Historiador
Colombiakrítica
Un par de hermanos septuagenarios, se disponen a llorar la muerte de un hombre joven cuarenta años menor que ellos. Antiguo guía, desaparecido en accidente en una grieta de alta montaña, luego encontrado perfecto y juvenil, conservado por el frío. «Ya viejos, sus hijos se aprestan a enterrar el cuerpo de su padre que permaneció joven.» (p. 80)* Esta anécdota es referida por Michel Serres para explicar ese anacronismo que ilustra bien los flujos de tiempo que pasan y no pasan. Es el tiempo que percola, que opera como un cedazo filtrando los flujos de tiempos glaciales, afectivos, sociales y todos aquellos que hacen a la propia vida.
Estos flujos de tiempos que van, vienen y se conservan, van muy en contravía a lo enseñado en la escuela y en la cultura que el tiempo se acumula y más allá está el supuesto tiempo arcaico a superar. Pero lo arcaico tan sólo es mito gestado por el purismo científico de la Ilustración hace más de doscientos años. Fue así como se creó el tema de lo arcaico por la tradición filosófica y se legó a la ciencia superarlo. Esto, lo arcaico, es erróneo y odioso porque mal conduce a superar culturas consideradas inferiores y en su lugar instaurar las que se creen superiores, esto no es más que un estrecho nacionalismo en sus versiones religiosas, culturales y científicas. Ello acentuó dos polos extremos a saber, por un lado científicos incultos y por el otro cultos ignorantes, hombres de ciencia que no saben nada de la extensa cultura humana y sabios sociales que no tienen idea de las ciencias duras o exactas.
Aunque los flujos son diferentes a los pliegues, ellos ayudan a entender esas aristas del tiempo que fluye. Para Deleuze el pliegue gana variando, bifurcándose, metaforseándose. La montaña es un buen ejemplo de pliegue: en sus pliegues se pierde la dureza, vuelven a ser lo que son, no permanencias milenarias, sino variaciones, tiempos en estados puros, flexibilidades. «nada es más inquietante que los movimientos incesantes de lo que permanece inmóvil… una danza de partículas girando en pliegues».² Por lo demás, recordar, que la palabra explicar, Ex-plicar comparte la misma raíz etimológica de pliegue, abrir pliegues, en filosofía equivale a explicar movimientos. (79, 84). Acá vale recordar la topología como ciencia de las vecindades y de las transformaciones continuas, por la mezcla, por la percolación. Incluso la misma palabra metáfora significa transporte, y esto a su vez quiere decir atravesar, importar exportar, todo tiene que ver con todo, todo es mezcla. «Todo lenguaje opera seleccionando y combinando. Y por tanto la ciencia no puede escapar, sustraerse al juego metafórico y metonímico.» p. 84
Pero no sólo está en cuestión el tiempo arcaico, también lo está el tiempo lineal, ese mismo error que se repite una y otra vez que los hechos tienen una secuencia ascendente, primero fue esto y luego aquello acostumbran a repetir los profesores en sus aulas. Pero el tiempo es más que una línea secuencial. Todos los hechos van más allá de la mera quietud. Dice Serres que el arte es quien mejor conserva todo lo bello que existe en la vida. En todo lo existente está el trasfondo de un nuevo empirismo, de nuevas sensaciones adormecidas en la tumba de los dualismos.
* Revista Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia. Medellín, 1993). Todas las citas son de allí.
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