Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Lo absurdo se muestra enseguida en la ilusión, en la distorsión democrática: ¿Cuántos votantes hacen falta para cambiar  una bombilla? Ninguno. Porque los votantes no pueden cambiar nada. La promesa de cambio se diluye en el político que absorbe y concentra el poder delegado de sus votantes. A su vez el Estado es la suma de este género de políticos, un poder concentrado y desvinculado del ciudadano. Cada vez se constata la ineficacia del Poder abstracto del Estado y de sus agentes políticos: impedir la distribución de los recursos y por consiguiente la inequidad en la población, cada vez más pobre, desatendida de sus servicios básicos. Por lo demás el proceso de votar conduce a procesos de odios, enemistar, dividir a las comunidades entre perdedores y ganadores, los que mandan y los que obedecen.


El Estado es fallido, sólo sostenido con el engaño del demagogo, del sofista político con su máscara de cordialidad. Esta lejanía del Poder con la ciudadanía, con los problemas reales de sus vidas, han dado fuerza para trabajar en otros mundos posibles, en otras formas de tramitar los problemas reales de las comunidades. Las formas alternas de tramitar el poder tienen que ver con la Democracia Directa, sin intermediarios y sin jerarquías de yo mando, tu obedeces. Por el contrario, el proceso decisorio se da en deliberaciones hasta llegar a acuerdos consensuados, sin que nadie tenga que convencer a nadie. A esto también se le llama Anarquía, que no es el caos o desorden, es más bien la unión de ciudadanos deliberando y decidiendo en el barrio, en la cuadra, en los colectivos culturales sobre sus problemas, tomando el toro por sus cuernos, sin intermediarios lejanos, sin caciques ni jefes, sin jerarquías, se manda obedeciendo. La Anarquía va más bien con la reinvención de la existencia. Cada comunidad, cada individuo, vive en su propio universo único. Son principios básicos del anarquismo: autoorganización, asociación voluntaria, ayuda mutua, todas estas son formas de comportamiento humano que se consideran parte de la humanidad desde sus inicios.



Puede objetarse que el Estado es imprescindible, que no puede concebirse sociedades sin Estado. Pero la antropología ha constatado que sí es posible, Pierre Clastres ha documentado comunidades que todo el tiempo han impedido la formación Estado porque han advertido lo dañino de la concentración de poder y de los excedentes de producción. El Estado con su acta de nacimiento del mundo moderno fue con puño y letra de Maquiavelo, y el sistema favorecido fue la sociedad liberal, la libertad de intercambiar productos, comerciar, y con ello el advenimiento del Burgos, de la ciudad, del burgués en contraposición del señor feudal, del campesino anclado en el campo y sus condiciones miserables. La puja ganó en favor de las concentración de los poblados y servicios que abaratan los costos por la producción a escala. La ciudad descresta por sus monumentales edificios, símbolos del bienestar, de progreso. El campo por el contrario es la dejadez, el atraso, sin los servicios del progreso, la miseria se evidencia.


Si algún día no lejano, la autogestión de los hombres se vuelve la cosa más común, los hombres autodirigiéndose, sin dirigentes políticos, surge la pregunta qué hacer con estos políticos ociosos, desocupados. Borges en el libro de Arena, imaginó una respuesta pensando en usar el arte de la demagogia para hacer reír, los comediantes es una profesión noble, de eso no hay duda: "Qué sucedió con los gobiernos? Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más completa que este resumen." Construir una ciudadanía por fuera del Estado es posible, preferible.


Una cosa última, la anarquía es amiga de las revoluciones silenciosas, en calma, no es lo suyo confrontar, mejor la retirada y en la lejanía se reinventa la comunidad, el poder de uno mismo. Tiene más impacto y mejor uso de las energías para la creación que quedar enganchado en trifulcas. "A veces lo mejor es simular que nada ha cambiado, permitir que los representantes estatales mantengan su dignidad, incluso presentarse en sus despachos, rellenar sus formularios y, a partir de ese momento, ignorarlos por completo." (Graeber, p.72)

Adenda:


Una bibliografía sobre el Anarquismo como el arte de la autogestión, de otro mundo es posible: David Graeber. Fragmentos de antropología anarquista. Lallevir SL / VIRUS editorial, 2011

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