Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com
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Batirse es tradición colombiana, buenos aprendices de la cultura occidental, esa que enseña de las lógicas duales amigos versus enemigos, y asumen que gobernar es obligar obediencia incuestionada. Los hombres se pelean entre sí, el Estado, signado por el mercado, ejerce la violencia contra los disidentes para imponer sus razones, para defender sus intereses, el poder financiero somete a la administración pública. Sabido es que el dinero como fin, todo lo envenena, los deseos ilimitados, sin freno, producen lo peor de la condición humana. Sale a la luz pública el informe de la Comisión Histórica del conflicto, resaltamos puntos matrices a nuestro modo de ver.
El precario Estado, aún sin consolidarse, atiza la intolerancia para que se maten unos a otros, el ejercicio de la violencia se vuelve legítimo, cosa de todo día, los gobernantes sirven al crudo mercado de los negocios de la tierra, luego a su mutación del narcotráfico que produce muchas ganancias, pero al mismo tiempo mucha degradación del conflicto por su aspecto de ilegalidad.
El negocio de fácil riqueza seduce mucho, absorbe muchos renglones de la economía para el lavado de sus activos, siendo su punto culmen la llamada apertura económica en la década del noventa, se relega la producción interna, pequeños propietarios caen en la ruina, el desempleo galopa, la nuevas formas de empleo son mezquinas, acaban con las prestaciones sociales, deterioran los servicios públicos y de salud privatizándolos. El Estado se reduce a su mínima expresión, la empresa privado lo sustituye y todo lo vuelve negocio.
El narcotráfico articula zonas grises de la economía. Por su fácil enriquecimiento pero con mucha sangre, reemplaza la economía agraria, minera y cafetera, incluso la industrial a través de la apertura económica, que privilegió el lavado de activos y el estímulo del parasitismo comercial, el fácil enriquecimiento sedujo al país capitalista, aparece la burbuja inmobiliaria. La inequidad es campeona, la población en desespero busca como salir de la ruina, en las esquinas los matones de barrio ofrecen pagas para el crimen. De otro lado se acorrala a los inconformes, a los disidentes políticos, en los montes surgen las guerrillas izquierdistas.
El Estado responde con la fuerza a las disidencias, a las protestas, teme que la insurgencia se tome las ciudades y con ellas el poder. A la población civil, a las organizaciones sociales, estudiantes son asimilados como auxiliadores de las guerrillas. La respuesta es el llamado Estatuto de Seguridad Nacional, pariente de la denominada Guerra Frías, y no es más que penalizar cualquier tipo de protesta, incluso ejercer la violencia, la muerte con grupos de ultraderecha.
El experimento es bien conocido, ésta metodología del miedo y de la muerte tuvo y sigue dando dolorosos resultados para la vergüenza humana. Por su violencia que correaba sangre por todos los poros, el narcotráfico debilitó la escasa institucionalidad existente. El partido político de la Unión Patriótica fue exterminado con sus más de seis mil militantes, líderes sociales, políticos y candidatos presidenciales asesinados. Los grupos de paramilitares estaban a la orden del día, y muchos etc. Se evidencia la estrategia o alianza del Estado con los grupos de ultraderecha
El experimento es bien conocido, ésta metodología del miedo y de la muerte tuvo y sigue dando dolorosos resultados para la vergüenza humana. Por su violencia que correaba sangre por todos los poros, el narcotráfico debilitó la escasa institucionalidad existente. El partido político de la Unión Patriótica fue exterminado con sus más de seis mil militantes, líderes sociales, políticos y candidatos presidenciales asesinados. Los grupos de paramilitares estaban a la orden del día, y muchos etc. Se evidencia la estrategia o alianza del Estado con los grupos de ultraderecha
La democracia enseña en su naturaleza el ejercicio de las decisiones para procurar el bienestar colectivo, a ello se le llama descentralización, pero desvirtuada con controles severos desde el poder central, así garantizan que las inversiones beneficien a sus amigos empresarios. Así los entes territoriales tan sólo son extensiones que hacen gracia a la tercerización de los servicios básicos.
Más allá de la reparación o demás caminos de la paz, importa mucho más el horizonte de construir Estado Democrático, poderes descentralizados con el gobierno de la gente en vez de sistemas degradados como el parlamentarismo, de construir una nación para el bienestar social.
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