Intempestivo

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Todos los días nos levantamos para entrar en acción. Y así todos los días con sus noches. Cada día trae su afán, nos impone su azar, su caos. Todos los días nos parece que nos repetimos porque la identidad de un nombre y un cuerpo, así parece sugerirlo.  Pero ¿somos los mismos en el transcurrir del tiempo? Con sólo mirar los grandes segmentos de nuestra vida de niños, jóvenes y adultos percibimos cambios a los que el tiempo nos ha sometido,
el tiempo que nos vive a decir de Borges. Pero ésto también ocurre en las sociedades, todas ellas son cambiantes y por más que los gobiernos quieran direccionarlas, por más y mejores Planes de Desarrollo existan, siempre saltarán las variables nómadas, los imprevistos que están fuera de su gobernalidad (Los gobiernos locales, de barrio, de cuadra, descentrados, múltiples centros, reflejan mejor la vida).

Si quisiéramos dar una frase para denotar el ser y su experiencia, se nos ocurre que son nuestros sentidos del olfato, oído, gusto, tacto, visión los que captan el mundo exterior y nos entregan de manera filtrada para así hacernos a una imagen de esa experiencia, nos hacemos a una simulación o simulacro de ese mundo, empirismo trascendente le llama Deleuze. «Se llama representación a la relación del concepto con su objeto.» (p.36). Todo esto del tiempo que pasa en nosotros me hace rememorar el libro de Gilles Deleuze Diferencia y Repetición en la edición española hecha en Buenos Aires Argentina. 


El título en sus dos palabras nos trae una de las grandes paradojas de todos los tiempos como son la Diferencia y la Repetición. En nuestras primeras líneas sugerimos que el vivir y nuestras consciencia de la existencia, nos da la percepción de que el tiempo nos pasa, nos repite pero a la vez somos un mar de diferencias (en nuestro cuerpo habitan millones de células diferentes), no somos los mismos de hace tiempos, hemos cambiado, muy notado en las amistades reencontradas después de largo tiempo, años, quizá décadas.


Éste reconocer que somos diferentes en el diario vivir y muy notado en grandes segmentos de tiempo, pone en cuestión o al menos en aprietos un pensamiento binario. A este libro de Deleuze le viene a bien el calificativo de intempestivo porque enfatiza en el tiempo por venir, en el porvenir, en el tiempo que nos está viviendo, que está pasando en nosotros así como en la oruga que es crisálida y ahora es mariposa. El tiempo que se vive en los seres y en nuestros hábitos, es ya toda una metamorfosis, es el tiempo de la transformación. 


Atrás queda entonces toda idea de inmovilidad o mucho mejor de absolutismos o de universales abstractos o de verdades de y para siempre: «Por este camino la repetición es el pensamiento del porvenir: se opone a la categoría antigua de la reminiscencia y a la categoría moderna de habitual. Es en la repetición, es por la repetición que el olvido se convierte en una potencia positiva…” (p.30) «El hábito es la fundación del tiempo, el suelo móvil ocupado por el presente que pasa. Pasar es, precisamente, la pretensión del presente.» (133). Pasado y presente coexisten, los presentes se suceden, ganando terreno los unos sobre los otros. Tiempo vacío, invisible, fuera de sus goznes. (175). Por lo demás, las contradicciones no se resuelven, se disipan.


Contrario a la popular creencia, el hábito no es inmovilidad, por ninguna razón sugiere un tiempo paralizado, sin vida. Nada más vivo que una comunidad que se vivifica en sus pequeñas cosas de diario vivir, sucede con las comunidades indígenas, con sus saberes ancestrales y locales enriquecen lo global universal. El hábito, habitus es contracción, sonsaca a la repetición algo nuevo. (124) Algo nuevo se saca de la experiencias se lo dice con frecuencia. Gabriel Tarde asignaba así el desarrollo dialéctico: la repetición como paso de un estado de las diferencias generales a la diferencia singular, de las diferencias exteriores a la diferencia interna. (128)


El tiempo que me vive, el tiempo que se despliega en el tiempo presente, contrae instantes sucesivos independientes los unos de los otros.  (120) «Somos agua, tierra, luz y aire contraídos, no sólo antes de reconocerlos o de representarlos, sino antes de sentirlos. Todo organismo es, en sus elementos receptivos y perceptivos, pero también en sus vísceras, una suma de contracciones, de retenciones y de esperas. En el nivel de esta sensibilidad vital primaria, el presente vivido construye ya en el tiempo un pasado y un futuro.» (121). Esto no es más que el empirismo trascendente, el mismo que se capta, se reporta pero no se reduce ni se vuelve mero lenguaje.


La vida es múltiple y caótica, difícil de atrapar por sistemas de pensamiento cerrados o inmóviles. Todo lo contrario, esto del devenir, del azar y del caos, nos lleva a todo lo variable de la vida, todo lo diferente que se repite de manera especial siempre diferente. No somos los mismos en cada momento y en cada día que nos levantamos, el tiempo nos vive, nosotros, yo, tú, él, todas y cada cosa que nos rodea. Somos partes del vasto universo del caos y el azar que todo el tiempo está tirando los dados. «La vida moderna es el de los simulacros".


El eterno retorno no hace volver lo mismo, Retornar es el devenir idéntico del devenir mismo… lo idéntico que se dice de lo diferente, que gira en torno a lo diferente. Lo idéntico producido por lo diferente… «El genio del eterno retorno no está en la memoria, sino en el derroche, en el olvido que se vuelve activo.» (p. 99) «Si el eterno retorno es un círculo, lo que está en el centro es la Diferencia, y lo Mismo sólo en el contorno o en el círculo constantemente descentrado, constantemente tortuoso, que gira sólo en torno de lo desigual.» (p. 100).


Por lo demás el movimiento es una pluralidad de centros. Todo es diferencia, soy el mismo que vive en el mismo lugar, que se levanta todos los días a la misma hora y Comienza la rutina pero soy tan diferente todos los días, haz cambiado tanto, dicen los que hace tiempo no nos veían… soy un círculo tortuoso.


Es atractivo la conjugación SE para designar todo ese mar de azares, caos, multiplicidades que suceden en un cuerpo. El tiempo se vive en mí así como el azar. Todo es porvenir, es decir, intempestivo.

1 comentario:

  1. Comparto esta lectura de D. R
    Como intemporal y con dificultad, trataré de aprehenderlo.

    ResponderEliminar