Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

El gobierno actual del presidente Petro resume para bien o para mal los sueños por décadas de una "izquierda" en el poder, al menos es lo que sus militantes y adeptos creen. Pero en términos estrictos su gobierno no es de izquierda sino liberal, los cambios prometidos son las banderas del liberalismo de órbita mundial, mantener en condiciones favorables al ejército de trabajadores para una buena producción. Todo gobierno liberal y demócrata sueña con garantizar las más mínimas conquistas ciudadanas: trabajo, educación, salud y vivienda. Y así evitar un estallido social.


Es lo mínimo que se puede tener en cualquier tipo de sociedad, nadie quisiera vivir en una cloaca de país. Todo ciudadano razonable, incluídos los empresarios capitalistas (eso cree uno), quisieran caminar tranquilos por las calles sin temores de ser apuñalados o baleados al doblar la próxima esquina. Nadie quiere correr riesgos, nadie quiere andar por ahí con su vida empeñada, esquivando al pillo, traqueto, ladronzuelo, a los sin nada que comer, a los miserables que van tras la presa de la subsistencia.


Pero estas banderas aún son sueños. La realidad recibida por este gobierno es la de una herencia envenenada fraguada décadas atrás, en palabras del mismo presidente de cuando era Congresista, Colombia es un Estado mafioso, una sociedad criminal por aquello de la Parapolítica, evidente en el extinto Departamento Administrativo de Seguridad -DAS- que tuvieron que acabarlo porque estaba al servicio de la criminalidad. Y por el mismo camino iría la Unidad Nacional de Protección encargada de dar seguridad a los amenazados de muerte, algunos de sus protegidos han sido asesinados en dudosas circunstancias, y uno de sus altos funcionarios hace poco fue a la cárcel por sus nexos criminales, las noticias han circulado en primera página en la prensa nacional. Depurar el Estado del crimen organizado es un reto grande del actual gobierno. 


Pero no sólo es el crimen un problema mayor por solucionar, también lo es la economía del país. Para nadie es desconocido que la producción y micro tráfico de cocaína o pasta de coca y marihuana son las que nutren esas rentas criminales dentro y fuera de la nación, y por supuesto son las que han dinamizado la economía en general en su tríada solidaria: ilegal, informal y criminal. Y como es sabido por todos, el dinero no huele, pasa de un lado a otro, se lava o legaliza, circula sin mayores tropiezos por la banca, el comercio y la sociedad. Otros productos de exportación de la economía nacional son el carbón, café y el ganado. Todo esto se da en el país del corazón de Jesús a espaldas de la economía de punta, de la basada en la inteligencia artificial, mucho más rentable que la estilada en expresión Producto Interno bruto en vez de inteligente o incluso economías verdes o limpias, sin caer en la ingenuidad de servirle en bandeja de plata a los nuevos capitalistas que se embolsillan los dineros con cuentos ecologistas.


Pero una sola golondrina no hace verano. Nuestra economía está en aprietos en el concierto mundial. Nuestro mundo es global, globalizado. Para muestra un botón. Recordemos el covid 19, un simple virus, un miserable ser microscópico traspasó fronteras y puso en jaque al planeta entero, a la vida, a la economía. Superar la pandemia estuvo en manos de los monopolios farmacéuticos y de los países del primer mundo con sus laboratorios de frontera. Esto nos muestra que son otros tiempos veloces y diferentes los que se viven. Con un pequeño dispositivo en nuestras manos,  tan sólo con el SmartPhone o similares en nuestras manos, se puede navegar por el mundo, lo virtual es lo real, estamos aquí pero también allá, nos tenemos los unos a los otros, no importa qué tan lejos, a qué distancia se esté del continente, las comunicaciones nos ponen de cuerpo presente con una simple videoconferencia, por ejemplo.


Igual sucede con otros renglones de la economía globalizados. En el diario vivir sucede otro tanto, por dónde camino, no importa si el pueblo está en medio de la nada, allá verán los cachivaches made in China. Desde nuestro vestuario hasta el bocado que llevamos a la boca puede venir de afuera, del otro lado del mundo, del otro continente. Las fronteras en este mundo global no dejan de ser obsoletas, las gentes encapsuladas en aviones van y vienen por el globo terráqueo. Es una realidad que respiramos en la casa, en la calle, en las ciudades. El turismo mundial va en aumento, el tiempo libre y la economía en escala hace accesible el viajar constante y por tanto nos afecta, impacta la economía, nuestra cultura, nuestros modos de ser. Todo es intercambio.


La tarea es grande, pero debe irse paso a paso, el que mucho abarca poco aprieta. En Colombia el poder es feudal y retardatario, sus instituciones decimonónicas no responden a las realidades de hoy, Colombia es una nación insuficiente, un Estado Fallido. Esperemos que el actual gobierno pueda dar avance con lo prometido en la construcción del Estado con Justicia Social, esperemos esté rodeado de inteligencia científica y pragmática.

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