Tomado de philosophie magazineº 114, noviembre 2017
Francis Wolff : “Nosotros los humanos, ya no sabemos muy bien quienes somos”
Mis en ligne le 25/10/2017 | Mis à jour le 25/10/2017
Francis Wolff en 2017 © Audoin Desforges
Este heredero de los pensadores de la antigüedad sólo se atiene a la razón para comprender nuestra experiencia del mundo. Apasionado de la música, busca también refundar el humanismo, proponiendo una verdadera utopía cosmopolítica.
París, no lejos de la estación de trenes del Norte. Se deambula un rato por el barrio tamul de la capital, con sus arterias llenas de vida y sus avisos abigarrados. Aquí nos recibe, en su domicilio, un ferviente defensor del cosmopolitismo, humanista hasta la médula. En una oficina de imponente biblioteca, pronto se olvida la agitación exterior; el pensamiento de Francis Wolff imprime su estilo, su dejo característico: « distingamos dos cosas », « yo creo que esta tesis puede ser demostrada », « pongamos ejemplos ». Estamos ante un filósofo al que sólo le importa la claridad y la argumentación de lo que afirma. Que recomienza siempre desde la base, las preguntas « ¿Qué es esto? » y « ¿Por qué? », viáticos del rigor conceptual. Alguien del linaje de los griegos a los que venera, sólo reivindica al final una sola cosa: la razón. ¿Qué? Se la creía descalificada, pasada de moda, has been. Es toda la sal de la historia; Francis Wolff se formó en la Escuela Normal Superior (ENS), por donde pasaron los Foucault y los Derrida. Ahora bien, ha sido en parte contra el posmodernismo y la deconstrucción que ha girado su trabajo, y lo ha hecho en los lugares del « crimen »; ha sido profesor, director adjunto, luego director del departamento de filosofía de la ENS. Actualmente profesor emérito de la noble casa, nunca ha dado el brazo a torcer sobre la exigencia de racionalidad. Pero sin dogmatismo ninguno. Francis Wolff no tiene nada de gurú ni de maestro sectario; es más bien un aclarador y un barquero, siempre haciéndole a la confrontación rigurosa de las ideas. Y si todo esto parece (una brizna) serio, añadamos ya que el hombre es de una gran amabilidad y un aficionado a la buena mesa; además, si ha construido una metafísica exigente, que inspira a toda una nueva generación de pensadores, hay que decir también que se encarga de temas más « calientes », candentes incluso. Ha escrito sobre música y amor. Trata de comprender lo propio del hombre, criticando tanto al trans-humanismo como a las éticas animales, especialmente en Trois Utopies contemporaines, su último libro que acaba de aparecer. Entonces ¿será que es convincente, por no decir entusiasmadora, la apuesta wolffiana de la razón? Vamos a ver.
Francis Wolff en 7 fechas
• 1950 Nace en Ivry-sur-Seine (Val-de-Marne)
• 1958 Descubre el piano
• 1971 Entra a la École normale supérieure
• 1980 Enseña durante cuatro años filosofía antigua en São Paulo (Brasil)
• 2000 Lo nombran director adjunto de la ENS, en la que llegará a ser también director del departamento de filosofía (2004-2007)
• 2016 Se gana el premio Bristol des Lumières por Il n’y a pas d’amour parfait
• 2017 Firma Trois Utopies contemporaines
Ud. es profesor emérito de la Escuela normal superior, autor de una decena de obras. ¿Cuál ha sido su recorrido?
Francis Wolff : Yo vengo de un medio modesto. Mis padres eran vendedores de periódicos en Puteaux. Eran judíos alemanes escapados del genocidio. Por una concurrencia de circunstancias ellos escaparon a las redadas, lo que no ocurrió con mis abuelos maternos. Mi abuelo paterno que se quedó viviendo en Alemania, también fue deportado a Auschwitz. Aquello fue tremendo. Forzosamente, ese recuerdo marcó mi infancia, que a pesar de todo fue feliz. Pensando en sus hijos, mis padres tenían una creencia muy fuerte en la integración y la salvación por medio de la escuela republicana.
Ud. entró a la ENS en 1971. ¿Con qué grandes figuras se codeó?
El amo del lugar era por aquella época Louis Althusser. Marxista, cercano a los estructuralistas, gozaba de un prestigio considerable, incluso en el extranjero. Tan acerados como eran su pluma y su pensamiento, dogmáticos, así era el hombre de una extrema benevolencia. Cuando uno se sentía mal, siempre podía llegar a tocar su puerta; el mismo atravesaba graves fases de depresión que lo obligaban a estar frecuentemente hospitalizado. Por otro lado, la estrella ascendente era Jacques Derrida, cuyo seminario yo no seguí. Confieso que nunca me avine con su pensamiento. Derrida leía los textos como síntomas (de una época, del fin de la metafísica); a mí lo que me interesaba, y me interesa siempre es saber si esos textos dicen verdad.
Tan pronto comenzó su carrera, Ud. se fue a enseñar al Brasil. ¿Cómo fue aquello?
Por intermedio del filósofo Gérard Lebrun [1930-1999], obtuve en 1980 una cátedra de filosofía antigua en la Universidad de São Paulo. En aquellos años, Brasil era aún un destino « exótico »… Recuerdo que me sorprendió la extraordinaria francofilia de los colegas filósofos, tanto como el carácter ya vetusto del centro de la ciudad; pero ya lo sabíamos desde Lévi-Strauss, que los trópicos no siempre son alegres. Aquel período era apasionante: la dictadura militar llegaba a su fin, y poco antes de mi partida, en 1984, asistí a inmensas manifestaciones que reclamaban el establecimiento de un régimen democrático. « Democracia », sólo de eso se hablaba en la fac., en la calle, etc. Desde aquel entonces, cada año voy al Brasil que se ha vuelto mi segundo país.
Ud. lo mencionó, Ud. es especialista en filosofía antigua. ¿Qué le han transmitido los griegos?
¡Cantidades de cosas! En los Segundos Analíticos Aristóteles anota que hay dos preguntas fundamentales con las que el pensamiento debe medirse: « ¿Qué es esto? » y « ¿Por qué? » Son interrogaciones tan masivas como ingenuas, son las que el niño se plantea frente al mundo. En esto consiste la filosofía para mí: un cuestionamiento de niño con una voz de adulto. Y en lo que concierne a la pregunta « ¿Qué es esto? », la pregunta socrática por excelencia, ella concita el ejercicio de la definición. Definir, es ante todo distinguir; esto no es aquello. Se trata de delimitar el campo de legitimidad de una noción; por ejemplo, la moral no es ni el derecho ni la religión. Si se quiere filosofar seriamente, hay que comenzar por acá.
Pero esta no es la concepción más esplendente de la disciplina…
Ciertamente; definir puede parecer una tarea austera, ingrata. Pero es una manera para el filósofo de limpiar sus herramientas; la definición permite ¡pensar limpio! Para volver a los antiguos, igualmente retengo de ellos su concepción del lenguaje, del logos, que tiene una dimensión interpersonal, dialógica; gracias a él, me dirijo al otro que puede ponerse de acuerdo conmigo o refutarme. Para los griegos, había que demostrar (inventaron la demostración matemática), argumentar (inventaron el debate democrático) y siempre afrontar su pensamiento con la contradicción (también inventaron ¡la tragedia!); todo esto es un tesoro para siempre.
« Es el lenguaje el que hace de lo real un mundo »
El lenguaje ocupa un lugar central en Dire le monde, aparecido en 1997. ¿Cuál es el objeto de ese libro particularmente robusto?
La tesis que defiendo se resume en algunas palabras: es el lenguaje el que hace de lo real un mundo. Expliquémonos. Lo real es lo que se nos ofrece por medio de los sentidos. El lenguaje, como estructura universal que trasciende las lenguas particulares, tiene por función ordenar ese real, hacer de él un todo unificado y común, un mundo. Fija aquello de lo que podemos hablar, lo que existe para todos nosotros. El lenguaje es el fundamento de la ontología.
¿Qué entiende Ud. por este término, ese que significa literalmente « discurso sobre el ser » ?
Como el señor Jourdain que hacía prosa sin saberlo, nosotros hacemos espontáneamente ontología cuando pronunciamos la frase « hay (una botella en el frigo) ». A un nivel más filosófico, la ontología consiste en determinar las entidades de base que constituyen el mundo. Para mí existen tres entidades esenciales. Primero las cosas; una cosa no es necesariamente un objeto material; es todo lo que es permanente (un mueble o un hombre son cosas). En segundo lugar, los acontecimientos; es todo lo que le ocurre a las cosas, lo que introduce cambio (esta botella cae por tierra, ese hombre que estabaa sentado se levantó). Y finalmente las personas; una persona es un ser que causa un acontecimiento; este evento se vuelve un acto en la medida en que es imputable a un sujeto.
¿Cuál es la relación con el lenguaje?
Es el lenguaje el que estructura, recorta el mundo en sus tres componentes. Por medio de los sustantivos, designamos las cosas, las definimos, respondemos a la pregunta “¿Qué es esto?” Con los verbos expresamos los sucesos, describimos y explicamos lo que pasa, respondemos a la pregunta “¿Por qué?” Por medio de los pronombres personales, finalmente, remitimos a las personas; decimos “Yo” por ejemplo, para atribuirnos un acto, respondemos entonces a la pregunta “¿Quién (ha hecho esto)?”. De esta forma el lenguaje da cuenta de lo que hay últimamente en el mundo. Esta ontología triádica (cosas, acontecimientos, personas) cubre un espectro muy amplio; provisto de estas categorías yo abordo tanto la moral (el mundo no tendría ningún sentido moral si no hubiera personas) como la estética. Así es como muestro en ¿Por qué la música? que a los tres tipos de entidades del mundo corresponden tres tipos de « artes », tres modos de representaciones practicadas en todas las culturas: las artes de representar las cosas por medio de imágenes (la pintura por ejemplo); las artes de representar el enlace de los acontecimientos por medio de la música; las artes de representar a las personas actuando por medio de los relatos (mitos, novelas, películas, etc.).
Francis Wolff en 2017 © Audoin Desforges
Dire le monde forma en efecto un díptico con ¿Por qué la música? en el que Ud. propone una definición muy simple de ese arte, una de las grandes pasiones de su vida…
A los 8 años comencé a aprender piano. En mi primerísimo curso, nos entregaron una libreta roja con preguntas, y una libreta verde con las respuestas correspondientes. La primera pregunta era: « Qué es la música? » En la libreta verde se leía: « La música es el arte de los sonidos. » Descubrí esta definición con una sorpresa ingenua. Pues resulta ¡que esto era la música!
« ¿Qué es la música? Una serie ordenada de acontecimientos puros »
¿Se aplica esta fórmula tanto a un concierto de Mozart como a, por ejemplo, la Danza de los patos?
La apuesta era permanecer fiel a esta definición, en tanto que ella abraza todas las músicas creadas por los seres humanos, pues por todos lados donde hay hombre hay música. Falta por saber qué se entiende por « el arte de los sonidos ». Un sonido (un rechinamiento, un frotamiento…) tiene una función natural de advertencia; es la señal de un acontecimiento. Buscamos su causa, la referimos a un hecho del mundo real (si suena la puerta es porque alguien salió de la casa). La música está hecha de acontecimientos sonoros, pero con una diferencia esencial… estos son suficiente por sí mismos. Ya no tenemos necesidad de referirlos a las cosas existentes. Podemos cerrar los ojos. El mundo musical que penetramos entonces no es caótico, incomprensible. Los sonidos están ligados, encadenados, como en un ritmo o una melodía. ¿Qué es la música? Una serie ordenada de acontecimientos puros.
¿Qué es lo que nos conmueve en ella? ¿Por qué lloramos a veces escuchando música?
Tomemos una sonata de Schubert, una ópera de Wagner o un slow. Estas músicas nos emocionan porque son muy expresivas. Es como si una voz nos hablase, nos comunicara afectos, restituyendo una cierta tonalidad del mundo (la melancolía, por ejemplo). Pero también existen músicas que no expresan nada (un estudio de Ligeti, una pieza repetitiva de Reich) y que sin embargo son perturbadoras. ¿En qué? Se desprende una coherencia en la experiencia sensible de la escucha. Una música nos afecta tanto más cuanto que ella parece imprevisible cuando comienza, y sin embargo está llevada por una necesidad propia cuando se prosigue. El preludio del primer libro del Clave bien temperado de Bach es sublime en este sentido; mínima, esta música parece desarrollarse de manera interna a sí misma, en un movimiento no mecánico sino viviente; y en la medida en que cambia muy poco nos permite recorrer un máximo de paisajes.
Ud. busca comprender rigurosamente lo que conmueve a los hombres. Luego de la música, Ud. abordó en amor en Il n’y a pas d’amour parfait, un título que parece de entrada como desencantado…
El amor abraza los corazones; es el motivo privilegiado de la literatura de todas las civilizaciones. Sin embargo, ¡vayamos con calma! Incluso si la cosa parece rebelde al análisis conceptual, por no decir indefinible, tratemos de abordarla. Sugiero que el amor hace intervenir tres ingredientes heterogéneos. El primero es la amistad, como relación recíproca en la que las personas implicadas quieren mutuamente el bien. El segundo es el deseo, esa disposición que hace que yo anhele carnalmente al otro, lo que no siempre es recíproco. El tercero es la pasión en tanto que estado afectivo continuo, focalizado, intenso; es lo que me aferra a alguien, del que desespero por recibir un SMS… Atención, el amor no se reduce a uno solo de estos tres elementos. No se confunde únicamente con la pasión, por ejemplo. Para que se pueda hablar de amor, es preciso que haya por lo menos dos componentes, por no decir los tres. El título de mi libro no debe inducir error. No sostengo como Aragon que no hay amor feliz; muy por el contrario ¡me insurjo contra eso! El amor es imperfecto, o impuro, en el sentido de la química; es un composé de esos tres ingredientes que nunca se mezclan de forma estable. A veces, uno desaparece, o se impone sobre otro. Por esto el carácter trágico, o cómico, del amor, su grandeza en una palabra.
Este enfoque, que tiene un aire muy formal ¿no permite encarar maneras muy diferentes de vivir el amor, alternativas a la pareja tradicional especialmente?
El amor es una dinámica de múltiples posibilidades. Los amores libres del 68 o los sex friends actuales son una combinación de amistad y de deseo; a veces les falta la llama de la pasión. La fusión del deseo y de la pasión puede conducir a enlaces eróticos extraordinarios, que pueden también terminar muy mal… Finalmente, ocurre que en algunas parejas instaladas, el deseo se apaga o se va a otro lado. Sin embargo, sigue siendo amor si se conserva la aleación de la amistad y la pasión, si permanece esa incapacidad de vivir sin el otro. Quiero pensar el amor en sus configuraciones y sus trayectorias tan variadas, sin ser normativo, sin encerrarlo en esquemas preestablecidos o en suplicios morales.
Lleguemos a su último libro, Trois Utopies contemporaines. Ud. reabre acá un dossier en el que se ocupa desde hace tiempos: la cuestión del hombre. Ud. se reivindica como humanista ¡algo que es más bien raro en nuestros días!
El humanismo no está bien visto por los intelectuales distinguidos. Pasa por ser un poco “empalagoso”. Yo parto de una constatación: nosotros los humanos, ya no sabemos muy bien qué somos. Nuestra mayor dificultad la tenemos en definirnos, es decir en diferenciarnos. En la antigüedad, el hombre se distinguía de los dioses (pues somos mortales) y de los animales (pues tenemos razón). Hoy, la situación está perturbada, se desmoronaron los grandes referentes. Hemos perdido nuestro límite superior; algunos sueñan incluso con volver al hombre inmortal gracias a su fusión con la máquina; es la utopía del post-humanismo. Por lo “bajo”, la frontera entre el hombre y el animal se desdibuja; algunos quieren incluso hacer de nosotros animales como los otros; es la utopía del animalismo. Estas dos utopías son para mí peligrosas. Representan una amenaza para el humanismo al que espero seguir defendiendo.
Comencemos por el post-humanismo…
Este proyecto reduce al hombre a un programa informático que se lo puede uploader, a una máquina que se puede reparar al antojo (por medio de trasplantes de órganos o de microchips bajo la piel). Ciertamente, la máquina calcula infinitamente mejor que nosotros, ella puede ganarnos en el ajedrez o en el go. Pero a ella no le duelen los dientes. Ella no tiene miedo. Nosotros los humanos experimentamos en primera persona sensaciones y emociones; tenemos consciencia de nuestros propios estados de conciencia; pensamos en y por la interacción con los otros. Confundiéndonos con la máquina, buscando transformar nuestra naturaleza y negar lo que somos, el post-humanismo me parece como una pesadilla.
Francis Wolff en 2017 © Audoin Desforges
Si la crítica del trans-humanismo se ha difundido, la del animalismo lo está mucho menos, ¿cuál es el problema?
La idea general del animalismo es que nosotros debemos tener por los animales un cuidado moral idéntico al que deberíamos tener para con los humanos. En Trois Utopies contemporaines yo le doy al término un sentido más preciso: el animalismo es la doctrina según la cual es necesario liberar a los animales de la nefasta empresa de los hombres. Toda forma de dominación o de explotación debe ser abolida. Y esto se va a traducir en la denuncia de la ganadería y de la domesticación (incluso ¡de los animales de compañía1), así como por los ideales de la vida vegana. El animalismo es un igualitarismo que se volvió loco. Partiendo de la exigencia perfectamente legítima de tratar bien a los animales, hemos llegado a querer suprimir todas las relaciones que hemos tejido con ellos desde la noche de los tiempos. ¡Qué absurdo! Seríamos entonces la única especie que se separaría de las otras, mientras que en la naturaleza, los animales mantienen relaciones, especialmente de depredación. El animalista critica la idea de una superioridad del hombre, pero él está buscando hacer de nosotros creaturas aparte, únicas; el anti-especista es en realidad muy antropocentrista.
Pero sobre la candente cuestión de la diferencia hombre/animal ¿sostiene Ud. que hay un propio del hombre?
El asunto de la definición de hombre en el curso de la historia es apasionante, y a él consagré un libro, Nuestra humanidad. De Aristóteles a las neurociencias . La moda actual y reciente es negar toda diferencia. Pero al término del recorrido, escogí regresar sobre una vieja idea: somos “animales racionales”. Y esto no significa que seamos más lógicos o inteligentes (un primate es capaz de resolver problemas prácticos a veces difíciles). El hombre es un viviente racional en tanto que posee el logos, una vez más. Nos distinguimos por nuestro lenguaje, que es completamente específico; él nos hace aptos para el diálogo y para la negación (podemos contradecirnos, hablar de lo que no existe), y por su mediación, podemos producir y comprender una infinidad de enunciados posibles. Es único en la naturaleza. Y es porque tenemos este lenguaje que también somos seres políticos y morales, e incluso precisamente con respecto a los “otros animales”. Estos últimos son seres sensibles, pero no son personas. En el diálogo humano, reconozco al otro como otro yo mismo, como un individuo responsable de lo que dice y hace. Con cualquier hombre yo puedo formar una comunidad, incluso mínima. Esta visión sirve de fundamento a la tercer utopía que desarrollo y defiendo, la utopía cosmopolítica. Contrariamente a las otras dos, ésta prolonga al humanismo.
¿Cómo concibe Ud. esta utopía?
Toda utopía busca « partir la historia en dos », proyectar un cambio radical de civilización. La utopía cosmopolítica consiste en imaginar una auténtica ciudadanía del mundo, abolir las fronteras. Estas son arbitrarias, el producto de contingencias históricas. Así mismo, la condición de extranjero debería ser suprimida; se acaban las cédulas de ciudadanía. ¿Por qué habría que discriminar a ciertos hombres porque nacieron en otra parte? Una de las objeciones clásicas conra el cosmopolitismo, y contra la hipótesis de un estado mundial que le daría una forma política, es decir que él destruye las identidades locales. Yo no comprendo; se puede muy bien ser ciudadano del mundo al mismo tiempo que se está atado a la cultura francesa y que se está orgulloso de ser bretón. Es posible defender con el mismo fervor el universalismo y la diversidad cultural; este es mi caso.
En el mundo de Trump, en el clima actual de tensión entre las naciones y las comunidades, Ud. entenderá que se pueda ser escéptico…
Admito que esta utopía pueda ser un poco loca. Pero si argumento a su favor, racionalmente, es porque me parece operar en el sentido de la justicia global. Luego del hundimiento de las utopías revolucionarias del siglo XX, destrozadas cuidadosamente contra el muro de la realidad, ella nos permite encarar de nuevo una salvación común.
Para terminar, si debiéramos identificar un hilo rojo en su obra ¿se podría decir que Ud. continúa creyendo en la razón? Numerosos filósofos post-modernos o relativistas la han atacado o rechazado como una antigualla… ¿Asume Ud. esta restauración de la razón?
No me gusta mucho esa palabra « restauración » ¡que me suena reaccionaria! Pero creer en la racionalidad, atenerse a ella, sí. Para mi, la filosofía siempre ha sido, y siempre será: una tentativa de introducir un poco de razón en la experiencia que hacemos del mundo.
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Una bibliografía no exhaustiva
Socrate. (PUF, 1985 ; rééd. 2000). Un retrato tomado de aquel por el que todo (o casi todo) comenzó…
Dire le monde (PUF, 1997 ; rééd. 2004). Si hay un sistema de Francis Wolff, está expuesto en este importante libro. Desarrolló su pensamiento del lenguaje y su ontologíaa distinguiendo las cosas, los acontecimientos y las personas.
Notre humanité. D’Aristote aux neurosciences (Fayard, 2010) <tr. Paláu, enero de 2017> Los antiguos consideraban al hombre como un animal racional; los modernos como la unión de un alma y de un cuerpo; el siglo XX nos ha definido como un ser de cultura; hoy, las ciencias del viviente nos reducen a nuestros genes, a nuestras neuronas. Una summa sobre estas cuatro “figuras” del hombre, que propone al final reactivar la concepción antigua.
Pourquoi la musique ? (Fayard, 2015) <tr. Paláu, noviembre de 2017>. Esta práctica universal varía sin embargo infinitamente según las culturas… Un enfoque metafísico de la música como « arte de los sonidos », una pesquisa sobre las emociones que ella procura, todo ello puntuado de ejemplos sacados del repertorio clásico y contemporáneo, del jazz, etc. Rara es la vez que se le una obra tan ambiciosa sobre el tema.
Il n’y a pas d’amour parfait (Fayard, 2016). Ideal para iniciarse en la manera de pensar del autor, este libro recogido define el amor a partir del triángulo amistad/deseo/pasión. Lejos de toda efusión romántica, este modelo permite comprender a nuevos costos nuestras experiencias.
Trois Utopies contemporaines (Fayard, 2017) Este texto de intervención parte de una doble constatación: «ya no creemos en una salvación común»; la figura del hombre se ha desdibujado. Partiendo de un tajo las dos utopías del post-humanismo y del animalismo, Francis Wolff busca renovar el humanismo con su « utopía cosmopolítica », que para ello propone el derribamiento de las fronteras. Seguro que abrirá el debate…
En Internet
franciswolff.fr
El sitio del filósofo con su actualidad, artículos telecargados, videos …
lesamisetlesdisciples.net
Un sitio que retoma estudios sobre su trabajo, firmados por antiguos estudiantes y colegas (Tristan Garcia, Frédéric Worms, Claudine Tiercelin…).
Desde 2004, Francis Wolff anima los « Lundis de la philosophie » en la ENS (45, rue d’Ulm, Paris, 5e). Se encontrará el programa de las sesiones en el sitio de la institución (www.ens.fr).
Entrevista hecha por Martin Duru
tr. por Luis Alfonso Paláu, Medellín, octubre 26 de 2017
En España han sido traducidos:
50 RAZONES PARA DEFENDER LAS CORRIDAS DE TOROS (ALMUZARA, 2011)
Resumen del libro
Ante la ola prohibicionista en torno al mundo taurino, Francis Wolff maneja en este libro argumentos paradójicamente en línea con los que suponen que hacen un bien suprimiendo las corridas de toros. Después de bastantes años, se ha desatado una campaña contra las corridas y por su prohibición. Wolff no ataca los motivos de esta movilización prohibicionista y cree que su fundamento es generoso, pero alega que este mismo movimiento no tiene en cuenta los riesgos ni contradicciones que pregona la «pretendida liberación animal» frente a la cultura humanista, entre otros, los perniciosos efectos ecológicos de la prohibición. Además le achaca un profundo desconocimiento de los valores y de todo aquello que surge de la tauromaquia. Si sólo fuera por el magnífico espectáculo de las corridas, no habría tantas excusas para evitar su supresión. Según Wolff, hay que defender este espectáculo porque es bueno moralmente, y para entenderlo nos ofrece sus 50 razones.
RELIGION Y CONFLICTO EN ORIENTE PROXIMO (BELLATERRA, 2013)
Resumen del libro
La disolucion del bloque socialista dejo solo frente a Occidente a un nuevo enemigo: el islam, bajo los distintos avatares del islamismo y el terrorismo islámico. Lo peculiar de este nuevo enemigo es que su hostilidad se hacia proceder no de factores económicos o incluso ideológicos, sino etno-culturales y religiosos. Con ello el establishment occidental pretende alentar un nuevo discurso que recuerda mucho al de otros tiempos lejanos en la historia, por mucho que el contexto sea diferente. Esta obra pretende mostrar un camino distinto, mas acorde con la justicia y el bienestar de los pueblos y los individuos: hacer patentes frente a la hegemonía del discurso basado en la religión, las verdaderas causas de los conflictos, que no son otras que las económicas y las políticas, y así reivindicar la política como palanca que las desactive y sirva para crear una sociedad mas justa y libre. Para ello es indispensable volver al republicanismo que asentó la Revolución francesa y que tenia sus principales ejes en la igualdad individual, frente a las diferencias de clase, y la social frente al comunitarismo, que se subsumían en el nuevo concepto de ciudadanía y la drástica separación entre iglesia y estado. Verdadera proclama, solidamente argumentada, a favor de los valores de ciudadanía y libertad religiosa, Religión y conflicto en Oriente Próximo abre una línea de reflexión, basada en las mejores tradiciones del pensamiento europeo, que convierte su texto en lectura imprescindible para orientarse en los terrenos de la interesada ceremonia de la confusión de la política actual
SEIS CLAVES DEL ARTE DE TOREAR (BELLATERRA, 2013)
Resumen del libro
Seis claves, seis, tiene desde siempre la fiesta de los toros: un momento propicio y un lugar adecuado para celebrarla; toros bravos que embistan y toreros valientes que se les enfrenten; aficionados unidos en una misma pasión y divididos por esa misma; y luego un puñado de mitos para que opere la química. Pero la Fiesta vive hoy una etapa curiosa: la tauromaquia esta tocada y el arte de torear esta radiante. Nuestra época no tolera una practica en la cual la belleza anda aunada con la muerte. Pero el arte de torear sigue pisando fuerte y por las mismas razones, y es que nunca ha habido tanta necesidad de un arte verdadero, donde ética y estética se confundan. El arte de torear nos dice que en el gesto, en el pase, en la serie, en la faena, uno no puede deslindar lo valiente de lo armonioso, lo arriesgado de lo magnifico, la bravura de los combatientes del equilibrio que nace de su enfrentamiento. El arte de torear nos dice que el derecho a matar al animal respetado no se consigue sino exponiendo la propia vida. Con la materia bruta que es esa potencia de vida y de muerte, el torero hace una obra humana en la cual se funden la nobleza del riesgo vital y el esplendor de la belleza pura. ¡Ole! Ese ole que nos arranca el pase admirable saluda con una misma voz el valor del hombre y el gesto del artista. Y esas lagrimas que a veces nos sacan la bravura del toro y la serenidad del hombre, unidas en una misma faena, ojala no se conviertan mañana en lagrimas que despidan para siempre un inestimable legado: el arte que hace un siglo inventara Juan Belmonte
FILOSOFIA DE LAS CORRIDAS DE TOROS (BELLATERRA, 2013)
Resumen del libro
Las corridas de toros han inspirado a los mayores artistas y a muchos teóricos, pero hasta ahora nadie se había aventurado a filosofar sobre ellas. Ése es el desafío que ha aceptado Francis Wolff. Al leerlo, se entiende que las corridas de toros, por tener relación con los valores éticos e inspirar una nueva definición del arte, son un magnífico objeto del pensamiento. Las corridas de toros son una lucha a muerte entre un hombre y un toro, pero su moral no es la que se cree, pues ninguna especie animal vinculada con el hombre tiene una suerte más envidiable que la del toro, que vive con total libertad y muere luchando. Las corridas de toros son también una escuela de sabiduría: ser torero es una forma de estilizar la vida propia, exhibir el desapego respecto de los azares de la existencia y prometer una victoria sobre lo imprevisible. Además, las corridas de toros son un arte. Dan forma a una materia bruta, la embestida del toro; crean belleza con su contrario, el miedo a morir; y exhiben una realidad que las demás artes sólo pueden soñar.
https://www.casadellibro.com/libros-ebooks/francis-wolff/135687
Muy pertinente, interesante.
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