Un libro, el buen libro es lo mejor del espíritu, lo más depurado, lo más desgarrado que un autor da de sí. "Yo no soy un hombre, soy un pueblo" decía Nietzsche en su pluma inspirada. Un libro es inacabado, el lector cada vez encontrará sentidos más enriquecedores de la época recreada para iluminar la presente. Michel Foucault en ese sentido definió el Libro como caja de herramientas, permite usos útiles para la mente despierta y curiosa que está en búsquedas. Acá unas líneas sobre el tema de D. H. Lawrence en su libro Apocalipsis.

"Un libro vive en la medida en que no ha sido sondeado; en cuanto su misterio se desentraña, muere enseguida. Resulta asombroso lo distinto que es un libro cuando lo releemos al cabo de cinco años. Algunos libros ganan inmensamente, son algo nuevo, diferentes hasta el extremo de hacer que uno se interrogue por su propia identidad. Y a la inversa, hay libros que pierden muchísimo. Cuando releí Guerra y paz, me sorprendió descubrir cuán poco me conmovía, y casi me espantó pensar en el entusiasmo que experimenté en otro tiempo y que ya no sentía.

Así pues, cuando se desentraña el misterio de un libro, cuando se le conoce y su significado queda fijo o establecido, ese libro muere. Un libro sólo vive mientras tiene el poder de conmovernos, y conmovernos de una manera distinta; mientras nos parezca diferente cada vez que lo leemos. Debido a la inundación de libros superficiales que realmente se agotan con una sola lectura, la mente moderna tiende a pensar que todos los libros son iguales, que se consumen con una sola lectura, pero esto no es cierto y, gradualmente, la mente moderna lo comprenderá de nuevo.

La auténtica alegría que proporciona un libro radica en la posibilidad de leerlo una y otra vez y encontrarlo siempre diferente, en tropezar con otros sentidos y hallar otro nivel de significado. Como de costumbre, es una cuestión de valores: estamos tan abrumados por las cantidades de libros que ya apenas nos damos cuenta de que un libro puede ser valioso, así como una joya o un precioso cuadro son valiosos, objetos que uno puede contemplar con una atención creciente, obteniendo cada vez una experiencia más profunda.

Es muchísimo mejor leer un libro seis veces, a intervalos, que leer seis libros distintos, porque si un libro determinado puede atraerte para que lo leas seis veces, la experiencia será más profunda en cada ocasión y enriquecerá todo tu espíritu, tanto en el aspecto emotivo como en el intelectual, mientras que seis libros leídos una sola vez no son más que una acumulación de interés superficial, la cargante acumulación de los tiempos modernos, la cantidad sin valor auténtico."


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