Almas y Naturaleza

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica
Imagen. Indígenas Tzeltales




Las extravagancias existen. En la tribu mexicana Tzeltal, cada cuerpo tiene diecisiete almas. Otros más moderados, los Kikumu en el África les asignan tan sólo nueve. Y si nos referimos a la tradición aristotélica se cuentan cuatro almas: la Vegetativa, Sensitiva, Cognitiva y por último la correspondiente a la Memoria. Y en nuestras culturas más comunes y religiosas tan sólo hay una para cada cuerpo. En algunos dogmas religiosos el alma puede reencarnar en otro cuerpo como en los budistas o brahmanes. Y por ello mismo rehúsan asistencia médica en la enfermedad para no interrumpir las penas a purgar y así cumplir la misión y finalmente estar en paz espiritual.


Pero en la cristiandad el alma sale del cuerpo para reunirse en el más allá, en el reino de los justos si la piedad no le es ajena y si no alcanza a lavar los pecados en el purgatorio, lo pecaminoso le asegura un puesto, un lugar en el infierno. Pero para otros y desde la tradición estoica, el alma y el cuerpo es una sola unidad, la materia impulsada por la energía, por eso su pragmatismo de perder el miedo a la muerte, al más allá: para qué preocuparnos si cuando estamos, no está (la muerte). Y cuando Está (la muerte) ya no estamos.


Digamos a grandes trazos que todo esto corresponde al filum, a la matriz mítica de cualquier cultura humana que se debate en un aquí de la vida y en la prospección de un más allá de la muerte, cuando ya no se es, cuando se deja de ser, cuando cesa la vida con el último suspiro. Por lo demás, recordémoslo, espíritu, spiritus se emparenta con respiración, por eso mismo se da cuenta del nacimiento con el primer suspiro y se muere con el último, cuando cesa la respiración. Pero más allá de ese drama que es sabernos finitos, de tener consciencia de que algún día se morirá, lo que está de relieve es la relación naturaleza y cultura, el ser en el mundo. Y todo dependerá de nuestro ropaje, de nuestra investidura cultural. Una vez más, repitámoslo, nadie está a título personal en su propio cuerpo, o en la versión etnológica de Levis Strauss: no son los hombres quiénes piensan a los mitos, sino lo inverso, son los mitos los que se piensan en los hombres sin que siquiera lo noten.


El Ser y el mundo


Acá queremos dar cuenta de un plumazo de la relación naturaleza y cultura, una y otra complementarias, para nada duales. Y para decirlo de una vez, el dualismo aristotélico ha envenenado todo aquello disímil y diverso de la vida. Por el contrario, Umwelt es un término que hace referencia a un todo que nos constituye, la naturaleza y la cultura son una sola, la una es, si se quiere, el anverso de la otra. Si bien hoy nos es ajeno todo esto complementario, en las culturas aborígenes se constata esa matriz, ese filum en donde ser y mundo son uno solo, por lo menos solidarios el uno del otro. «A mil leguas del ‹dios feroz y taciturno› de Verlaine, la naturaleza no es aquí una instancia trascendente o un objeto que hay que socializar, sino el sujeto de una relación social; prolongando el mundo de la familia entera, ella es verdaderamente doméstica hasta en sus reductos más inaccesibles.» (P. Descola, p.11)


Naturaleza y Cultura


Natus es nacimiento, se emparenta con el hacer de la agricultura, el hombre y el entorno que se complementan, es una especie de simbiosis y para nada separatividad. Los conceptos de pacha mama, gaya ciencia, madre selva, madre naturaleza, dicen bien de esa complementariedad. Por acá mismo desprendemos un continuo relacionamiento entre los mismos seres y el mundo, la ekumene que los rodea, por allí mismo viene que todo es relación y también de allí la palabra relativo, todo es relativo porque todo está en relación. Y claro está el cuestionamiento al concepto individuo, que refiere indivisible y por eso mismo la corrección por dividualidad, lo que es divisible y relativo, somos seres de relaciones, somos seres sociales, vivimos en comunidad, no existen islas de individuos, en aislamiento morimos.


Fronteras borrosas de Naturaleza y Cultura


No es la misma naturaleza para un indígena o un campesino que los árboles y la propia selva pueden ser más o menos parte de su habita, están en su madre selva, la feroz naturaleza es domesticada, es controlada por la mano que adiestra, que abre caminos aquí y allá, que baja monte para abrir paso a siembras queridas, deseadas.  Para un citadino sólo es un paisaje de árboles contemplado desde la lejanía desde su balcón. Los jardines evocan una naturaleza, es la representación depurada del cosmos. Para los chinos la montaña es mágica, alberga los espíritus, ella hace parte de un todo, por lo mismo los jardines la evocan e invitan a una cierta contemplación, algo así como una experiencia espiritual, de paz, de compenetración consigo mismo y con el afuera, con el entorno al cual me debo.


Quien no ha escuchado expresiones que involucran una configuración cosmogónica en donde todos los seres existentes sobre la tierra bien sean personas, animales, cosas o vegetales tienen sentires, incluso almas flexibles que pueden trasladarse, ocuparse otros cuerpos diferentes a su forma predeterminada, a su naturaleza misma. Quien no ha escuchado la Madre Naturaleza, Gaya Ciencia, Pacha Mama. Quien no ha escuchado en ciertas culturas en esencia aborígenes de animales que poseen almas humanas, de almas vegetales ingeridas por la boca de la madre gestante y que se quedará allí para siempre en aquel ser que pronto nacerá.


Empresa Taxonómica, Relativa y Contextual


Taxonomía, Transformación, Metamorfosis


Miremos un ejemplo que trae Philipe Descola en el libro Al otro lado de la naturaleza y la cultura (2005) del pueblo makuna en la Amazonía de la selva oriental colombiana, donde se presenta un no dualismo. «Como lo hacen los achuar, los makuna categorizan los humanos, las plantas y los animales como ‹gente› (masa) cuyos principales atributos: la moralidad, la vida social y ceremonial, la intencionalidad, el conocimiento, son idénticos en todo punto. Las distinciones internas a esta comunidad del viviente, reposan sobre caracteres particulares que el origen mítico, los regímenes alimenticios y los modos de reproducción confiere a cada clase de seres, y no sobre la más no menos grande proximidad de estas clases al paradigma de realización que ofrecerían los makuna… Las categorizaciones ontológicas son sin embargo mucho más plásticas aún entre los achuar, a causa de la facultad de metamorfosis reconocida a todos: los humanos pueden volverse animales, los animales convertirse en humanos, y el animal de una especie puede transformarse en un animal de otra especie. La empresa taxonómica sobre lo real es siempre relativa y contextual, el trueque permanente de las apariencias no permite atribuir entidades estables a los componentes vivientes del entorno.» (p.13)


Citemos otro párrafo en donde se visualiza la matriz, el filum de categorías que dan cuenta de las cosmogonías, de la relación naturaleza y cultura, de hombres que se metamorfosean en animales y lo inverso también:


«Muchos rasgos del paisaje son ante todo dotados  de personalidad propia. Identificados con un espíritu que los anima con una presencia discreta, los ríos, los lagos y las montañas, el trueno y los vientos dominantes, la barrera de hielo y la aurora son otras tantas hipótesis reputadas y atentas a los discursos y a las acciones de los hombres. Pero es sobre todo una concepción del mundo animal donde los indios de la floresta boreal canadiense testimonian la mayor convergencia. A pesar de la diferencia de lenguas y de las afiliaciones étnicas , el mismo complejo de creencias y de ritos gobierna por todas partes la relación de cazador con la presa... 


Enfaticemos los animales concebidos como personas dotados de un alma:


Así como en el Amazonas, la mayor parte de los animales son concebidos como personas dotadas de un alma, lo que le confiere atributos completamente idénticos a los humanos, como la conciencia reflexiva, la intencionalidad, la vida afectiva o el respeto de preceptos éticos… según ellos, la sociabilidad de los animales es parecida a la de los hombres y se alimenta en las mismas fuentes: la solidaridad, la amistad y la deferencia con los ancianos, en este caso con los espíritus invisibles que presiden las migraciones del animal de caza, administran su dispersión territorial y tienen a cargo su regeneración….


La apariencia es lo que difiere de hombre a animal, solo la envoltura corporal es diferente:


Si los animales difieren de los hombres, es pues únicamente por la apariencia, una simple ilusión de los sentidos puesto que las envolturas corporales distintivas que ellos lucen de ordinario no son sino disfraces destinados a engañar a los indios. Cuando ellos visitan a estos últimos en sueños, los animales se revelan tan y como son en realidad, es decir, bajo su forma humana, así mismo como hablan en las lenguas indígenas cuando su espíritu se expresa públicamente en el curso del ritual llamado la tienda temblorosa. En cuanto a los mitos bien corrientes que ponen en escena la unión entre un animal y un hombre o una mujer, no hacen sino confirmar la identidad de unos y de los otros. Una tal conjunción sería imposible, se dice, si un tierno sentimiento no le hubiera abierto los ojos al compañero humano, permitiéndole ver bajo los oropeles animales la verdadera figura de un cónyuge deseable.» (p.18)


Las almas de animales vagabundean iguales a la de humanos


«Los propios poseen un alma, idéntica en su principio a la de los humanos, a saber un principio de vida relativamente autónomo de su soporte material, lo que le permite al espíritu del animal de caza vagabundear, especialmente después de su muerte, y de asegurarse de que sus congéneres lo vengarán, si de ello hay necesidad. La organización social de los animales es en efecto parecida a la de los hombres; la solidaridad entre miembros de un mismo clan, mientras que las relaciones entre especies son descritas como relaciones entre tribus.» (21)


Si en algo se ha podido constatar la hibridación de la llamada naturaleza y cultura es en cierta antropología con sus categorías de totemismo que refiere a la continuidad material entre humanos y no humanos; el analogismo que son una red de discontinuidades que estructuran relaciones de correspondencias; esta el animismo que concede a los no humanos una interioridad humana pero son diferentes en su cuerpo; el naturalismo liga a los no humanos por medio de continuidades materiales pero separables en lo cultural.


Pero más allá y más acá, está el aristotelismo que lo envenenó todo con el dualismo. Y más acá, está el surgimiento de la inauguración de una cierta razón y de los cantos de la cosa pública, de la República, una y otra dieron carta abierta para establecer un poder único, un dominio del hombre sobre todas las cosas, naturaleza y animales serán su fuente de energía irrefutable, por el momento. El surgimiento del Estado Nación en occidente fue el gran acuerdo, el gran pacto de normas, de reglas para los hombres garantizaran la subsistencia, pero también fue la licencia para dar vía libre al mismo hombre como amo, señor y dueño del mundo, vía libre de explotar el planeta sin ninguna sumisión. Y en términos aristotélicos es el zoo politikon, el animal político el triunfador.



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Funciones Expresivas del Ser

Por Mauricio Castaño H
Historiador 
colombiakrítica

El Sufrir de Cuerpo y Alma

Ayer, con los griegos, la filosofía se alistaba a remediar el dolor, la enfermedad, el sufrimiento y el miedo a un más allá, a apaciguar el alma y a contener el cuerpo en sus excesos que podían acelerar el destino final no sin la satisfacción del goce, con el morir contento que dibuja una sonrisa en los labios del ser ya ido, ya yerto. Rememoramos el festín de sabores del banquete de Platón traicionado, estropeado por el habla sin parar que no degusta, no saborea. Al saber está anexo la degustación por los cinco sentidos, por ese sentir, por esa empiria, por esas experiencias que reportan el mundo del afuera que nos rodea y nos afecta en esa interrelación de nuestro yo interior con el exterior, con el afuera. Sabor pero también verbo, la palabra que dice y anuncia lo emergente.


Abramos un paréntesis para recordar la antítesis de aquel régimen dietético griego que fue Diógenes Laercio, sinónimo de renuncia de los excesos por todo aquello común y envolvente que quita paz de vida a un nuevo hombre revestido de mesura. Ayer salí al mercado y vi tantas cosas que no necesito.  Tanta energía infructuosa gastada, en nuestros días se convoca a una desaceleración del gasto innecesario. Cerramos paréntesis.


Los Diagnosticadores: Médico, Cura y Filósofo


El médico cura las enfermedades del cuerpo, el sacerdote las del alma y el filósofo da paz en el aquí y ahora del momento que nos vive, es un diagnosticador, un analista del acontecimiento, del momento que nos vive, de los cuerpos que llenan el espacio y el tiempo en esos intersticios huidizos que se nos quieren escapar. Nos balanceamos, nos movemos en un eterno presente en donde copulan el pasado y el tiempo que viene, el futuro que se expresa en aconteceres, en acontecimientos, el tiempo que se vive en un nosotros.


Hoy aquellas angustias son delegadas a otras disciplinas en cabeza de la medicina para la enfermedad, los problemas del alma al cura, al sacerdote y más aún a su relevo: el psicólogo o psicoanalista, ellos atentos a la escucha, prestan su oreja, la alquilan para servir de pantalla a aquello esquivo y oculto que no se deja ver y que pasa desapercibido, que está agazapado en todo aquello visible y verborreico. Esa vida contenida pero que clama emergencia en todos sus poros incontenibles.


Las Funciones Expresivas


Función Autor. El autor no existe. Existe la función autor. Todo esto nombrado de una asepsia o dietética del cuerpo tanto de la salud de la carne como del espíritu y que es nombrado por la boca que habla o la mano que escribe, también está en las diversas disciplinas académicas o científicas que registran ese acontecer y ese ser que transcurre en el tiempo y en el espacio. Y que en el hombre, ese ser de costumbres, de hábitos, se refleja y se repite una y otra vez en todo aquello que lo soporta.


Expresiones funcionales llama Michel Foucault a los discursos disciplinares en el hombre que habla, piensa y se manifiesta en sus diversos registros emanados del cuerpo y en esencia filtrado por los cinco sentidos del ver, tocar, oír, olfatear y escuchar. Citemos a Foucault sobre las características de las funciones operativas de los discursos filosófico, científico y literario.


La Filosofía y el Presente


«A diferencia de los enunciados científicos, los de la filosofía no son pues separables del ahora  de su formulación: el aquí, el presente, el sujeto que habla no pueden nunca ser neutralizados por el discurso que se articula a partir de ellos. La presencia de un ahora que la bordea es  indispensable a la filosofía. Y sin embargo, esta presencia no está designada como lo está en el discurso cotidiano. El lenguaje de todos los días se refiere a un ahora mudo —a un punto del espacio, a un instante del tiempo, a un individuo a punto de hablar— que obstinadamente permanece exterior al discurso; entonces son las cosas, los cuerpos, los gestos los que vienen a llenar las formas vacías. Por el contrario la filosofía no cesa de asumir en sí este ahora que ella designa; ella lo restituye en su propio discurso como el punto luminoso del develamiento en la evidencia, como el movimiento de la verdad que ha alcanzado el instante de su manifestación, como la consciencia de sí aprehendiéndose en la pureza de un ‹Yo pienso›. Por esto la filosofía occidental se despliega como doctrina de la evidencia, pensamiento de la historia y teoría del sujeto. (M. Foucault, Discurso Filosófico, Ed. Piedra Rosetta, p.31).


Estructuralismo


Somos seres que se repiten de manera diferente en sus diversas culturas, costumbres, hábitos. Capturar todo esto para derivar patrones es lo que equivale a una estructura, a un estructuralismo llamado así por Foucault: «En cuanto al estructuralismo, él es un método de análisis, es una actividad de lectura, de relacionamiento, de constitución de una red general de elementos.» (M. Foucault, discurso filosófico, 2023, Piedra Rosetta).


En las funciones expresivas, el sujeto señala el reparto en el ser que piensa (filosofía), el ser emite juicios de verdad (ciencia), el ser que crea e imagina (artes). Igual se dice tan sólo somos un pliegue gramatical, nadie está a título personal en su propio cuerpo. Para unos el tiempo pasa, está destinado a huir, y el pensamiento permanece, se detiene. Para otros el tiempo permanece y el pensamiento se mueve. Pensar lo mismo de manera diferente, lo mismo se repite de manera diferente, diferencia y repetición. Lo local universal. El más frágil instante tiene raíces. «El ser del lenguaje es la visible borradura de aquel que habla» (Foucault en Filosofía del discurso, p. 36) la literatura es simulacro, no reproducción o imitación de la realidad. Gilles Deleuze nos dirá que la filosofía crea conceptos, la ciencia funciones y el arte perceptos.


La Borradura del ser, Pliegue Gramatical


Diagnóstico, mirada más fina, sentidos más alertas que van más allá de lo sensible, de lo audible, de lo visible. Somos un pliegue gramatical. Nadie está a título personal en su propio cuerpo. Recordemos a Maurice Blanchot en esa voz difusa, inaprensible y confusa en donde el yo se pierde, se difumina en un otro, es la desaparición de quien habla, es la ausencia del autor para convertirse en aquello que habla en nosotros y que Foucault denomina función autor, o simplemente el se habla de  manera impersonal: «el ser del lenguaje es la visible borradura de aquel que habla», y que todo sujeto sólo dibuja en el lenguaje un «pliegue gramatical.» citemos a Mauricice Blanchot:


Rehusar a ser Yo


«La constancia del secreto se precipita en el momento en que el «yo» que escribe se percata de que no habrá otro lugar para el encuentro que un «lugar en donde no hubiera nadie y donde yo mismo no fuera yo». Abierto ese lugar en el único espacio que lo hace posible (el de la escritura), se hace patente el secreto de una presencia que se rehúsa a hacerse presente, a darse en el presente. Presencia que es imposible traer hasta el presente y que, aunque obliga permanentemente a seguir escribiendo, se resiste a ser dicha con ninguna palabra y amenaza con hundirlas todas en el extraño silencio que reina en la inconmensurable distancia que no ha dejado de abrirse entre presencia y presente (presencia sin presente y presente sin presencia): el NEUTRO.

Por eso, ante la pregunta que «él» repite con obstinación («Describa lo que ve: ¿escribe?, ¿escribe usted en este momento?»), «yo» se escabulle siempre sin poder responder, trabado en una red de negaciones que se tejen sin que se vea el momento de ponerles fin: empujadas cada vez a desprenderse de aquello positivo que las podría sostener, hundidas en el fondo de ausencia de una lejanía que nada de lo que se dijera anularía trayéndola hasta el presente. Sin embargo, todo ha de servir para despejar al fin, en las últimas páginas de este relato, una afirmación real, jovial, feliz, que se desprende en el instante del intento de la descripción, cuando el encomendado a hacerla siente que pierde lo esencial y, circundado por lo que le falta, se encamina hacia su desaparición final, allí donde lo que desparece, en cuanto que desaparece, aparece. ¿Qué va a suceder entonces? ¿Tuve verdaderamente este deseo de sustraerme, de descargarme en alguien distinto? Más bien de sustraer en mí al desconocido, de no perturbarle, de borrar sus pasos para que lo que él ha cumplido se cumpla sin dejar restos, de manera que eso no se cumpla para mí que sigo permaneciendo en el borde, fuera del acontecimiento, acontecimiento que pasa sin duda con el destello, el ruido y la dignidad del relámpago, sin que yo pueda hacer más que perpetuar su aproximación, suspender su indecisión, mantenerla, mantenerme allí sin ceder. ¿Era en otro tiempo, ahí donde yo vivía y trabajaba, en la pequeña habitación en forma de garita, en este sitio donde ya, como desaparecido, lejos de sentirme liberado de mí mismo, tenía, por el contrario, el deber de proteger esta desaparición, de perseverar en ella para llevarla más lejos, siempre más lejos? ¿No era allí, en el extremo desamparo que ni siquiera es el de alguien, donde se me había ofrecido el  derecho de hablar de mí en tercera persona?»

Función autor, estructura dicen bien de todo aquello que se habla en mí, en cada uno de nosotros, que se repite de manera diferente. Y lo más frágil, lo más anónimo tiene su enraizamiento, solo queda buscar, rastrear sus funciones expresivas si se lo quiere saber.


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El Derecho al Silencio

Por Mauricio Castaño H
Historiador 
colombiakrítica



El silencio está anexo al hombre, a las mejores decisiones funcionales procesadas en nuestras voces interiores. Y muy necesario es el sueño. El hombre es un animal diurno, necesita la noche para dormir, entregarse a la relajación onírica profunda para lograr una reparación óptima. De no hacerse la vida sufre deterioro en salud, en específico desórdenes cardiovasculares y circulatorios, incluso pérdida de por lo menos diez años de expectativa de vida para los que mal duermen o trabajan de noche. Por esta vía es ya comprensible elevar el silencio a un derecho al mismo nivel de la salud, ambos son subsidiarios. Y más allá, agregamos, una vida atormentada es una vida reducida, disminuida, en debacle, camino a la destrucción prematura.


Sentir: Cinco Sentidos


Hombre, homosapiens que quiere decir hombre que sabe, que saborea, que siente, spiens viene de sentir, sentidos. De allí también se asocia el ser sintiente, que siente con sus cinco sentidos: el hombre que ve, oye, mira, olfatea y tantea (de tacto). Son nuestros sentidos una fuente de captar información para la vida y su preservación, sirven para informar y hacer un reporte objetivo y subjetivo, filtrado del mundo y de lo que sucede a su alrededor. Vivir es sentir, una vida amenazada, es una vida en riesgo constante, apenas sí hay lugar para apenas proveerse de algún bocado, vivir en la subsistencia. Una vida sana, una vida confiada en su existencia, en sus valores, es una vida en reflexión, una vida flexible, suave, tranquila. Vivir es irradiar, organizar el medio a partir de un centro de referencia sin perder su originalidad.


Silencio elevado a Derecho


Enfatizamos el silencio elevado a derecho fundamental, es esencial para la vida con dos argumentos a saber. El primero justifica el silencio para escuchar nuestras propias voces que replican aquí y allá para ensayarse, pulirse y poder salir en lo mejor que creemos, que nos dan una seguridad suficiente para interlocutar, para salir al mundo exterior: «Es menester sin embargo acompañar esa palabra que deseo escuchar; debo murmurarla interiormente, replicarla; escuchar se convierte en hablarse así mismo; sólo nos recibimos a nosotros mismos: y está auto - efectuación no conoce límites, va a dar cuenta de nuestros pensamientos más complejos: 'el oído y la voz están siempre en acción en nuestras acciones intelectuales más secretas, que son como discursos que nos dirigimos a nosotros mismos, pues es necesario siempre que escuchemos nuestras ideas para concebirlas'» (Francois Dagognet, Subjetividad, p.43). De allí se comprenderá porqué no existe el silencio absoluto, nuestras propias voces interiores nos comprometen.


 Ex-istencia


Otro aspecto relacionado con una economía o vida funcional, refiere a la significación que trae la misma etimología de la palabra existencia. La palabra ex-istencia deriva de dos raíces griegas: Ex que quiere decir afuera, stecia significa sentir. Así, existencia quiere decir salir, estar en un afuera, el ser en su interior que interactúa con el mundo exterior. En otras palabras equivale a decir un ser, un interior, una interioridad en interacción con un exterior llamado o conocido como el mundo que nos rodea. Palabras menos, palabras más es un despliegue de los sentidos (ver, sentir, oler, gusta, tantear) en todo aquello que me rodea, el mundo. 


Silencio: Derecho Esencial


Elevar el silencio a un derecho esencial, tiene su razón de ser. Todo aquello que ponga en riesgo la vida y la salud entra a la esfera del cuidado, de la protección. Uno nace, uno vive para estar bien, para sufrir tiempo sobra acostumbra decirse. Bien se dice que si una regla no arregla, algo anda mal. Y basta que tan sólo una voz exprese desacuerdo para saber que algo anda mal. Si el río suena es porque piedras lleva, nadie se sabe enfermo impunemente. Para muestra un botón, la prensa registra muertes, riñas, enfermedades a causa del ruido que violenta vidas por no conciliar el sueño, más del 70% de las llamadas de emergencia a la línea 123 son provenientes de la violencia acústica, recordar que somos unos animales diurnos, y en el asalto, en la interrupción de los sueños, los seres son reactivos.


El silencio no es extravagancia, es necesario para esa paz interior que requiere tranquilidad, reposo bien sea para entrar en modo tranquilidad, relajación de un cuerpo que requiere reponer fuerzas o que necesita grados de concentración en actividades que demandan una cierta calma para aclarar ideas, en esos diálogos internos que solemos tener con nosotros mismos.


Se vive en relación con el afuera, y más allá en procura de preservar la existencia, la vida. Bien se dice que una vida que se reafirma en contra, es una vida amenazada. Es posible que el correr sea sinónimo de sobrevivir, evadir la muerte no está mal en la reafirmación existencial. Todo aquello que preserva la vida se reclama derecho vital, esencial.


Finalmente, una evocación del arte poético en esa cosa alada y misteriosa que es la poesía en musa de León de Greiff, en variados versos de sus obras completas: «Quiero ocultarme en el silencio de dónde no debí salir… Quiero cantar silencio. Dejadme esquivo… Para mejor soñar, gusto del insomnio seco y el soñar sin eco, y en vacuidad y obscuridad… mutismo es el silencio metido entre sí mismo.» En suma, el silencio es vital a la existencia, es neutro para que cada quién lleve su vida en su mejor expresión. De una cosa sí estamos seguros: no hace daño a nadie, y sí mucho bien para lo mejor de nuestros espíritus terrenales.


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Valores de Verdad

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica
Imagen: Reloj Leonardo Davinci


En estos tiempos sigue vigente el apego a los dogmas, cada quien quiere rasgarse sus vestiduras en defensa de sus propias verdades absolutas. Pero nada más ingenuo y estúpido que caer en mundos inamovibles y de Fe o razón incuestionadas. La verdad siempre se escapa a quienes quieren agarrarla entre sus manos, ella es huidiza, cambiante, undívaga y abierta como el mar. 


No importa el que todos queramos tierra firme sobre nuestros pies, nada que nos mueva el piso, pero lo cambiante es ley. Somos hijos de nuestro tiempo, de sus valores y costumbres, el remolino de cada época que nos envuelve y nos pone en movimiento. De allí que cada verdad producida, proviene de unos valores propios de cada tiempo y de cada lugar. Somos un reflejo, un reporte del mundo que se proyecta en cada uno de nosotros, nadie está a título personal en su propio cuerpo. Nuestras percepciones, nuestros sentidos son un filtro viciado de lo exterior que me afecta y se vive en mí. 


Sistemas Abiertos, No Cerrados


Entonces adviene una correspondencia entre nuestras percepciones y los diversos paradigmas que fluyen y se escapan de nuestras manos, de nuestros prejuicios y sobre todo de las verdades cerradas y absolutas, a renglón seguido se imponen sistemas abiertos y cerebros abiertos... para nada cerrados. La ciencia es una pluralidad de sentidos emanados por el propio hombre. Pero también todo se debe a un presente provisional y fragmentario. Y más allá, en clave de valores de verdad, todo está, todo hace parte de unos valores de verdad aquí y ahora, en cada momento. 


Adecuadas Probletizaciones


Más valen las preguntas, una debida problematización, las respuestas tan sólo son provisionales. No existe el Método con mayúscula, existen los métodos provisionales que operan en un momento y lugar determinados. Todo se juega en plantear adecuadas probletizaciones. Y en un libro, más allá de pregonar una verdad revelada, absoluta, es un estado del tiempo el que fluye, el que se quiere reportar, una problematización provisional.


Verdades Provisionales


Cada época vive sus propios afanes. En las costumbres y en las creencias: he allí la verdad construida. «En nuestro medio, cuando se habla de ‹ciencias› se tiende a privilegiar el aspecto ‹resultados verdaderos›, ‹verdades adquiridas›, ‹experiencias irrefutables›… es decir, las ciencias operan como sustitutos de un pensamiento religioso en una sociedad en proceso de laicización. Y no se trata de manifestaciones derivadas de nuestro grado de desarrollo (subdesarrollo) o de nuestra poca producción científica, sino también de supuestos implícitos que en la mayoría de los casos nos hacen positivistas sin saberlo o neopositivistas sin quererlo. Le exigimos a las ciencias que nos enseñen la ley única, la interacción única… es decir, que uniformicen para poder universalizar. La ‹visión científica› debe ser, creemos, una lectura de los cuerpos y sus movimientos, de los seres y sus comportamientos; y la verdad una constatación de la adecuación entre lo que vemos y lo que decimos (leemos).» (Luis Alfonso Palau en: Textos para una historia y pedagogía de las ciencias, p. 11. Medellín, 1994)


Todo está en permanente hacerse, nada está hecho de golpe y porrazo, todo es provisional, inacabado. El aquí y el ahora, el presente extendido vale más que cualquiera que se reclame hipotético. Mucho mejor decir valores de verdad sancionados desde un presente que nos vive.


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La Vida es un Torbellino Continuo

Por Mauricio Castaño H

Historiador

Colombiakrítica 


Se Nace Mortal


Todo ser viviente es nacido mortal. Quizás la consciencia de vida viene de la posibilidad de dar muerte y así, lo más seguro, esquivarla. Los enterramientos, las tumbas y las flores que ofrecen respeto a los muertos son prueba de saberse mortal y sobre todo el temor por lo desconocido que pueda ocurrir en un más allá, en la creencia de otra vida por fuera de la terrenal. Todo cuerpo vivo es un cuerpo compuesto por órganos, constantemente amenazados por su pronta disolución, por una fácil corrupción pero a la vez dotados de una disposición contraria y opuesta a su deterioro. La vida interior, el medio interior se construye apuntalado desde el mundo exterior. (Georges Canguilhem, Vida).


Anexo a la vida está la enfermedad, la vejez con su deterioro, hasta que la parca muerte adviene sorpresivamente. La vida constantemente se reafirma en sus defensas para combatir la enfermedad en su diversidad que amenaza a toda hora, en cada momento, nacer es empezar a morir en su desgaste constante, una día de vida es un día de muerte, la vida lleva inscrita la muerte, pulsión de muerte, la cual combatimos en cada momento. Todo se lo lleva el tiempo, todo se corroe, todo es del gusano. 


La vida son las fuerzas que contrarrestan a la muerte, sin hay vida, hay lucha, y si hay lucha hay resistencia. «Entre más activa es la vida más continuos son sus intercambios y sus metamorfosis (metamorfosis quiere decir más allá de la forma). Y el momento indivisible de reposo absoluto, que se llama muerte completa, no es más que el precursor de los movimientos nuevos de la putrefacción. La muerte está presente en la vida.» (Cuvier). La vida es el conjunto de funciones que resisten a la muerte, la sentencia es de Bichat. Vencer la enfermedad es lo propio de los remedios, las vacunas que engañan a los agentes malignos y de manera soterrada los destruyen, por ejemplo.


El Deseo de Metamorfosis


El miedo a la muerte echa mano de la metamorfosis. Quien no se ha sentido atraído por los deseos de inmortalidad. Y es en la metamorfosis que el hombre ha encontrado la manera de delegar, de transferir su vida a otras existencias, a otros cuerpos de formas diferentes. Pese a no identificarse, eso se cree, con cualidades de animales de especies diferentes a la propia, en el tótem se le asigna propiedades humanas a los animales: el jaguar, el tigre defensivo, ellos hablan, piensan. Igual pasa con las aves de rapiña, veloces que encarnan el espíritu humano y vuelan a cielo abierto sin limitaciones de fronteras. 


Se percibe allí un poder ilimitado del deseo, el animal en el cual el hombre desea metamorfosearse. Lo ilimitado del deseo es posible materializarse en la metamorfosis, el hombre se convierte ora en un tigre, ora en una águila, ora en un pez veloz que surca la extensa y vasta mar, allí está la realización de un súper animal.


Nuestros sentidos nos informan, nos entregan el mundo circundante, nos hacen un reporte del mundo en el que estamos, pero no de manera neutra o ingenua, ellos doblan esa realidad según percepciones que nuestra cultura ha forjado, los sentidos, además de ser receptores, también son productores de cualidades. Muy lejos está el racionalista que desprecia los sentidos y la información que ellos filtran, el puritanismo lo ha absorbido.


La muerte es la prórroga final de la existencia particular de cada especie mutante, ella dará espacio, lugar a otras que vienen después de nosotros. «La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Estos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo entre los mortales tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso.» (Borges, El Aleph).


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El Catálogo de la Vida

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Clasificar, Ordenar, Dominar


Ordenar, clasificar, catalogar para conocer y dominar, administrar. El hombre es hombre por sus facultades que le permiten procesar el mundo a través de sus sentidos.  La facultad de razonar para aprehender, para dominar la naturaleza y el mundo a su alrededor mediante su clasificación. Catalogar lo desconocido y lo muy diferente para encontrar similitudes, proximidades, porque lo muy diferente nos pierde, pero lo mismo con lo mismo aburre. Para llegar a conocer, antes vale observar y abreviar. Breve y bueno: dos veces bueno. Y no es necesario lo mucho donde lo poco basta.


La Palabra que Nombra el Mundo


La palabra se gesta primero en la oralidad, luego en sus resonancias internas en el cuerpo salen las grafías que boca, mano incluso ojos comandan para exteriorizarse, bien sea en el papel o en nuestros días en la pantalla digital. Todo viviente emite sonidos con los cuales se manifiesta, en el hombre además se tiene la posibilidad de hacerlos signos, grafías, memoria. Y más allá es posesión incluso virtual, podemos ir a las lejanías y pregonar las cosas de nuestra pertenencia, comprometerlas sin necesidad de llevarlas consigo, sin su presencia material pero con la sustitución del lenguaje que las nombra y con la palabra empeñada, ofrecida, comprometida. Primero la palabra y después la posesión de la cosa, esto y aquello es mío, y lo más lejano también, basta la palabra oral o escrita para dar fe.


Clasifica y reinarás. Clasificar es ordenar, abreviar. El hombre es hombre porque hace gestos y nombra, pone nombre a las cosas que existen a su alrededor. Un sordo de nacimiento no habla, la palabra sonora se modula, el eco resonará una y otra vez, se tararea, se perfecciona hasta luego aprenderse. La palabra hablada captura los objetos para luego configurarse en nuestro cuerpo, cerebro, boca y mano. Sonido y grafía se apropian para obtener la cosa nombrada, para poseerla en la virtualidad, nombrar es poseer, palabra empeñada se dice del compromiso verbal adquirido antes de entregar la cosa, el objeto transado, negociado. 


Los Méritos de la Clasificación


«A todos les gusta reconocer los méritos de la clasificación: se comienza por inventariar todas las muestras de un amplio conjunto, después nos dedicamos a distribuirlas en función de un criterio que debe recortar las diversas clases, permitiendo las exactas separaciones (solamente los mismos con los mismos). De esta forma ponemos orden en un todo de ahora en adelante bien reagrupado. Las divisiones operadas responden a muchas condiciones elementales: deben ser poco numerosas, sino no habríamos ganado nada con la participación; se equivalen lo más posible por su volumen (sensiblemente iguales puesto que en caso contrario lo esencial se situaría de un lado y el resto sorprendería por su rareza y delgadez); no podríamos admitir que un mismo elemento pueda pertenecer a muchos sitios; finalmente, nada debe ser excluido, todos deben ser comprendidos.» (François Dagognet en Cien palabras para filosofar. Clasificación).


Explorar para Conocer


El conocimiento a partir de la clasificación era norte y era pasión en la sociedad con sus exploradores a bordo. Recuerda François Dagognet una anécdota del conocer y del reconocimiento a partir de la descripción de la cosa clasificada: «Cuando pasó por París, Lineo fue al jardín de las plantas y se deslizó entre aquellos a la demostración de B. de Jussieu. El maestro planteó un problema a resolver: pidió que con sólo ver una planta y su aspecto, se le indicara la proveniencia. Se levantó una voz que la nombraba con precisión (y podía, si era necesario, desgranar las propiedades). Y Jussieu dijo al desconocido: ‹Ud. es Lineo.› Historia emocionante porque en esas circunstancias es el nombre de la planta el que a su vez permite identificar a aquel que la ha reconocido.» (F. Dagognet. Catálogo de la Vida, 1970, p.15).


El Mundo Sigue en Nuestras Manos


Ayer las expediciones botánicas, geográficas para inventariar plantas, territorios, es decir, conocer la naturaleza, el mundo para comprender mejor. Más allá, hoy, en nuestros días la empresa sigue, por ejemplo, la energía nuclear promete la mayor potencia volviendo obsoletas las energías de las que hoy dependen gran parte de nuestra existencia. Y en el mundo presente, además del mundo y sus cosas que nos rodean, somos un código de programación, el email, toda nuestra trazabilidad en la nube, en la internet, nos hace de cuerpo presente en toda la red cibernética, pero también nos hace, por supuesto, ubicables, expuestos todo el tiempo. Como no dar el ejemplo de los drones de alta precisión que identifican rostros, la referencia es a la guerra Israel ataca la franja de Gaza y Palestina, matar con alta precisión allí es cosa de todo día y tan sólo depende de oprimir un botón en el teclado de una computadora. 


En fin, clasificar es una propiedad humana que permite acopiar, almacenar y conocer mejor. Las cosas, la clasificación eran el norte de la sociedad sobre los hombros de los exploradores, conocer es explorar, adentrarse en el mundo por lo largo y ancho en su achatada esfera, conocer es salir, el viaje en compañía evoca al maestro con su alumno, es decir, la pedagogía. También se dice que administrar es ir rápido, abreviar, retener lo esencial. Anexo a lo administrativo está almacenar, el almacén, allí se acopiará bien sea para el simple bodegaje o para estudiar la cosa guardada. En el almacenar está una voluntad secreta de dominar la naturaleza. Nos quedamos con estos nobles propósitos.


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El Hombre y sus Huellas

Por Mauricio Castaño H 
historiador
Colombiakrítica

Rastros, Huellas



El hombre y sus huellas. Tan sólo basta ser, existir para tener rastros, toda acción emprendida es una huella a seguir, a leer ante los ojos atentos que le saben mirar. Las huellas del caminar, incluso si se camina con torpeza hacia atrás queriendo despistar, ya indican la dirección del viaje, hacia donde fue la marcha, allí está el polvo dejado por la suela de los zapatos, indican los posibles tiempos y lugares por donde se estuvo. Aquellos zapatos que encabezan este escrito son y nos recuerdan a Vincent Van Gogh


Otro tanto pasa con las huellas de los dedos de nuestras manos, develan nuestra identidad, los malhechores usarán guantes para evitar ser descubiertos, pero no escaparán ante el rastro de una simple gota de sangre dejada en un leve desliz, incluso con un simple pelo de su cabellera serán descubiertos por el forense. Ni qué decir de los etnólogos y antropólogos que trabajan con los desechos, lo más sucio que está bajo tierra, unos huesos, unas prendas en lo más profundo de la tierra serán extraídos para entregarnos todo un mundo ya ido.


Lo dejado, lo abandonado, lo asquiento, son materia, son huellas dejadas y despreciadas por lo sucio y nauseabundo. «Abyección, lo que inspira asco, suscita repulsión, del latín abjectus, de abjicere, lo que es echado lejos de sí, lo que es arrojado a la tierra. De aquí la idea de separación y de alejamiento.» (Dagognet, Detrictus, Desechos, lo Abyecto, ed.  Piedra Rosetta, Medellín, 2024)


Incluso en las basuras, en los deshechos nos entregamos en lo que somos, en lo más íntimo de nuestro ser: allí, en lo deshecho, en las basuras están los rastros, las huellas de nuestra ingesta, de nuestros hábitos cotidianos que desplegamos en nuestra vida. Existe en los ascos y las fobias todo un drama metafísico, toda una sociología ante la mirada atenta del investigador. En la materia se encuentra lo mejor para revelar al ser y al mismo mundo, ella es memoria materializada.


Seres y Cosas


Seres y cosas hacen parte de un mismo universo indisoluble, tener polo a tierra, principio de realidad y no del deseo, se dice de quienes están conectados con el mundo real, están conectados con las cosas, y quien se enajena, quien orbita por el mundo de los solos ensueños, de los solos deseos, será retrotraído con la ergoterapia allá en las salas terapéuticas, psíquicas o psiquiátricas. Cómo olvidar que homo faber quiere decir el hombre que fábrica, que hace cosas, nuestro Ser ligado a las cosas que fabricamos. El trabajo es ontológico.


El Todo y la Parte


El ser está impregnado de todo lo que lo rodea, difícil escapar a las partes de esa unidad que somos, que nos conforma. Un fragmento, la incompletitud nos entrega el todo, un fragmento de roca es una enciclopedia para el geólogo. Dice Nietzsche, filósofo y aforista, citado por Dagonet (Ibid. p.12): «'Lo incompleto produce más efecto que lo completo… Al citar los méritos conocidos de un hombre, si es completo o extenso, se hace nacer siempre la sospecha que esos sean sus únicos méritos'. En resumen, sólo lo completo insinúa dudas y parece finalmente lagunar, mientras que no dejamos de completar lo parcelario.' Seres fijos como las plantas y móviles como las especies animales. Por lo demás, el Ser se define por su identidad consigo mismo, es decir, su permanencia


Pero el desprecio hacia las cosas, hacia las pobres cosas, la desvalorización de la materia será instalado desde la filosofía antigua con Plantón que devalúa lo sucio, lo vil, lo impuro que es lo material. Y entonces advendrá la toma de partido por la sola idea y lo mero espiritual, todo tan alejado de la misma materia, de un real que da soporte existencial. En realidad, lo que domina no es dualismo sino un monismo, la sola idea divorciada de la materia, de lo concreto. Pero de no olvidar que sobre el estiércol crecen las más bellas flores, y lo podrido y nauseabundo nos entregan los mejores quesos y los mejores vinos. El ser está ligado a las cosas que lo realizan y lo evidencian, son rastros, huellas de la propia existencia.


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La Propiedad y el Bienestar General

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Circulación de Mercancías


La sociedad actual se distingue por su libre mercado, todo tan veloz. En particular el libre mercado, el libre albedrío se caracteriza por la circulación, agilidad para poner esto o aquello al otro lado del planeta, lo local se vuelve global. Intercambio y circulación entre individuos diferentes es la ley imperiosa. Nadie duda de esa magia y sus beneficios, la libre competencia traspasa fronteras no sin antes cumplir con las regulaciones de cada Estado, se protege los derechos económicos nacionales.


La Ley de la Selva


Pero una cosa sí es cierta: Hay más Mercado que Estado.  Bien conocida es la consigna: El Mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario. Es la frase de combate de los mercaderes mundiales, la riqueza por delante y el Estado rezagado, subordinado a vuestra Majestad: El Dinero. La consecuencia salta a la vista, los más débiles son devorados por los más fuertes, por los más astutos, el pez gordo engulle al chico, sin Estado y sin Legislación fuertes no hay garantía de una Sociedad de Bienestar General. Es en la práctica una lógica de la ley de la Selva sin orden y sin ley. ¡Sálvese quién puede!


La Revolución Industrial Jalonó Cambios


Moverse para no tullirse, la inmovilidad mata. Nadie discute que el cambio jalona a los hombres, a la sociedad en general. Con la Revolución Industrial, que entre otras cosas fue una Revolución de las Cosas, la vida se facilitó y el mundo cobró cercanía, los motores, las vías, el transporte hicieron posible alejarnos del campo rústico y de su vida miserable, de la escasez y de lo vivir con lo muy poco o lo casi nada. Allí, en el campo, todo era lejanía y abandono, la  vida estaba amenazaba en cada momento. Por lo demás, una vida amenazada es una vida esclava de la sobre vivencia, sólo hay tiempo para algunos cuántos bocados y estar pendiente del escape, del escondite para no morir en garras del depredador. Tan sólo mirar la expectativa de vida citadina hoy que está por encima de los setenta años, en tiempos de la ruralidad apenas si llegaba a los cincuenta, ello era todo una proeza.


Propiedad Privada


La propiedad privada fue insigne pero también la moneda corriente que agiliza y facilita el intercambio. Dice François Dagognet en Filosofía de la propiedad que la moneda es un meta objeto, con ella se puede tener a cambio cualquier cosa. Moneda o dinero tienen la virtud de ser acumulables, se atesoran, cosa que no pasa con los objetos o los frutos, pronto adviene el deterioro o en el caso de las frutas o alimentos sufren pudrición. 


Todo lo contrario sucede con la moneda, se puede acumular, atesorar hasta enriquecerse. Todo esto en contravía del principio de la economía: es el gasto y no el ahorro a decir de Goerges Bataille. Es ley del mercado estimular al más fuerte y desproteger a los más débiles. El dinero es es estiércol del demonio, sentenció San Agustín, un sustituto, un tótem, un virtual que se hace efectivo, concretiza la cosa, el objeto deseado. Sólo el Estado y el Derecho pondrán límites a lo que se pretende desmedido, por lo menos es su razón de ser y así evitar entrar en la ley de la selva donde el más fuerte vence al más débil. Por lo demás, el tener esclaviza al ser. «La riqueza constituye la prisión más segura que asfixia la personalidad, no tanto poseedor como poseído.» (Filosofía de la Propiedad, 1992, p.7) 



El Ser y el Tener


El Ser precede al Tener. Para tener, primero se debe ser, bien lo ilustra la expresión ¿La bolsa o la vida? El tener reviste al Ser. El tener y el ser van juntos, el uno se impregna del otro, solo con el paso de los años se borrarán las huellas. La herencia es una forma en que el ser ya ido, ya muerto, persiste en sus legados herenciales, los deudos preservarán su memoria en sus disposiciones dejadas, la herencia con condicionamientos, heredar con las manos atadas. 


También es cosa bien sabida que el tener enciende pasiones y los más álgidos conflictos, y por esto mismo existe la disciplina del Derecho para dirimir lo justo de lo injusto. Incluso en lo que antes fue amor: «Nadie más terco y resuelto que el odio de los enamorados de ayer.» (François Dagognet, 1992). Pero también es cierto que con la Revolución Industrial y a la par el Liberalismo, el Libre Mercado, trastocaron el mundo feudal, campesino, lo pusieron patas arriba. En suma, La Revolución Francesa nos convirtió en ciudadanos libres y con derechos, la Revolución Industrial nos convirtió en clientes de una gran plaza de mercado. 


Vale de nuevo la anotación de Georges Bataille: el principio de la economía es el gasto y no el ahorro, guerra contra el tacaño y el miserable de ahorrar toda la vida para morir ricos, adinerados. Desde luego si el tener, la propiedad implican: Uso, usufructo pero también abuso y por la misma razón se imponen unos límites, unos frenos para lograr un justo equilibrio de una Sociedad del Bienestar General. Entonces la consigna se invierte: Más Estado y Menos Mercado. El mundo no puede ser una gran techumbre que albergue sólo mercado, mercaderes. La vida es clara, abierta y undívaga como el mar.


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