Por Mauricio Castaño H
Historiador

En la Francia del siglo diecinueve existió un proyecto de sociedad, formar un ciudadano bajo los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Todos los sectores del pueblo, de la academia y la política sintieron como suyo tal propósito nacional. Un ejemplo de la literatura, fue Julio Verne, un escritor que tuvo por misión desde sus novelas, divulgar las transformaciones científicas a la juventud y a la sociedad en general, fue un puente, una interfaz entre el saber científico y el saber popular. Y En la Grecia antigua con su Odisea, el modelo era, hacer de los jóvenes unos guerreros. Una reminiscencia de amplio reconocimiento en nuestra cultura occidental. Traemos el ejemplo a colación, para hacer notar la pobreza que se ha vivido y se vive en nuestro país Colombia, así como en muchos otros territorios provincianos ellos, encerrados sobre sí mismos, de espaldas a este mundo globalizado y de seres errantes, viajeros incansables, navegantes, nuevos sujetos, evidenciado con la nueva plataforma de internet.

O peor aún, estos terruños, estos países del Tercer Mundo, feudos en los que sus terratenientes, nada tienen que ofrecer más que su obediencia a los poderosos ricos del primer mundo, quienes fundan sus relaciones desde la draga que hacen de nuestros suelos. Las presidencias y los altos cargos, sólo son plataformas que hacen las veces de bisagra o puertas giratorias para pasar a los olimpos de sus amos de primer mundo, sólo importa el pódium de la fama. Han visto a su majestad, al rey de España, hacer las venias a los hombres de poder árabe para agraciarlos y así obtener jugosos contratos para sus empresarios. Modelo económico excluyente y vanidoso, apartado de la mayoría pobre y hambrienta. La Inequidad es la reinante. Mano invisible y en su oposición combativa, los rostros encubiertos, encapuchados; terroristas, terror de un lado y del otro.

En nuestro ámbito el carriel y el machete hacen parte no sólo del hombre ordinario, sino que ha mutado a ese terrateniente agresivo que todo lo quiere tener al precio de la muerte, es el asesino que llamamos Paramilitar, el Violento, todo lo hace para forrarse en riqueza. Nuestra dirigencia, decimos, no está jugada en grandes proyectos humanistas o científicos, sólo compran y venden armas, violencia, guerras, muerte. Los padres mandan a sus hijos a la guerra, a cobrar sed de venganza. En los períodos de campaña política, se reeditan discursos fofos, puras palabrejas: Confianza Inversionista, Recuperación de la Seguridad, acercamiento al pueblo. Generalidades, pues sólo cuenta lo que hay debajo de cada palabra, de cada concepto, pues como ya se ha dicho, se carece de grandes propósitos nacionales y globales, sólo nos sume la vana gloria, los vulgares hombres que sólo esperan un reconocimiento de los amos, altos puestos en las burocracias nacionales y globales, y sólo importa vuestra majestad: ¡El Dinero!

Frente a estas carencias de nobles propósitos nacionales ¿Qué hacer? Esa nueva ciudadanía es el relevo a esa clase política atrasada e inescrupulosa. Viene a bien agites de banderas convocando a pactar con el mundo, con la humanidad, con la naturaleza, con el compromiso de una ética que garantice un mundo sostenible, que no desenfrene lo peor de la condición humana para seguir extrayendo la última gota de petróleo con el último puñado de hierba para ser cocinado el último ratón cazado. Valen esas resistencias oponibles a los grandes poderes homogenizantes, no existen prohombres, existen esas pequeñas comunidades locales y globalizadas, auto gestionadas, enlazadas para constituir poder nacional que sustituya la ausencia de piedad, la carencia de propósitos nacionales que dignifiquen la existencia.

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