Por Mauricio Castaño H
Historiador

Por estos días la democracia arde por cuenta de esa Santa Inquisición, las cosas de  todo día, de chismes y catolicismo, fueron sacudidas. Hay alerta. El alcalde de Bogotá, un ex guerrillero, de la primera ciudad más importante del país, fue destituido e inhabilitado para ejercer cargos públicos durante quince años. Es la muerte política de uno de los perfiles más formado y consolidado de las huestees de la política de izquierda. El acontecimiento va más allá de un simple suceso que sacude la monótona y provincial vida del país, es una polarización en donde esas mentalidades sectarias, quieren cerrar el paso a una izquierda incipiente y soñadora con el Proceso de Paz que en la actualidad se lleva en la Habana.

En Colombia la democracia huele mal. Una de sus Partes tiene contaminado el Todo. Uno de sus ministerios públicos La Procuraduría, que procura guardar los buenos comportamientos éticos de los empleados del Estado, está yendo más allá al erigirse como una Santa Inquisición, que todo lo juzga al creerse dueño de la Verdad y de todas las almas, decide quien entra al cielo y a quien manda al infierno. Y no es para más, el Procurador Alejandro Ordoñez ha demostrado ser de esa estirpe goda ultra católica, guardadores de una única moral, las de los católicos, del Opus Dei. 

Este procurador fue formado en esas filas de la intolerancia, como buen alumno (alumno significa sin luz) quemó libros considerados inmorales, no sabemos si llevó a la hoguera cuerpos con almas impuras, su tesis de grado titula Presupuestos Fundamentales del Estado católico. De tal palo tal astilla, las guerras más crueles han sido llevadas por los odios religiosos. Pero este Procurador no está sólo, representa toda esa mentalidad y prácticas de violentos, de intolerantes que avivan la llama de la guerra, de las matanzas, es la denominada ultraderecha colombiana. Una contravención, un contrasentido en un Estado Social de 

Derecho, con libertad de credos. Colombia está en guerra declarada.
No es exagerado cuando comparan la destitución del alcalde mayor de Bogotá con un golpe de Estado, pues para los conocedores de la violencia política colombiana, el método de asesinar a sus contrincantes ha sido el normal, desde mil novecientos cuarenta y ocho, en la historia contemporánea, se ha venido echando plomo a los contradictores políticos, candidatos presidenciales asesinados, el partido político de la Unión Patriótica exterminado con sus más de seis mil militantes acribillados. Ahora la diferencia es que desde la misma institucionalidad quieren saltar por encima del otro pisoteando sus derechos, sus diferencias políticas y de libertad de credos. Recordemos que aquella dogmática sectaria se exaspera con la izquierda que la asocia con un comunismo ateo, con esos hombres que no poseen alma o si la tienen está endiablada y entonces es mejor echarla a la hoguera, creen estar haciendo el bien a través del mal.

Algunos hombres equilibrados de la institucionalidad han declarado que el procurador se está extra limitando en sus funciones al meterse en terrenos del propio fuero de la Democracia, pues en una elección popular, es el pueblo quien concede pleno poder al gobernante elegido, y por la misma vía, es él mismo quien se lo retira por los mecanismos establecidos para ello como lo son la Refrendación Popular.

En este país en el que brotan los monstruos que amenazan lo poco que de democracia hay, también resurgen fuerzas para detenerlos, para avivar la vida en la diferencia en la que todos nos reconocemos, ejemplo de ello fue, en 1991, la llamada Séptima Papeleta, movimiento si se quiere espontáneo de los estudiantes y de amplia apoyo ciudadano que dio origen a reformar la caduca, la centenaria Constitución Nacional de 1886. Esta democracia ha contado con ediciones renovadas de gobernantes como con la de otro exitoso ex guerrillero Antonio Navarro Golf, un pedagogo creativo como Antanas Mockus. En estos tiempos difíciles, la respuesta creativa e inteligente de los ciudadanos de paz, no puede ser inferior. Un viva para la movilización ciudadana que procura frenar los desmanes de estos hombres intolerantes que quieren imponer sus dogmas de fe a todo un país, los tiempos de La Ciudad de Dios ya pasaron y no fueron buenos.

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