El Gusto

Por Mauricio Castaño H
 http://colombiakritica.blogspot.com/
Historiador

La enseñanza pasa por el canal erótico, sentenció Platón. Y Borges, el hombre de exagerada cultura, expresaba su literatura como un Gusto. La coincidencia está en que en última instancia se transmite más que el saber mismo, la pasión. Por ello es preferible una cabeza bien puesta a otra bien llena, importan más las posibles conexiones que las grandes cantidades de información almacenadas. En la organización del saber se tiene que las Ciencias tienen por objeto  crear Funciones, la filosofía crea conceptos, y por último, las artes crean Sensaciones. El científico descubre patrones que aspiran a convertirse en leyes hasta donde el tiempo y lugar lo permitan, según los medios favorables. Los filósofos viven incomodando, interrogando la vida institucional hecha costumbre, que amenaza con automatizarnos, alejándonos de otros posibles mundos, pues el que se tiene, se cree es el mejor. El artista experimenta en sus obras inéditas, nuevas sensaciones que irrigan flujos en su obra. La precisión es tomada del Gilles Deleuze en Qué es la filosofía.

Propio de la humanidad es el lenguaje articulado que produce pensamiento. En el tema literario Borges habla en Arte Poética de modelos de metáforas básicas que permiten una infinidad de variaciones: ojos y estrellas, mujeres y flores, ríos y tiempo (la vida es el río del tiempo), vida y sueño, la muerte y el dormir, batallas e incendios. Nos interesa señalar que en la posibilidad de creación se encuentra la variación que produce belleza, y el gusto es un motor que mueve las vidas. Un reto para el mundo moderno que nos intenta seducir con casi todas las cosas ya hechas, con escaso margen para que intervenga la creación, pero a su vez nuevos impulsos se generan, recuérdese que hoy la mayoría de los juegos vienen sin instrucciones, los jóvenes gustan de los desafíos que se les presentan, rechazan las indicaciones predeterminadas que los llevan a encontrar las soluciones que ellos mismos por si solos encuentran.

Si bien el gusto nos expresa en nuestro bienestar, el desencanto es señal de inconformidad. La capacidad de disentir es un valor cardinal en la democracia, es la posibilidad de enunciar otra mirada posible y diferente a la del gobernante de turno. En los regímenes autoritarios no se permite la opinión diferente y mucho menos la contraria, se reprime y se asesina a quienes se atreven a ejercerla. En las sociedades en donde se han ganado los espacios democráticos, las gentes salen a protestar a las calles, deliberan en los parques, y todas estas aglomeraciones son expresiones de la buena salud de la democracia. 

En donde no se sale a oponerse, cabe el gran interrogante, entonces, aparecen los gobiernos autoritarios que echan plomo a quienes consideran sus contrarios, los desencantados pagan con sus vidas. Nuestras sociedades modernas deben aprender de las aperturas, gracias a la proliferación de los canales de información. Hoy más que nunca es imposible que alguien se empecine en decirnos que tiene la verdad cogida de la cola, los consensos vienen a bien, lo contrario es anacrónico.

Iniciamos estas líneas con el gusto como cantera de la literatura, pero que podemos equiparar a la sociedad. Es oprobioso que en el mundo actual se tenga la suficiente comida para que nadie padezca hambre, pero que las lógicas capitalistas no lo permiten porque la especulación produce zánganos que se aprovechan de los débiles hambrientos. Los multimillonarios europeos gastan en la mayor discreción cien millones de euros por un lujoso yate, mientras hacen despidos masivos en sus empresas. La inequidad no produce seres felices. Si somos seres de la expresión, estamos dotados de un cerebro que es un aparato de confrontaciones, la concertación es ideal para ponernos de acuerdo, para producir zonas de tolerancia en donde todos estemos a gusto.


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Comparativos


Por Mauricio Castaño H
Historiador

Las comparaciones permiten comprender mejor las realidades que por sí solas pueden ser sobre o subvaloradas, una cosa deja de ser buena hasta que no se encuentra otra mejor, o no nos percatamos de lo que se tiene hasta cuando se nota su ausencia. En los espacios comunes adecuados como grandes calles, cómodos andenes y parques generosos, las personas viven en mejor convivencia que en las sociedades en donde escasean, recordemos que en las altas densidades los brotes de violencia son pan de cada día.

Tomemos como ejemplo a las ciudades de Miami y Medellín ( o incluso Bogotá), en la primera se encuentra un desarrollo en la infraestructura vial tanto para la movilidad de automotores como para peatones con espaciosos andenes y parques para el libre esparcimiento. Y pese a que el uso del carro particular es lo predominante, su dirigencia no ha olvidado a los ciudadanos de a pie, los ha reconocido con un complejo transporte masivo que conecta la extensa ciudad con Metros, autobuses y ciclo rutas, todos ellos administrados por el Estado, la presencia del gobierno se ve allí, con un solo tiquete o pasaje puedes transportarte, allí la especulación privada no mete sus garras, pues sí está en el transporte particular, pero aun así, para el ciudadano común tener un auto hace parte de la canasta familiar. El beneficio de la calidad de vida se ve reflejado en algo tan simple  como en un cálido transporte para pasajeros que no ponen en riesgo su propia vida por la guerra del centavo al que se ven sometidos los conductores, en esa fiera competencia del libre mercado que se ven en otras latitudes en la que el Estado desatiende esta necesidad de la convivencia en estos conglomerados humanos que son las ciudades.

Todo se desprende del zócalo de la economía que hace la diferencia en la medida en que existe una mayor distribución del ingreso, manifiesto en otro tipo de pobreza, por ejemplo, recuerdo la imagen de un vagabundo despreciativo de las sobras grasosas de comida ofrecidas por un ciudadano en las calles céntricas de Miami, el indigente siguió su marcha, es posible que importe más las drogas alucinógenas a la misma ingesta, pero lo notorio está en que los pocos marginales existentes tienen garantizados el mínimo vital de comida y techo. Por eso no se les ve mendigando. El sistema capitalista en sus polos más desarrollados irriga sus beneficios, distribuye sus ingresos así sea a costa de extensas jornadas laborales.

Cuando la distribución del ingreso es bien precaria, su reflejo se ve en el deterioro de la calidad de vida de sus ciudadanos, muy propio en las ciudades tercermundistas como Medellín. El número de indigentes es mayor, se pasean hambrientos y agresivos, y los que no, se resisten al caer en la miseria arañando un puesto en esa economía informal que existen en estas ciudades, ocupando andenes y calles, exasperando a los peatones que no pueden caminar o se van a disputar las vías a esos conductores que igualmente van irritados disputando las pobres y escasas vías, todo esto revuelto, es equiparable a un caos, máxime aun con esa lamentable contaminación, pésimos combustibles y automores, una mezcla enfermiza. Un tema singular, es la masividad del uso de las motos, sus bajos costos y la favorabilidad de una zona en donde no se dan las estaciones, todo el tiempo se vive con un clima templado, ajenos a esas inclemencias estacionarias.

Una conclusión diferencial entre estas latitudes, además de la distribución del ingreso y de los asuntos públicos del dominio del Estado, está una dirigencia que ha incorporado unas responsabilidades del desarrollo de lo público, mientras que en el tercermundismo se ha vuelto objeto de negocio para la corrupción. Comparativos que llaman a la reflexión de la cultura pública y ciudadana. 



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Carta de una profesora

Carta de una profesora. No creo que los políticos lleguen a entenderla.
Está escrito por una profesora de un instituto público.

CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA , UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA 

Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos. 

En Primaria estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "tracas" o "matracas") Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión y Educación Física. En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían. 

En Bachiller, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía. 
Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda... 

Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. 

Y.. vamos con la Gramática. 

En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte" . 

Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta" , independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción. 

De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no "pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", no "residenta" , y el cuento de aquella princesa que esta dormida se llamaba "la bella durmiente" no "la bella durmienta" . 

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española ? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores). 

No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto! 





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Asesinos al Volante

Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/

En las multitudinarias y atestadas ciudades, se padecen violencias, centenares de muertes son reportadas por cuenta de asesinos al volante, este año en Colombia son 253 los fallecidos. En el espacio citadino se concentran las poblaciones venidas de todos lados en busca del progreso, más del cincuenta por ciento de los habitantes del planeta viven en las urbes. Altas densidades en espacios pequeños, trayendo consigo los sofocos y atosigamientos propios del exceso de estar juntos. Los cambios traídos por la moderna industria entran a la urbe hipertrofiándola, embutiendo, en el mismo espacio de décadas atrás, millones de vehículos que ensamblan sus calles en un extenso río de latas, tanto, que en muchas partes del mundo el caminar es cosa rara, las vías están hechas para que los carros vayan a altas velocidades como misiles de guerra. Mientras tanto, la industria automotriz aumentan sus ganancias.

Esta nueva forma de habitar la ciudad, entra en contraste con sus maneras de administrarla con sus códigos de justicia caducos o que al menos responden a otras necesidades de una ciudad ya ida. Esta cotidianidad de muertes por accidentes de tránsito, ha puesto a debatir a la sociedad sobre los castigos que deberán imponerse a los conductores ebrios, cada vez más numerosos pese a que la norma los alerta del peligro en el que se sumergen al poner en riesgo la vida de los ciudadanos, pues en su alicoramiento, sabido es, hay pérdida de reflejos, y mayor aún, en esa mezcla de licor y combustible. Por ello, son comprensibles las razones de quienes abogan por penas máximas para los infractores, pues si existe la conciencia del daño, no puede alegar la no intención de dolo, cuando con sus imprudencias alebrestadas atropellan y matan a los transeúntes indefensos. Los automóviles son asimilados a armas letales, insistimos, peor aún, cuando son conducidos por borrachos, en suma, la expresión es fuerte pero apropiada, por asesinos al volante. Nadie se sabe inocente si se tiene consciencia de su estado, o de su futuro deterioro por la ingesta de licor.

Una regla es regla cuando arregla, cuando corrige. Una norma por sí sola es estúpida. El hecho del incremento de la accidentalidad por conductores ebrios, es muestra de que la norma no está corrigiendo el mal causado en la sociedad. Su inexistencia del castigo ejemplarizante o su laxitud, no disuade en esta conducta reprochable que cada vez es más repetitiva. La doctrina jurídica se inspira en la sociedad, en su contexto, hoy nadie discute lo innecesario de prohibir cerdos en las calles, esto ya no sucede en estas ciudades, por ello las normas son actualizadas a la par de los cambios sociales y de sus prácticas. Las normas para fijarse en los individuos, deben pasar por procesos de Aprendizaje, Rememoración, Representación y Aplicación. Si bien la cultura es esencial, también son fundamentales los castigos ejemplarizantes, los cuales ratifican a la sociedad los códigos de comportamiento que deben seguirse para preservar el bienestar general. 

Hoy la razón está enseñando que a las lógicas comerciales de la industria que atosiga el espacio citadino, tienen que subordinarse a las dinámicas sostenibles de habitar nuestras ciudades. El metro cuadrado por persona está en déficit, de diez que nos toca a cada uno, sólo tenemos tres. Los andenes y los parques, son por excelencia los espacios comunes en los cuales socializamos, nos exteriorizamos y nos entregamos a los otros en la familia extensa que somos en la humanidad. Los carros son un medio, no un fin y mucho menos un protagonista mayor que nos invade y nos atropella. La doctrina jurídica no puede encerrarse sobre sí misma para perderse en abstracciones estúpidas, ella se inspira en la sociedad para procurarle sana convivencia. A esta doxa no le puede pasar a lo del gusano cien pies, que le preguntaron cómo hacía para caminar, y de tanto pensarlo y encerrarse en sí mismo y sus complejidades, olvidó caminar para siempre. Los purismos son petrificantes. Las malas conductas deben reprenderse, como en los malos hijos. Y para ello, tenemos que aprenderlo, así sea castigando fuertemente a estos asesinos al volante.


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