Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/
Las medidas de ley que prohíben en estas cuatro calles de Medellín embriagarse y drogarse, pues como ha de saberse, en esta villa se drogan tres veces más que en cualquier otra ciudad del país, y por supuesto que hacen más bochinche, reporta la policía haber atendido alrededor de 15 mil riñas al mes. A ello se suma, por supuesto, el contexto de las bandas criminales, más de 200 se disputan todo el territorio, barrio por barrio, comuna por comuna, cuadra por cuadra, calle por calle. Los criminales se han tomado todo el espacio público, las infraestructuras de la ciudad para desplegar su logística de las ollas o plazas de vicio, su gran negocio. Si no se entiende este panorama, vaya y venga, se nos viene la opinadera para parecer plumas irreverentes, rebeldes y entonces declaramos el tedio al parque, desde luego, dando razón a los consumidores y distribuidores.
La medida regulatoria se enmarca allí, rescatar el espacio para el sano disfrute, para las familias, que vayan tranquilas a pasear por los lugares y no se intimiden por los pillos, drogadictos, ebrios que atracan, roban, poposean, excretan en plenos parques, entradas residenciales, hacen fiestones hasta el amanecer sin importar perturbar el sueño del trabajador, del empleado que tiene que madrugar a ganarse el pan. No imagino a esos defensores de tribuna y no de ruedo, llevar a sus hijos a uno de estos parques para que presencien en vivo y en directo el camino de la drogadicción, condición degradante del ser humano, pues es parásito quien sólo consume y nada da. No imagino a estos padres de familia arriesgar a sus hijos en lo peor de esas bandas criminales (recordemos que raptan y prostituyen a las jovencitas más lindas en las comunas). Tampoco imagino a esos librepensadores de tribuna celebrar que su casa o su carro sea pintado por grafiteros, o en sus puertas residenciales tolerar la parranda, orines y vómitos de estos seres de rumba y drogadicción.
El balance del conflicto en Colombia, en especial el de las guerrillas de izquierda está por pasar la página, y recordemos que representa por lo menos 15% de la violencia nacional, ganando más la violencia doméstica en casi un 50%, y la otra gran preocupación del Estado Colombiano son precisamente las Bandas Criminales que tienen tomadas las urbes con sus rentas criminales y toda su crueldad de violencia, propia de las peores mafias en el mundo. He ahí el problema.
El espacio público, la calle o andén por excelencia, es tomada, invadida por los pillos para el despliegue de su microtráfico y de sus negocios informales que ponen a rentar, impidiendo la libre movilidad del ciudadano, volviendo la vida más estresante sin por donde caminar, teniendo que salirse a disputarse la vía con los automotores. Y como ya dijimos arriba, los parques son infraestructuras en donde despliegan sus actividades ilícitas como ventas de alucinógenos o licor. Repetimos, es un tema de criminalidad y no de moralidad el que está enfrentando el Estado con estas medidas que pretenden devolverle el espacio público al ciudadano que quiere el sano esparcimiento que son la mayoría de los hogares colombianos.
Me parece atinado el comentario a la opinión de Pascual Gaviria que hace el lector Alberto V. Velásquez la fecha 03/09/2016 en el diario El Espectador. “ ¡Claro, los borrachitos y viciosos del downtwon ya no caben en las cuatro callecitas que conforman el actual miadero del centro de la ciudad. Está bien que cada uno se envenene con chirrinchi y chiruza... que cada quien es libre (eso es lo que aducen) de elegir la agonía de la que la mayoría de los bacanes bobmarlianos nunca podrá salir. Ahora, para evitar que los chirrincheros se tomen las calles QUE TAMBIÉN LE PERTENECEN a los abstemios beatos o no beatos ¿qué clase de argumento es que las familias valleaburreñas se cascan y se matan entre los muros de sus propios ranchos ¿Problema de cupo? ¿no caben pa`sacar la mao y soplásela a la mujer? ¿Están muy hacinados en sus cambuches? ¿entonces que salgan a la calle a "darse piso"? ¿Y los demás ciudadanos qué? ¡De malas, que caminen por el asfalto que las aceras ya tiene dueños!...
Definitivamente, esta lógica de la civilidad es la misma que fundó el Innombrable, El que tienen la razón del poder o el poder de la razón se queda con todo.... el absolutismo de arepa con quesito. Malos porque toman trago, malos porque no toman. Entre tanto, la mayoría de los cuadrantes de la "parrilla" son usados como cagaderos por los dueños de la calle... ¡vaya, pues, dígales, que limpien un poquito!... Deliciosa esta dialéctica ilustrada de los flaneurs de hígado potente. ¡Fresco, parce ...todo bien! ....¡'dios-lo-bendiga! ¿me va a dar la liga, 'apá?"
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/
Las medidas de ley que prohíben en estas cuatro calles de Medellín embriagarse y drogarse, pues como ha de saberse, en esta villa se drogan tres veces más que en cualquier otra ciudad del país, y por supuesto que hacen más bochinche, reporta la policía haber atendido alrededor de 15 mil riñas al mes. A ello se suma, por supuesto, el contexto de las bandas criminales, más de 200 se disputan todo el territorio, barrio por barrio, comuna por comuna, cuadra por cuadra, calle por calle. Los criminales se han tomado todo el espacio público, las infraestructuras de la ciudad para desplegar su logística de las ollas o plazas de vicio, su gran negocio. Si no se entiende este panorama, vaya y venga, se nos viene la opinadera para parecer plumas irreverentes, rebeldes y entonces declaramos el tedio al parque, desde luego, dando razón a los consumidores y distribuidores.
La medida regulatoria se enmarca allí, rescatar el espacio para el sano disfrute, para las familias, que vayan tranquilas a pasear por los lugares y no se intimiden por los pillos, drogadictos, ebrios que atracan, roban, poposean, excretan en plenos parques, entradas residenciales, hacen fiestones hasta el amanecer sin importar perturbar el sueño del trabajador, del empleado que tiene que madrugar a ganarse el pan. No imagino a esos defensores de tribuna y no de ruedo, llevar a sus hijos a uno de estos parques para que presencien en vivo y en directo el camino de la drogadicción, condición degradante del ser humano, pues es parásito quien sólo consume y nada da. No imagino a estos padres de familia arriesgar a sus hijos en lo peor de esas bandas criminales (recordemos que raptan y prostituyen a las jovencitas más lindas en las comunas). Tampoco imagino a esos librepensadores de tribuna celebrar que su casa o su carro sea pintado por grafiteros, o en sus puertas residenciales tolerar la parranda, orines y vómitos de estos seres de rumba y drogadicción.
El balance del conflicto en Colombia, en especial el de las guerrillas de izquierda está por pasar la página, y recordemos que representa por lo menos 15% de la violencia nacional, ganando más la violencia doméstica en casi un 50%, y la otra gran preocupación del Estado Colombiano son precisamente las Bandas Criminales que tienen tomadas las urbes con sus rentas criminales y toda su crueldad de violencia, propia de las peores mafias en el mundo. He ahí el problema.
El espacio público, la calle o andén por excelencia, es tomada, invadida por los pillos para el despliegue de su microtráfico y de sus negocios informales que ponen a rentar, impidiendo la libre movilidad del ciudadano, volviendo la vida más estresante sin por donde caminar, teniendo que salirse a disputarse la vía con los automotores. Y como ya dijimos arriba, los parques son infraestructuras en donde despliegan sus actividades ilícitas como ventas de alucinógenos o licor. Repetimos, es un tema de criminalidad y no de moralidad el que está enfrentando el Estado con estas medidas que pretenden devolverle el espacio público al ciudadano que quiere el sano esparcimiento que son la mayoría de los hogares colombianos.
Me parece atinado el comentario a la opinión de Pascual Gaviria que hace el lector Alberto V. Velásquez la fecha 03/09/2016 en el diario El Espectador. “ ¡Claro, los borrachitos y viciosos del downtwon ya no caben en las cuatro callecitas que conforman el actual miadero del centro de la ciudad. Está bien que cada uno se envenene con chirrinchi y chiruza... que cada quien es libre (eso es lo que aducen) de elegir la agonía de la que la mayoría de los bacanes bobmarlianos nunca podrá salir. Ahora, para evitar que los chirrincheros se tomen las calles QUE TAMBIÉN LE PERTENECEN a los abstemios beatos o no beatos ¿qué clase de argumento es que las familias valleaburreñas se cascan y se matan entre los muros de sus propios ranchos ¿Problema de cupo? ¿no caben pa`sacar la mao y soplásela a la mujer? ¿Están muy hacinados en sus cambuches? ¿entonces que salgan a la calle a "darse piso"? ¿Y los demás ciudadanos qué? ¡De malas, que caminen por el asfalto que las aceras ya tiene dueños!...
Definitivamente, esta lógica de la civilidad es la misma que fundó el Innombrable, El que tienen la razón del poder o el poder de la razón se queda con todo.... el absolutismo de arepa con quesito. Malos porque toman trago, malos porque no toman. Entre tanto, la mayoría de los cuadrantes de la "parrilla" son usados como cagaderos por los dueños de la calle... ¡vaya, pues, dígales, que limpien un poquito!... Deliciosa esta dialéctica ilustrada de los flaneurs de hígado potente. ¡Fresco, parce ...todo bien! ....¡'dios-lo-bendiga! ¿me va a dar la liga, 'apá?"
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