Historiador
Colombiakritca
Somos seudoanimales. Estamos aquí pero también más allá. Somos una bestia domesticada, todo un bricolaje que permite la emergencia de un mundo artificial o cultural pero también anclado en la capa zoo, en ese estrato biológico que nos asiste. Deriva biológica pero también devenir artificial, naturaleza y cultura son una sola, el paso de una a otra se dan sin que siquiera se note. No existen purezas, la mezcla, el bricolaje nos define bien.
Está bricolaje que nos asiste, en su paso, en esa bisagra, en ese vértigo, en ese vacío del existir, recordemos que ex-sistir quiere decir estar por fuera, existimos en el afuera, nos exteriorizamos en la herramienta producida, en los medios técnicos. Por lo demás na-ser quiere decir no-ser, vaciarnos siempre, vocación de vacío y con razón queremos buscar un hacer, ocuparnos para volver a llenarnos.
La vida bien se define por el movimiento y por las relaciones que trenzamos con los otros. Somos un ser inacabado, somos especialistas en la no especialización, nuestra mano sirve para agarrar, para hacer gestos, acariciar, pero el puño del martillo golpea más fuerte, es más eficaz, así como la trompa multifacética del elefante agarra, absorbe, acaricia, aprieta, mata, ruge, comunica.
En esencia somos un bípedo que hace gestos, que se comunica, que crea un lenguaje especializado y complejo. No sólo creamos símbolos, también manipulamos los códigos genéticos. Incluso se tiene que la epigenética es la capacidad de modificar estructuras hereditarias a fuerza de prácticas culturales: el deporte, la alimentación, el manejo del estrés, propiciarse una vida placentera y de buenos amigos, todo esto genera calidad de vida qué ayuda a controlar o disminuir el riesgos de enfermedades, incluso a revertir el cáncer.
En la amistad, con el otro nos reafirmamos, incluso en la soledad cuando escribimos la epístola, el libro o fetiche, se busca ese interlocutor ausente pero activo y virtualmente presente. Un libro es siempre una amistad que está ahí ofrecida para cuando la necesitemos. Salimos de la evolución natural para entrar en la evolución artificial consentida. Incluso mejor decir bricolage, cuerpos mezclados, genética y epigenética.
Somos seudo-animales porque sabemos que algún día moriremos, tenemos conciencia del pasado y del futuro, Deleuze nos enseñó que los dos tiempos copulan para dar un eterno presente, el hoy es mañana y es ayer. También nos precisa Dufour: voy a morir, allí donde los demás, los verdaderos animales, sólo piensan siempre en «bonito-bueno…»…. En la misma página 32 también se Lee: " el lenguaje es aquello gracias a lo cual las cosas ausentes pueden traerse al presente, es decir, re-presentarse." De nuevo la evocación al vaciarse, al vértigo, al vacío, y el lenguaje cumple con sustituir el cuerpo ausente. Se pone un signo en lugar de una presencia, el lenguaje representa. La cultura, lo mítico funciona también como una gramática, es un instrumento lógico que develan a los grupos, fue la enseñanza de Levi Strauss.
Dufour nos evoca una vez más el camino, el caminar, una vez más se insiste en el afuera, en la exteriorización. Método vale por camino, enseña Dagognet. Todo decir, toda experiencia es un camino recorrido. Y cuando se emprende un viaje, cuando se sueltan las amarras uno va dispuesto a vivir experiencias, hacer parajes, echar atajos, perderse, en todo caso no existen seguridades, nada determinado. La serendipidad es más común. Los experimentos los hay copiosos que encontraron lo no buscado. Se encuentra lo que menos se piensa. Eureka. Allí se olisquea mucho el fracaso para lo mejor.
Otras lógicas inéditas nos sorprenderán. Recuerda Michel Foucault en la introducción de Las Palabras y las Cosas:
Y el mismo Borges refiere a un pájaro de otras lógicas: Goofus Bird, pájaro que construye el nido al revés y vuela para atrás, porque no le importa a dónde va, sino dónde estuvo.
Estamos condenados a vivir en sociedad, pagamos un costo, la servidumbre voluntaria. "Oír, es obedecer. Escuchar se dice en latín obaudire. Obaudire derivó en la forma obedecer. La audición es la audientia, es una obaudientia, una obediencia.». p. 70. El lenguaje es mandato.
El parque humano de Slorterdijk es la casa común, el oikos, es el nuevo contrato del homo sapiens demens. Es asumir que no somos el centro del universo, que somos una especie más entres Miles de millones. Es un discurso trillado pero necesario recordarlo. Insistir en esta aventura, en esta deriva evolutiva y en el gesto técnico que nos devele mejor de lo que se cree.
El libro es una invitación extendida a un posible amigo, y más allá, es la sociedad de la comunicación, de la transmisión de los saberes y destrezas que la cultura hizo propios y los requiere para su persistencia. Fue a mitad del siglo XIX con la industrialización, que se dió el propósito universal de la alfabetización, ahora más que nunca, la criatura humana necesita aprehender técnicas, habilidades para ejercer una actividad, para desempeñarse en el mundo laboral. Más que un saber por saber, una sabiduría por sí misma, es un saber hacer, una obediencia inteligente y consentida. Pedagogía es llevar de la mano a quien aprende, es un viaje en compañía para fijar saberes enriquecidos con la experiencia, porque el mundo nunca está quieto, siempre está en movimiento, de allí el valor dado a la transformación.
Por ese mismo sendero más que amigo de la sabiduría, es el rebelde, quien cuestiona lo establecido para advenir nuevos valores. El ciudadano ilustrado, el que sabe hacer, es una función si se quiere en perspectiva del pacto social sin desestimar el peligro que se escurre por allí por cuenta del poder que somete para beneficio de una élite, ejemplo hoy es la inequidad social sin resolver por la forma Estado burgués. Leer nos hace mejores obreros, mejores esclavos bien pagos.
Aquel propósito por la alfabetización planetaria anclada en el mundo industrial contrastada con el mundo de la técnica robotizada y la consecuencia de liberación del hombre del encierro en la fábrica, nos tira a pensar no ya en una sociedad de sabios como en la Grecia Antigua, sino en una Paideia para la Vida, aprender a vivir, la epigenética ha dado sus pasos en ese sentido.
Vemos en la deriva biológica de la sobrevivencia el combustible que no sólo empuja a cada viviente con su manada o grupo a mantenerse con vida. Con ello se matiza un poco el pan y el circo tan acostumbrados en estás sociedades de vigilancia y control.
Somos bestias domadas, llamadas a obedecer. Pero también a revelarnos. Foucault nos enseñó que si hay vida hay lucha, y si hay lucha hay resistencia. Comunidad, es estar en común acuerdo, en comunión... ¿qué sociedad estamos dispuestos a crear, a Comunicar? somos seres de la comunicación, ¿qué tono, qué formato escogemos? El hombre es un lobo para el perro. El seudo animal que somos, que denota la capa biológica que nos determina, y echando mano de esa capacidad creativa de reflexionar, de jugar con los símbolos, habilita la pregunta por qué tipo de comunión, de comunidad estamos dispuestos a promover, a construir, qué papel queremos desempeñar en este juego de la sobrevivencia, de la persistencia por la vida.
La doma tiene el peligro del perro o del asno, de ser demasiado obedientes, de ser borregos que aguantan toda la carga sin importar que se les parta el lomo. Pero con Nietzsche aprendimos que se puede ser el león rebelde. ¿Quiénes doman y quiénes crían? es una pregunta pertinente para la sociedad que se quiere promover. ¿Cuál es el pastoreo por el cual tomaremos partido? ¿Qué tipo de hombre queremos ensamblar o configurar? El maestro compite con la tv, las redes sociales... ¿Ganará la batalla? ¿Se hará a un lugar propio? Parque humano o gestión de hombres, construir tejido social, aunque nos gusta más decir Paideia para la Vida, aprender a vivir.
PD.
Homenaje al traductor, al curador de contenidos y sobre todo al maestro generoso que sabe compartirlos. Homenaje a Luis Alfonso Paláu por mantener el seminario de estudio de arqueología y filosofía de los medios técnicos.
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