Por Mauricio Castaño H.
Historiador
Colombiakrítica


Los dedos de la mano no son iguales, los hijos de los padres tampoco lo son. Y lo que mata no es que seamos diferentes, sino los odios enquistados desde muy adentro, vínculos no cortados con el cordón umbilical, ellos continúan con el Derecho familiar, la solidaridad obligada, por decir lo menos. Y más acá o más allá, la sociedad está atestada de conflictos, y la familia, célula fundamental, no escapa a ellos, estar tan juntos en un mismo espacio o incluso en la distancia, implica negociaciones permanentes, son los jaleos de los micro poderes, todos luchamos por la consolidación de un «yo» que se reafirma incluso en contra de los padres. La diferenciación prevalece, gana. Una cosa sí es segura: el hijo no será la fiel copia de los padres. Más sin embargo, el ser es social, bien se lo sabe, para lo mejor y para lo peor. Nuestros afectos más cercanos los hallamos en esos terceros que son los amigos y rara vez en la parentela. Queremos hacer un paneo, una pincelada somera sobre éstas miserias o realidades humanas, algo así como ver el toro desde la barrera, no por eso perdemos objetividad.


Esto no nos divierte pero sí da cierta calma en aguas agitadas. Y algo de satisfacción viene con René Girard con el Chivo Expiatorio en su libro La Violencia y lo Sagrado. Alguien tendrá que pagar por una falta, por un daño cometido. El ejemplo ilustrativo viene del cristianismo: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Solución brillante, la responsabilidad se riega en toda la masa y en nadie en particular, así se evita el linchamiento, el sacrificio innecesario de una víctima inocente, escogida al azar para saciar la sed de violencia. Recordemos una vez más, víctima quiere decir el segundo, el que está en reemplazo de: como decir vice presidente, y por ello mismo la víctima es un sustituto, el que está en lugar de otro y por lo tanto es inocente, sólo cumple la función de detener, de saciar la furia de una masa violenta y así lograr una cierta paz. Es la idea tesis de Girard mencionado arriba en primer párrafo.


El énfasis, nuestra curiosidad viene por cuenta de las desavenencias de los seres que son íntimos, que son de la familia. La referencia será breve: seres que segregan odios bajo pretexto de desacuerdos en asuntos familiares que pasan por los afectos y los litigios de ley. Enfatizamos en los enraizamientos de los odios solapados, disfrazados en una especie de capa instintual que comanda lo racional: Quiero hacer daño pero de manera indirecta, la mamá que se venga de su esposo a través de su hijo para ponerlo en su contra. O la instrumentalización de la justicia buscando castigo donde no lo hay, la maldad lleva a fabricar o forzar pruebas donde no hay delito, por ejemplo, reprender con diálogo o llamado de atención al niño no es maltrato infantil. O en los procesos de divorcio, por ejemplo, en donde hay jugosos intereses económicos en juego, aparecen de la nada infracciones hacia hijos, éstos muy influenciables por quien tenga más recursos económicos y habilidades para el chantaje, para hacer maldad. 


Demos dos ejemplos concretos en los cuales los conflictos familiares afloran, ora motivados por defensa de herencia familiar, ora por velar un supuesto buen cuidado de padres envejecidos sin poder valerse por sí mismos, pero en ambos casos existen trasfondos que motivan los peores odios y fracturas de los vínculos filiales. El primero de ellos está enmarcado en lo que puede denominarse una relación de estirpe feudal, unos guethos de familias que viven a pie juntillas bajo creencias de que el matrimonio es para siempre, lo que Dios ha unido no lo separa el hombre. Sucedió en las propias narices del Medellín de hoy con cerebros de tuerca y tornillo.


La esposa en sus creencias de Fe medieval, no acepta disolución de matrimonio católico y mucho menos el amancebamiento de su marido, es pecado mortal que ella no está dispuesta a desafiar al buen Dios, en todo caso se trata de escapar de las llamas del infierno, entre otras cosas, es terror de los cristianos dogmáticos,  arder bajo perpetuas llamas, final horroroso. Y más preferible es el ahorcamiento, estrangulamiento o el desangre venal de muñecas en donde al final, no se sabe si el mundo y sus barullos están fuera o dentro de uno mismo, incluso ni el propio estertor mortal será percibido. Son vidas de arraigos y confeccionadas en los más profundos miedos en la larga duración del medievo.


Los Bastardos


Pero son los hijos bastardos quienes movilizan, motivan la violencia indirecta hacia el padre, tíos y primos por considerarlos cómplices de aquella unión no santa, conjurada en el pecado. Para resumir, esta violencia de alcoba feudal se irriga en toda la parentela cercana y lejana pero con el pretexto de pleitos herenciales que pretenden infinitos pero que la ley, por fortuna, pone coto con la figura de que nadie está obligado a permanecer en sociedad por siempre, la figura es la liquidación de la sociedad patrimonial ante Juzgado, contemplado en el Código General del Proceso artículo 406.


El segundo ejemplo tiene que ver con los padres que dependen de un todo de sus hijos, la solidaridad obligada Código civil artículo 411 y la ley 1850 de 2017 a quien se debe alimentos. Entonces vienen los desacuerdos que en esencia movilizan odios enmascarados. Aquellos seres tóxicos actúan bajo el principio del deseo y no de realidad, no tienen polo a tierra. Pero en esencia, lo que flota o lo que está tras del telón es no tener el control total de la situación familiar y así poner freno, obstaculizar lo razonable. En el argot popular se dice: Ni rajan ni prestan el hacha.


En suma, demos unas consideraciones finales a manera de conclusión. La reafirmación del yo, no está lejos de quienes le han rodeado, del entorno, de la cultura. Es una especie de balanceo por no decir contraposición, Michel Foucault diría que donde hay más de uno se juegan relaciones de poder, de micro poderes, no importa que todo pase o se disfrace de subjetividad, de cultura, es una combinación compleja y solapada que muestra cualquier cosa menos lo que está disfrazado, solapado.


Necesitamos espacio despejado para que circule el aire y así poder respirar. El envenenamiento de las relaciones sociales provienen del exceso de vínculos, es una aseveración inspirada en el filósofo griego Lucrecio en su texto "de rerum natura, la Naturaleza de las Cosas," allí se tiene a bien reducir las relaciones sociales a  la más mínima expresión sin que se quiera matar a la sociedad… más bien vivificarla, fortalecerla, ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre.


En cuestiones herenciales se tienen que son forjadas a brazo partido por una primera generación, luego una segunda la mantiene no sin cierto goce, disfrute. Y una tercera que la despilfarra, la socava, el sólo goce, el sólo disfrute orienta la vida, se toman muy en serio que el principio de la economia es el gasto y no el ahorro, poner a circular la riqueza sin la precaución de caer en la ruina. Una vez más se precisa de un equilibrio.


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