Historiador
Colombiakrítica
Los quirinus, dioses amantes de la riqueza, prometieron el oro y el moro, prometieron esta vida y la otra. Estos hombres se autodenominaron con un neologismo compuestos de dos palabrejas del Neo y del liberalismo, los neoliberales. El neoliberalismo era, y lo sigue siendo, el nuevo evangelio de los ricos embelesados por hacer más y copiosa fortuna en poco tiempo, sin importar los medios, sólo el fin.
Allí estaban los hombres ricos en el podium del Jet Set, vueltos todas unas vedettes a mostrar. No el otrora empresario tal de tal empresa. No, hoy es el más rico entre los ricos que tiemblan en Davos por miedo a no ser destronados. Ese es el nuevo valor proclamado para la humanidad, la salvación está en generar riqueza en pocas manos de inescrupulosos hombres con el único propósito de hacerse multimillonarios. Ese era y sigue siendo el norte de todos sus mundos posibles. Pavonearse entre los más ricos del planeta es el valor supremo, quién pueda lucir la chequera más regordeta.
Estos quirinus pregonaron en terceras voces, en gobernantes, en los presidentes de países la nueva nueva, el nuevo paraíso prometido, el mercado hasta donde sea posible, El Estado hasta donde sea necesario, más mercado y menos Estado, era la bienvenida al futuro cacareada del entonces presidente César Gaviria que abrió de par en par las puertas del país Colombia a los Tratados de Libre Comercio. Esto no era más, para resumir, llenar el país de chucherías y desestimar la economía propia. Un millón setecientos desempleados, empresas quebradas, más miseria y concentración de la riqueza nacional, es el pobre balance hoy.
Menos Estado y Más Mercado, es la consigna del neoliberalismo. La fórmula es sencilla: El Estado es una extensión del mercado controlado por los grandes mercaderes. Recordar que antes se tenía la premisa del Estado Social de Derecho, esto es, los bienes públicos para beneficio de la población, velar por el bienestar general. Pero aquel juego de palabras del neoliberalismo suavizaba o escondía el zarpazo de los más ricos, de los grandes empresarios para apropiarse de los recursos del Estado. Perdón por la reiteración, esto no es más que la privatización o apropiación de lo público. Y fue así como en Colombia sectores como la salud fue privatizado con la ley 100 y las pensiones terminaron siendo negocios en manos de unas cuantas familias ricas, desvirtuando así la función social del Estado.
Fatiga la vida convertida en gran mercado, en menjurjes bursátiles. Y decimos fatiga por lo que se ha dicho una y mil veces, lo conocido a voces, los grandes medios de comunicación son conglomerados de las grandes familias ricas del país, son las voces de los patrones que alaban o injurian. Bien se ha dicho también que los medios de comunicación son armas corporativas para defender sus intereses.
Recordar la reinvención que hizo el neoliberalismo cuando sus demagogos sufrieron desgaste tildados de vieja clase política. Entonces fueron reemplazados por mozos de cara juvenil, vestidos de jeans para anunciar la renovación de la política con simple maquillaje del mismo cuerpo. Esto sirvió, reiteramos, para subsanar el agotamiento, el cansancio de los electores hacia la clase dirigente que no se veía resolver los problemas básicos de la sociedad y de sus ciudadanos.
Entonces vino el diseñó del marketing político con valores que vendían estos rostros jóvenes con trajes jueveniles usando jeans, pelo largo o ensortijado, y se iban lance en ristre contra lo que califican de politiquería y viejos corruptos. Y para mayor adorno se echaron el bálsamo del viejo sueño platónico de sabios gobernantes, allí se pusieron de moda los profesores matemáticos u hombres de ciencia.
Lo curioso de todo es que todo empeoró, todo lo que prometieron cambiar no sucedió, por el contrario, hoy el país es más inequitativo, la pobreza aumentó, tan sólo caminar las calles para ver cada vez más gente en el rebusque, en la economía informal, ilegal y criminal, y mayor aún, el crecimiento de la población indigente, los habitantes de calle que se las tienen que arreglar para dormir bajo los puentes y vivir de las sobras tiradas en las basuras.
Éste embeleco es el que quiere corregir el actual gobierno demócrata. Esta recuperación de lo público en su función social, esta recuperación de los recaudos que hace el Estado de los ciudadanos es la prioridad de éste gobierno, qué esos recursos se les devuelva en bienes y servicios para sus contribuyentes, para la ciudadanía. También es tarea del gobierno nacional recuperar los organismos de control, hoy en manos de los grandes intereses privados, algo así como los ratones cuidando el queso. Todo esto es, en suma, El Estado y su tecnocracia al servicio de lo público y no de lo privado. Esperemos que los bienes Comunes regresen a los ciudadanos del Estado. Amanecerá y veremos.
Siento distante el nuevo amanecer, a lomejor un nuvo otoño de un patriarca.
ResponderEliminar