Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/

La sociedad sí, el hombre no. Los hombres se explican por la cultura, por las prácticas culturales de una época. Buscar un hombre culpable o un puñado de ellos, sólo ayuda a aliviar culpas o en el mejor de los casos a entrar en procesos de frenar violencias como sucede con los chivos expiatorios. En Colombia al igual que otras naciones del hemisferio, no cesamos de preguntarnos por los orígenes y en especial por explicar nuestros comportamientos no gratos, no solidarios, y más bien violentos. Los españoles entraron con la cruz y la espada, triunfaron imponiendo sobre la cultura aborigen sus creencias, su racionalidad administrativa, una hibridación surgió, que la militancia cristiana luchó con todas sus fuerzas por arrasar todo aquello que no se pareciera a lo suyo, fue intolerante con quien no se adaptara a las nuevas conductas morales dictadas por la cristiandad. Las oposiciones vinieron de las persistencias de los arraigos culturales aborígenes y de los vanguardistas de la Razón, que querían incorporar las novedades de ciencia probadas en el mundo europeo, la llamada Ilustración, siempre en desventaja frente a la militancia católica de Santa Inquisición.

Allá en ese zócalo de historia se encontrarán explicaciones a nuestros orígenes, a nuestros comportamientos de hoy. Aún persiste esa hibridación insuficiente entre una Fe vaga y comodín, y una razón o ciencia etérea, el cuerpo social sobre el cual se asientan, es una mezcla indefinida, expresada en una Nación Insuficiente, un cuerpo social difuso, una sociedad civil escasa, en suma un Estado en construcción, por hacerse. Mucho se ha insistido en la constante de violencia venida de todos lados que ha influido en los comportamientos agresivos de nuestro ser colombiano, la cultura de sacar ventaja en los negocios, de tener como norte supremo el dinero, unas prácticas cotidianas en donde no importa el bienestar de mi vecino. Y de allí surgen los dirigentes, más pulidos, más hábiles para trampear con la ley. Y repetimos, la cultura es asiento de las prácticas cotidianas que nos revelan en la historia. Las diferencias entre semejantes se resuelven con violencias, con agresiones, puños patadas, luego a nivel escalar con la metralla. 

El balance actual de la sociedad colombiana no es alentador, la criminalidad hace parte del paisaje, es otro renglón de la economía que disputa con la tolerancia de los gremios económicos tradicionales. En las ciudades, en sus calles, en sus esquinas, los matones de esquina gravan, cobran impuestos a los dueños de los negocios, no importa su tamaño, grande o pequeño, todos pagan, a todos extorsionan. Y en la otra cara institucional, el hampa campea en la corrupción, los empresarios de la salud se roban los recursos de los contribuyentes, prestan pésimos servicios hospitalarios, las drogas suministradas son baratijas y de mala calidad. Y si se trata de obras de infraestructura, renglón fuerte de la administración pública,  más del 70 porciento de los recursos se invierten allí, el ejemplo más publicitado fue en Bogotá con el clan de la familia Nule, miles y miles de millones fueron raptados por ellos y su cómplices políticos.

La costumbre hace daño cuando refiere a malas prácticas, todo lo que corroe la vida de tanto suceder, se nos convierte en normal, nada que le detenga, ni forma de acudir a la nación insuficiente, su institucionalidad es débil, sus agentes los mueve la ambición, propósitos innobles, no virtuosos.

La tarea no es nada fácil, pero no imposible, los propósitos comunes son un buen comienzo. El tema de la solidaridad, de la equidad debe ser fuente de inspiración, que el bienestar alcance a todos, sin discriminaciones, a saldar la deuda social tan en mora, son pasos para transitar por la anhelada justicia social. Por supuesto que es fundamental tener presente ese arraigo cultural de la violencia, de odios y venganzas consumados en asesinatos, vueltos en empresa criminal, lógicas de guerra. Vale  la pena la preguntarse por un proyecto de cultura de la sociedad ¿Cuáles son los paradigmas, cuáles son los patrones culturales a seguir? Ello para desintalar los deseos desmedidos, todo se quiere tener, toda la riqueza como fuente de felicidad. Reconocer las mentiras que nos echamos y que no permiten conocer nuestros males. Revertir ese momento de la transformación en que la industria agenció el negocio de la narco mafia. Bien vale replantear ese eterno retorno que conjura una hibridación cultural que nos insiste en la muerte.

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