El Cáncer y la Industria Alimenticia

mauricio castano h
Historiador
Colombiakrítica

Lo que no mata engorda, se lo dice con frecuencia, pero en nuestros días no es así. Resulta que en este mundo actual, la comida industrial es la que nos está matando. Ya son muchos países que han prendido las alarmas por la obesidad considerada como una pandemia que agrava la salud y colapsa tanto al sistema como sus presupuestos. Y, en esencia, las raíces del mal han sido identicados en los azúcares, las arinas blancas y las grasas saturadas, todo esto aumenta los tejidos adiposos y es caldo de cultivo para las células cancerígenas. Para citar tan sólo un ejemplo, que alerta sobre la obesidad como pandemia en todas las edades, tiene que ver con las bebidas azucaradas que están siendo prohibidas en las escuelas, es el caso de México así como en muchas otras naciones europeas, está prohibido su consumo dentro y en los alrededores de los colegios.


Ésta triada de azúcar, grasas y harinas blancas, y todo esto dicho en una expresión la industria alimenticia es la que está matando a la gente. Sumidos en su negocio, en producir más con menos, se fueron por el camino fácil sin importar la salud de los consumidores, de la gente, de la población del mundo entero. Fue apartir de 1940 que la industria como tal se disparó y a la par el cáncer y la obesidad también se elevaron. Muchas investigaciones entre las que referenciamos al psiquiatra especializado en neurociencias David Servan-Schreiber, fallecido por un tumor cerebral siendo aún muy joven, es quien inspira estás líneas en su libro Anticáncer. Diezmado en salud, aprendió que el mirar médico es distante, despreciativo y petulante, y saberse vecino de la muerte lo aproximó a los pacientes y entonces empieza a vivir la humildad, a pausar la vida y comer de manera saludable para alargar un poco más de una década su joven vida.

 El mismo pudo demostrar al detalle que lo que comemos es lo que nos está matando a través de los diferentes cánceres. Esto y no la derivación genética, de genes, es la causa del problema. Cada vez somos más lo que comemos, el ejercicio que realizamos a diario, el manejo del estrés o de las vidas agitadas, el proporcionar emociones generosas y de alegría, no tóxicas, a través de cultivar relaciones sociales o amistosas, en suma, a todo esto llaman estilos de saludable o epigenetica, que no es más que los individuos y su entorno... nosotros somos el entorno, la sociedad, los amigos y la ingesta que nos proporcionamos.

Muy pocos alimentos, solo los orgánicos, están limpios de cancerígenos, todos los demás están bañados o juagados en insecticidas o sustancias conservantes que propician los criaderos en nuestros cuerpos de células cancerígenas. Un gran grupo de alimentos sobreabundan en Omega 6 (y no en 3, el benigno), sustancia que favorece los tejidos adiposos para que se desarrollen los tumores malignos. Estos alimentos son las carnes provenientes de ganado, cerdo y pollos alimentados con maíz. Es tan sólo un ejemplo. Y como no recordar una de los mayores atentados a nuestro estómago como es la hamburguesa. En los Estados Unidos tan sólo una porción ingerida por una persona contenía alrededor de 3.200 calorías, la cantidad suficiente para estar un día completo en plena actividad. Hoy, por presión de grupos de salud, bajaron ésta cantidad calórica, aunque sigue siendo muy cuestionable su carne trans, con cancerígenos, envuelta en harina blanca o pan. Aunque sea cierto que todos estamos montados en el mismo barco de viaje a la muerte, la diferencia está en vivir de manera saludable y no estar esclavos de la enfermedad. Incluso, hasta en la muerte y estando en vida, se puede preparar un buen morir. Entonces, hablar de muerte es también hablar de la vida.


La Muerte y el Morir

Si bien saber vivir, saber comer nos proporciona una mejor calidad de vida, ello, claro está, no evitará que sobrevenga la muerte. Hablar de vida, es también hablar de la muerte, una y otra son caras de la misma moneda. Nacer es empezar a morir, un día de vida, es otro de muerte. La vida es muerte que viene, que se va acumulando, que viene de a poquitos, hasta el día de la gran transformación que pasamos a ser polvo cósmico u otras formas de vida en su rica y variada descomposición. Pero siguiendo a David, nuestro autor referido, la muerte no se tiene presente y siempre es vista lejana y que tan sólo le sucede a otros, hasta cuando la tenemos cerca con alguna enfermedad que nos diezma y nos hace poner un alto radical en la vida, nos hace pausar las vidas locas que se llevan al ritmo de la fama, sus vanidades y la soberbia. 

Es curioso que la experiencia de la muerte pasa por los actos de generosidad que dan sentido a las vidas. León Tolstói bien lo resumen en ese acto solemne y de soledad que es la muerte…. Referencia al aristócrata que ha llevado una vida sin sentido pero que se lo da en aquel preciso momento en que su humilde y harapienta sirvienta, que le acompaña por las calles nevosas y heladas, amenaza con morir de hipotermia. El entiende en ese preciso momento, que es la oportunidad de ser generoso, de salvar la vida de otra persona sin más interés que el de la propia compasión. Procede y le da abrigo, le salva la vida a cambio de la suya, pero con la diferencia que hizo algo por los demás, su muerte fue plena, con un rostro tranquilo, en paz, ese mismo que en desespero anhela tener cada viviente a la hora de su partida: "Él ve una oportunidad de dar por primera vez sentido a su vida, se nota en su mirada de plenitud de morir, dió su vida por alguien sufriente, su valentía lo redimió." En ese momento, el aristócrata muere, decidió su muerte. Es curioso, pero ese amor desinteresado tiene un no sé qué que alivia a los espíritus que han sufrido la no paz. 

Es curioso esto de que uno mismo decide su muerte en tanto que, como suele decirse, las enfermedades son del espíritu, de nuestro ser, de nuestros estados de ánimos que favorecen o no tales derivas de thánatos. Recuerdo, de paso, a Francois Dagognet, quien dice que uno solo muere de una misma enfermedad, la cual se habita para insistir, para precipitar la propia muerte. La enfermedad sirve para retrotraernos de las angustias existenciales pero a su vez es caminar nuestro propio destino. Es un facilisimo de retrotraimiento recurrente. En antítesis, la salud se restablece para hacer frente a la vida. Por esto mismo se dice que  siempre se está enfermo de la misma enfermedad. Pero la verdad es que estar enfermo es perder la libertad por la dependencia que se tiene de otros y gracias a que la vida se viene abajo de a poquitos, no importa que haya sido un accidente o un ataque fulminante al corazón, al parecer nada es gratuito.

En suma, a todos nos asiste un temor al morir o a la muerte. La sombra de la muerte es quizá la que logramos ver cuándo la vida es pausada. Tanto el miedo a sufrir o a no saber los supuestos misterios que la muerte encierra, es lo que impulsa a cada individuo a agazaparse, a ir por la vida anestesiado o drogado por el trabajo, el Poder, la fama o las drogas alucinógenas. Todas ellas distraen de sabernos finitos en que algún día moriremos. Es una concepción dualista pero que en la realidad la vida y la muerte van juntas, son indisociables. Nacer es empezar a morir, cada día de vida es otro de muerte. La vida es muerte que viene. La muerte es vida vivida. El desgaste paulatino es inevitable. Todos somos mortales y nos corresponde morir algún día.

Si todo esto dicho es cierto, entonces en vano nos preocupamos cuando se le teme a la muerte por el dolor, por el ajeno, en especial el que creemos sufren nuestros seres más queridos en momentos antes de su partida, porque el propio está ausente. Citemos a David: "Con alivio, descubrimos que la muerte en sí no es dolorosa. En los días postreros, el moribundo ya no tiene ganas de comer ni de beber. El cuerpo va deshidratándose poco a poco, deja de haber secreciones, orina, deposición de heces, y va habiendo menos flema en los pulmones. Por eso, hay menos dolor en el abdomen, menos náuseas. Cesan los vómitos y las toses. El organismo va parándose. A menudo la boca está seca pero es fácil aliviar la sequedad chupando un cubito de hielo o un trapo húmedo. La fatiga se apodera de la persona y la mente se torna más distante, normalmente con una sensación de bienestar y a veces incluso de suave euforia. El moribundo pierde interés en conversar. Simplemente quiere coger una mano o contemplar la luz del sol por la ventana o escuchar el canto de un pájaro o una melodía especialmente hermosa. En las horas finales a veces se le oye respirar de una manera diferente; es lo que se llama «estertor». Tras esto suelen producirse una serie de respiraciones incompletas («el último aliento») y unas contracciones involuntarias del cuerpo y de la cara, como si se resistiese a quedarse sin la fuerza vital. No delatan sufrimiento. Son simplemente la señal de la falta de oxígeno en los tejidos. Entonces los músculos se distienden y todo acaba…" Junto con el miedo a sufrir y el miedo a la nada, muchas veces podemos encontrar la angustia de enfrentamos en soledad a lo que Tolstoi denominó «el acto monumental y solemne de la propia muerte». Tenemos miedo de que no haya nadie al final junto a nosotros para darnos consuelo, enfrentados a una circunstancia tan aterradora. A menudo esta soledad nos hace sufrir más que el dolor físico.


En lobby de la industria alimentaria

No olvidemos, para no caer en la ingenuidad, los temas de gran calado del mundo del Poder y que tienen que ver con el lobby político. El que hacen los empresarios de la industria alimenticia ante los estamentos de gobierno, en Estados Unidos para no frenar su negocio que está envenenando a la gente, pasó cuando Michel Obama quien patrasió reformas en su contra y a favor de la buena alimentación. En Colombia varias propuestas por poner cuidado a las bebidas azucaradas han sido abortadas gracias a los legisladores que son financiados por esas industrias de refrescos de agua azucarada con colorantes. 

Es un tema del negocio de las patentes. Aunque el brócoli así como otros productos orgánicos no se pueden patentar porque no fueron inventados por nadie y están ahí en la tierra, pero poco a poco se va tomando conciencia de que el buen vivir pasa por la buena alimentación libres de los baños venenosos vía fungicidas, etc. Escuchemos de nuevo a David: "Para aquellos que, como yo, desean protegerse del cáncer es inaceptable seguir haciendo el papel de víctimas pasivas de estas fuerzas económicas. La única opción que nos queda es armamos de toda la información disponible sobre lo que podría ayudarnos a controlar la enfermedad sin dañar nuestro organismo. La buena noticia es que contamos ya con suficientes datos sobre los efectos anticáncer de la alimentación como para que todo el mundo empiece ya a aplicarse el tratamiento. (p.137)

Es cierto, la esencia es encontrarnos a nosotros mismos que algún día seremos polvo: "El poeta habla de un tren que corre a toda velocidad por las aparentemente infinitas praderas del Oeste americano. Él sabe cuál es el destino final de esos vagones de acero: un montón de chatarra. Y el sino de los hombres y mujeres que ríen en los compartimentos: el polvo. Él pregunta a otro pasajero adónde se dirige, y el hombre responde: «A Omaha»  (p.192)

A los griegos debemos el término Pharmakon que significa a la vez el remedio y el veneno. Las leyendas refieren que hombres de Poder ingerían pequeñas pócimas de veneno para así ir acostumbrando el cuerpo a la intoxicación, y de esta manera contrarrestar un posible envenenamiento de sus enemigos que le querían muerto. Hoy, con la industria alimenticia, parece que a todos nos quieren muertos, es la tesis central del libro referenciado. Se trata entonces es de saber o aprender a alimentarnos, porque la industria alimenticia junto a la soledad, a la inmovilidad como el aislamiento nos están matando.


Read more...

Una Moral de la Enseñanza

Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

El quince de febrero del corriente año, un grupo de amigos festejamos en la virtualidad el cumpleaños del profesor Luis Alfonso Paláu. Lo seguimos llamando "profesor" porque desde su jubilación no ha dejado de compartir sus traducciones de autores franceses, que emergen para estar en el filón de las discusiones más críticas de lo que puede denominarse: la historia y filosofía de las ciencias, y en general, lo que viene a ser lo mismo, del pensamiento contemporáneo. Y es lo mínimo que puede hacerse con el amigo que se ha caracterizado por su generosidad y rigurosidad cuando se trata de responder a sus estudiantes como ellos mismos lo han testimoniado. Palabras más, palabras menos, al día siguiente, el profesor se aparecía con un documento que había traducido la noche anterior y me lo daba diciendo: esto te puede ayudar a pensar lo que preguntaste ayer en clase (Cabe anotar que él se pagó de su propio pecunio una traductora de tiempo completo para estar al día con estas traducciones). Este proceder, Paláu mismo lo define como saber  escuchar a sus estudiantes. Él se esfuerza por entender sus inquietudes y proporcionar el mejor material bibliográfico que les pueda servir para ahondar en sus inquietudes. 

Y mucho material, centenares de documentos, de libros, es avasallador la bibliografía fundamental y complementaria que proporcionaba en sus cursos. He allí una virtud deleuziana: la velocidad. Recuerdo a otro maestro, Antonio Restrepo, también de la Universidad Nacional de Medellín, que decía de la rigurosidad de Paláu, que le es propia pero que luego será cincelada por Susan Bachelard, quien asesoró su tesis doctoral a finales de 1970. En este sentido pedagógico resaltado y que él mismo revindica, ésta impregnado de una ética o moral amorosa y de generosidad de la enseñanza, "quien no sea capaz de responder y por respeto a sus estudiantes, debería renunciar."


Este acto de generosidad que caracteriza al maestro Paláu, me recuerda a Serres quien dice sobre la enseñanza generosa, cuando refiere la anécdota de una maestra que es preguntada por un niño escolar de por qué ella se esfuerza en cuidar tanto a sus estudiantes. A lo que ella respondió que la misma pregunta se la hizo ella misma cuando niña a su profesor. Quien le respondió que cuando estuviera grande comprendería la generosidad amorosa en la enseñanza cuando ella misma lo hiciera con sus discípulos. Serres también precisará que es en la enseñanza, en dónde se puede apreciar mejor el don de la gratuidad. He allí, uno de los pocos procesos en dónde el intercambio fluye de manera libre y se beneficia casi hasta la infinitud: quien enseña ha entregado un saber que será aumentado por quién recibe, pero a su vez este valor agregado y aportado por el estudiante, será aprovechado por el profesor para un otro mayor avance, y así el proceso se repetirá en otros terceros en una cadena infinita o mejor una cornucopia. Es un proceso retráctil.

Otras palabras nos vienen a la mente pensando en definir al amigo generoso. Montaigne bien expresó que lo característico de la amistad es lo incondicional y que ella misma surge cuando menos se piensa por un acuerdo implícito de voluntades, en dónde sólo está el disfrute de las presencias, incluso toda ella es muy cercana a la ociosidad, incluso mucho mejor, la amistad es parasitaria capaz de dar todo por el otro a cambio de nada. La generosidad es el precio de la amistad.

Este ejercicio magisterial, esta enseñanza del maestro, me gusta entenderla en la definición de lo virtual que hace Fauré, cuando precisa que ello comporta una acción actualizada en doble vía: cuando la mano escribe un pensamiento sobre la hoja en blanco, lo hace exteriorizando lo que estaba en abstracto allá en el cerebro, pero de rebote o retráctil, lo ya escrito sirvió para mejorar las ideas o pensamientos que antes eran tan sólo abstracciones o divagaciones: "De la misma manera que el proceso de escritura no consiste simplemente en trazar sobre el  papel palabras y frases que ya estaban inscritas en el cerebro; sólo escribiendo uno puede darse cuenta de lo que es capaz, e «interiorizar» de rebote lo que ha sido «exteriorizado». El proceso de exteriorización entraña de regreso un proceso de interiorización; nosotros que a la vez hemos heredado y producido esas tecnologías digitales, precisamos actualmente preguntarnos lo que las tecnologías de lo virtual digital nos hacen de retorno."

Todo esto dicho en reconocer una labor pedagógica de formación y difusión de un pensamiento crítico y que cobra mayor relevancia en un país donde no se alcanza a leer un libro al año. Peor aún, en dónde los profesores no leen y sólo se ocupan de presumir el último modelo de camioneta cuatro puertas, full equipo de sonido. Y en verdad estas son las discusiones intelectuales o pedagógicas de quienes se encargan de formar a las futuras generaciones del país, en ellos está el encargo de formar en pensamiento crítico. Sobre todo ese terreno árido, es en el que nuestro pedagogo cumpleañero planta sus semillas. Pero la verdad, él mismo, es la roca firme sobre la cual mucho pupilo edifica su vida intelectual en compromiso de soñar un mundo posible que parezca mejor al que nos ha tocado vivir.

De seguro no ha de echarse en saco roto el repliegue recomendado por el profesor Paláu en estos tiempos difíciles de tensiones, polarizaciones e intolerancias con el ejercicio de un pensamiento crítico: en épocas críticas, es mejor no arriesgar todo y mejor es aconsejable la quietud: si se quiere tener alguna acción sobre el futuro, hay que cuidarse. En fin, además, nos quedamos con  su ética o moral de la enseñanza.


Read more...

Entre lo Mejor y lo Peor

Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

Tanto huir, tanto esquivar para terminar conviviendo con nuestro enemigo. Estaba ahí, cerca de nosotros. ¡Que no cunda el pánico! Lo que no nos mata, nos hace más fuertes, así reza la sabiduría vitalista. Seré fiel a los hechos que me refirieron. La fiebre estaba en 38 grados en tarde, noche, hasta el amanecer del día domingo. Los protocolos covid recomiendan prevención en aislamiento. Y lo mejor, consultar a los médicos para evitar posibles contagios en caso de que los hubiera. 

Así se hizo. Se acudió a un hospital público, reconocido por su seriedad y competencia médica. Con los pies puestos allí, se pasa por la portería, luego a un puesto de enfermería, de allí se remite a otro en el que se atiende este tipo de urgencias. En ninguno de estos parajes se notó esas exigencias asépticas en manos, pies o la toma de temperatura tal como lo mandan los protocolos. Más bien el mundo seguía siendo mundo desde que lo es. Y todos, vivos o no, convivimos con todos, es ley de la vida. El Covid es un huésped más en nuestra casa cuerpo que cada uno somos. Allí, en esta unidad hospitalaria, la barca de Noé parecía bien equipada sin reparar por alguna existencia diferente. El viaje inspira calma y buen puerto.

Por fin se llega al destino. Se está frente a una médica treintañera. Sentada, tranquila, ordenando algún que otro papel en su escritorio. Detrás suyo una señora que auxilia en la limpieza de sacudir o quitar polvo. Ambas con tapabocas ordinarios o desechables, nada de escudos faciales ni nada de trajes que parezcan de extraterrestres. Entrada en materia, la médica de siempre proyectar tranquilidad, nada que ver con las imaginadas salas de urgencias en desespero y combativas de millonésimas de micropartículas de virales. Las bocas siguen en su hablar, los ojos en su parpadeo. 

Palabras más, palabras menos, en respuesta a la solicitud de hacerse la prueba covid, la médica, sin señas de alarma y de haber abandonado sus pensamientos que la ocupaban desde hacía largo rato, atina a decir que la tal prueba sólo podrá practicarse después de 72 horas y con síntomas que así lo ameriten como altas fiebres, vómito, pérdida del gusto, del apetito… este virus es otra gripe más -dice-,  Y continúa: el virus ya está entre nosotros, está esparcido por todo lado, por todos los rincones, en el aire que respiramos... hay que aprender a convivir con él. Ya todos, en su gran mayoría, lo tenemos, en unos se manifiesta, en otros no. Y por esas mismas razones, el tal cerco epidemiológico ya no aplica, ya no se usa, es reverenda pendejada.

Estás razones, más la actitud proyectada de la médica, todo esto enmarcado en ese ambiente institucional desde porteros, recepcionistas, enfermeras, todo esto, decimos, opera como una especie de placebo que contrarresta tanto miedo, tanto pánico, tanto pavor segregado allá afuera en la calle, y en especial por esas medidas gubernamentales de restricción con sus toques de queda, ley seca, pico y cédula, y una que otra intervención demagógica. La verdad que esas palabras de la galena refrescaron y revitalizaron a quien tuvo un cierto miedo y, se supo después, de su falsa alarma de contagio. Y que en todo ese ambiente de excesiva exageración que no es más que un miedo paralizante  por una gripe más, un virus más ganado en esta vida de caldo bacterial. Recuerdo que pocos meses de iniciada está pandemia, un amigo refirió un pariente en Estados Unidos que trabaja como enfermera y que fue infectada por el Covid, y que en su empresa hospitalaria la mandaron a quedarse en casa por unos días mientras pasaba el malestar. Pasaron los días y de nuevo se reintegró al trabajo como lo han hecho miles y miles de personas, todo vuelve a la normalidad, el mundo continúa siendo mundo. 

Si se mira desde el ángulo del lucro, no puede dejarse de lado que esta misma pandemia ha servido a los operadores de salud, en especial los privados, como excusa para dejar de prestar su servicio. Y el miedo es un recurso estratégico que bien sirve a incrementar las ganancias. Y es así como se tiene que los protocolos de bioseguridad, en la mayoría de las ocasiones, sirven para justificar la mínima o la no prestación del servicio. Una persona puede pasarse semanas y hasta meses buscando una cita o la programación de una cirugía, fuera de ser dispendiosa a la hora tratar de establecer cualquier comunicación telefónica o en muchas ocasiones, resulta infructuosa, la justificación de la entidad prestadora del servicio informará por grabaciones o mensajes de texto en el celular que están congestionados. De seguro muchas otras cosas diferentes al covid, nos están matando. Acá tenemos de todo, de lo mejor y lo peor.


Read more...

La Servidumbre Voluntaria

Mauricio Castaño H 
historiador 
colombiakrítica

El espíritu libre es preferible. Las ataduras sofocan, cualquiera sean ellas. Por servidumbres voluntarias ha de entenderse todas aquellas cadenas que llevamos puestas sin que siquiera intentemos desatarlas, más bien puede un sentimiento bajo, engañoso de falso disfrute. Nadie está obligado a lo que no le guste, más sin embargo se madruga todos los días a contra voluntad ("Dadme una razón para levantarme de la cama"). Las raíces más recientes de nuestra esclavitud hallansen con el nacimiento del Estado Moderno Burgués. En él se prometió dejar el sudor campesino por el apalancamiento del mundo fabril urbano. El obrero es un pedazo de carne pegado a la máquina.

A partir de allí el número y el lugar signan al nuevo individuo, al nuevo sujeto. Llamarán empadronar a la asignación de un lugar para el domicilio, un lugar en donde estar y un número único, inconfundible, a cada civitas, a cada ciudadano. Su identidad, como en las huellas dactilares, será única e inconfundible desde que se nace hasta que se muere. Nacemos e inmediatamente se nos asigna una denominación y un número, una identidad… al morir, se notifica su deceso. Desde bebecitos se nos amarran de por vida y hasta morir, en la tumba, aparecerán nuestras fechas del inicio y del fin, y si la memoria es respetada, algún epitafio marcará la individualidad o excentricidad que no dejará de ser vanidosa y que esconde la otra cara de ladrón que se fue.  Pues es normal que todos nos sabemos finitos y cuando más polvo cósmico de esa materia que se transforma, ni se crea ni se destruye.

Pero se dijo libre es vez de servidumbre… Quién hoy cuestiona los modos de vida en los que vivimos, en los que somos llevados como una hoja al viento. El obrero o empleado se despelleja por hijos, la casa, la beca y el carro, y todos los pagos provisionales o de por vida que los amarran. Aceptamos sin reparos esta servidumbre voluntaria. El empadronamiento desprende una serie de amarras: tendrás una vivienda la cual pagarás durante gran parte de tu vida. Pagarás tus cuentas de electricidad, agua, conectividad… A tus hijos los asistirás en alimento, salud, educación y recreación hasta cuando sean grandecitos.

El invento del Estado moderno, se lo sabe burgués, y esto significa que existen unos pocos propietarios de los medios de producción, que se quedan con la mayor ganancia de todo lo producido en la cadena de hombres, máquinas y demás medios. "El obrero se ha vuelto “un apéndice de carne en una máquina de acero." Dijo Marx. Pero la invención mayor del aparato Estado es impedir la distribución de lo producido y de la riqueza para la gran masa poblacional. Sólo unos pocos se apropian de las grandes fortunas y a la gran mayoría se las priva de ellas. 

Esto se lo conoce de manera suficiente, basta echar un ojo en las grandes o pequeñas ciudades para ver esa gran masa de desposeídos, de miles de ciudadanos tirados al pavimento, tirados a la calle en la mendicidad. Otros sudan en extensas y duras jornadas para apenas llevar el pan a la mesa. En contraposición, se tienen otros modelos como los de ciertas comunidades indígenas prehispánicas, que producían pero sin concentrar o impedir la circulación, a todos los miembros pertenecientes a su comunidades, se les proporcionaban los recursos suficientes y necesarios para poder vivir felices y dignos. No había, se enfatiza, concentración de los recursos, de las riquezas. 

Jean Clean Beaune dice al respecto sobre una comunidad indigena: "Una vez asegurada la satisfacción global de las necesidades energéticas,  nada podrá obligar a la sociedad primitiva… a alienar su tiempo en un trabajo sin destinación, mientras que ese tiempo está disponible para la ociosidad, el juego, la  guerra o la fiesta. Todo parece un zaperoco cuando el hombre produce “sin intercambio y sin reciprocidad." Esto lo recibimos como una semillita plantada en nuestros cerebros.

Queremos terminar estás líneas con Beaune que nos recuerda el juego de la vida, su azar, en donde lo monstruoso termina perdiendo su partida ante otros que permanecen en la media: "Los individuos no son referibles sin  contradicción a un tipo ideal, preestablecido; su valor es analizable en términos de totalidad, de organización interna, de éxito global en el juego de la vida. La naturaleza juega todas las partidas posibles; el monstruo fracasa, la media logra, pero un género  es tanto más rico cuanto que propone casos diferentes, de la misma manera que entre más se juegue más posibilidades se tiene de ganar. Lo normal es el “mejor de los monstruos posibles”, el que ganó en el juego."


Adenda: precisiones del historiador Iván Castrillón.

Observo varios problemas: N olvidar ueq tanto los aztecas como los Incas son sociedades imperiales y por lo tanto con regímenes de servidumbre muy duros. Cosa distintas sucede con las sociedades primitivas estudiadas, entre muchos por Levy Strauss ,y especialmente las tesis de Pierre Clastres y la imposibilidad de las sociedades soberanas.

Por otra parte la Fontaine tiene un sinnúmero de fábulas al respeto, en español esta esta del lobo flaco y el perro gordo [https://www.guiainfantil.com/articulos/ocio/cuentos-infantiles/el-lobo-y-el-perro-fabulas-de-la-fontaine-para-ninos/]

Para concluir por ahora, la servidumbre en el presente pasa por el consumo a costa de vivir endeudados

 En «el número y el Lugar» Dagognet cuestiona las formas de nomadismo en el mundo contemporáneo, y va defender el encierro de la sociedad disciplinaria como una condición del bienestar que la sociedad ha alcanzado. Y en la Corrosión del Carácter Sennett va estar de acuerdo con esta tesis.


Read more...

Formemos Red

Preferencias de los Lectores

Todos los Escritos

Rincón Poético

Seguidores