Ilusión Democrática

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


 La política es cosa variada, cambiante. El soñar y las promesas son su materia prima, el horizonte le está dado para conquistar. El arte de lo posible es la política es su definición más común. La polis es la ciudad y para mejores señas es el conglomerado de las gentes, estar juntos, estar en la ciudad ha sido uno de los mejores descubrimientos de la sociedad. Por esa misma razón se define la política como el arte de materializar los mejores sueños de la comunidad, la mejor manera posible de vivir en sociedad. 

Entonces, así como es la vida misma, tan variada, tan inaprensible, caótica y desordenada, aparecen formas de verla, maneras de soñar o de ver el futuro. Y allí tenemos al político demagogo, personas vendedoras de sueños, de ilusiones. El político y el demagogo se parecen bastante porque ambos viven de sus engaños. Y su antítesis es el parresiastés que es el que siempre dice la verdad cueste lo que cueste, incluso arriesgo de su propia vida. Todo esto es la política, pero tan degrada por hacer de ella vulgar negocio. Un parásito se ha instalado allí para apropiarse de lo que es común y no dar nada a cambio. Acá algunas líneas sobre nuestro acontecer.


La sociedad tiene a sus gobernantes que gestionan el territorio bien sea ciudad, municipio, departamento o país. Cada cuatro años eligen nuevos rostros. A esto le llaman democracia. Se delega el poder decisorio de cada quién en un aspirante a  gobernar. La llamada Democracia se reduce a una contienda electoral, a unas votaciones. El problema de este proceso electoral es que lo más se reduce a menos, todas las decisiones de la inmensa mayoría sólo las toman unos pocos.


En sí, es un contrasentido si ha de entenderse que la decisión propia sólo cuenta y es susceptible de mejorarla si se delibera y si se llega a un consenso en una comunidad concreta. Y esto sólo es posible en la democracia directa, en el barrio, en la cuadra, todo lo demás es remedo y remoto. Y se ve en forma clara cuando un país entero, una ciudad, un municipio, miles de ciudadanos delegan su voto a un mandatario y a unos cuantos corporados de concejales, diputados o congresistas, y años después los resultados son decepcionantes y fraudulentos, las vidas cotidianas de la población empeoradas, los pobres más pobres y los ricos más ricos.


Esta democracia, reducida a las meras elecciones y a nada más, sin control ni seguimiento de las decisiones por parte de la ciudadanía... se pierde. Por eso el gran acontecimiento sucede cada vez que hay elecciones. Y la manera en cómo se desarrolla la política  no deja de ser curioso. Allí todo se parece mucho a un mercado en dónde se compra y se venden votos al mejor postor. 


Para sacar un candidato y una campaña política avante, se requiere de muchas maletas llenas de dinero, de empresarios inversores y que luego se cobren varias veces lo invertido a través de grandes contratos en obras públicas. Esto de negociar con lo público ya es bastante atractivo para la empresa privada, por ejemplo, en la construcción de hidroituango se estimaron pérdidas por más de ocho billones de pesos. Y cada tanto se publican escándalo tras escándalos, de éste o aquél inconforme que no recibió su coima.


La forma como se confeccionan los votantes es a través de promesas, sueños, ilusiones o simplemente con moneda contante y sonante, con mercados, cuadernos y útiles escolares, refrigerios y almuerzos (los concejales antes y después lo estilan, son todas unas microempresas familiares, toda su prole ha de tener contrato público). El marketing político habla de tres segmentos de votantes: voto duro o los que tienen disciplina de perros, los dogmáticos que siempre votarán a su partido de siempre. Le siguen los blandos, están a un paso de convencerlos, basta un guiño o un pequeño soborno y ahí lo tienen. Le siguen los indecisos que basta echarles cuento o darle dinero para asegurar se filen a la causa. 


Acá es muy común hablarles de lo que quieren escuchar, lo que guste a sus oídos. También valen las falsas noticias para explotar miedos sentidos por las gentes, por ejemplo, en Colombia han puesto a correr rumores de quitar la pensión y la casa a los viejos pensionados, que el comunismo vendrá a despojarlos hasta de lo que no tienen, que éste territorio se convertirá como Cuba y Venezuela con sus grandes filas para reclamar migajas, miserias a Papá Estado. Dicen miles de cosas para crear el gran temor de que todo será nada, que la moneda se devaluará. En fin, miles de inventos que explotan los miedos de las gentes y así los filan como ganado para llevarlos al matadero de las urnas. Toda razón derivada de las gentes raya con la idiotez desbordaba. La Democracia directa no puede reducirse a la mera contienda electoral, a pura ilusión electoral.


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El Cuerpo y La Cultura

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

El cuerpo es el lugar del yo. Cada cuerpo se provee de una alma. Un cuerpo es el Adentro pero también es el Afuera, ambos lo esculpen. Es el mediador entre el Yo y el mundo. El cuerpo es un lienzo sobre el cual una cultura hace sus trazos. El cuerpo de un individuo también tiene su forma de particularizarse en su libertad y creatividad. Un cuerpo siempre ha de estar en ese balanceo del yo interior y del mundo exterior. Un cuerpo es un campo de fuerzas manifiestas en su voluntad de poder y voluntad de potencia. Y no es para menos a sabiendas que la vida son las fuerzas que contrarrestan a la muerte.


El cuerpo es arcilla que se deja moldear por su propio medio interior o biológico y por la cultura. El antropólogo Marcel Mauss así lo enseñó al hablar de las técnicas del cuerpo, no todos caminamos ni dormimos iguales, en la guerra se aprende a dormir de pié recostado sobre las piedras o en el barranco. En el caminar, cada cultura imprime sus propios ritmos y afanes a su propio cuerpo. El mirar por largo tiempo y de frente al otro sólo fue posible con el advenimiento del transporte masivo que nos obligó a permanecer inmóviles por largo tiempo frente al otro. En una silla se está sentado a medias, listo para partir, para seguir el caminar.


Las formas educan, acostumbran. La costumbre es ley, la sociedad impone una compostura, facilita la vida en la civilización. Todo cuerpo tiende a exponerse, la urbanidad obliga a replegarse, restringirse. Tapar los bostezos con la mano, no hablar con la boca llena o mientras se come, sonar las narices con discreción, cuidar los malos olores que emanan de nuestro cuerpo, evitar contactos demasiado estrechos, la contigüidad, lo demasiado estrecho favorece lo promiscuo, lo instintual. La vida colectiva, la vida en sociedad se impone. La izquierda para adelantar, la derecha para el paso regular. En sí, es la cortesía, es la etiqueta, no se trata tanto de obligaciones molestas como de dejar un espacio a los otros que nos rodean, limitar nuestra bestia instintual, el freno pulsional. Si nos expandimos demasiado, limitamos la vida de los otros. El cuerpo sociocultural tiene sus costos.


Todo en nosotros habla. Los ojos parpadean más de lo acostumbrado antes de soltar el secreto. Cuando callamos nuestros dedos inquietos nos develan lo nerviosos que estamos. Nietzsche filosofaba a martillazos para poner a hablar a las cosas, en el aforismo está el relámpago, el trueno de los pensamientos que salen sin adorno alguno, sin maquillaje, sin tanto rodeo que amortigua el golpe bruto de nuestros dardos lanzados.


No modulamos palabra alguna pero nunca estamos en silencio, con nuestros pensamientos estamos hablando con nosotros mismos, en ocasiones no nos controlamos y pensamos en voz alta. La boca que mastica pero que habla y besa con sus labios. Con hablar tanta cháchara lanzamos una cortina de humo para ocultar lo que no queremos develar. Recordar a Cantinflas, su hablar constante e incoherente para nunca decir nada pero que a la vez dice todo en sus valores sociales cuestionados.


La vida es lucha que contrarresta las fuerzas de la muerte. Un cuerpo oscila en el adentro y en el afuera, privado de todo contacto y de todo movimiento, se pierde, se empobrece, se deteriora. Y entra en demencia si se priva, repetimos, de todo contacto y de toda estimulación psicosocial. La demencia es separación, dementia Ex separatione. "Los niños salvajes son muestra de la pobreza de su cuerpo, su inercia, que llega hasta la insensibilidad al calor y al dolor, la analgesia cutánea." Dagognet en Múltiple y Uno. El cuerpo y la sociedad se determinan mutuamente. El cuerpo recibe sensibilidad y responde con su motricidad. Lo sensorio motriz es la base del desarrollo de un cuerpo.


Los otros me ven y a la vez en sus miradas yo mismo me veo, los otros, en su reflejo, en sus impresiones, me reflejan. Los ojos son las ventanas del alma. El cuerpo nunca actúa solo, él se debe a su entorno, a su cultura que lo ha moldeado, el caminar tan distinto de una cultura a otra, incluso entre ciudad y campo, allí se va de prisa, el tiempo apremia, en cambio en el campo el paisaje quieto pareciera transferir la calma y la quietud. Lo interior y lo exterior hacen parte todo el tiempo de nuestro cuerpo, el adentro y el afuera, mientras más quiero ocultarme más me muestro con las barreras construidas que me delatan. El espíritu se hace a un cuerpo que moldeamos, lo decoramos a nuestro gusto según las posibilidades que permiten la cultura en la que se desenvuelve. 


El decir, el habla están inmersos en cada cultura, no es lo que dices, sino el tonito que incomoda, se lo dice con frecuencia para sopesar las actitudes y gestos que traicionan o desdicen lo dicho. Es la razón por la cual se dice que la lengua que habla es una pantalla. Nuestro más íntimo yo, nuestro inconsciente se sitúa en el exterior, a cielo abierto. La mejor manera de esconder, es exhibirse. Los predicadores fanáticos balbucean, son actores, emiten ritmos y sensaciones al punto del hechizo, de una experiencia sensorial. "Todo habla. Pero muy pocos saben escuchar, de tal suerte que el hombre vierte de alguna manera sus confesiones en el vacío; despilfarra sus verdades como el sol dilapida su luz. Desafortunadamente el espacio no tiene orejas." (Dagognet .71). Yo soy el otro, pero también soy el entorno en el que me desenvuelvo, yo soy el adentro y el afuera.

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La Tacita de Plata y su Botín

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Se abre el telón. En escena aparecen títeres alebrestados. Detrás están sus verdaderos rostros y manos que jalan las cuerdas para producir éste o aquel movimiento, éste o aquel gesto, ponen también en sus bocas palabras huecas que encantan a los espectadores y a todos los ponen a bailar a su son. La esencia del libreto: raspar la Tacita de Plata del presupuesto público de Medellín. 


Los titiriteros, los que mueven el tinglado, son los decididores, son los hombres de Poder, de Poder Económico, los más ricos de la ciudad y del país, son, en suma, dos gremios que luchan a muerte por quedarse con el botín de más de veinte billones de pesos para el próximo cautrenio. 


Uno de ellos ha sido hegemónico antioqueño hasta estos últimos cuatro años, hasta que se les metió a su rancho otro conglomerado más poderoso para gobernar en cuerpo ajeno con la actual Administración. Para informarse, basta buscar en google corrupción en Medellín y allí tendremos el rabiar del empresariado paisa. Ambos poderes se enfrentan a muerte por el botín a robar. Para muestra un botón, en este Gobierno les hicieron pagar a empresas afectas al gobierno anterior más de ocho billones por la corrupción en Hidroituango.


Escapemos del teatrino y demos una perspectiva a vista de pájaro de la ciudad, de su territorio y su gente. Mirad esos torrentes de gentes pobres que se precipitan en el abismo por varios lados: los vagabundos van por miles calles arriba, calles abajo, evadiendo los abismos existenciales con su porción de alucinógenos. Por calle contraria, va el  ciudadano amarrado a su servidumbre voluntaria, el trabajador de salarios de hambre, va de prisa, huye y anhela pronto el mal transporte público, anhela subir pronto a las laderas para hallar amor recíproco de hijos y mujer medio hambrientos. 


En el otro extremo de la pobreza está un puñado de adinerados, opulentos hombres de caminar seguro, rezanderos, de mirar despreciativo, gustan a escondidas de putas y bebidas. Pero éste es negocio a cuatro vientos, incluso ya es famoso renglón  de turismo sexual internacional, tanto así que ya hay propuesta para Distrito Rojo que regule en sus cuatro calles la explotación sexual. Pero caminar a lo largo y ancho por las calles céntricas o periféricas, es ser testigo de la pobrecía y desorden de un territorio abandonado a la suerte del matón de esquina, cada calle tiene su pistolero. El caminar está hipotecado en este campo de batalla. Aligerar el paso y siempre en vilo, en la mayor precaución para evadir el robo, la extorsión o el plomo.


Todo esto es historia conocida. Lo mismo se repite. Más de lo mismo. Sólo cambian los rostros. Cambia el títere y no el titiritero. En política estamos como Cristo en la Cruz, en medio de ladrones. En tiempos no muy lejanos de los años de 1970, la dirigencia dejó de ser respetuosa y benevolente con los bienes públicos, dejó su interés de dar, de aportar ingenio y riqueza para que la sociedad, los ciudadanos pudiesen beneficiarse y disfrutar de los bienes públicos, de los bienes comunes. 


El dar, el aportar era el verbo a conjugar en su actuar, la moral y ética que les guiaba era el de construir la mejor sociedad posible. Se me viene el ejemplo de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, su obrar se inspiraba en trabajar por el bienestar de la población, de la sociedad, de los habitantes de la ciudad de Medellín. Estaban atentos en desarrollar y mejorar los bienes que son comunes: Parques, Hospitales, Escuelas, Canchas deportivas. Incluso mucho de esto era todo o parte sufragado con sus ganancias privadas, de sus empresas. Se nos viene un ejemplo, la empresa Coltejer haciendo escuelas, casas muy dignas en barrios enteros para sus obreros, tal y como lo fue el barrio Alejandro Echavarría en Buenos Aires.


Esto de hombres generosos y honrados cambió. Hoy van a cócteles a presumir y a instruirse en como robar más y mejor, incluso en matar, traficar con muerte ha sido buen negocio, el miedo y el plomo son buenos aliados en el mundo del pillaje. En nuestra sociedad el pillo ganó. Pablo Escobar fue y sigue siendo el modelo reinante, pillos, empresarios corruptos lo encarnan, todos quieren sacar provecho para su beneficio particular.


Salimos del teatrín y su farsa, pues lo que se encuentra tras las máscaras es la falta de identidad. Estamos solos, sumidos en nuestro pensamiento tratando de vislumbrar el mejor mundo posible. Estamos rodeados de ladrones vueltos empresarios de la política. Y de dos males el menos peor. Entre ladrones se entienden. Ellos mismos se autorregulan. Sucedió con la actual Administración que el empresariado antioqueño visibilizó el robar y sus ladrones. Entonces a falta de una Veeduría fuerte, bueno es que sigan ejerciendo control. Entre pillos se conocen sus mañas. Entonces, decíamos, votar por el que juega de invitado, en cancha ajena, que los locales vigilen y controlen como lo vienen haciendo. Así las cosas que el empresariado antioqueño siga haciendo veeduría a la próxima administración para que no roben tanto. La lógica es votar por el menos peor, cualquiera que no venga del empresariado paisa.


Para los olvidadizos, recordar que Tacita de Plata llamaron a Medellín por estar en el centro de un Valle, en una tierra cóncava semejante a un tazón, una planicie de buen clima de 21 grados y una tierra muy agradecida, cualquier cosa tirada, sembrada, al piso nacía, resplandecía. Pero lo más atractivo era ese clima, que en últimas ganó la preferencia de centralidad o capital del departamento de Antioquia por encima de Rionegro y Santafé de Antioquia, aquella fría, y la otra caliente con calor húmedo y sofocante. Y fue así como los ricos apreciaron este clima y se trajeron sus empresas a éste valle empotrado en cuatro montañas, no se ve horizonte más allá del ombligo de cada quién, por eso el paisa verraco no se vara pero sí se mea y se caga en una estaca para demarcar límites ventajosos. Quizá, en esto de orgullo y vanidad, en otra ocasión, contaremos la pelea conyugal, entre el escultor Fernando Botero y su ex mujer Gloria Zea, aquel regaló esculturas a Medellín, a condición de quitar aquel apellido de Zea y a cambio poner Plazuela Botero, historia de reyerta conyugal para una próxima a quiénes gusten de chismes de alcoba familiar. El telón se cierra recomendando Ciencia Política en un píldora.


http://colombiakritica.blogspot.com/2021/08/ciencia-politica-en-una-pildora.html?m=1


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Control Social

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Robín Hood robaba a los ricos para dar a los pobres. Con un mal, considerado menor, creía hacer un  bien mayor, al distribuir la riqueza a los pobres. Raskolnikov, el protagonista de Crimen y Castigo, dio muerte a la vieja usurera para robarle sus riquezas para una noble causa según su raciocinio. En lo más profundo de su conciencia, creyó hacer justicia tomando una acumulación inoficiosa de la vieja miserable para ponerla en provecho de su pobreza. Éstos personajes ponen de relieve el tema de concentración de riqueza, que a decir de Karlos Marx, lo propio del capitalismo es que viene chorreando sangre por todos sus poros por su concentración y no  distribución.


Allí se encuentra, a grandes rasgos, el gran problema de la No Distribución de la Riqueza, tan necesaria para el tan anhelado Bienestar General del Estado Nación. Si la riqueza no circula, al margen se crean grandes masas de pobreza. Acá en Medellín, en Antioquia, Colombia, estamos rodeados de ladrones, no dos como cristo en la cruz, sino de muchos más, pero son pocos en comparación con la gran masa poblacional de sus casi tres millones de habitantes, de paso, vale recordar, en Colombia se aproximan a los cincuenta millones, y los ricos oscilan en tan sólo quinientos mil. 


Decíamos Medellín, Antioquia. El paisa no se vara ni se mea en una estaca, se quiere resaltar allí el empuje, el vigor, la fuerza necesaria para coger machete y tumbar monte, esto en los tiempos de la Colonia y en los inicios republicanos, se forjó el mito de la raza antioqueña como operador del regionalismo y de grandeza, todos se creyeron ricos así nadaran en la pobreza, pero esto bien funcionó para contener los llamados odios de clase, o mucho mejor, garantizar obediencia ciega e incuestionada al destino de miseria y pobreza en el que vivían y viven la mayoría de sus gentes. Hoy algo de ello perdura en el tiempo de larga duración. El mito del paisa verraco con arma en mano para tumbar lo que se le oponga a su empresa de ir hacia adelante.


Se recordará por la década de 1980 la izquierda beligerante decidió conformar la guerrilla urbana, en las comunas pobres se les ofreció dinero a los jóvenes para empuñar las armas en comandos urbanos. En resumidas cuentas, ésta lucha fue frenada por el bando de ultraderecha bajo la insignia de Muerte a Secuestradores (MAS). Allí la cara visible eran los narcotraficantes con el legendario Pablo Escobar Gaviria, detrás de él estaba el empresariado paisa, la aprestigiada clase dirigente, que con señalamiento disimulado de un dedo de la mano o un simple gesto, ordenaban a los pistoleros disparar al enemigo. El médico salubrista Héctor Abad así fue asesinado, una vieja camandulera se encargó de avisar sus  movimientos de rutina. Fue una época cruda donde las muertes se contaban por masacres. Así lograron contener a la insurgencia urbana y a la vez acallar líderes sociales.


Es de recordar que las milicias populares fueron un invento de la Farc, motivado por los éxitos militares en el sur apalancados en la economía cocalera, quebrando el principio leninista de la lucha armada en el campo y la política o democrática en las urbes.


Para evitar el reclutamiento por parte de la guerrilla de la abrumadora masa de jóvenes sin empleo, estos fueron organizados en los “combos” bajo un fuerte zócalo empresarial diseñado y gestionado por el narcotráfico bajo la denominación de “oficinas”, configurando una eficiente economía criminal con beneplácito de los organismos de seguridad que tuvieron la tarea ya no de combatir el crimen sino de regularlo con un doble objetivo: la contención de la resistencia social en beneficio del gran capital financiero.


Este proyecto de sociedad democrática ha sido denominado mafioso porque supo combinar a su favor la legalidad, ilegalidad e informalidad. Por la gran banca pasan los dineros de estos tres poderes sin que se sepa de quién es éste o aquel montón de billetes, ésta o aquella transacción, bien sabido es que el dinero no huele y para la Banca, ésto le tiene sin cuidado.


Las estadísticas suman trescientas bandas o combos criminales que se tienen repartida la ciudad cuadra por cuadra, barrio por barrio. Allí todo será gravado, allí se alista la prostitución y la distribución de drogas para propios y turistas venidos del interior del país y del extranjero. Un dato que no deja de ser curioso, los criminales en los barrios populares, de clase trabajadora y clase media, gravan, vacunan o cobran el cuarenta por ciento de transacciones por venta de casas o apartamentos, y una cantidad menor si se quiere hacer reformas al inmueble. Esto pasa a la vista de todos. Y no es para asombrarse, toda vez, como se ha dicho líneas arriba, la ciudad fue repartida en sus renglones económicos en la formalidad, informalidad e ilegalidad. También esto puede ayudar a entender porqué se dice que Antioquia es un laboratorio para el control social, de cómo se puede regular o prevenir un estallido Social. Desde luego que la muerte, el asesinato está en primera línea, el paramilitarismo y sus combos de ciudad están a la orden del día.


El Robín Hood hoy es a la inversa, está invertido, es el rico que le roba a los pobres para hacerse más rico él y los de su clase. Hoy la batalla es muy visible en el asalto al Presupuesto Público, a los dineros de los contribuyentes, con el recurso de las gentes quieren engordar sus empresas privadas, se enriquecen en desmedro del Bienestar General. Hoy la diligencia empresarial juega a la sombra de algún títere puesto como candidato a las alcaldías, gobernaciones y la presidencia de una Nación. Medellín tuvo el monopolio o hegemonía de gobierno empresarial, luego otro grupo económico de otra región, gobernaron en cuerpo ajeno. Se avecina una nueva contienda que se batallará al mejor estilo gánster, sin duda es un estilo mafioso. A nombre de la gran mayoría, vale decir que con el que se gane se pierde


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