Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombia Kritica


La piel nos devela más de lo que se cree. El interior, lo que aloja el adentro de nuestro cuerpo, sale a flote en la piel, sobre ella se manifiesta desde lo más mínimo hasta lo más complejo de nuestras vidas. Se ruboriza, se sonroja, el color de la piel cambia cuando se está ante una situación incómoda, que avergüenza. El proceso bioquímico interno se exterioriza, se delata ante quien se tiene en frente. Es el ejemplo más sencillo de cómo lo que está adentro sale afuera tan sólo con un cambio en el color de la piel y en ocasiones con sudoración. Es un cuadro que se le reconoce con facilidad y frente al develado afirmamos que se avergonzó.
 

Los norteamericanos han logrado sistematizar más de 250 expresiones del rostro que develan al individuo y que ha sido aprovechado en especial por los servicios de inteligencia para resguardar la seguridad nacional de potenciales sospechosos, de posibles ataques. Y ni qué decir de las técnicas psicológicas o psicoanalíticas que han aprendido a develar esos lenguajes, muchas veces encubiertos como sucede con quienes dicen lo contrario a lo que quieren decir para poder encubrirse, permanecer ocultos, por eso se define bien que el psicoanalista es la pantalla sobre la cual el otro se proyecta, se devela o el psiquiatra se convierte en la pantalla en la cual se proyecta la neurosis del otro enfermo. En consecuencia, la vida no exige, no precisa de profundidades. El cuerpo se está develando permanentemente a través de nuestro tejido membroso, lo más profundo es la piel versaba el poeta Paul Valery.
 

Por eso hoy en día la medicina no invasiva no acude a abrir el cuerpo, no va a las profundidades, y por el contrario se vale de saber leer la epidermis que permanentemene revela lo que está en el adentro, devela al ser que lo habita. Como hace algunas décadas el médico tan sólo miraba, tan sólo le bastaba echar una mirada a la epidermis, a los ojos para poder diagnosticar. Una gota de sangre entrega el universo del individuo así como un grano de arena permite leer la historia cósmica. Pues sucede que las enfermedades tan sólo requieren de unos paliativos, las angustias existenciales obligan al galeno a recetar, pero tan sólo bastará un parte de tranquilidad como antaño lo hacía el hechicero con su magia, que hace creer al otro, mediante el ritual simulado, que el mal ha sido extraído.
 

La piel o la epidermis más que un muro es un interfaz y que luego nos reflejamos sobre el otro como si fuera una pantalla, sobre la cual se proyecta la personalidad biológica. “Se discutirá esta conclusión, sobre la interfaz y sobre la importancia de lo periférico mismo.  El viviente no se enrolla pues sobre sí mismo sino que sólo vive de relaciones y de enfrentamientos… El más delgado pedazo cutáneo lleva en sí mismo, indeleble, un encriptamiento que nada borrará: las huellas de nuestros dedos equivalen a la mejor de las firmas, la que no se puede imitar¡ Ninguna de estas huellas se parece a otra!  Lo que se consideraba como la envoltura –lo duro y lo indiferenciado– detenta pues en sí mismo lo más singularizante. Nadie se parece a nadie… Así como un grano de arena nos entraga los secretos del universo entero si lo sabemos leer, de la misma forma No solamente se leerá pues en una sola gota de sangre el presente del individuo (lo que él es) sino que allí se discernirá claramente su pasado (lo que ha sido) e incluso hoy su probable porvenir (los riesgos que corre, la fragilidad de su sistema de defensa)…. Las excretas no merecen el desprecio: lo que es secretado lleva consigo “el secreto” o la cifra del emisor. Todo lo que atraviesa el cuerpo –lo que aquí entra y después sale- es marcado: no cesamos de “firmarnos”. La interioridad no duda en inscribirse en el afuera.” En Conferencia de Luis Alfonso Paláu.

Si el individuo no cesa de develarse y la suma de individuos es la sociedad, ella también nos está diciendo cosas permanentemente, a la espera que quienes la deciden, los políticos y los administradores den las soluciones que protejan el tejido social. En suma, la piel es el mejor signo para leer cómo está una persona y cómo está la sociedad en general.





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