Michel Serres: Para Inventar y Crear se Requiere
Saber Zigzaguear y Privilegiar las Bifurcaciones

Julien Burri.  Colgada el 18.06.2015


El filósofo francés Michel Serres de 84 años, firma su sexagésimo libro “le Gaucher boiteux”, una magnífica lección de creatividad.  Para lograrla se requiere cojear y pensar oblicuamente. 

Anacrónico y contemporáneo, en Michel Serres estas dos características se enriquecen la una a  la  otra.    El  académico  ya  no  podría  vivir  sin  su  teléfono  inteligente,  pero  su  escritura recuerda  en  eco  las  de  Gaston Bachelard  y  de  Jules  Michelet.    Pensadores  oblicuos  de  los siglos  XIX  y  XX,  a  la  vez  científicos  y  poetas.    Una  escuela  francesa,  única  en  el  mundo.  


Michel Serres engloba ciencia y artes, historia y tecnologías, con un espíritu de síntesis que se ha vuelto hoy demasiado escaso. 


Precisamente la calle Jules Michelet, conduce hasta su puerta.  Estamos en Vincennes, cerca de París, en una casa llena de libros, con un jardín frondoso.  “Pues  sí, los libros están por todas partes”, suspira el dueño del lugar, con sus grises ojos risueños y sus abundantes cejas blancas. 


Tiene una  hora para  concedernos, antes  de  una cita por  Skype.  “Gracias  por  haber venido desde  Lausana…    la  vista  sobre  los  Alpes  savoyanos  que  ofrece  su  ciudad  es  el  más  bello paisaje que yo conozca.  De los que he visto, quizás solo Vancouver sea tan bello…” 


Ud.  se  describe  física  e  intelectualmente  como  un  “zurdo  cojo”…    Según  Ud., crear impone no ir recto. 


La carretera que conduce a Ginebra va siempre a Ginebra.  Si Ud. la sigue no inventa nada.  El objetivo de su viaje será el que proyectó para su viaje.  Un verdadero viaje es el que enseña algo distinto a lo que estaba previsto.  Hay que bifurcar para crear y descubrir.  Piense en Cristobal Colón.
 

Si Ud.  interroga a los descubridores sobre la manera como han  procedido, la mayor parte del tiempo han descubierto lo que no buscaban.  La investigación científica en la actualidad  está demasiado  orientada.    No  es  así  como  se  inventa.    El verdadero descubrimiento es imprevisto. 

Es  por  esto  que  ama  el  rayo  <foudre>  que  zigzaguea.    En  su  texto  Ud.  lo menciona con frecuencia.  Pero el rayo también puede matar… 


¿Nunca ha tenido un flechazo <coup de foudre> por una persona? (se sonrie). 


¡Es de esto de lo que se trata!  La invención nos cae en la cabeza; nunca sabemos de dónde va a venir, ni cuando.  Hay algo de enceguecedor.  Ud. sabe, una verdadera invención no se ve nunca.  Se toma un tiempo largo para reconocerla. 

Piense  en  Newton  que  descubrió  la  atracción  universal.    Todas  las  academias  de ciencias rechazaron ese descubrimientos durante ciento cincuenta años.  Esa novedad era  tan  fuerte  que  nadie  la  vio.    En  cuanto  a  las  tormentas,  yo  he  vivido  unas  bien serias; incluso me consideraron desaparecido seis días en la mar, cuando navegaba en la Marina nacional. 


Gobernar quiere decir eso: maniobrar el azafrán del timón.  Hacer zigzags.  Pensar es bifurcar. 


El estilo es la primera cosa que llama la atención cuando se lo lee.  Ud. es tanto escritor como filósofo.
 

En  lengua  francesa  no  hay  mucha  frontera  entre  la  filosofía  y  la  literatura.    Es prácticamente  único  en  la  historia.    Excepto  en  Platón.    Somos  los  herederos  de Diderot, Voltaire, Bergson, que le pusieron mucho cuidado a la forma.  Pero yo trata también de olvidar la tecnicidad abrupta para fluir por la lengua corriente. 

Las ideas pasan a un segundo plano.  Pero en el primero, es menester que aquello sea sonriente, acogedor.  La técnica está ahí.  Solamente que no se la deja ver. 


Lo que seduce luego es su espíritu de síntesis.  Ud. traza las líneas de un “gran relato” para volver a colocar lo humano en el cosmos… 


Pensar  es  estar  en  conexión  con  el  cosmos.    Como  lo  he escrito,  el  mundo  no  nos rodea, nos construye por completo.  La ciencia nos ofrece un gran relato que bifurca, que va del big bang hasta nosotros.  Todos los científicos son su autores en común.

 
Mientras que el postmodernismo había anunciado la muerte definitiva de todo relato englobador… 


Ud. quiere recordarnos también que tenemos un cuerpo.  Que sin el cuerpo “la
inteligencia sigue siendo estúpida y pesada”… 


Yo he sufrido la dramática separación entre los científicos y los literarios.  Incluso por esto tengo muchos colegas gruñones; están separados del mundo moderno porque no conocen la ciencia.  Las nuevas tecnologías podrían, por medio de su cultura en red, favorecer los intercambios transdisciplinarios.  En mi libro insisto mucho sobre estas travesías.  El análisis no es muy interesante, es la síntesis la que es necesario buscar.
 

¿Entramos en una nueva civilización? 

“Civilización”  es  una  palabra  mayúscula.    Pero  hay  una oscilación  de  cultura  tan importante  como  la  que  tuvo  lugar  en  el  momento  de  la  invención  de  la  escritura.  


Entre el momento en el que lo que se hacía era hablar y aquel en el que la escritura se
impuso.  Sócrates desconfiaba de la escritura.  Y Platón escribía.  Cuando la escritura llegó, todo cambió:  la ciencia,  la geometríaa, el derecho, la  paideia, etc.  Lo mismo ocurrió  cuando  la  invención  de  la  imprenta.    En  la  actualidad,  con  las  nuevas tecnologías, vivimos una tercera revolución.
 

¿Va a desaparecer el libro de papel?  

Voy a contarle una historia para divertirlo.  Soy viejo marino y me he interesado en la evolución de la marina.  A comienzos del siglo XX ocurrió un evento considerable: el bote de vela comenzó a ser competido por la máquina de vapor.  Imagínese: estamos en 1920, los dos, y discutimos sobre el porvenir de la marina. 

Estamos  de  acuerdo  en  decir  que  la  vela  está  liquidada. Hoy, en  2015,  visitemos todos los puertos del mundo, y encontraremos diez veces más veleros que barcos de motor.    Nuestro  pronóstico  de  1920  era  absolutamente  seguro,  pero  completamente falso.  El libro de papel… ¿qué quiere que le diga?  Es seguro que va a morir… ¡pero como el bote de vela! 


Muchos  de  sus  cofrades  son  “gruñones”  (Alain inkielkraut,  Eric  Zemmour), mientras que Ud. ¡está maravillado! 


No vale la pena  llorar por un  mundo desaparecido.  No puedo hacer nada  distinto a vivir en este mundo.  Está delante de mí, es necesario que lo piense, que sea lúcido sobre  él,  para  ayudar  a  mis  hijos,  a  mis  estudiantes,  las  generaciones  futuras.    La filosofía  quiere  decir  sabiduría.    Sabiduría  <sagesse>  para  mí  quiere  decir  partera <sage-femme>.  Ser el partero del mundo futuro.  ¡Soy una partera!  Los regañones dicen que todo tiempo pasado fue mejor.  Claro que era mejor ¡porque yo estaba allí! 
 

Pero  estábamos  gobernados  por  Franco,  Mussolini,  Lenin,  Stalin,  Mao,  Pol  Pot, Hitler, etc.  Gentes valientes que nos costaron ¡150 millones de muertos! 

Pero  hace  setenta  años  vivimos  en  paz.    Es  primera  vez  en  la  historia.    Estoy  muy contento  de  vivir  en  esta  época.    Mi  optimismo  es  un  optimismo  de  combate.    Por supuesto que nuestra época es movidita, con sus torbellinos.  Los que se angustian son los que nun- nun- nun-ca han navegado (él retoma la melodía de la canción “érase un barquito”… y se ríe). 


Una  época  nueva  impone  reinventar  las  instituciones  y  la  política.    ¿Es  capaz Francia de hacerlo? 


Lo que más me sorprendió en enero fue la manifestación que siguió a los atentados de Charlie Hebdo.  Tuvo tres características: primera, fue silenciosa.  Segunda, no era ni en pro ni en contra de decisión o persona alguna.  Tercera, las gentes al decir “yo soy Charlie” decían simplemente “yo soy”.  Nunca antes se decía “yo soy”.  
 

Se decía “somos”.  Es una novedad de una moraleja social inédita.  Hemos asistido a una  triple  bifurcación  histórica. Es infinitamente  raro  estar  en  presencia  de  una invención sociopolítica.  Lloré de la emoción ante una tal novedad. Francia se reinventó en esa ocasión.  Se puede descubrir el agua tibia por error, pero reinventarse uno mismo, es una cosa bien severa. 

Ud.  que  ha  atravesado  decenios  ¿no  tiene  la  impresión  de  haber  vivido  una sucesión de crisis? 


Sí, una crisis perpetua.  El nuevo mundo estaba sin cesar camino de asomar.


¿En qué consiste nuestra humanidad?  ¿En esta inadaptación de base al mundo? 


El  término  humanidad  tiene  dos  sentidos:  designa  a  la  colectividad  humana  por  un lado, y por el otro la bondad, el hecho de hacer del otro un acto de humanidad.  Yo escogería más bien el segundo sentido. 


Sesenta libros, y otras tantas bifurcaciones intelectuales dibujan un pensamiento muy coherente.  Dando un paso atrás ¿qué piensa? 


En efecto ha sido un recorrido bastante bifurcador.  Pero no soy el responsable.  Algo en Ud. lo empuja y le hace escribir libros.  No puede nada.  No soy yo el que los ha hecho.  En todo caso, fue ante todo el niño que yo era, el que navegaba en el Garona, el que experimentó en la  naturaleza  y  que  fue movido por el universo, quien  los  ha escrito.  No el profesor.


 Traducción Luis Alfonso Paláu C., Medellín, 24 de junio de 2015.
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