Funciones Expresivas del Ser

Por Mauricio Castaño H
Historiador 
colombiakrítica

El Sufrir de Cuerpo y Alma

Ayer, con los griegos, la filosofía se alistaba a remediar el dolor, la enfermedad, el sufrimiento y el miedo a un más allá, a apaciguar el alma y a contener el cuerpo en sus excesos que podían acelerar el destino final no sin la satisfacción del goce, con el morir contento que dibuja una sonrisa en los labios del ser ya ido, ya yerto. Rememoramos el festín de sabores del banquete de Platón traicionado, estropeado por el habla sin parar que no degusta, no saborea. Al saber está anexo la degustación por los cinco sentidos, por ese sentir, por esa empiria, por esas experiencias que reportan el mundo del afuera que nos rodea y nos afecta en esa interrelación de nuestro yo interior con el exterior, con el afuera. Sabor pero también verbo, la palabra que dice y anuncia lo emergente.


Abramos un paréntesis para recordar la antítesis de aquel régimen dietético griego que fue Diógenes Laercio, sinónimo de renuncia de los excesos por todo aquello común y envolvente que quita paz de vida a un nuevo hombre revestido de mesura. Ayer salí al mercado y vi tantas cosas que no necesito.  Tanta energía infructuosa gastada, en nuestros días se convoca a una desaceleración del gasto innecesario. Cerramos paréntesis.


Los Diagnosticadores: Médico, Cura y Filósofo


El médico cura las enfermedades del cuerpo, el sacerdote las del alma y el filósofo da paz en el aquí y ahora del momento que nos vive, es un diagnosticador, un analista del acontecimiento, del momento que nos vive, de los cuerpos que llenan el espacio y el tiempo en esos intersticios huidizos que se nos quieren escapar. Nos balanceamos, nos movemos en un eterno presente en donde copulan el pasado y el tiempo que viene, el futuro que se expresa en aconteceres, en acontecimientos, el tiempo que se vive en un nosotros.


Hoy aquellas angustias son delegadas a otras disciplinas en cabeza de la medicina para la enfermedad, los problemas del alma al cura, al sacerdote y más aún a su relevo: el psicólogo o psicoanalista, ellos atentos a la escucha, prestan su oreja, la alquilan para servir de pantalla a aquello esquivo y oculto que no se deja ver y que pasa desapercibido, que está agazapado en todo aquello visible y verborreico. Esa vida contenida pero que clama emergencia en todos sus poros incontenibles.


Las Funciones Expresivas


Función Autor. El autor no existe. Existe la función autor. Todo esto nombrado de una asepsia o dietética del cuerpo tanto de la salud de la carne como del espíritu y que es nombrado por la boca que habla o la mano que escribe, también está en las diversas disciplinas académicas o científicas que registran ese acontecer y ese ser que transcurre en el tiempo y en el espacio. Y que en el hombre, ese ser de costumbres, de hábitos, se refleja y se repite una y otra vez en todo aquello que lo soporta.


Expresiones funcionales llama Michel Foucault a los discursos disciplinares en el hombre que habla, piensa y se manifiesta en sus diversos registros emanados del cuerpo y en esencia filtrado por los cinco sentidos del ver, tocar, oír, olfatear y escuchar. Citemos a Foucault sobre las características de las funciones operativas de los discursos filosófico, científico y literario.


La Filosofía y el Presente


«A diferencia de los enunciados científicos, los de la filosofía no son pues separables del ahora  de su formulación: el aquí, el presente, el sujeto que habla no pueden nunca ser neutralizados por el discurso que se articula a partir de ellos. La presencia de un ahora que la bordea es  indispensable a la filosofía. Y sin embargo, esta presencia no está designada como lo está en el discurso cotidiano. El lenguaje de todos los días se refiere a un ahora mudo —a un punto del espacio, a un instante del tiempo, a un individuo a punto de hablar— que obstinadamente permanece exterior al discurso; entonces son las cosas, los cuerpos, los gestos los que vienen a llenar las formas vacías. Por el contrario la filosofía no cesa de asumir en sí este ahora que ella designa; ella lo restituye en su propio discurso como el punto luminoso del develamiento en la evidencia, como el movimiento de la verdad que ha alcanzado el instante de su manifestación, como la consciencia de sí aprehendiéndose en la pureza de un ‹Yo pienso›. Por esto la filosofía occidental se despliega como doctrina de la evidencia, pensamiento de la historia y teoría del sujeto. (M. Foucault, Discurso Filosófico, Ed. Piedra Rosetta, p.31).


Estructuralismo


Somos seres que se repiten de manera diferente en sus diversas culturas, costumbres, hábitos. Capturar todo esto para derivar patrones es lo que equivale a una estructura, a un estructuralismo llamado así por Foucault: «En cuanto al estructuralismo, él es un método de análisis, es una actividad de lectura, de relacionamiento, de constitución de una red general de elementos.» (M. Foucault, discurso filosófico, 2023, Piedra Rosetta).


En las funciones expresivas, el sujeto señala el reparto en el ser que piensa (filosofía), el ser emite juicios de verdad (ciencia), el ser que crea e imagina (artes). Igual se dice tan sólo somos un pliegue gramatical, nadie está a título personal en su propio cuerpo. Para unos el tiempo pasa, está destinado a huir, y el pensamiento permanece, se detiene. Para otros el tiempo permanece y el pensamiento se mueve. Pensar lo mismo de manera diferente, lo mismo se repite de manera diferente, diferencia y repetición. Lo local universal. El más frágil instante tiene raíces. «El ser del lenguaje es la visible borradura de aquel que habla» (Foucault en Filosofía del discurso, p. 36) la literatura es simulacro, no reproducción o imitación de la realidad. Gilles Deleuze nos dirá que la filosofía crea conceptos, la ciencia funciones y el arte perceptos.


La Borradura del ser, Pliegue Gramatical


Diagnóstico, mirada más fina, sentidos más alertas que van más allá de lo sensible, de lo audible, de lo visible. Somos un pliegue gramatical. Nadie está a título personal en su propio cuerpo. Recordemos a Maurice Blanchot en esa voz difusa, inaprensible y confusa en donde el yo se pierde, se difumina en un otro, es la desaparición de quien habla, es la ausencia del autor para convertirse en aquello que habla en nosotros y que Foucault denomina función autor, o simplemente el se habla de  manera impersonal: «el ser del lenguaje es la visible borradura de aquel que habla», y que todo sujeto sólo dibuja en el lenguaje un «pliegue gramatical.» citemos a Mauricice Blanchot:


Rehusar a ser Yo


«La constancia del secreto se precipita en el momento en que el «yo» que escribe se percata de que no habrá otro lugar para el encuentro que un «lugar en donde no hubiera nadie y donde yo mismo no fuera yo». Abierto ese lugar en el único espacio que lo hace posible (el de la escritura), se hace patente el secreto de una presencia que se rehúsa a hacerse presente, a darse en el presente. Presencia que es imposible traer hasta el presente y que, aunque obliga permanentemente a seguir escribiendo, se resiste a ser dicha con ninguna palabra y amenaza con hundirlas todas en el extraño silencio que reina en la inconmensurable distancia que no ha dejado de abrirse entre presencia y presente (presencia sin presente y presente sin presencia): el NEUTRO.

Por eso, ante la pregunta que «él» repite con obstinación («Describa lo que ve: ¿escribe?, ¿escribe usted en este momento?»), «yo» se escabulle siempre sin poder responder, trabado en una red de negaciones que se tejen sin que se vea el momento de ponerles fin: empujadas cada vez a desprenderse de aquello positivo que las podría sostener, hundidas en el fondo de ausencia de una lejanía que nada de lo que se dijera anularía trayéndola hasta el presente. Sin embargo, todo ha de servir para despejar al fin, en las últimas páginas de este relato, una afirmación real, jovial, feliz, que se desprende en el instante del intento de la descripción, cuando el encomendado a hacerla siente que pierde lo esencial y, circundado por lo que le falta, se encamina hacia su desaparición final, allí donde lo que desparece, en cuanto que desaparece, aparece. ¿Qué va a suceder entonces? ¿Tuve verdaderamente este deseo de sustraerme, de descargarme en alguien distinto? Más bien de sustraer en mí al desconocido, de no perturbarle, de borrar sus pasos para que lo que él ha cumplido se cumpla sin dejar restos, de manera que eso no se cumpla para mí que sigo permaneciendo en el borde, fuera del acontecimiento, acontecimiento que pasa sin duda con el destello, el ruido y la dignidad del relámpago, sin que yo pueda hacer más que perpetuar su aproximación, suspender su indecisión, mantenerla, mantenerme allí sin ceder. ¿Era en otro tiempo, ahí donde yo vivía y trabajaba, en la pequeña habitación en forma de garita, en este sitio donde ya, como desaparecido, lejos de sentirme liberado de mí mismo, tenía, por el contrario, el deber de proteger esta desaparición, de perseverar en ella para llevarla más lejos, siempre más lejos? ¿No era allí, en el extremo desamparo que ni siquiera es el de alguien, donde se me había ofrecido el  derecho de hablar de mí en tercera persona?»

Función autor, estructura dicen bien de todo aquello que se habla en mí, en cada uno de nosotros, que se repite de manera diferente. Y lo más frágil, lo más anónimo tiene su enraizamiento, solo queda buscar, rastrear sus funciones expresivas si se lo quiere saber.


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El Derecho al Silencio

Por Mauricio Castaño H
Historiador 
colombiakrítica



El silencio está anexo al hombre, a las mejores decisiones funcionales procesadas en nuestras voces interiores. Y muy necesario es el sueño. El hombre es un animal diurno, necesita la noche para dormir, entregarse a la relajación onírica profunda para lograr una reparación óptima. De no hacerse la vida sufre deterioro en salud, en específico desórdenes cardiovasculares y circulatorios, incluso pérdida de por lo menos diez años de expectativa de vida para los que mal duermen o trabajan de noche. Por esta vía es ya comprensible elevar el silencio a un derecho al mismo nivel de la salud, ambos son subsidiarios. Y más allá, agregamos, una vida atormentada es una vida reducida, disminuida, en debacle, camino a la destrucción prematura.


Sentir: Cinco Sentidos


Hombre, homosapiens que quiere decir hombre que sabe, que saborea, que siente, spiens viene de sentir, sentidos. De allí también se asocia el ser sintiente, que siente con sus cinco sentidos: el hombre que ve, oye, mira, olfatea y tantea (de tacto). Son nuestros sentidos una fuente de captar información para la vida y su preservación, sirven para informar y hacer un reporte objetivo y subjetivo, filtrado del mundo y de lo que sucede a su alrededor. Vivir es sentir, una vida amenazada, es una vida en riesgo constante, apenas sí hay lugar para apenas proveerse de algún bocado, vivir en la subsistencia. Una vida sana, una vida confiada en su existencia, en sus valores, es una vida en reflexión, una vida flexible, suave, tranquila. Vivir es irradiar, organizar el medio a partir de un centro de referencia sin perder su originalidad.


Silencio elevado a Derecho


Enfatizamos el silencio elevado a derecho fundamental, es esencial para la vida con dos argumentos a saber. El primero justifica el silencio para escuchar nuestras propias voces que replican aquí y allá para ensayarse, pulirse y poder salir en lo mejor que creemos, que nos dan una seguridad suficiente para interlocutar, para salir al mundo exterior: «Es menester sin embargo acompañar esa palabra que deseo escuchar; debo murmurarla interiormente, replicarla; escuchar se convierte en hablarse así mismo; sólo nos recibimos a nosotros mismos: y está auto - efectuación no conoce límites, va a dar cuenta de nuestros pensamientos más complejos: 'el oído y la voz están siempre en acción en nuestras acciones intelectuales más secretas, que son como discursos que nos dirigimos a nosotros mismos, pues es necesario siempre que escuchemos nuestras ideas para concebirlas'» (Francois Dagognet, Subjetividad, p.43). De allí se comprenderá porqué no existe el silencio absoluto, nuestras propias voces interiores nos comprometen.


 Ex-istencia


Otro aspecto relacionado con una economía o vida funcional, refiere a la significación que trae la misma etimología de la palabra existencia. La palabra ex-istencia deriva de dos raíces griegas: Ex que quiere decir afuera, stecia significa sentir. Así, existencia quiere decir salir, estar en un afuera, el ser en su interior que interactúa con el mundo exterior. En otras palabras equivale a decir un ser, un interior, una interioridad en interacción con un exterior llamado o conocido como el mundo que nos rodea. Palabras menos, palabras más es un despliegue de los sentidos (ver, sentir, oler, gusta, tantear) en todo aquello que me rodea, el mundo. 


Silencio: Derecho Esencial


Elevar el silencio a un derecho esencial, tiene su razón de ser. Todo aquello que ponga en riesgo la vida y la salud entra a la esfera del cuidado, de la protección. Uno nace, uno vive para estar bien, para sufrir tiempo sobra acostumbra decirse. Bien se dice que si una regla no arregla, algo anda mal. Y basta que tan sólo una voz exprese desacuerdo para saber que algo anda mal. Si el río suena es porque piedras lleva, nadie se sabe enfermo impunemente. Para muestra un botón, la prensa registra muertes, riñas, enfermedades a causa del ruido que violenta vidas por no conciliar el sueño, más del 70% de las llamadas de emergencia a la línea 123 son provenientes de la violencia acústica, recordar que somos unos animales diurnos, y en el asalto, en la interrupción de los sueños, los seres son reactivos.


El silencio no es extravagancia, es necesario para esa paz interior que requiere tranquilidad, reposo bien sea para entrar en modo tranquilidad, relajación de un cuerpo que requiere reponer fuerzas o que necesita grados de concentración en actividades que demandan una cierta calma para aclarar ideas, en esos diálogos internos que solemos tener con nosotros mismos.


Se vive en relación con el afuera, y más allá en procura de preservar la existencia, la vida. Bien se dice que una vida que se reafirma en contra, es una vida amenazada. Es posible que el correr sea sinónimo de sobrevivir, evadir la muerte no está mal en la reafirmación existencial. Todo aquello que preserva la vida se reclama derecho vital, esencial.


Finalmente, una evocación del arte poético en esa cosa alada y misteriosa que es la poesía en musa de León de Greiff, en variados versos de sus obras completas: «Quiero ocultarme en el silencio de dónde no debí salir… Quiero cantar silencio. Dejadme esquivo… Para mejor soñar, gusto del insomnio seco y el soñar sin eco, y en vacuidad y obscuridad… mutismo es el silencio metido entre sí mismo.» En suma, el silencio es vital a la existencia, es neutro para que cada quién lleve su vida en su mejor expresión. De una cosa sí estamos seguros: no hace daño a nadie, y sí mucho bien para lo mejor de nuestros espíritus terrenales.


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Valores de Verdad

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica
Imagen: Reloj Leonardo Davinci


En estos tiempos sigue vigente el apego a los dogmas, cada quien quiere rasgarse sus vestiduras en defensa de sus propias verdades absolutas. Pero nada más ingenuo y estúpido que caer en mundos inamovibles y de Fe o razón incuestionadas. La verdad siempre se escapa a quienes quieren agarrarla entre sus manos, ella es huidiza, cambiante, undívaga y abierta como el mar. 


No importa el que todos queramos tierra firme sobre nuestros pies, nada que nos mueva el piso, pero lo cambiante es ley. Somos hijos de nuestro tiempo, de sus valores y costumbres, el remolino de cada época que nos envuelve y nos pone en movimiento. De allí que cada verdad producida, proviene de unos valores propios de cada tiempo y de cada lugar. Somos un reflejo, un reporte del mundo que se proyecta en cada uno de nosotros, nadie está a título personal en su propio cuerpo. Nuestras percepciones, nuestros sentidos son un filtro viciado de lo exterior que me afecta y se vive en mí. 


Sistemas Abiertos, No Cerrados


Entonces adviene una correspondencia entre nuestras percepciones y los diversos paradigmas que fluyen y se escapan de nuestras manos, de nuestros prejuicios y sobre todo de las verdades cerradas y absolutas, a renglón seguido se imponen sistemas abiertos y cerebros abiertos... para nada cerrados. La ciencia es una pluralidad de sentidos emanados por el propio hombre. Pero también todo se debe a un presente provisional y fragmentario. Y más allá, en clave de valores de verdad, todo está, todo hace parte de unos valores de verdad aquí y ahora, en cada momento. 


Adecuadas Probletizaciones


Más valen las preguntas, una debida problematización, las respuestas tan sólo son provisionales. No existe el Método con mayúscula, existen los métodos provisionales que operan en un momento y lugar determinados. Todo se juega en plantear adecuadas probletizaciones. Y en un libro, más allá de pregonar una verdad revelada, absoluta, es un estado del tiempo el que fluye, el que se quiere reportar, una problematización provisional.


Verdades Provisionales


Cada época vive sus propios afanes. En las costumbres y en las creencias: he allí la verdad construida. «En nuestro medio, cuando se habla de ‹ciencias› se tiende a privilegiar el aspecto ‹resultados verdaderos›, ‹verdades adquiridas›, ‹experiencias irrefutables›… es decir, las ciencias operan como sustitutos de un pensamiento religioso en una sociedad en proceso de laicización. Y no se trata de manifestaciones derivadas de nuestro grado de desarrollo (subdesarrollo) o de nuestra poca producción científica, sino también de supuestos implícitos que en la mayoría de los casos nos hacen positivistas sin saberlo o neopositivistas sin quererlo. Le exigimos a las ciencias que nos enseñen la ley única, la interacción única… es decir, que uniformicen para poder universalizar. La ‹visión científica› debe ser, creemos, una lectura de los cuerpos y sus movimientos, de los seres y sus comportamientos; y la verdad una constatación de la adecuación entre lo que vemos y lo que decimos (leemos).» (Luis Alfonso Palau en: Textos para una historia y pedagogía de las ciencias, p. 11. Medellín, 1994)


Todo está en permanente hacerse, nada está hecho de golpe y porrazo, todo es provisional, inacabado. El aquí y el ahora, el presente extendido vale más que cualquiera que se reclame hipotético. Mucho mejor decir valores de verdad sancionados desde un presente que nos vive.


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La Vida es un Torbellino Continuo

Por Mauricio Castaño H

Historiador

Colombiakrítica 


Se Nace Mortal


Todo ser viviente es nacido mortal. Quizás la consciencia de vida viene de la posibilidad de dar muerte y así, lo más seguro, esquivarla. Los enterramientos, las tumbas y las flores que ofrecen respeto a los muertos son prueba de saberse mortal y sobre todo el temor por lo desconocido que pueda ocurrir en un más allá, en la creencia de otra vida por fuera de la terrenal. Todo cuerpo vivo es un cuerpo compuesto por órganos, constantemente amenazados por su pronta disolución, por una fácil corrupción pero a la vez dotados de una disposición contraria y opuesta a su deterioro. La vida interior, el medio interior se construye apuntalado desde el mundo exterior. (Georges Canguilhem, Vida).


Anexo a la vida está la enfermedad, la vejez con su deterioro, hasta que la parca muerte adviene sorpresivamente. La vida constantemente se reafirma en sus defensas para combatir la enfermedad en su diversidad que amenaza a toda hora, en cada momento, nacer es empezar a morir en su desgaste constante, una día de vida es un día de muerte, la vida lleva inscrita la muerte, pulsión de muerte, la cual combatimos en cada momento. Todo se lo lleva el tiempo, todo se corroe, todo es del gusano. 


La vida son las fuerzas que contrarrestan a la muerte, sin hay vida, hay lucha, y si hay lucha hay resistencia. «Entre más activa es la vida más continuos son sus intercambios y sus metamorfosis (metamorfosis quiere decir más allá de la forma). Y el momento indivisible de reposo absoluto, que se llama muerte completa, no es más que el precursor de los movimientos nuevos de la putrefacción. La muerte está presente en la vida.» (Cuvier). La vida es el conjunto de funciones que resisten a la muerte, la sentencia es de Bichat. Vencer la enfermedad es lo propio de los remedios, las vacunas que engañan a los agentes malignos y de manera soterrada los destruyen, por ejemplo.


El Deseo de Metamorfosis


El miedo a la muerte echa mano de la metamorfosis. Quien no se ha sentido atraído por los deseos de inmortalidad. Y es en la metamorfosis que el hombre ha encontrado la manera de delegar, de transferir su vida a otras existencias, a otros cuerpos de formas diferentes. Pese a no identificarse, eso se cree, con cualidades de animales de especies diferentes a la propia, en el tótem se le asigna propiedades humanas a los animales: el jaguar, el tigre defensivo, ellos hablan, piensan. Igual pasa con las aves de rapiña, veloces que encarnan el espíritu humano y vuelan a cielo abierto sin limitaciones de fronteras. 


Se percibe allí un poder ilimitado del deseo, el animal en el cual el hombre desea metamorfosearse. Lo ilimitado del deseo es posible materializarse en la metamorfosis, el hombre se convierte ora en un tigre, ora en una águila, ora en un pez veloz que surca la extensa y vasta mar, allí está la realización de un súper animal.


Nuestros sentidos nos informan, nos entregan el mundo circundante, nos hacen un reporte del mundo en el que estamos, pero no de manera neutra o ingenua, ellos doblan esa realidad según percepciones que nuestra cultura ha forjado, los sentidos, además de ser receptores, también son productores de cualidades. Muy lejos está el racionalista que desprecia los sentidos y la información que ellos filtran, el puritanismo lo ha absorbido.


La muerte es la prórroga final de la existencia particular de cada especie mutante, ella dará espacio, lugar a otras que vienen después de nosotros. «La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Estos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo entre los mortales tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso.» (Borges, El Aleph).


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El Catálogo de la Vida

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Clasificar, Ordenar, Dominar


Ordenar, clasificar, catalogar para conocer y dominar, administrar. El hombre es hombre por sus facultades que le permiten procesar el mundo a través de sus sentidos.  La facultad de razonar para aprehender, para dominar la naturaleza y el mundo a su alrededor mediante su clasificación. Catalogar lo desconocido y lo muy diferente para encontrar similitudes, proximidades, porque lo muy diferente nos pierde, pero lo mismo con lo mismo aburre. Para llegar a conocer, antes vale observar y abreviar. Breve y bueno: dos veces bueno. Y no es necesario lo mucho donde lo poco basta.


La Palabra que Nombra el Mundo


La palabra se gesta primero en la oralidad, luego en sus resonancias internas en el cuerpo salen las grafías que boca, mano incluso ojos comandan para exteriorizarse, bien sea en el papel o en nuestros días en la pantalla digital. Todo viviente emite sonidos con los cuales se manifiesta, en el hombre además se tiene la posibilidad de hacerlos signos, grafías, memoria. Y más allá es posesión incluso virtual, podemos ir a las lejanías y pregonar las cosas de nuestra pertenencia, comprometerlas sin necesidad de llevarlas consigo, sin su presencia material pero con la sustitución del lenguaje que las nombra y con la palabra empeñada, ofrecida, comprometida. Primero la palabra y después la posesión de la cosa, esto y aquello es mío, y lo más lejano también, basta la palabra oral o escrita para dar fe.


Clasifica y reinarás. Clasificar es ordenar, abreviar. El hombre es hombre porque hace gestos y nombra, pone nombre a las cosas que existen a su alrededor. Un sordo de nacimiento no habla, la palabra sonora se modula, el eco resonará una y otra vez, se tararea, se perfecciona hasta luego aprenderse. La palabra hablada captura los objetos para luego configurarse en nuestro cuerpo, cerebro, boca y mano. Sonido y grafía se apropian para obtener la cosa nombrada, para poseerla en la virtualidad, nombrar es poseer, palabra empeñada se dice del compromiso verbal adquirido antes de entregar la cosa, el objeto transado, negociado. 


Los Méritos de la Clasificación


«A todos les gusta reconocer los méritos de la clasificación: se comienza por inventariar todas las muestras de un amplio conjunto, después nos dedicamos a distribuirlas en función de un criterio que debe recortar las diversas clases, permitiendo las exactas separaciones (solamente los mismos con los mismos). De esta forma ponemos orden en un todo de ahora en adelante bien reagrupado. Las divisiones operadas responden a muchas condiciones elementales: deben ser poco numerosas, sino no habríamos ganado nada con la participación; se equivalen lo más posible por su volumen (sensiblemente iguales puesto que en caso contrario lo esencial se situaría de un lado y el resto sorprendería por su rareza y delgadez); no podríamos admitir que un mismo elemento pueda pertenecer a muchos sitios; finalmente, nada debe ser excluido, todos deben ser comprendidos.» (François Dagognet en Cien palabras para filosofar. Clasificación).


Explorar para Conocer


El conocimiento a partir de la clasificación era norte y era pasión en la sociedad con sus exploradores a bordo. Recuerda François Dagognet una anécdota del conocer y del reconocimiento a partir de la descripción de la cosa clasificada: «Cuando pasó por París, Lineo fue al jardín de las plantas y se deslizó entre aquellos a la demostración de B. de Jussieu. El maestro planteó un problema a resolver: pidió que con sólo ver una planta y su aspecto, se le indicara la proveniencia. Se levantó una voz que la nombraba con precisión (y podía, si era necesario, desgranar las propiedades). Y Jussieu dijo al desconocido: ‹Ud. es Lineo.› Historia emocionante porque en esas circunstancias es el nombre de la planta el que a su vez permite identificar a aquel que la ha reconocido.» (F. Dagognet. Catálogo de la Vida, 1970, p.15).


El Mundo Sigue en Nuestras Manos


Ayer las expediciones botánicas, geográficas para inventariar plantas, territorios, es decir, conocer la naturaleza, el mundo para comprender mejor. Más allá, hoy, en nuestros días la empresa sigue, por ejemplo, la energía nuclear promete la mayor potencia volviendo obsoletas las energías de las que hoy dependen gran parte de nuestra existencia. Y en el mundo presente, además del mundo y sus cosas que nos rodean, somos un código de programación, el email, toda nuestra trazabilidad en la nube, en la internet, nos hace de cuerpo presente en toda la red cibernética, pero también nos hace, por supuesto, ubicables, expuestos todo el tiempo. Como no dar el ejemplo de los drones de alta precisión que identifican rostros, la referencia es a la guerra Israel ataca la franja de Gaza y Palestina, matar con alta precisión allí es cosa de todo día y tan sólo depende de oprimir un botón en el teclado de una computadora. 


En fin, clasificar es una propiedad humana que permite acopiar, almacenar y conocer mejor. Las cosas, la clasificación eran el norte de la sociedad sobre los hombros de los exploradores, conocer es explorar, adentrarse en el mundo por lo largo y ancho en su achatada esfera, conocer es salir, el viaje en compañía evoca al maestro con su alumno, es decir, la pedagogía. También se dice que administrar es ir rápido, abreviar, retener lo esencial. Anexo a lo administrativo está almacenar, el almacén, allí se acopiará bien sea para el simple bodegaje o para estudiar la cosa guardada. En el almacenar está una voluntad secreta de dominar la naturaleza. Nos quedamos con estos nobles propósitos.


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