Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com

En la habitación propia el cuerpo se explaya para su regocijo, la inspiración llega para Virginia Woolf. Nuestro ser se exterioriza en el espacio, en la alcoba, en toda la habitación, creamos nuestro propio micro universo, elegimos los objetos que más nos gustan y los disponemos a nuestro agrado, en él nos develamos en lo que llevamos por dentro, en nuestro ser. La biología determina en todo viviente animal guardar distancia, sin ella la vida peligra. Los ataques entre animales o de éstos hacia humanos por lo general responden a la violación de las fronteras.

La sociedad moderna abandonó los espacios grandes, las cómodas casas por cajones verticales uno encima de otro, los llamados apartamentos elevadizos y uniformes. La vida se almacena, se apiña en pequeños espacios cuadrados con una que otra fragmentación funcional para separar ambientes, pero el apretujamiento es inevitable por más que la arquitectura quiera producir efectos visuales de amplitud y confort. En estas compactas cajas apenas logra acomodarse una familia con su prole, acoger un visitante en escaso tiempo hiede mal. Sabemos por el destino biológico que tanta cercanía mata. Poco se ha estudiado el hacinamiento en nuestras sociedades que hace brotar la violencia hasta batirse a muerte.

La reducción del espacio se da en la llamada clase media y en las familias más pobres. A muchas necesidades pocos son los recursos, entonces lo escaso se reparte entre muchos, la pobreza se socializa. Una familia que viva con lo necesario para tener una vida algo digna, se ve alterada cuando le vienen nuevos habitantes que urgen de techo, que piden ser alojados porque la situación económica los ha empujado a ello. 

Todo exilio involuntario o deseado es incómodo, tanto el que está como el que llega sufren reacomodos que acortan distancia, tanta proximidad mata, asfixia. Acaso no hemos visto a los migrantes, a los que escapan del mundo subdesarrollado con la ilusión de encontrar mejor vida en el primer mundo, sometidos a duros trabajos o al complejo comercio sexual o de vida sentimental, para la mayoría es un salto casi al vacío, para muy pocos de triunfo, depende de las garras y de lo inescrupuloso.

Somos seres sociales, me reafirmo en los otros que hay en mí, pero ello no quita lo distantes que debemos permanecer unos de otros para guardar nuestra paz. Ser imperceptible solo sucede con los seres extraordinarios. La familia está sobrecargada de funciones que antes eran públicas, hipertrofiada. La economía neoliberal se surte de la pobreza, mantiene en sueños a la mayoría de los habitantes suspendidos en el deseo de una casa propia para meter apretujados a su prole.

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