Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com
La sociedad ha sido violentizada. La expresión sugiere la propagación de una epidemia, irrigada de manera similar a como sucede con las enfermedades. Cuando se tiene un cáncer, la enfermedad va cobrando intensidad, por medio de la metástasis se invaden los órganos más vitales hasta comprometer la vida misma. La dirigencia colombiana ha tramitado con violencia los problemas del Estado, fue el remedio dado a las demandas de la población campesina desde los años de 1950, dando surgimiento a la lucha guerrillera. Sus inicios bien conocidos fue la violencia partidaria entre Conservadores y Liberales, pero que en su esencia fue dirigida a despojar a los campesinos de sus tierras.
Una anécdota muy conocida, es la del guerrillero emblemático colombiano Tirofijo, le robaron sus marranos, gallinas y su tierra. Fue, por decirlo de alguna manera, el acto fundador de la lucha guerrillera. Esta violencia va perfeccionando sus métodos de crueldad, como puede verse en una confesión de un paramilitar: “Mataban gente. La enterraban en fosas y a los seis meses la desenterraban. Y de una iba para la candela. Otras veces abrían los cadáveres, sacaban lo que tenían adentro y cuando estaban secos los picaban y bien picados iban al horno.” “Una vez uno de los alumnos se negó a descuartizar. Se paró Doble Cero y le dijo: ‘Venga que yo sí soy capaz’. Luego lo mandó a descuartizar a él. A mí me hicieron quitarle el brazo a una muchacha. Ya le habían quitado la cabeza y una pierna. Ella decía que tenía dos hijos. A las personas se las abría desde el pecho hasta la barriga para sacar la tripa”.
Más luego, la misma lucha guerrillera cautivó a intelectuales, gentes de la clase media y estudiantes universitarios que veían cómo sus gritos de reclamo se perdían, protestar no bastaba, como lo ha dicho el ex presidente Belisario Betancur, “Cuando llegué al Gobierno tenía la tesis, como sociólogo, de que los movimientos subversivos en América Latina no se producen por generación espontánea. ¿Por qué estos estudiantes de tales y cuales universidades se van al monte? ¿Por tontos? No, no lo hacen por tontos. Lo hacen, pensaba yo, porque en cualquier momento perciben que se bloquearon sus esquemas mentales, que ya no les sirve la piedra, que les sirve el disparo que es más detonante.” Ello connota una motivación no caprichosa, sino de causas objetivas, en lo estructural había injusticia social, indicador de que algo estaba mal. Ese es el tema de guerra que se irrigó en la sociedad en general, en cada uno de los hogares colombianos, de los individuos, los gritos, los empujones, los golpes, las patadas, puñaladas y hasta los disparos, son pan cotidiano. No es gratuito que se hable del 48% de la violencia que pone el país es intrafamiliar.
Estos modos y prácticas de confrontación, de conflictividad, han sido extendidas por la población colombiana, además, es de anotar, que cuando una sociedad entra en crisis, se suspenden las reglas y normas, entonces, la sociedad es atacada por una especie de epidemia, por un CÁNCER que hace metástasis, y los individuos resultan suspendidos en un vacío, en un caos; sin normas y leyes qué obedecer, siendo los más débiles quienes resultan ser los más vulnerados. Y en la calle las actitudes de violencia son manifiestas en los más diversos gestos de la ciudadanía, el aprendizaje es el de la violencia para enfrentar cualquier contratiempo, cualquier dificultad que se presenta en la vida.
Esta violencia ha sido complementada y endurecida. La sociedad es progresivamente mafiosa. La cultura ciudadana es la de la ilegalidad, la del atajo, esquiva impuestos, hace trampas en los negocios, los avivatos son modelo. Por ello, todas esas prácticas de hacer dinero fácil y de manera ilícita, no dependen solo de los productos propios del narcotráfico, sino que comprende todo aquello que encierra el concepto de Rentas Ilegales, todas aquellas actividades en que la delincuencia organizada ha encontrado para financiarse, algunos medios de periodismo hablan de cincuenta actividades, por ejemplo, el dueño de un bus paga el equivalente a dos salarios mínimos legales, y así en lo sucesivo, un taxista, el dueño de una tienda, un bar, hasta lo más mínimo como el que tiene una chaza o el que vende minutos de celular. Un político manifestaba que estas extorsiones de los pillos eran de las capas de los pobres, que al ver que los ricos se robaban grandes cantidades de dinero en grandes negocios como los de la salud, las pensiones y de las viviendas, al ver ellos estos ladrones de cuello blanco, decidían entrar a sacar algún pedazo de la torta, antes de que fuera engullida y los dejaran sin nada. Hoy el dinero fácil, es gran cátedra, en las universidades se enseña los caminos para ser alguien en la vida, es la gran consigna que se les repite a los estudiantes desde niños, ser alguien importante. Y desde luego el progreso está asociado al TENER. Cuando se llegue a ser profesional, se comprará un buen carro, una lujosa casa, y un trabajo que deje buenos dividendos.
La estructura económica del país es para favorecer los grandes monopolios, los grandes negocios, no benefician a los pobres. Con su mayor impulso en la Apertura Económica, durante el gobierno de César Gaviria el cántico fue Bienvenidos al futuro, pero ello trajo consigo una inmensa informalización de la economía, ayudó a graduar al país como el más inequitativo del mundo. Nuestras ciudades cada vez se parecen más a sus pares tercermundistas por lo miserables y hediondas. Cuando tratas de caminar por una de calles céntricas, encuentras a una cincuentena de venteros ambulantes informales hundidos en la pobreza, compitiendo en la oferta de baratijas traídas desde el otro lado del océano. Y allá, se ve una clase política corrupta, y en nada se ve desplegar que conduzcan a buen puerto, no se les ve dirigencia. Y nuestro país, se dice, tiene un siglo de atraso en infraestructura, mientras que el mundo va a 120 kilómetros por hora, nosotros vamos a 40. Por ejemplo, de Quibdó a Medellín la distancia es de 189 kilómetros, y su recorrido en carro tarda 12 horas.
La rapiña, la guerra por el tener, nos ha violentizado y mafiosado la sociedad, aquella estética como la alada poesía, la literatura, la música, la pintura, la hemos dejado a un lado, desconociendo su potencial vivificante que da a la humanidad. Por lo pronto, viene a bien el desaprender, en desactivar esta violentización de la sociedad. Un camino se ve en el horizonte: La Reconciliación. Y si se objetara por lo complejo, no se dudaría en responder que todo lo bello en la vida es difícil.
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