Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com
La película chilena titulada NO del año 2012, dirigida por Pablo Larraín Matte, recrea el plebiscito chileno que decidía entre Si se continuaba con la dictadura de Augusto Pinochet o si por el contario se convocaba a elecciones presidenciales. Lo novedoso del film está en mostrar el diseño de una campaña creativa con el claro propósito de romper con el régimen de terror, ganar en ese pequeño momento de apertura democrática para convocar a elecciones presidenciales.
Se pensará que los más llamados a tejer la filigrana de la campaña son los militantes, intelectuales o sectores de la izquierda, pero no es así. Son precisamente estos sectores los más reaccionarios, despistados y fuera de contexto. Ellos sólo piensan en reeditar los espacios dados en la pantalla chica, en tono de denuncia de los asesinatos y desapariciones, muy desintonizados de una voluntad general, de una percepción ciudadana, cuyas preocupaciones son cómo salir adelante con la vida, cómo recibir el beneficio del progreso del mundo moderno.
Es un joven profesional en marketing publicitario, inteligente, pragmático, de ideas frescas, quien busca un enfoque de campaña basado en esas percepciones de las gentes comunes y corrientes. En esa búsqueda, se le pregunta a una señora porqué quiere votar por el SI, por la continuidad del dictador, ella responde sin rodeos: ve el progreso de su país, tiene trabajo, su hijo está estudiando, en resumen, había esperanza y seguridad en el mundo presente y futuro de la familia. Se percibe que ese régimen fascista había logrado apropiarse de los sueños de la gente, el discurso de la democracia lo hizo suyo.
Un diagnóstico que precisa del ser creativo para disputar, desde ese terreno, esa pequeña justa democrática, y no desde el facilismo de las retóricas izquierdistas: la denuncia. El lenguaje construido es el de la esperanza, el de la felicidad, con alusiones rápidas y de fondo de los horrores y las pérdidas democráticas durante la dictadura. Es así como se llega a la premisa de Chile piensa en su futuro, y la estrategia trazada será con humor y poquísimos discursos. Entonces, salió el jingle “Chile, la Alegría ya viene.”
Y es allí donde se encuentra lo que nos interesa resaltar. Sabemos que el origen de la izquierda es precisamente la promesa del mundo de ultratumba, su modelo, su diseño es calcado de las fuentes religiosas, la esperanza de un goce después de la muerte, no en estada vida, en el valle de lágrimas, sino en el paraíso alcanzado después de la muerte. Especie de zócalo, principio de lo infinito, obstáculo epistemológico, que asiste y absorbe todo el ser, toda la mentalidad del ser de izquierda. Este mundo real les fastidia, les produce hartera, amargura, los hace hombres pesados y aburridos, despreciativos del mundo creativo. Recordemos que la Revolución Rusa fue posible porque contó con un basamento o zócalo, con el abono de las dogmáticas religiosas existentes. Este hecho fue estudiado por Arnold Toynbee en sus Estudios de Historia.
En Colombia existe un texto titulado Qué pasó camarada de Nicolás Buenaventura. Allí narra de forma graciosa lo inconsecuente de los comunistas y hombres de izquierdas. Sus espíritus eran de mercaderes, alguno de ellos que se destacaban entre sus células o pequeños grupos en donde discutían y planificaban las estrategias de agitación política, propuso a sus compañeros, le ayudaran a construir en un terreno de su propiedad, un local para las reuniones. Una vez construido, los convence de que éste sea destinado para la vivienda de su familia, y se construya sobre aquel, un segundo piso para el salón prometido. Construida la segunda palnta, viene otro argumento, destinar la segunda construcción para una vivienda de alquiler, así este hombre podía liberarse de la opresión de ser obrero y dedicarse por completo a la revolución. Nuevamente los convence, y así en lo sucesivo, hasta alcanzar una gran edificación y la sede para el proselitismo nunca se vio.
O qué decir del imaginario de las guerrillas colombianas, que se veían aplaudidos por todas las gentes cuando entraran a las ciudades a tomarse el Poder, porque las condiciones, según ellos, estaban dadas y el pueblo los anhelaba para un cambio de sociedad que prometía ser mejor al que vivían. Pero todo era puro imaginario, pura descontextualización, desconectados del querer de las gentes. La sociedad es cambiante, las gentes quieren un buen vivir, y por tanto, los debates pasan por allí, por alcanzar progresos reales, que se traduzcan en bienestar de los ciudadanos.
El film en mención, es un llamado de atención a las fuerzas políticas, en especial, quienes se reclaman portadoras de una buena nueva, de un bienestar colectivo para que se conecten con las gentes, con sus electores en este buen invento que se llama democracia, que se construye cada día, con creatividad, y no de golpe y porrazo.
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