Almas y Naturaleza
Historiador
Colombiakrítica
Las extravagancias existen. En la tribu mexicana Tzeltal, cada cuerpo tiene diecisiete almas. Otros más moderados, los Kikumu en el África les asignan tan sólo nueve. Y si nos referimos a la tradición aristotélica se cuentan cuatro almas: la Vegetativa, Sensitiva, Cognitiva y por último la correspondiente a la Memoria. Y en nuestras culturas más comunes y religiosas tan sólo hay una para cada cuerpo. En algunos dogmas religiosos el alma puede reencarnar en otro cuerpo como en los budistas o brahmanes. Y por ello mismo rehúsan asistencia médica en la enfermedad para no interrumpir las penas a purgar y así cumplir la misión y finalmente estar en paz espiritual.
Pero en la cristiandad el alma sale del cuerpo para reunirse en el más allá, en el reino de los justos si la piedad no le es ajena y si no alcanza a lavar los pecados en el purgatorio, lo pecaminoso le asegura un puesto, un lugar en el infierno. Pero para otros y desde la tradición estoica, el alma y el cuerpo es una sola unidad, la materia impulsada por la energía, por eso su pragmatismo de perder el miedo a la muerte, al más allá: para qué preocuparnos si cuando estamos, no está (la muerte). Y cuando Está (la muerte) ya no estamos.
Digamos a grandes trazos que todo esto corresponde al filum, a la matriz mítica de cualquier cultura humana que se debate en un aquí de la vida y en la prospección de un más allá de la muerte, cuando ya no se es, cuando se deja de ser, cuando cesa la vida con el último suspiro. Por lo demás, recordémoslo, espíritu, spiritus se emparenta con respiración, por eso mismo se da cuenta del nacimiento con el primer suspiro y se muere con el último, cuando cesa la respiración. Pero más allá de ese drama que es sabernos finitos, de tener consciencia de que algún día se morirá, lo que está de relieve es la relación naturaleza y cultura, el ser en el mundo. Y todo dependerá de nuestro ropaje, de nuestra investidura cultural. Una vez más, repitámoslo, nadie está a título personal en su propio cuerpo, o en la versión etnológica de Levis Strauss: no son los hombres quiénes piensan a los mitos, sino lo inverso, son los mitos los que se piensan en los hombres sin que siquiera lo noten.
El Ser y el mundo
Acá queremos dar cuenta de un plumazo de la relación naturaleza y cultura, una y otra complementarias, para nada duales. Y para decirlo de una vez, el dualismo aristotélico ha envenenado todo aquello disímil y diverso de la vida. Por el contrario, Umwelt es un término que hace referencia a un todo que nos constituye, la naturaleza y la cultura son una sola, la una es, si se quiere, el anverso de la otra. Si bien hoy nos es ajeno todo esto complementario, en las culturas aborígenes se constata esa matriz, ese filum en donde ser y mundo son uno solo, por lo menos solidarios el uno del otro. «A mil leguas del ‹dios feroz y taciturno› de Verlaine, la naturaleza no es aquí una instancia trascendente o un objeto que hay que socializar, sino el sujeto de una relación social; prolongando el mundo de la familia entera, ella es verdaderamente doméstica hasta en sus reductos más inaccesibles.» (P. Descola, p.11)
Naturaleza y Cultura
Natus es nacimiento, se emparenta con el hacer de la agricultura, el hombre y el entorno que se complementan, es una especie de simbiosis y para nada separatividad. Los conceptos de pacha mama, gaya ciencia, madre selva, madre naturaleza, dicen bien de esa complementariedad. Por acá mismo desprendemos un continuo relacionamiento entre los mismos seres y el mundo, la ekumene que los rodea, por allí mismo viene que todo es relación y también de allí la palabra relativo, todo es relativo porque todo está en relación. Y claro está el cuestionamiento al concepto individuo, que refiere indivisible y por eso mismo la corrección por dividualidad, lo que es divisible y relativo, somos seres de relaciones, somos seres sociales, vivimos en comunidad, no existen islas de individuos, en aislamiento morimos.
Fronteras borrosas de Naturaleza y Cultura
No es la misma naturaleza para un indígena o un campesino que los árboles y la propia selva pueden ser más o menos parte de su habita, están en su madre selva, la feroz naturaleza es domesticada, es controlada por la mano que adiestra, que abre caminos aquí y allá, que baja monte para abrir paso a siembras queridas, deseadas. Para un citadino sólo es un paisaje de árboles contemplado desde la lejanía desde su balcón. Los jardines evocan una naturaleza, es la representación depurada del cosmos. Para los chinos la montaña es mágica, alberga los espíritus, ella hace parte de un todo, por lo mismo los jardines la evocan e invitan a una cierta contemplación, algo así como una experiencia espiritual, de paz, de compenetración consigo mismo y con el afuera, con el entorno al cual me debo.
Quien no ha escuchado expresiones que involucran una configuración cosmogónica en donde todos los seres existentes sobre la tierra bien sean personas, animales, cosas o vegetales tienen sentires, incluso almas flexibles que pueden trasladarse, ocuparse otros cuerpos diferentes a su forma predeterminada, a su naturaleza misma. Quien no ha escuchado la Madre Naturaleza, Gaya Ciencia, Pacha Mama. Quien no ha escuchado en ciertas culturas en esencia aborígenes de animales que poseen almas humanas, de almas vegetales ingeridas por la boca de la madre gestante y que se quedará allí para siempre en aquel ser que pronto nacerá.
Empresa Taxonómica, Relativa y Contextual
Taxonomía, Transformación, Metamorfosis
Miremos un ejemplo que trae Philipe Descola en el libro Al otro lado de la naturaleza y la cultura (2005) del pueblo makuna en la Amazonía de la selva oriental colombiana, donde se presenta un no dualismo. «Como lo hacen los achuar, los makuna categorizan los humanos, las plantas y los animales como ‹gente› (masa) cuyos principales atributos: la moralidad, la vida social y ceremonial, la intencionalidad, el conocimiento, son idénticos en todo punto. Las distinciones internas a esta comunidad del viviente, reposan sobre caracteres particulares que el origen mítico, los regímenes alimenticios y los modos de reproducción confiere a cada clase de seres, y no sobre la más no menos grande proximidad de estas clases al paradigma de realización que ofrecerían los makuna… Las categorizaciones ontológicas son sin embargo mucho más plásticas aún entre los achuar, a causa de la facultad de metamorfosis reconocida a todos: los humanos pueden volverse animales, los animales convertirse en humanos, y el animal de una especie puede transformarse en un animal de otra especie. La empresa taxonómica sobre lo real es siempre relativa y contextual, el trueque permanente de las apariencias no permite atribuir entidades estables a los componentes vivientes del entorno.» (p.13)
Citemos otro párrafo en donde se visualiza la matriz, el filum de categorías que dan cuenta de las cosmogonías, de la relación naturaleza y cultura, de hombres que se metamorfosean en animales y lo inverso también:
«Muchos rasgos del paisaje son ante todo dotados de personalidad propia. Identificados con un espíritu que los anima con una presencia discreta, los ríos, los lagos y las montañas, el trueno y los vientos dominantes, la barrera de hielo y la aurora son otras tantas hipótesis reputadas y atentas a los discursos y a las acciones de los hombres. Pero es sobre todo una concepción del mundo animal donde los indios de la floresta boreal canadiense testimonian la mayor convergencia. A pesar de la diferencia de lenguas y de las afiliaciones étnicas , el mismo complejo de creencias y de ritos gobierna por todas partes la relación de cazador con la presa...
Enfaticemos los animales concebidos como personas dotados de un alma:
Así como en el Amazonas, la mayor parte de los animales son concebidos como personas dotadas de un alma, lo que le confiere atributos completamente idénticos a los humanos, como la conciencia reflexiva, la intencionalidad, la vida afectiva o el respeto de preceptos éticos… según ellos, la sociabilidad de los animales es parecida a la de los hombres y se alimenta en las mismas fuentes: la solidaridad, la amistad y la deferencia con los ancianos, en este caso con los espíritus invisibles que presiden las migraciones del animal de caza, administran su dispersión territorial y tienen a cargo su regeneración….
La apariencia es lo que difiere de hombre a animal, solo la envoltura corporal es diferente:
Si los animales difieren de los hombres, es pues únicamente por la apariencia, una simple ilusión de los sentidos puesto que las envolturas corporales distintivas que ellos lucen de ordinario no son sino disfraces destinados a engañar a los indios. Cuando ellos visitan a estos últimos en sueños, los animales se revelan tan y como son en realidad, es decir, bajo su forma humana, así mismo como hablan en las lenguas indígenas cuando su espíritu se expresa públicamente en el curso del ritual llamado la tienda temblorosa. En cuanto a los mitos bien corrientes que ponen en escena la unión entre un animal y un hombre o una mujer, no hacen sino confirmar la identidad de unos y de los otros. Una tal conjunción sería imposible, se dice, si un tierno sentimiento no le hubiera abierto los ojos al compañero humano, permitiéndole ver bajo los oropeles animales la verdadera figura de un cónyuge deseable.» (p.18)
Las almas de animales vagabundean iguales a la de humanos
«Los propios poseen un alma, idéntica en su principio a la de los humanos, a saber un principio de vida relativamente autónomo de su soporte material, lo que le permite al espíritu del animal de caza vagabundear, especialmente después de su muerte, y de asegurarse de que sus congéneres lo vengarán, si de ello hay necesidad. La organización social de los animales es en efecto parecida a la de los hombres; la solidaridad entre miembros de un mismo clan, mientras que las relaciones entre especies son descritas como relaciones entre tribus.» (21)
Si en algo se ha podido constatar la hibridación de la llamada naturaleza y cultura es en cierta antropología con sus categorías de totemismo que refiere a la continuidad material entre humanos y no humanos; el analogismo que son una red de discontinuidades que estructuran relaciones de correspondencias; esta el animismo que concede a los no humanos una interioridad humana pero son diferentes en su cuerpo; el naturalismo liga a los no humanos por medio de continuidades materiales pero separables en lo cultural.
Pero más allá y más acá, está el aristotelismo que lo envenenó todo con el dualismo. Y más acá, está el surgimiento de la inauguración de una cierta razón y de los cantos de la cosa pública, de la República, una y otra dieron carta abierta para establecer un poder único, un dominio del hombre sobre todas las cosas, naturaleza y animales serán su fuente de energía irrefutable, por el momento. El surgimiento del Estado Nación en occidente fue el gran acuerdo, el gran pacto de normas, de reglas para los hombres garantizaran la subsistencia, pero también fue la licencia para dar vía libre al mismo hombre como amo, señor y dueño del mundo, vía libre de explotar el planeta sin ninguna sumisión. Y en términos aristotélicos es el zoo politikon, el animal político el triunfador.
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