El zapatero remendón y el capitalista

La Fontaine

Traducción de Luis Alfonso Paláu

Un zapatero cantaba desde por la mañana hasta por la tarde,
Era maravilloso verlo,
Maravilloso oírlo; hacía pasajes,
Más contento que ninguno de los siete sabios.
Por el contrario su vecino, completamente cosido en oro,
Cantaba poco, dormía menos aún;
Era un hombre de finanzas.
Si, al amanecer a veces adormecía,
El zapatero lo despertaba entonces con su canto;
Y el financista se quejaba
Que los ciudadanos de la Provincia
No hubiera dejado que se vendiese el dormir en el mercado,
Como el comer y el beber.

A su mansión hizo venir al cantante y le dijo:

“Ahora bien maese Gregorio,
¿Qué gana Ud. Por año? A fe mía, Señor,
Dice con un tono de risa,
El gallardo Zapatero, que no es esa mi manera
De contar la suerte; y yo no amontono
Un día sobre otro; es suficiente con que al final
Yo alcance el fin del año;
Cada día trae su pan.

- Pues bien ¿Qué ganaís, dime, por jornada?

- A veces más, a veces menos: lo malo es que siempre
( Y sin ello nuestras ganancias serían bastante honestas)
Lo malos es que en el año se entremezclan días
En los que es necesario no hacer nada; nos arruinan con las fiestas;
La una engaña a la otra; y el Señor cura
Con algún nuevo santo carga siempre su prédica.”

El financista riéndose de su ingenuidad,
Le dice: “Hoy quiero ponerte en el trono.
Tomad estos cien escudos; guardadlos con cuidado,
Para usarlos si es menester.”
El Zapatero creyó ver todo el dinero que en la tierra había,
Desde hacía más de cien años,
Producido para uso de la gente.

Regresa a su casa; en su cava encierra
La plata y su gozo a la vez.

No hubo más canto: perdió la voz,
Desde el momento en que ganó lo que produce nuestras penas.
El sueño abandonó su albergue;
Tuvo por huéspedes las preocupaciones,
Las sospechas, las alarmas vanas;
Todo el día, tenía el ojo al acecho; y en la noche,
El gato tomaba el dinero. Al final el pobre hombre
Corrió a casa de aquel al cual ya no despertaba:
“Devuélveme, le dice, mis canciones y mi sueño,
Y recoged vuestros cien escudos.”

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