Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica
@mauriciojota
El odio tiene que ser descargado, ¿quién responde por nuestras desgracias? Fue René Girard quién nos enseñó que la furia de la masa se descarga en un alguien, en una persona que canaliza la violencia enardecida de la masa, y no importa si es o no inocente, importa es descargar la rabia desatada, la rabia que explota, esa violencia que se propaga.

Y existe en el humano el deseo incontenible, uno siempre desea, y el deseo es carencia que debe llenarse, satisfacerse. En el amor uno desea al otro, uno quiere ser ese otro que lo complementa e incluso que nos reafirma en nuestras querencias, yo soy el otro con el que me identifico y al cual quiero parecerme, imitarlo. Es un deseo canalizado en fuerza constructiva. En cambio, como se dijo en las primeras líneas, existe otro deseo que es destructor, que es violento y que se sacia con el linchamiento, con la muerte de un otro contra el cual descargamos la furia, ese otro que ha pagado por la suerte de nuestras desgracias. Para Girard son relaciones de oposición, de rivalidad, recordadas por Michel Serres en su reciente libro sobre la Amistad: “Una muchedumbre  contiene una suma de rivalidades, una integral de oposiciones. Lo que puede conducir a una crisis, a una masa furiosa, a la guerra de todos contra todos. Y para resolver esta violencia, la solución más arcaica, la más antigua, es que esa suma de rivalidades converja… hacia una víctima… hacia un objetivo, hacia una víctima propiciatoria, que él llamó con la tradición el “chivo expiatorio”.”


La palabra chivo, nos recuerda Serres, viene del griego tragos, quiere decir el chivo emisario. De esta manera ese chivo emisario representa un inconsciente colectivo como puede leerse en la famosa expresión de Cristo en la cruz:  “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”... Continúa Serres in extenso: “Esta conducta, que se emparenta con un sacrificio, tendrá que ver con esas Cosas ocultas desde la fundación del mundo, que es también  el título de otra obra de Girard. Se las encuentra en las religiones, las políticas, las guerras, etc. Y esto explica cantidad de historias. Por ejemplo, en mi libro Roma (1983) <tr. Paláu, 1998>, yo explico  las fundaciones de la historia romana por medio de esta conducta. Lo más importante es entonces sacar a la luz este secreto. Y es lo que ocurre en la historia de Abraham, luego en la historia de Jesucristo mismo; la  pasión de Jesus revela este secreto en toda su simplicidad: el chivo expiatorio es siempre inocente de los crímenes que se le imputan para poderlo matar. René Girard muestra que, en las ciencias humanas, de la psicología a  la sociología, del individuo a la colectividad, la historia de las religiones constituye quizás, como se lo dirá para el planeta, la placa profunda cuyo avance explica las revoluciones de la historia, la evolución de la sociedad,  de las políticas y de las guerras. Se puede decir que su hipótesis, una de las más profundas del siglo, resolvió el problema de la violencia.”


Algunos de sus grandes libros fueron: “Mentira  romántica y verdad novelesca, analiza las relaciones humanas,  las relaciones individuales, de manera cuasi psicológica. Muestra  que el deseo está ligado a la imitación, al mimetismo, y que nunca  se desea sino lo que otro desea. Lo que evidentemente conduce a todas  las rivalidades, a todas las oposiciones imaginables.” Otro de sus libros, quizá el más conocido es la violencia  y lo Sagrado. René Girard nos ayudó a comprender la fuerza del deseo destructiva, violenta cuando deseamos mal, cuando éste se convierte en imitación, en envidia, en una insaciable competencia que puede llegar a matar. Nietszche decía en ese sentido que hay que proteger a los fuertes de los débiles, estos en gavilla, en masa enfurecidos y movidos por la envidia quieren dar muerte a quien los supera, a quien se hace insuperable en imitación. Pero recordemos que existe fuerza edificante como la del amigo que queremos imitar, que nos empuja a ser mejores, o incluso, cuando no somos capaces de igualarlo o sobrepasarlo, entonces lo admiramos, simplemente nos regocijamos en su triunfo. Homenaje a Girard!
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