El Último Hombre

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakritca

El último hombre es el primero en entrar en la muerte, lo hace a través de la ventana desde donde mira el vacío, todo lo que se nos escapa, todo lo inaprensible, incluso hasta nosotros mismos, nuestra propia existencia. Existencia, ex-sistencia,   quiere decir estar por fuera, lo exteriorizado, todo lo que hacemos que sale de nuestro propio cuerpo. Nuestro Ser está en esa relación permanente con el adentro y con el afuera, lo que está dentro de mí, en mi espíritu y que luego sale en la obra realizada. Ese movimiento de adentro y de afuera produce agotamiento, nos tira al vacío. 


El espíritu entonces reclama un espacio propio para poder encontrarse así mismo, ese espacio puede ser la indiferencia de los otros y así evitar llegar al fondo mismo del vacío que amenaza con desfondarnos, en caer en la existencia de la nada. Es bueno para la salud encontrarse así mismo negando la compañía del otro: "¿Es posible vivir junto a alguien que escucha apasionadamente cualquier cosa? Eso te gasta, te quema. Uno desea un poco de indiferencia; uno reclama el olvido; el olvido, es verdad, no ha dejado de estar ahí: ante la profundidad apasionada del olvido era preciso hablar sin cesar, sin parar."


En el movimiento perpetuo de la existencia nos perdemos y nos buscamos. A nadie le gusta mirarse en el espejo en su doble proyectado y reconocerse como un extraño. Más bien su deseo gira en busca de un otro que le hubiera gustado ser: "Yo no estaba ahí para verle, sino para que él no se viera a sí mismo, para que, en el espejo, fuera a mí a quien viera, otro distinto de él —otro, ajeno, próximo, desaparecido, la sombra de la otra orilla, nadie— y que de ese modo él siguiera siendo hombre hasta el final." Es la voz de uno de los tres personajes del libro de Blanchot, El Último Hombre, todas las comillas son y vendrán de este libro. No es un libro de filosofía sino de literatura. 


La filosofía es un pensamiento ordenado, esquemático; en cambio la literatura es la creación de todo aquello que se nos escapa, que nos desgarra: "La filosofía es un trabajo donde el autor, con vistas a un fin, renuncia a la loca libertad de su andadura. Únicamente la literatura es un juego que tira los dados para alcanzar una cifra imprevisible." Bataille. La literatura está en el borde del pensamiento para rebasarlo, para devenir mundo de las sensaciones, esas mismas que dan cuenta del vacío que nos persigue con sus fantasmas inconclusos, la muerte que nos disuelve:  "Sin duda yo ya estaba muerto en muchas partes de mí mismo." 


La vida está confeccionada por instantes, por momentos. Las desgracias, los duros momentos serán reemplazados con recuerdos edificantes. Siempre se está en búsqueda de algo o de alguien. No se hace referencia a los autoengaños de inventar maravillas de miseria en esa suspensión del vacío, en ese inaprensible y real que es la mejor muerte. Dice Bataille en el apéndice del libro que referenciamos: "Los ritos y los ejercicios religiosos de todos los tiempos se han esforzado por hacer que la muerte entre en el dominio del espíritu humano. Pero esos ritos y esos ejercicios nos mantienen en la fascinación de la muerte. El espíritu fascinado por ella pudo imaginar que la muerte se convertía en su dominio: un dominio donde la muerte era sobrepasada."


Es en Blanchot donde puede verse ese rostro de la muerte que se desvanece pero que nunca se va, todo el tiempo está presente, es un incorporal difícil de aprehenderse, incluso de reconocerse. Michel Foucault le llama ficción a todo esto de lo invisible y cotidiano que somos, que es real pero que no tiene pedestal ni raíz, es una especie de magia el hacer ver lo que se nos presenta como invisible. 


La Ficción, es el vacío que se nos escapa, todo aquello intangible que nos cubre siempre en huída: «Las figuras de las ficciones de Blanchot están dibujadas en la grisalla de lo cotidiano y lo anónimo; y cuando dejan lugar a la maravilla, ésta no se halla en ellas, sino en el vacío que las rodea, en el espacio donde están depositadas sin raíz y sin pedestal. Lo ficticio no está nunca en las cosas ni en los hombres, sino en la imposible verosimilitud de lo que hay entre ellos: encuentros, proximidad de lo más lejano, absoluto disimulo allí donde estamos. Luego la ficción no consiste en hacer ver lo invisible, sino en hacer ver hasta qué punto es invisible la invisibilidad de lo visible». Foucault.


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Ethos Cultural del Silencio

Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritca 


El ruido es incómodo y quita paz, el silencio es su contrario como escaso en una sociedad del barullo. Uno y otro parecen ser dos caras de una misma moneda, el yo interior necesita salir, exteriorizarse, sólo que hay maneras de hacerlo. Occidente se le conoce como una cultura del ruido. Fue Michel Foucault quien planteó un Ethos del Silencio: "Recuerdo muy bien cuando me encontré con el director de cine Danieldt Shmidt, quien me visitó, no recuerdo para qué propuesta, nosotros nos dimos cuenta unos pocos minutos después, que realmente no teníamos nada para decirnos el uno al otro. Así nos quedamos cerca de las tres de la tarde hasta la media noche. Nosotros bebimos, fumamos picadura y cenamos. Y no creo que hayamos hablado más de veinte minutos durante estás diez horas... 


A partir de este momento una estrecha amistad surgió. Fue para mí la primera vez que una amistad fue originada estrictamente por nuestro comportamiento silencioso." También recuerda Foucault que en su niñez había una forzada necesidad de hablar con los visitantes en su provincia, esta situación le resultaba extraña y aburrida: "Frecuentemente me preguntaba por qué las personas tenían que hablar. El silencio podría ser una manera mucho más interesante de relacionarse con las personas… A los jóvenes romanos o a los jóvenes griegos, les enseñaban a quedarse en silencio… estoy a favor del desarrollo del silencio como un ethos cultural."


El silencio se tiene por virtuoso. Buda sentenció que quien mucho habla poco sabe, vale más la calma y las buenas prácticas, el ejemplo arrastra, la verborrea es una capa que oculta lo que no se quiere mostrar. El demagogo, el sofista tiene por profesión el engaño, con bonitas palabras encanta para hacerse a espacios de Poder. El mismo Borges en el libro de Arena, dirá de la innecesidad de los gobiernos si la gente aprende a autogestionarse: "Qué sucedió con los gobiernos? Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más completa que este resumen."


Dalai Lama insiste que la solución está en el interior y no fuera, la gente del común busca solucionar sus problemas comprando cosas como un carro, una super casa, alcanzar fama, ser adinerados... cuando las falencias están dentro de sí, por eso recomiendan las técnicas de meditación para saciar los espíritus inquietos faltos de paz interior.


Estamos en una sociedad de gran mercado y mucho ruido para llenar la existencia. El silencio es cosa extraña y esquiva, morimos de tedio en la soledad y en el silencio, así las genuinas amistades no son posibles, nos evadimos todo el tiempo, nos refugiamos en el ruido sin poder encontrarnos. El poeta antioqueño León de Greiff en su musa esquivó el ruido de esta gente necia, local chata y roma: "Amo la Soledad, amo el Silencio. Pláceme la luz vaga: La penumbra. Lo exótico y absurdo reverencio. No tolero la luz que me deslumbra."


Una pregunta es pertinente ¿Qué cosa retumba en los adentros que sale con la violencia del ruido? ¿Qué pasa en nuestra cultura antioqueña y colombiana, que todo suceder es forzado a salir rompiendo con el silencio de manera estrepitosa? Los fiestones son hasta el amanecer con música a todo dar, el bazuco o Cocaína anestesian la realidad. Están en lo suyo caótico. La llamada cultura tranqueta es desafiante con sus rumbas amenizadas con pólvora, muy acostumbradas en época decembrina.


Dícese que el polvo de la batalla no deja ver la verdadera victoria, similar pasa con el ruido, es un sedimento cultural que nos lleva y nos atrae como masa, nos pone ahí sin que siquiera lo sepamos. No es extraño que los domingos en la tarde es donde la gente se suicida más, es el tiempo forzado que exige silencio para romper con el ruido de la alienación y aprestarse para la cotidianidad de la subsistencia. Michel Foucault llegó a proponer la existencia, vivir la vida como una obra de arte. Es una invitación para no dejarse llevar por las borrascas de los formateos que no nos dejan ser ni pensar, no nos permite transitar por los espacios necesarios del silencio.


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El Buen Libro

Un libro, el buen libro es lo mejor del espíritu, lo más depurado, lo más desgarrado que un autor da de sí. "Yo no soy un hombre, soy un pueblo" decía Nietzsche en su pluma inspirada. Un libro es inacabado, el lector cada vez encontrará sentidos más enriquecedores de la época recreada para iluminar la presente. Michel Foucault en ese sentido definió el Libro como caja de herramientas, permite usos útiles para la mente despierta y curiosa que está en búsquedas. Acá unas líneas sobre el tema de D. H. Lawrence en su libro Apocalipsis.

"Un libro vive en la medida en que no ha sido sondeado; en cuanto su misterio se desentraña, muere enseguida. Resulta asombroso lo distinto que es un libro cuando lo releemos al cabo de cinco años. Algunos libros ganan inmensamente, son algo nuevo, diferentes hasta el extremo de hacer que uno se interrogue por su propia identidad. Y a la inversa, hay libros que pierden muchísimo. Cuando releí Guerra y paz, me sorprendió descubrir cuán poco me conmovía, y casi me espantó pensar en el entusiasmo que experimenté en otro tiempo y que ya no sentía.

Así pues, cuando se desentraña el misterio de un libro, cuando se le conoce y su significado queda fijo o establecido, ese libro muere. Un libro sólo vive mientras tiene el poder de conmovernos, y conmovernos de una manera distinta; mientras nos parezca diferente cada vez que lo leemos. Debido a la inundación de libros superficiales que realmente se agotan con una sola lectura, la mente moderna tiende a pensar que todos los libros son iguales, que se consumen con una sola lectura, pero esto no es cierto y, gradualmente, la mente moderna lo comprenderá de nuevo.

La auténtica alegría que proporciona un libro radica en la posibilidad de leerlo una y otra vez y encontrarlo siempre diferente, en tropezar con otros sentidos y hallar otro nivel de significado. Como de costumbre, es una cuestión de valores: estamos tan abrumados por las cantidades de libros que ya apenas nos damos cuenta de que un libro puede ser valioso, así como una joya o un precioso cuadro son valiosos, objetos que uno puede contemplar con una atención creciente, obteniendo cada vez una experiencia más profunda.

Es muchísimo mejor leer un libro seis veces, a intervalos, que leer seis libros distintos, porque si un libro determinado puede atraerte para que lo leas seis veces, la experiencia será más profunda en cada ocasión y enriquecerá todo tu espíritu, tanto en el aspecto emotivo como en el intelectual, mientras que seis libros leídos una sola vez no son más que una acumulación de interés superficial, la cargante acumulación de los tiempos modernos, la cantidad sin valor auténtico."



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El Ser y la Herramienta

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakritca
Entiendo vivir aferrados a las herramientas, nos dan sentido existencial, si ellas son nuestra exteriorización, en el vacío de nuestras vidas refuerza el vínculo que nos devuelve lleno nuestro ser. Del sílex al martillo, del campesino al robot, del hombre que gritaba a lo lejos del otro lado de la montaña al que se comunica con telefonía celular al otro lado del océano, del operador todero que va a todo lado al ingeniero de sistemas que todo lo maneja desde un tablero de cómputo, sentado todo el tiempo, sin moverse. Antes, trabajos muy dependientes de nuestras manos, ahora son complejos sistemas tecnológicos que sintetizan y ahorran grandes esfuerzos humanos, pero todo sigue siendo la herramienta que nos devela como el martillo que es potencia y energía del brazo y del puño del hombre: “la más grande conquista moral que haya logrado alguna vez el hombre es el martillo obrero.  Por él, la violencia que destruye es transformada en potencia creadora." (Bachelard)

El trabajo hace al hombre, lo define, lo moldea, su mano y su herramienta le imponen no sólo posturas sino que éstas derivan en prácticas, formas de vivir. Quién niega que la postura del peluquero todo el tiempo de pie le derivan problemas de circulación o várices. O del cotero problemas de columna vertebral. Manos duras para el herrero, sensibles y delicadas para el violinista. Marcel Mauss llamó técnicas del cuerpo, cada cultura tiene formas diferentes de hacer las cosas, da soluciones diferentes a un mismo problema. Tecnologías del cuerpo. Las herramientas son técnicas solidarias del cuerpo que le fabrican. Las técnicas toman a los hombres independiente de su voluntad, la manera de caminar de las personas pasan de generación en generación sin que siquiera se note. El caminar pingüino de los alemanes y los alargados pasos de los ingleses.


Cada hombre no está en su propio cuerpo a título individual, somos seres sociales, nos debemos a la cultura que nos posibilitó la vida, nos ha visto nacer y crecer, tanto así como para decir que el cuerpo es el primer instrumento del hombre: La Tierra es modificada para la propia vida. Los cuerpos son objetos técnicos, el cuerpo se sumerge en un sistema de técnicas que lo hacen operante y eficaz. La técnica actúa sobre los hombres, los moldea, no sobre las cosas, moldea sus aptitudes. Nuestro pasado está construido de gestos técnicos y biológicos. Dime qué, con qué y cómo lo haces y te diré quién eres, a qué cultura te debes. Todo acontecimiento, todo gesto técnico se debe a unos valores, a una simbólica social y cultural.


Ser es hacer. El trabajo es ontológico, nos desplegamos en las obras realizadas. El cuerpo deja su impronta, deja su espíritu, el adentro y el afuera, dos caras de la misma moneda. Dime qué haces y te diré quién eres. Todo el tiempo vivimos exteriorizándonos. La herramienta es la extensión de nuestro ser, de nuestra vida al punto de decir que una y otra son una sola, son solidarias. Es cosa sabida desde tiempos remotos hasta hoy, que dónde hay vida humana hay herramientas, ellas prolongan el puño, el brazo o la misma cabeza. 


El martillo en su cabezote es el puño, el mazo es el brazo, son potencia y energía aumentada en el golpe asestado, es acto realizado. Hoyar la pared, el suelo, es posible hacerlo con las herramientas. Las herramientas son tan eficaces que pensamos más y mejor: la calculadora nos gana en velocidad y precisión en cálculos matemáticos; hay más agilidad procesando volúmenes de datos con la ayuda de la computadora que con nuestro propio cerebro.


Las herramientas nos definen también al punto que cada cultura tiene sus formas, maneras o estilos de apropiárselas. La rueda sirvió a los mexicanos prehispánicos como juguetes para sus infantes, mientras que en otras culturas fue aprovechada para arados y carruajes. En la destreza y el talento está la diferencia. Mire un obrero coger una barra de acero, una pica, su técnica materializan la potencia y energía convertidas en eficacia con el gesto técnico. Mire bien, el obrero coge la barra, la empuña fuerte, la balancea hacia atrás para impulsarla, y ya está: la lanza sobre su objetivo. 


Ahora mire sus manos: sin ampollas, sin llagas, sin sangre. El secreto: sueltan la barra antes del contacto con la tierra. Si no creen ensayen, si fracasan, revisen sus manos lastimadas. El ejemplo elemental ilustra el dominio de una técnica. ¿Cuántas veces se han hecho líos domésticos  para el inexperto lidiando cambiar un tornillo, un empaque del grifo que gotea? La salvación está en el albañil que en cuestión de segundos resolvió el lío. Pasa en todos los campos, la experticia no se improvisa. La experiencia hace al maestro.


Se dice que de tanto ver ya no se ve, se pasa desapercibido. Sucede con las herramientas, crecen con nosotros, las aprehendemos, las tenemos al lado todo el tiempo que ya nos las vemos, hacen parte del paisaje, el bosque no deja ver los árboles. Lo cierto es que al lado del nacimiento de la humanidad está la herramienta que la edifica, la exterioriza en su espíritu, huellas dejadas por cada cultura época tras época. Para esto se requiere de la enseñanza de las técnicas, de garantizar lenguajes y símbolos que permitan que a cada generación le sea transmitido el saber acumulado. "La herramienta requiere un contexto simbólico.  La habilidad tiene necesidad de palabras para trasmitirse y difundirse. Ya se requiere nombrar a la herramienta y describir el gesto que debe animarla." (Lévi-Strauss). "lo simbolico en tanto su dependencia de las grafías, se recuerda que son el encuentro del polo boca con el polo mano y por aquí el flujo de los formateos enseñados por Serres, energías de baja potencia efectivamente disruptivas muy de lejos de las de alta potencia que del silex percutiendo, fue el zócalo del martillo compañero de las artes del fuego. Es Hermes dejando atrás a Prometeo" (Iván Castrillón).

Traemos una anotación, en dos párrafos, de Agustin Berque que expresa bien el ser y la herramienta, el gesto técnico y la existencia: "Leroi-Gourhan mostró que esta exteriorización de la corporeidad humana sólo se ha podido hacer en la interrelación del símbolo y de la técnica.  Aunque estoy plenamente de acuerdo con esta idea, me separo de Leroi-Gourhan en cuanto a que la simbolización sería, como la tecnización del medio, una exteriorización. En efecto, a mi manera de ver es todo lo contrario: los símbolos son precisamente lo que permite repatriar a nuestro cuerpo, y por tanto en la sensibilidad de nuestra carne, el mundo que la técnica ha hecho salir.  Es con mi cuerpo —mis pulmones, mi garganta, mi lengua, mi rostro y mis gestos— que yo hablo aquí del robot que, allá en Marte, prolonga el trabajo de las manos humanas; y si puedo hacerlo es porque los sistemas simbólicos (en el primer rango de los cuales está el lenguaje) son lo que permite al humano emanciparse de los constreñimientos de la materia (el peso, la distancia, etc.) y de representar así las cosas allá donde ellas no están presentes; es decir dentro de cada uno de nosotros.

Esta pulsación existencial que, por un lado, prolonga nuestro cuerpo hasta el fin del mundo y, por el otro, atrae el mundo al fondo de nuestro cuerpo, es lo que explica por qué nuestra tierra está impregnada de humanidad, mientras que de rebote ella carga nuestros sentidos —fundamentando así en nuestra carne toda estética y toda moral del entorno—.  Esto es lo que el humano añade a la condición ecológica que comparte con los otros vivientes. Esta pulsación irreductible a la ecología, sin embargo no tiene nada que ver con una simple proyección de la subjetividad sobre la naturaleza, visión moderna que se reduce a un solipsismo completamente vertical salido de la dicotomía “cosa pensante / cosa extensa” de Descartes, y que nunca explicará por qué las cosas afectan nuestra sensibilidad.  Si ellas lo hacen, si consideramos la tierra bella, buena para vivir y digna de respeto es porque nuestro ser está hasta la mitad por fuera de nosotros mismos; existimos por nuestro medio tanto como por nuestro cuerpo, y con una razón más grande que por nuestra conciencia. Esta es nuestra mediancia esencial que, por haber exteriorizado nuestro cuerpo más allá del horizonte, no hace otra cosa más intensa que llamar al mundo en nosotros mismos, hasta el hogar que es nuestro corazón."


Finalmente, aunque la tendencia de la desproletarización de la vida es un hecho, decir herramienta es decir hombre, pero también es decir hábitat.  El medio en que se vive plantea problemas al viviente (Antropoceno, Neguantropoceno). El hombre y el planeta, claro está, necesitamos un espacio donde habitar, nuestra casa común. El hombre procura entonces aprovechar todos sus esfuerzos para adaptar el medio favorable a sus condiciones de vida. ¿Que tan sostenibles son sus medios de explotar la naturaleza para garantizar su propia vida y la del planeta? El hombre es lo mejor y lo peor. Del griego Phármaka quiere decir a la es vez el remedio y el veneno. Pero vale acudir a la esperanza que da sentido a nuestras vidas, la esperanza de un mundo mejor al que nos está tocando vivir.


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Chomsky: Internacionalismo o Extinción

 "Chomsky: Internacionalismo o Extinción"

Discurso de apertura del miembro del Consejo de la IP Noam Chomsky en la cumbre inaugural de la Internacional Progresista

Discurso de apertura del miembro del Consejo de la IP Noam Chomsky en la cumbre inaugural de la Internacional Progresista

En cuanto a las mayores crisis que enfrentamos en este momento histórico, todas son internacionales, y dos internacionales se están formando para confrontarlas. Una da inicio hoy: la Internacional Progresista. La otra ha tomado forma bajo el liderazgo de la Casa Blanca de Trump, una Internacional Reaccionaria compuesta por los estados más reaccionarios del mundo.

Nos reunimos en un momento extraordinario, un momento que es, de hecho, único en la historia de la humanidad, un momento tanto de mal augurio y presagio al igual que brillante de esperanzas por un futuro mejor. La Internacional Progresista tiene un papel crucial que desempeñar en determinar qué dirección tomará la historia.

Nos reunimos en un momento de confluencia de crisis de extraordinaria gravedad, con el destino del experimento humano literalmente en riesgo. En las próximas semanas, los problemas llegarán a un punto crítico en los dos poderes imperiales más grandes de la era moderna.

La decadente Gran Bretaña, habiendo declarado públicamente que rechaza la ley internacional, está a orillas de una fuerte ruptura con Europa, en camino de convertirse en un satélite estadounidense aún más de lo que ya es. Pero, por supuesto, lo más trascendente para el futuro es lo que pasa en el hegemón global, disminuido por la bola de demolición de Trump, pero aún con abrumadora potencia e incomparables ventajas. Su destino, y con él el destino del mundo, bien puede ser determinado en noviembre.

No sorprende que el resto del mundo esté preocupado, si no horrorizado. Sería difícil encontrar un comentarista más sobrio y respetado que Martin Wolf del Financial Times de Londres. Escribe que Occidente está enfrentando una grave crisis, y si Trump es reelegido, "esto será terminal". Palabras fuertes, y ni siquiera se refiere a las grandes crisis que enfrenta la humanidad.

Wolf se refiere al orden global, un asunto crítico aunque no a la escala de las crisis que amenazan con consecuencias mucho más serias, las crisis que dirigen las manecillas del famoso Reloj del Apocalipsis hacia la medianoche—hacia la extinción.

El concepto "terminal" de Wolf no es algo nuevo en el discurso público. Hemos vivido bajo su sombra durante 75 años, desde que aprendimos, en un día inolvidable de agosto, que la inteligencia humana había creado los medios que pronto producirían la capacidad para una destrucción terminal. Eso fue abrumador, pero había más. No se entendió por aquel entonces que la humanidad estaba entrando en una nueva época geológica, el Antropoceno, en el cual las actividades humanas están despojando el medio ambiente de una manera que ahora también se acerca a la destrucción terminal.

Las manecillas del Reloj del Apocalipsis fueron establecidas poco después de que las bombas atómicas fueran usadas en un paroxismo de matanza innecesaria. Las manecillas han oscilado desde entonces, a medida que las circunstancias globales han evolucionado. Cada año que Trump ha estado en el cargo, las manecillas se han acercado a la medianoche. Hace dos años se acercaron como nunca antes. El pasado enero, lxs analistas abandonaron minutos, y cambiaron a segundos: 100 segundos para la medianoche. Citaron las mismas crisis que antes: las crecientes amenazas de la guerra nuclear y de catástrofe medioambiental, y el deterioro de la democracia.

Esta última podría parecer fuera de contexto a primera vista, pero no lo es. El deterioro de la democracia es un miembro que encaja en este trío sombrío. La única esperanza de escapar de las dos amenazas de extinción es una democracia vibrante en la que ciudadanxs preocupadxs e informadxs participen plenamente en la deliberación, la formación de políticas y la acción directa.

Eso fue el pasado enero. Desde entonces, el presidente Trump ha amplificado las tres amenazas, no un logro insignificante. Ha continuado su demolición del régimen de control de armas que ha ofrecido alguna protección contra la amenaza de una guerra nuclear, a la vez que persigue el desarrollo de armas nuevas aún más mortíferas, muy para el deleite de la industria militar. En su dedicado compromiso por destruir el medio ambiente que sostiene la vida, Trump ha abierto nuevas y vastas áreas para perforar, incluyendo la última gran reserva natural. Mientras tanto, sus secuaces están desmantelando sistemáticamente el sistema regulatorio que mitiga de algún modo el impacto destructivo del uso de combustibles fósiles, y que protege a la población de químicos tóxicos y de la contaminación, una maldición que ahora es doblemente mortal durante una grave epidemia respiratoria.

Trump ha llevado también hacia adelante su campaña para socavar la democracia. Por ley, los nombramientos presidenciales están sujetos a la confirmación del Senado. Trump evita este inconveniente dejando las posiciones abiertas y, en cambio, llenando las oficinas con "nombramientos temporales" que responden a su voluntad: y si no lo hacen con suficiente lealtad al señor, son despedidos. Ha purgado al ejecutivo de cualquier voz independiente. Solo quedan lxs aduladorxs. El Congreso estableció hace mucho tiempo Inspectorxs Generales para monitorear el rendimiento de la rama ejecutiva. Empezaron a mirar en el pantano de corrupción que Trump ha creado en Washington. Este se encargó de ello rápidamente al despedirlxs. Apenas si hubo quien se asomó en el Senado Republicano, asegurado en el bolsillo de Trump, con algo de destellos de integridad que les quedaba, aterrorizadxs por la base popular que Trump ha movilizado.

Esta arremetida contra la democracia es sólo el comienzo. La última jugada de Trump es advertir que podría no abandonar el cargo si no está satisfecho con los resultados de las elecciones en noviembre. La amenaza es tomada muy en serio en las altas esferas. Para mencionar unos ejemplos, dos respetados comandantes jubilados de alto rango publicaron una carta abierta al presidente del Estado Mayor Conjunto, general Milley, revisando su responsabilidad constitucional de enviar al ejército a destituir por la fuerza a un "presidente ingobernable" que se niegue a abandonar el cargo después de una derrota electoral, añadiendo a su defensa los tipos de unidades paramilitares que este despachó a Portland, Oregon, para aterrorizar la población por encima de la fuerte objeción de lxs funcionarixs electxs.

Muchas figuras del establishment consideran que la advertencia es factible, entre ellas el Proyecto de Integridad de la Transición, que acaba de comunicar los datos de los "juegos de guerra" que ha estado realizando sobre los posibles resultados de las elecciones en noviembre. Lxs miembros del proyecto son "algunxs de lxs republicanxs, demócratas, funcionarixs públicxs, expertxs de los medios, encuestadorxs y estrategas mejor formadxs que hay", explica el codirector del Proyecto, incluyendo figuras prominentes en ambos partidos. Bajo cualquier posible escenario aparte de una clara victoria de Trump, los juegos conducen a algo parecido a una guerra civil, con Trump escogiendo terminar "el experimento estadounidense".

Otra vez palabras fuertes, jamás escuchadas de las voces sobrias de la corriente principal. El simple hecho de que tales pensamientos surjan es de mal augurio. No están solxs. Y dado el incomparable poder de los EE.UU., mucho más que “el experimento estadounidense" está en riesgo.

Nada como esto ha ocurrido en la historia de la democracia parlamentaria a menudo problemática. Y si nos ceñimos a años recientes, Richard Nixon —una persona no muy agradable en la historia presidencial— tenía razón en creer que había perdido las elecciones de 1960 sólo por la manipulación criminal de operativos demócratas. No impugnó los resultados, poniendo el bienestar del país por delante de la ambición personal. Albert Gore hizo lo mismo en el año 2000. Pero hoy no.

Creando nuevos caminos en desprecio por el bienestar del país no es suficiente para el megalómano que domina el mundo. Trump también ha anunciado una vez más que él podría ignorar la Constitución y "negociar" por un tercer mandato si él decide que tiene derecho a ello.

Algunxs eligen reírse de todo esto como si fuera el juego de un bufón. A su propio peligro, como muestra la historia.

La supervivencia de la libertad no está garantizada por "barreras de pergamino", advirtió James Madison. Las palabras en papel no son suficientes. Está fundada en la expectativa de la buena voluntad y la decencia común. Eso fue hecho trizas por Trump junto con su co-conspirador el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, quien ha convertido el "mayor cuerpo deliberativo del mundo", como se denomina a sí mismo, en una broma patética. El senado de McConnell se niega incluso a considerar propuestas legislativas. Se preocupa por ser generoso con lxs ricxs y apilar el poder judicial, de arriba a abajo con abogadxs jóvenes de extrema derecha capaces de salvaguardar la agenda reaccionaria Trump-McConnell por una generación, sin importar lo que quiera el público, sin importar lo que el mundo necesite para sobrevivir.

El despreciable servicio hacia lxs ricxs por parte del partido republicano Trump-McConnell es sorprendente, incluso para los estándares neoliberales que exaltan la codicia. Una ilustración es dada por los principales especialistas en política fiscal, los economistas Emmanuel Sáez y Gabriel Zucman. Muestran que en 2018, después de la estafa fiscal que fue el único logro legislativo de Trump-McConnell, "por primera vez en los últimos cien años, lxs multimillonarixs han pagado menos [en impuestos] que lxs trabajadorxs del acero, lxs profesorxs de escuelas y lxs jubiladxs", eliminando "un siglo de historia fiscal". " En 2018, por primera vez en la historia moderna de los Estados Unidos, el capital ha tenido menos impuestos que la labor": una victoria verdaderamente impresionante de la guerra de clases, llamada "libertad" en la doctrina hegemónica.

El Reloj del Apocalipsis fue puesto en enero pasado antes de que se entendiera la escala de la pandemia. Tarde o temprano la humanidad se recuperará de la pandemia, a un costo terrible. Es un costo innecesario. Lo vemos claramente en la experiencia de países que tomaron medidas decisivas cuando China proporcionó al mundo información pertinente sobre el virus el 10 de enero. Entre ellos estaba principalmente el este y sudeste asiático y Oceanía, y otros que quedaron rezagados, y en la retaguardia unos cuantos absolutos desastres, en particular los Estados Unidos, seguidos por el Brasil de Bolsonaro y la India de Modi.

Pese a la mala conducta o indiferencia de algunxs líderes políticxs, al final habrá una especie de recuperación de la pandemia. Sin embargo, no nos recuperaremos del derretimiento de los casquetes polares, ni de la explosiva velocidad de incendios árticos que liberan enormes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, ni de otros pasos en nuestra marcha hacia la catástrofe.

Cuando lxs científicxs más prominentes nos advierten "Entren en Pánico", no están siendo alarmistas. No hay tiempo que perder. Pocxs están haciendo lo suficiente, y lo que es peor, el mundo está maldecido con líderes que no sólo se rehúsan a tomar medidas suficientes sino que deliberadamente aceleran nuestro trayecto hacia el desastre. La malignidad en la Casa Blanca está a la cabeza de esta monstruosa criminalidad.

No son sólo los gobiernos. Lo mismo aplica para las industrias de combustibles fósiles, los grandes bancos que las financian y otras industrias que se benefician de acciones que ponen en grave riesgo la "supervivencia de la humanidad", según las palabras de un memorando interno filtrado del banco más grande de Estados Unidos.

La humanidad no sobrevivirá a esta malignidad institucional. Los medios para manejar la crisis están disponibles, pero no por mucho tiempo. Una tarea primordial de la Internacional Progresista es asegurar que todxs entremos en pánico ahora, y actuemos en consecuencia.

Las crisis a las que nos enfrentamos en este momento único de la historia son, por supuesto, internacionales. El desastre medioambiental, la guerra nuclear y la pandemia no tienen fronteras. Y de una manera menos transparente, lo mismo es verdad sobre el tercero de los demonios que amenazan la tierra y dirigen las manecillas del Reloj del Apocalipsis hacia la medianoche: el deterioro de la democracia. El carácter internacional de esta plaga se hace evidente cuando examinamos sus orígenes.

Las circunstancias varían, pero hay algunas raíces en común. Mucha de la malignidad se remonta al asalto neoliberal lanzado con fuerza a la población mundial hace 40 años.

El carácter básico del asalto fue plasmado en los pronunciamientos iniciales de sus figuras más prominentes. Ronald Reagan declaró en su discurso inaugural que el gobierno es el problema, no la solución, lo que significa que las decisiones deberían ser removidas de los gobiernos, los cuales al menos están parcialmente bajo control público, y pasarlas al poder privado, que es completamente irresponsable al público, y cuya responsabilidad es el autoenriquecimiento, como proclamó el economista Milton Friedman. La otra fue Margaret Thatcher, quien nos instruyó que no existe la sociedad, sólo un mercado en el cual las personas son arrojadas para sobrevivir lo mejor que puedan, sin organizaciones que les permitan defenderse contra sus estragos.

Sin darse cuenta, Thatcher estaba parafraseando a Marx, quien condenó lxs gobernantes autocráticxs de su época por convertir a la población en un "saco de papas", indefenso ante el poder concentrado.

Con una consistencia admirable, las administraciones Thatcher y Reagan se movieron enseguida para destruir el movimiento obrero, el principal impedimento al duro dominio por parte de lxs amxs de la economía. Al hacerlo, adoptaban los principios rectores del neoliberalismo de sus comienzos en la Viena de entreguerras, donde el fundador y santo patrono del movimiento, Ludwig von Mises, apenas pudo contener su alegría cuando el gobierno protofascista destruyó violentamente la vibrante socialdemocracia austriaca y los despreciables sindicatos de comercio que interferían con la economía sana al defender los derechos de lxs trabajadorxs. Como von Mises explicó en su clásico neoliberal de 1927 Liberalismo, cinco años después de que Mussolini iniciara su brutal mandato, "No puede negarse que el fascismo y movimientos similares que apuntan al establecimiento de dictaduras están llenos de las mejores intenciones y que su intervención ha salvado por el momento a la civilización europea. El mérito que el fascismo ha ganado de este modo por sí mismo vivirá eternamente en la historia": aunque sólo será temporal, nos aseguró. Los Camisas Negras se irán a casa después de haber terminado su buen trabajo.

Los mismos principios inspiraron el entusiasta apoyo neoliberal para la espantosa dictadura de Pinochet. Unos años después, fueron puestos en operación de una forma diferente en el escenario global bajo el liderazgo de Estados Unidos y Reino Unido.

Las consecuencias eran predecibles. Una fue la fuerte concentración de riqueza yuxtapuesta por el estancamiento para gran parte de la población, reflejado en el campo político al socavar la democracia. El impacto en los Estados Unidos muestra con claridad lo que unx podría esperar cuando el régimen de los negocios es prácticamente indiscutible. Después de 40 años, 0.1 por ciento de la población tiene 20 por ciento de la riqueza, el doble de lo que tenían cuando Reagan fue elegido. La remuneración para directorxs ejecutivxs se ha disparado, aumentando la riqueza de la gerencia general junto con ella. Los salarios reales para trabajadores masculinos que no están en puestos de supervisión han disminuido. Una mayoría de la población sobrevive de cheque en cheque, sin casi nada de ahorros. Las instituciones financieras, en su mayoría depredadoras, han explotado en escala. Ha habido repetidas crisis financieras, incrementando en gravedad, después de los cuales lxs perpretadorxs son rescatados por el amable contribuyente, pese a que eso es el menor de los subsidios estatales implícitos que reciben. El "mercado libre" condujo a la monopolización, con una reducción de la competencia y la innovación, ya que los fuertes tragaron a los débiles. La globalización neoliberal ha desindustrializado el país a través del marco de acuerdos de derechos del inversor mal etiquetados como "pactos de libre comercio". Adoptando la doctrina neoliberal de "impuestos son robos", Reagan abrió la puerta a paraísos fiscales y empresas fantasma, previamente prohibidas de ejercer. Eso condujo a una gran industria de evasión de impuestos que facilitó un robo masivo a la población general por lxs más ricxs y el sector corporativo. No fue un cambio pequeño: la escala se estima en decenas de billones de dólares.

Y así continúa, mientras la doctrina neoliberal se arraigó.

Mientras el asalto apenas estaba tomando forma, en 1978, el presidente de la United Auto Workers, Dougherty Fraser, renunció a un comité de gestión laboral que fue establecido por la administración Carter. Se escandalizó al ver que lxs líderes empresariales habían “elegido librar una guerra de clases unilateral en este país: una guerra contra lxs trabajadorxs, lxs desempleadxs, lxs pobres, las minorías, lxs más jóvenes y lxs más viejxs, e incluso muchxs en la clase media de nuestra sociedad”, y habían “roto y desechado el pacto frágil y no escrito que existía previamente durante un período de crecimiento y progreso” —durante el período de colaboración de clases bajo un capitalismo reglamentado.

Su reconocimiento de cómo funciona el mundo fue algo tardío, de hecho demasiado tarde para evitar la amarga guerra de clases lanzada por lxs líderes empresariales que pronto se les concedió rienda suelta por gobiernos complacientes. Las consecuencias alrededor del mundo no sorprenden: rabia general, resentimiento, desprecio por las instituciones políticas mientras las principales instituciones económicas son ocultadas por una propaganda efectiva. Todo esto crea un territorio fértil para demagogxs que pretenden ser tus salvadores mientras te apuñalan por la espalda, mientras que desvían la culpa de tus condiciones a chivos expiatorios: inmigrantes, negrxs, China, quien sea que encaje en los prejuicios viejos.

Volviendo a las grandes crisis que enfrentamos en este momento histórico, todas son internacionales, y dos internacionales se están formando para confrontarlas. Una da inicio hoy: la Internacional Progresista. La otra ha tomado forma bajo el liderazgo de la Casa Blanca de Trump, una Internacional Reaccionaria compuesta por los estados más reaccionarios del mundo.

En el hemisferio occidental, la Internacional Reaccionaria incluye el Brasil de Bolsonaro y algunos otros. En Medio Oriente, los principales miembros son familias dictaduras del Golfo; la dictadura egipcia de al-Sisi, tal vez la más dura en la historia de Egipto; e Israel, que hace tiempo que descartó sus orígenes socialdemócratas y se desplazó lejos a la derecha, el efecto previsto de la prolongada y brutal ocupación. Los acuerdos actuales entre Israel y las dictaduras árabes, que formalizan relaciones tácitas de larga data, son un paso significativo hacia la consolidación de la base de la Internacional Reaccionaria en el Medio Oriente. Lxs palestinxs son pateadxs en la cara, el destino apropiado de aquellxs que carecen de poder y no se postran a los pies de lxs amxs naturales.

Al este, un candidato natural es India, donde el Primer Ministro Modi está destruyendo la democracia secular del país y convirtiéndolo en un Estado racista nacionalista hindú, mientras aplasta a Cachemira. El contingente europeo incluye la “democracia iliberal” de Orban en Hungría y elementos similares en otras partes. La Internacional Reaccionaria también tiene un poderoso respaldo en las instituciones económicas mundiales dominantes.

Las dos internacionales abarcan una gran parte del mundo: una a nivel de Estados, la otra al nivel de movimientos populares. Cada una es un representativo prominente de fuerzas sociales muchas más amplias, las cuales tienen imágenes del mundo muy contrapuestas que deberían emerger de la pandemia actual. Una de esas fuerzas está trabajando implacablemente para construir una versión más dura del sistema neoliberal global del cual se han beneficiado enormemente, con más intensas medidas de vigilancia y control. La otra mira hacia adelante a un mundo de justicia y paz, con energías y recursos dirigidos a servir las necesidades humanas en lugar de las demandas de una pequeña minoría. Es una especie de lucha de clases a escala global, con muchas facetas e interacciones complejas.

No es exagerado decir que el destino del experimento humano depende del resultado de esta lucha.


Traducción oficial de la página de la Internacional Progresista


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Neo Ecofacismo


Ugo Palheta: “Las tentatives de putsch en los Estados Unidos y en Brasil son el estado infantil de un neofascismo internacional”

Ugo Palheta, entrevista realizada por Samuel Lacroix, publicada el 10 de enero de 2023


Es sorprendente la correspondencia entre el ataque de los centros de poder brasileños y los acontecimientos del Capitolio, hace dos años.

Para el sociólogo Ugo Palheta, que recientemente publicó La Nouvelle Internationale fasciste (Textuel, 2022) y que coordina cada vez el podcast consagrado a la cuestión fasciste Minuit dans le siècle, tenemos acá signos patentes de una extrema derecha que se organiza mundialmente, en sus teorías y en sus prácticas.

Dadas las sorprendentes correspondencias ¿qué lectura hacer del ataque de los lugares de poder brasileños por parte de los bolsonaristas, sobrevenido casi dos años exactos después del del Capitolio por parte de los partidarios de Donald Trump?

Ugo Palheta: Este ataque era absolutamente previsible, y el conjunto de la izquierda brasileña había previsto desde hace meses que Jair Bolsonaro y sus partidarios no se quedarían manicruzados en caso de la victoria de Lula. No solamente esta movilización facciosa de extrema derecha estuvo precedida por numerosas acciones de militantes bolsonaristas que buscaban contestar el resultado de las elecciones (bloqueos de vías por ejes estratégicos, acampadas ante cuarteles para llamar a los militares a la acción…). Pero también porque desde hacía al menos año y medio Bolsonaro no había dejado de buscar movilizar a sus partidarios contra las instituciones (en particular contra el Tribunal supremo federal) y, como Donald Trump en el contexto estado-unidense, había afirmado públicamente en numerosas ocasiones que la elección sería manipulada, que su victoria le sería robada, etc. Pretendía incluso que la elección de 2018 posiblemente también había sido fraudulenta puesto que sin duda él había ganado desde la primera vuelta… De esta manera el terreno había sido preparado con mucha anticipación, en las más altas esferas del Estado, para una acción de este tipo, incluso si el propio Bolsonaro se cuidó mucho de hacer llamados explícitos.

En efecto se ve a un Bolsonaro más timorato, que corrió a desmarcarse de los militantes como no lo hizo Trump, que por su lado había animado a sus partidarios, por no decir instigado el acontecimiento…

Y sin embargo Bolsonaro contaba con muchos más apoyos en el seno del ejército que Trump. Después de todo, su gobierno contaba con muchos oficiales superiores, y había introducido en los ministerios a numerosos militares. Pero el estado mayor del ejército, como el propio Bolsonaro sabían que los Estados-Unidos –así como la China y todas las grandes potencias– eran ferozmente hostiles a un golpe de Estado. Lanzarse a una tal iniciativa hubiera sido una aventura sin futuro, y Bolsonaro se habría expuesto al riesgo de ser condenado por sedición. El mínimo de sentido estratégico supone para él esperar su hora, teniendo presentes cuatro elementos: su partido ha obtenido excelentes resultados en las elecciones parlamentarias que se dieron igualmente en octubre; su resultado en la segunda vuelta (49,1%) se situó a un nivel mucho más elevado de lo que indicaban los sondeos desde hacía meses; supo en los últimos cuatro años construir por lo alto una base militante, capaz de actuar en la calle, de amenazar a sus opositores de izquierda y suficientemente confiados como para tomar por asalto las principales instituciones políticas del país; y cuarto, Lula corre el riesgo de ser bloqueado en sus iniciativas políticas porque su coalición es muy heterogénea políticamente. Todo esto significa que de ninguna manera se ha terminado con Jair Bolsonaro y, mucho menos, con lo que es el bolsonarismo, es decir la principal variedad brasileña del neofascismo.

¿Ve Ud. precisamente en estos dos golpes los fermentos de lo que Ud. llama una “nueva Internacional fascista”?

Por supuesto que hay correspondencias entre estas tentativas de putsch. De paso debo precisar que el que hayan fracasado lamentablemente, pero también el que hayan comportado aspectos estilísticos casi cómicos (uno recuerda al chamán conspiracionista que erraba con su piel de mapache y sus cuernos de bisonte por los corredores del Capitolio… < Juzgado, habiendo aceptado el delito, fue condenado el 17 de noviembre de 2021 a 41 meses de prisión >), no debe conducir a aminorar su alcance. Son los síntomas de un movimiento neofascista que está coagulando a escala internacional, que toma formas singulares en función de los contextos nacionales por supuesto, pero que actualmente está en su estadio infantil de desarrollo. Por esto su tan débil sentido estratégico, por no decir cercano a 0, pues no se efectúa un golpe de Estado con algunos miles de personas, sin proyecto y sin apoyo en los principales aparatos de Estado. La otra correspondencia que se ve en estos movimientos –a los que habría que añadir la tentativa de invasión del Bundestag en Alemania en 2020 y el saqueo de los locales del principal sindicato italiano, la CGIL, en 2021, en el que finalmente terminaron los manifestantes que deseaban apoderarse del palacio que es sede del gobierno– un cruce de corrientes reaccionarias radicales, organizaciones neofascistas y gentes ordinarias, que no son militantes y que pertenecen en general a las clases medías.

¿Podría Ud. precisar un poco los contornos de una tal “Internacional”? ¿Se despliega en prácticas comunes? ¿Tienen una ideología común?

Se puede comenzar por decir lo que no es esta Internacionale:no es una organización estructurada, dotada de una dirección central, homogénea ideológicamente, y capaz de ponerse en acción bajo un mandato. Pero la idea de «Internacional» permite insistir a la vez sobre el carácter mundial de la ola neo-reaccionaria en la que se insiste actualmente, sobre las circulaciones, importaciones y traducciones de palabras, de pseudo-teorías o de afectos neofascistas (tales como el «gran remplazo» por ejemplo), y el activismo transnacional de algunos actores, ya se trate de ideólogos, de think tanks, de fundaciones o de cenáculos intelectuales (el más célebre es ciertamente Steve Bannon, pero no se puede olvidar a la Nouvelle Droite francesa que desde hace mucho tiempo anudó lazos con ideólogos reaccionarios de muchos países), o también de algunos mecenas. No dispone de un programa común, y mucho menos de una doctrina compartida (pero el fascismo clásico tampoco, como lo ha insistido el gran historiador del fascismo Robert Paxton). Por tanto, existe claramente una ideología en gran parte común, incluso si cada variedad –hasta en el seno de un mismo país– propone una síntesis singular de grandes elementos que giran en lo esencial en torno al odio de la igualdad, por tanto del conjunto de los movimientos que exigen la igualdad: las izquierdas, los sindicatos, los movimientos feminista, antirracista, LGBT, etc. En términos de practicas, se ve por todas partes la interacción –que no supone necesariamente una coordinación– entre una rama con vocación institucional, partidos que constituyen otras tantas vitrinas electorales o leaders que buscan conquistar el poder por la vía legal (Donald Trump & Jair Bolsonaro), y una rama violenta, de calle, que aspira a castigar violentamente a los «traidores de la nación», a los «elementos anti-nacionales».

¿Es “fascista” el término apropiado? ¿Por qué no simplemente “populista” o “de extrema derecha”, para emplear un vocabulario de uso más corriente?

«Populista» no dice nada de la política que proponen estos movimientos, y emplear este término conduce casi siempre a amalgamar movidas que se oponen en todos los puntos o casi. Los movimientos fascistas o neofascistas son evidentemente «populistas», pero no tienen el monopolio del «populismo»; puede ser que históricamente haya podido existir un populismo neoliberal (Margaret Thatcher o Ronald Reagan por ejemplo, pero también de cierta manera Emmanuel Macron); el discurso comunista ha tenido a menudo claros rasgos populistas, así como también numerosos movimientos latino-americanos… «Extrema derecha» es una mejor categoría en mi sentir, pero tiene el defecto de ser puramente «localizacionista» (a la derecha de la derecha tradicional) y por tanto de no decir nada del contenido político. En rigor, los términos «nacionalistas» o «reaccionarios» son más cercanos de la realidad, pero al primero me parece que le falta la violencia de la mayor parte de los movimientos de extrema derecha en la actualidad, y el segundo no atrapa el carácter más complejo de estos movimientos, generalmente a la vez modernizadores y reaccionarios (como lo fue el fascismo histórico). Asistimos al nacimiento de un nuevo fascismo, inacabado por el momento en este estadio (especialmente en su capacidad de movilizar las masas), pero ajustado a las nuevas condiciones económicas y políticas así como sociales y culturales –o afectivas, si se quiere: un fascismo post-fordista, que aprovecha los nuevos modos de politización (en particular via las redes sociales) y que sueña no tanto con un porvenir radiante como con un regreso a una edad de oro evidentemente mistificada, que aspira no tanto a conquistar el mundo en detrimento de potencias que compiten, sino que busca imponer un mundo cerrado a expensas de grupos percibidos como «enemigos internos» (extranjeros, inmigrados, minorías).

Ud. retoma en su obra la distinción, establecida por Antonio Gramsci, entre una “guerra de posición”, que consiste especialmente en infundir las ideas y teorías de extrema derecha, y una “guerra de movimiento”, que se concreta en la acción más o menos violenta. Los dos asaltos de los que hablamos, que hemos podido reportar a una violencia simbólica, ¿marcan el paso a una nueva guerra de movimiento?

Sí que lo pienso, pero se trataba claramente de un error estratégico. El paso a la violencia no podía llevar a la victoria, no al menos en los dos casos que evocamos. No obstante hay que evaluar estas acciones que hubieran parecido inimaginables hace apenas veinte años, y de las que se puede temer que constituyan más bien un ensayo general que un canto de cisne; movidas neofascitas se han cristalizado que les han dado suficiente confianza en su fuerza como para lanzar una asalto armado contra las instituciones políticas. Es verdad que en este estadio la extrema derecha está llevada a practicar más bien la guerra de posición, y la mayor parte de los grandes dirigentes de extrema derecha, por no decir la totalidad, continúan desmarcándose de esas iniciativas. Pero ¿por cuánto tiempo? Las democracias liberales son percibidas cada vez más como ilegítimas, y ello por una buena razón: las condiciones de existencia de la mayoría de las poblaciones se degradan; las represiones de Estado –policiales y judiciales– se vuelven por todas partes más feroces frente a las movilizaciones sociales; las conquistas pasadas –servicios públicos, protección social, derecho del trabajo– continúan siendo desmanteladas via políticas de mercantilización. Alimentada por esas políticas neoliberales, se está asistiendo a una escalada de la competencia, la precariedad y los temores de degradación, lo que constituye uno de los motores más potentes del racismo y del neofascismo. Sin alternativa política al neoliberalismo, es muy improbable que retroceda la Internacional fascista.

Traducido por Luis-Alfonso Paláu, Envigado, co, Enero 11 de 2023

Tomado de Philophie Magazine Enero 2023



Ecofascismos": ¿cómo la extrema derecha se apoderó de la ecología

Jean-Marie Durand, publicado el 17 de mayo de 2022


El concepto de «ecofascismo», nacido en los años 1970, se impone cada vez más en el paisaje del pensamiento ecológico. A menudo confuso, merecía aclaraciones metódicas a las que se entrega el sociólogo Antoine Dubiau en Écofascismes (Grevis, 2022), un estudio arqueológico y contemporáneo de la noción. Fundado en un doble proceso, que procede a la vez de una fascistización de la ecología y de una ecologización del fascismo, este concepto es objeto desde los años 2000 de una apropiación reforzada de la extrema derecha que, a partir de una defensa del principio de naturaleza y de la ecología integral, verdea su narrativa reaccionaria.

La izquierda no tiene el monopolio de la ecología

La arqueología del pensamiento ecológico atribuye generalmente a la izquiera la paternidad de una visión del mundo que integra la crítica de la influencia de la técnica en la sociedad, la crítica del productivismo o la pérdida del sentimiento de naturaleza. Una visión muy simplista, si se tiene en cuenta por ejemplo la potencia del productivismo en el programa de la izquierda durante decenios. Pero sobre todo, el pensamiento ecológico hereda de muchos otros registros políticos, algunos muy marcados hacia la derecha, cuando no a la extrema derecha. En su precisa y minuciosa investigación, Écofascismes, Antoine Dubiau observa que si la extrema derecha sigue estando marcada por un «fascismo fósil» (que niega el calentamiento global y que defiende las industrias y energías fósiles), «existen formas marginales de apropiación sincera de la cuestión ecológica en su seno». Se trata pues de «tomar en serio el peligro ecofascista», lo que implica abandonar un encuadramiento demasiado estrecho de las apropiaciones políticas de la cuestión ecológica. «Echar una mirada atenta al ecofascismo pasa en prime lugar por el rechazo de la posición arrogante que coloca naturalmente la ecología en la izquierda del tablero político; está última enmascara completamente las otras formas de ecología política.» La ambición de Antoine Dubiau consiste en aclarar este concepto de ecofascismo, que con frecuencia se usa de manera confusa y contradictoria, desde que fue forjado por pioneros de la ecología política en los años 1970 como Bernard Charbonneau & André Gorz, que ya apuntaban a una preocupación en torno a un control tecnocrático de la sociedad dadas sus urgencias ecológicas. La posibilidad del ecofascismo reside de hecho hoy en la contingencia de dos procesos distintos: la «fascistizacion de la ecología» y «la ecologización del fascismo». «La primera se define como un conjunto de pendientes deslizantes hacia una concepción fascista de la ecología, en los enfoques ecologistas corrientes.. La segunda se reporta a la historia de la apropiación del desafío ecológico por parte de los ideólogos fascistoides, cuando no abiertamente fascistas».

La fascistizacion de la ecología

La fascistización de la ecología se manifiesta a través de los discursos ecologistas autoritarios ligados a la intensificación de los trastornos ecológicos. Para algunos ecologistas, los sistemas democráticos modernos están entrampados en un funcionamiento a corto término, que les impide enfrentar los desafíos sistémicos de la crisis climática. En la medida en que las organizaciones ecológicas querrían imponer un modo de alimentación, limitar la libertad de desplazamiento de los individuos o prohibir el espíritu empresarial..., se las acusa de promover una nueva forma de totalismo que se inmiscuiría hasta en la vida cotidiana de la población. Dubiau constata la emergencia, ciertamente marginal, de esta tentación autoritaria que se concreta por ejemplo en la propuesta de un estado de urgencia ecológico. Y de manera más profunda aún, la fascistización de la ecología se ancla en una tradición medioambiental fundada en una relación crítica con la modernidad (crítica de la sociedad industrial, rechazo de la sociedad consumista, defensa del decrecimiento…).

La ecologización del fascismo

Paralelamente a una cierta fascistización de la ecología, el autor analiza sobre todo la ecologización del fascismo, que parece ser el fenómeno más significativo en la comprehensión del ecofascismo. La refundación doctrinal de la extrema derecha reposa en efecto sobre una ecologización de su relato. Esta reconfiguración emerge en los años 1970 con la Nouvelle Droite, reunida en el Groupement de recherche et d’études pour la civilisation européenne (Grece), dirigida por el filósofo Alain de Benoist. El nuevo referencial medioambiental de esta extrema derecha insiste en una concepción abiertamente reaccionaria de la ecología. «De manera análoga a su emergencia a la izquiera, el anticonsumismo de la Nueva Derecha funda su adhesión en la consigna del decrecimiento» La ecología permite sobre todo darle coherencia a diversos mitos y misticismos reaccionarios. Una renovación espiritual ata el rechazo de la modernidad y la protección de la naturaleza. «El conjunto desemboca en una teoría con una fuerte coherencia interna: una ecología neo-pagana, fundada en la idea reaccionaria del enraizamiento de las culturas europeas en su entorno» Frente a la mundialización y al liberalismo, el enraizamiento se vuelve el elemento central de un proyecto político.

Una nueva fachada del fascismo

Este doble proceso de fascistización de la ecología y de ecologización del fascismo converge pues hacia lo que se llama de acá en adelante el ecofascismo. La ecología integral reúne claramente el ecofascismo salido de la Nouvelle Droite, que considera «la naturaleza como zócalo» para la organización de la sociedad. El ecofascisme reposa sobre una cierta idea de la naturaleza, concebida como un orden, cuyo rebasamiento de sus límites entrañaría una forma de decadencia. Esta nueva fachada del fascismo está pues fundamentada en una ecologización del racismo etno-diferencialista adoptado por la extrema derecha en los años 60. Dubiau estima que «se vuelve desde entonces posible hablar de diferencialismo ecológico o “eco-diferencialismo”». En respuesta a las «ZAD» (zonas a defender) de los ecologistas radicales anclados en la izquierda, les ecofascistas piensan «reconquistar los campos», con el fin de hacer de ellos «ZID» (zonas identitarias por defender)… Todas las tendencias del ecofascismo parecen investir esta forma comunitaria, de la ecología integral a la ecología neopagana. El llamado de Éric Zemmour a que se preserven los paisajes franceses, que él desea defender sobre todo por su dimensión nacional y tradicional mas que ecológica, es un rostro de este ecofascisme.

Terreno ideológica del ecofascismo contemporáneo, la movida de la Nouvelle Droite se ha lanzado pues a una verdadera guerra cultural. Si en la práctica, los proyectos ecofascistas y ecologistas libertarios pueden parecer «convergentes», en tanto que defienden «el despliegue de comunidades ecológicas locales, más respetuosas de la naturaleza, y que rechazan los imperativos productivistas», ellos se distinguen en realidad fuertemente en sus concepciones fundamentales de la ecología y de la organización social. Lo que así sugiere Dubiau con razón es el explicar hoy mejor la dimensión emancipadora del proyecto de sociedad ecológica, que integra el imperativo de un respeto de la naturaleza y de la biodiversidad sin descuidar la libertad, la igualdad y la solidaridad social, como lo analiza Serge Audier en sus numerosos ensayos sobre el tema. Ahora bien, concluye el autor, «la insidiosa amenaza ecofascista contemporánea hace más que urgente una tal actualización del este proyecto político». Solo una sociedad realmente ecológica puede conjurar la amenaza de un ecofascismo.

 

Écofascismes, de Antoine Dubiau, acaba de ser publicado en ediciones Grevis. 130pp.,

Roma (Italia), el 26 de septiembre de 2022. Giorgia Meloni en la sede del partido Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia). © Ettore Ferrari/EPA/Maxppp




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