Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica





Dos curas de espada en mano. El primero de ellos, Juan Sánchez atravesó de costado a costado a Vásquez por reclamo justo. El segundo presbítero Jerónimo Facundo también con espada en mano, forzó, obligó a feligrés a casarse con su asistente que servía al cura en su parroquia. Nuestra malicia indígena puede fundar sospecha de sucios secreticos que este cura quería tapar. En fin, son dos casos, dos personajes que dejan ver el poder desmedido clerical, no importa que se les vaya la mano, a los discípulos de Dios todo parece perdonársele.

No todo tiempo pasado fue mejor. El Cojo, como era llamado, José Antonio Benítez, fue escribano hacia finales del siglo dieciocho (xviii) y comienzos del diecinueve (xix). Éste se dió a la tarea de escribir de manera desordenada notas sobre el acontecer del Medellín de esa época, notas recopiladas en libro titulado Carnero de Medellín. "Por qué 'Carnero'? En primer lugar, porque al "Cojo" le dio la gana de bautizarlo así; en segundo, de todos los sentidos que tiene el término -que son hartos-, me quedo con el de una autoridad como Don Sebastián de Cavarrubias; en su "Tesoro de la Lengua Castellana o Española" se lee, entre varias acepciones, ésta: ' y los papeles que no son de provecho, y por ser antiguos no se queman, poniéndolos en alguna parte retirada, dizen echarlos en el carnero, a imitación del de los muertos.' Y en ese mismo sentido lo entendía el "Cojo," pues en alguna parte habla de 'el archivo llamado Carnero.'" Roberto Luis Jaramillo en Prólogo (p.xiii)

Transcribimos párrafos referidos a lo Eclesiástico. Tan sólo es mera referencia, más adelante, en otro escrito, prometemos análisis de contexto. Por el momento los dejamos con el Cojo.


En la villa de Medellín, en el año de 1702, "siendo vicario Juez Eclesiástico, el Maestro Don José Molina y Toledo, y cura el doctor Don Lorenzo de Castrillón Bernardo de Quiroz, día sábado a cosa de las diez u once del día, el presbíterio Juan Sánchez de Vargas, tuvo la desgracia de cometer homicidio, matando violentamente a Miguel Vásquez que vivía del otro lado de la quebrada en casa de su suegro Lucas Morales Bocanegra, andaba el padre pidiendo la limosna que en aquel tiempo usaba pedir para la Misa de la Candelaria los días sábados, llegó a la casa de Vásquez, pidió candela a una mulatilla que tenía allí aprendiendo a coser con Gertrudis Morales, mujer de Vásquez. 


El padre empezó a maltratar a la mulatilla; la mujer de Vásquez a defenderla, y el padre no le atendía; en el intermedio llegó Vásquez y requirió al padre se fuese de su casa, y que no le escandalizase más, que si no sabía que en su casa gritaba más hombre que él; el padre se enfadó fieramente y altercando de razón, volvió el rostro a la lansera y vió la espada de Vásquez y arrebatadamente la desnudó y le acometió tirándole una violenta estocada que le pasó de costado a costado, de suerte que el herido Miguel Vásquez, sólo pudo caminar quince pies adelante, pidiendo confesión y cayó muerto; … el agresor se fue, y en los Remedios otorgó poder a su Padre el Regidor Manuel Sánchez para contestar la causa; esta la sentenció el Doctor Don Carlos de Burgos Abogado de Santa Fé, quien lo condenó a degradación de Órdenes, y que sirviese en Santa Fé en el Convento de San Diego por cinco años en ejercicios humildes y mecánicos.


El Padre Juan Sánchez siguió su fuga desde el día de la desgracia, hasta la corte de Roma; se presentó el Santísimo Padre, el Señor Clemente Décimo Primero, y su Beatitud lo acogió benignamente, le absolvió de la censura en que había incurrido y dicen le permitían celebrar, si se quedaba en los Estados Pontificios, y el padre no quiso, quien después de haber recibido la absolución solemne, y sacado el Decreto del Perdón de la Estaría o Penintenciaría, se volvió a esta Villa, vistiendo siempre los hábitos talares o clericales, pero suspenso de todos los Divinos Oficios, y trajo la reliquia de un hueso de San Félix… 


pero se sabe por tradición cierta, que trajo los tales despechos, según dicen los viejos que trataron con el padre, después que vino de Roma. La sentencia del Doctor Burgos, no tuvo efecto aunque el Obispo siguió su dictamen, porque el despacho de Roma prevalecía al del Obispo, que para definitiva consultó al expresado Doctor Burgos; últimamente ni aun en la causa consta que se le notificase.


Por estos tiempos siguió dicho Vicario Molina otra causa contra el Presbítero Jerónimo Facundo de Acevedo, por haber este violentado una noche con la espada en la mano, a Jacinto de Cortés Dávila, y casádolo con una muchacha que había criado el padre en su casa, y en ella en un cuarto fué que lo casó, y al siguiente día del casamiento puso la querella el novio los tales esponsales." (Carnero Medellín: págs. 180-181)

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