organizaciones. Yo pienso que esto no es possible. Siempre es necesario que alguien decida.
Muy grandes empresas que recurren a lo contributivo, en los EE. UU. y en Alemania, están organizadas sobre este modelo. Pienso en las empresas de programas libres, como Redhat, pero igualmente en modelo híbridos, como Google, que se sitúa entre el consumismo y lo contributivo, o como Facebook, para no mencionar a Wikipedia. Cada una de estas empresas tiene su organización. Pero siempre hay un jefe, y una jerarquía.
Es el mecanismo de toma de decisión el que es diferente. El decididor, es el que mejor juzga, es el que mejor anima a las comunidades de sabedores. Pero no hay gente que tenga un papel de ejecutantes. Todo el mundo tiene voz en la junta sobre todos lo que concierne a los contenidos, todo el mundo está implicado en estas toma de decisiones. Incluso los propios clientes pueden participar.
¿Trabajadores free lance y clientes pueden participar? Explíqueme…
La Fnac, muy en sus comienzos, funcionaba con un modelo contributivo. Todos los vendedores de la Fnac eran aficionados: músicos, fotógrafos, etc. La Fnac de alguna manera los patrocinaba, haciéndolos trabajar allí. Todos los aficionados iban a la Fnac. Para intercambiar con los vendedores. Yo iba allá, era aficionado al jazz. Y ocurría que por las noches llegué a tocar con vendedores.
La Fnac destruyó eso hace 25 años. Fue un gravísimo error. Este es el modelo que hoy busca la gente. Asalariados, clientes, aficionados, todo el mundo aporta sus ideas. Asalariados, free lance, clientes, todos se volverán contribuidores de la empresa.
¿Se acabaron los consumidores?
No, se habla de contribuidores también acá. Pienso que el consumismo ya vivió. Es un modelo económico que se volvió tóxico para la gente y para el entorno. Vivimos la entrada en un nuevo modo de trabajo; la era del trabajo contributivo donde el contribuidor no es ni simplemente un productor, ni simplemente un consumidor.
¿Cómo funciona este modelo contributivo concretamente? ¿Tiene Ud. un ejemplo para ponernos?
En una época enseñé a diseñadores y estilistas de la escuela de Artes decorativas de París. Desarrollamos un modelo de empresa de modo contributivo. Habíamos concebido, de manera teórica, una empresa de modas en la que no había ya consumidores.
Había contribuidores, que hacían parte de un club. Tenían una tarjeta de miembro, y acciones de la empresa. No para tener ventajas chatarra, sino para tener el derecho de pronunciarse sobre las escogencias: de reclutamiento, de colección, etc. Tenían el derecho de presentar ideas. De decir cómo ellos, por ejemplo, administrarían esta colección. Los verdaderos aficionados a la moda inventan cosas. Juegan. Su opinión cuenta.
¿Es el reino de los aficionados?
Si. El contribuidor de mañana no es un bricoler del domingo. Es un aficionado, en el viejo sentido del término. Es alguien ante todo motivado por sus centros de interés más bien que por razones económicas. Por lo demás puede desarrollar una experticia más grande que los motivados por razones económicas.
Es un cambio radical ¿como ponerlo a operar?
Es un nuevo modelo de trabajo. Hablo de “desproletarización”. No se aporta solamente su fuerza de trabajo, sino su saber. Es una plusvalía enorme. Es necesario no olvidar que la automatización va a generalizarse y a volver el empleo cada vez menos necesario. Vea no más las cajas automáticas en los supermercados, los autómatas en los peajes, pero igualmente los robots programados que hacen el aseo en Widipedia. Yo sostengo que esto es una buena cosa. Con una condición: que se valoriza la posibilidad que tienen las gentes de desarrollar sus capacidades sociales, su saber, su trabajo en elsentido fuerte del término, antes que su solo empleo. Es la condición necesaria para reconstruir un modelo viable.
¿Pero hay que remunerar a esos contribuidores? Si sí ¿cómo?
Si, hay que remunerarlos. No diría exactamente que es necesario remunerar a los aficionados con el modelo de los intermitentes, pero que para ello hay soluciones. Concerniente al montante de la remuneración, podría ver aquí una formula con una parte salarial y una parte bajo la forma de un interesamiento contributivo. Se pueden imaginar vainas como estas. Todo esto tiene que ver con una valorización de lo que se llaman las externalidades positivas. En cuanto a la realización concreta de tales medidas, esto debería ser el objeto de innovaciones sociales, de experimentaciones, de trabajos de especialistas (en lo que yo no soy) y de negociaciones.
¿Es transponible este modelo contributivo a todos los sectores de la actividad?
Más o menos. Se declina de formas variadas. En el campo energético, por ejemplo, lo contributivo es muy muy importante. Hay muchos tipos de contribuidores. Primero los individuos. Yo por ejemplo, tengo un Molino. Yo puedo también colocar 300 m2 de fotovoltaico en mis techos. Puedo revender 3-4 veces mi consumo. Pero no lo hago porque las condiciones de seguridad para hacerlo son tales que se requerirían inversiones de mucho dinero.
Lo mismo ocurre con los fab’ lab’, esos talleres en los cuales cada quien puede venir a trabajar sus objetos. Son laboratorios locales que hacen accesible a todos la invención poniendo a su disposición herramientas de fabricación digital. Como la impresora 3D. El verdadero debate es: cómo hacer de suerte que las gentes salgan de una actitud de consumidores. Vivimos actualmente en una fase de transición, donde para el gobierno de hoy su reto es en Francia llegar a dibujar un camino crítico para nuestra sociedad; un camino en el que se invente un verdadero crecimiento fundamentado en el desarrollo de saberes, y donde se supere el modelo consumista.
Traducción. Luis Alfonso Paláu C., para el grupo de trabajo Devenires estéticos del Instituto
Metropolitano de Medellín. Abril 3 de 2013.
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