Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


El acontecer de la política colombiana en sus últimos gobiernos ha ido al ritmo de un feudalismo resistente al modernismo industrial, al Estado de Bienestar para sus conciudadanos. Se puede hacer una radiografía en unas pocas palabras y no se encuentra mucho. Ensayemos. El entonces presidente Turbay reconocía la corrupción y fue así como propuso reducirla a la mitad, a sus “justas proporciones,” gobernando con los más honestos y más capaces, decía. Fue así como quiso impulsar la meritocracia pero no fue tal, terminó siendo todo lo contrario. Se recordará un viaje al exterior y preguntado por los numerosos presos políticos, en su cinismo respondió que el único preso político era él.

Belisario Betancourt lo marcaron dos tragedias: el Volcán del Nevado del Ruiz en Armero y la toma del Palacio de Justicia en el que murieron magistrados y civiles. Aún está por evidenciarse si esto fue un golpe de Estado militar. Con Ernesto Samper Pizano fue famosa la figura del elefante y la sonada frase del todo se hizo a mis espaldas, en referencia a los supuestos dineros del narcotráfico entrados a su campaña. La monita retrechera y su esposo Pastor Perafam, fueron dos figuras resonantes del narcotráfico como también lo fue alias Chupeta, famoso criminal fugado de prisión en los inicios de su mandato.


Andrés Pastrana fue figura nacional por ser periodista secuestrado, esto lo catapultó a la presidencia. Su imagen está asociada a un ser incompetente e inepto. Se resalta el fallido  e improvisado proceso de paz en el Caguán que permitió una arremetida guerrillera que soñaba con la toma del Poder a la vuelta de la esquina. Algunos humoristas como Tola y Maruja le hicieron honor con el chiste de ser el presidente que más ha viajado a Colombia. Se la pasaba de país en país sin gestión interesante que contar. Hace poco fue el hazme reír por su relación con el proxeneta gringo Jeffrey Edward Epstein. Hasta el momento la historia lo reconoce como el expresidente más inútil e incompetente que haya existido.


Bienvenidos al futuro fue el slogan del César Gaviria. El terrorismo entre carteles está asociado a su nombre por su cuestionada toma de partido por el cartel de drogas de los hermanos Rodríguez Orejuela en Cali con su declaratoria de guerra contra Pablo Escobar, logrando su muerte a tiros en un tejar en Medellín. La cárcel llamada la Catedral de Envigado fue insigne por sus comodidades no envidiables a un hotel cinco estrellas. Allí el capo hizo llevar a sus enemigos, los descuartizaba y los fritaba en una paila gigante que luego daba de comer a los guardianes. Entre sus víctimas están los Galeanos, también asesinos que decidieron independizarse de Escobar. El lema de bienvenidos al futuro no era más que la apertura de las fronteras al gran comercio internacional para el beneficio de un selecto grupo de empresarios del país pero en desmedro de los medianos y pequeños.


Álvaro Uribe y su cuestionada cercanía con el paramilitarismo, sus célebres falsos positivos, el ejército asesinaba a campesinos y ciudadanos inocentes y los hacía pasar por guerrilleros caídos en combate. Su promesa fue acabar con la guerrilla, cosa que no pudo. Su reelección presidencial fue insigne por la denominada yidispolitica, su nombre deriva de la Congresista Yidys Medina a quien dicen Álvaro Uribe se le arrodilló para que diera su voto a favor para su segundo mandato. No menor fue el escándalo del programa agro ingreso seguro, que fue el robo de auxilios para campesinos desviados a empresarios. Su imagen de campaña fue la mano firme y corazón grande. En el imaginario de las gentes quedó poder viajar por las carreteras sin las amenazas de las pescas milagrosas o secuestros masivos como llamó el mono Jojoy o Jorge Briceño, sangriento guerrillero de la Farc. Claro que eran las tanquetas militares en sus caravanas, la militarización del territorio, la que abrió paso a los finqueros para que pudieran ir a sus fincas los fines de semana.


Santos fue el heredero de Uribe, aunque meses después se desmarcó de su política guerrerista para abrir las puertas de la paz con la guerrilla colombiana. Su mancha fue el escándalo de Odebrecht, coimas con empresas nacionales y extranjeras. La mermelada fue la denominación de cuotas políticas dadas a los partidos para favorecer sus reformas. El otro no tan ilustre fue Duque quien se disputa el puesto de incopetente con Pastrana. La ñeñe política o el narcotráfico marcó su mandato. Su gobierno se asocia con el todo vale para favorecer la corrupción y el asesinato a líderes sociales. Fue él quien inauguró sacarle los ojos con disparos especiales a la cara de los jóvenes que protestaban. Las palabrejas vacías de una política de gobierno denominada economía naranja fueron más bien un chiste. El mal manejo de la pandemia covid 19 dejó en quiebra a muchas empresas. También fue su tarea hacer trizas el acuerdo de paz logrado por su antecesor. Duque y Pastrana se pelean el puesto del presidente más inútil de la historia.


Este pequeño recorrido es una caricatura grotesca del Poder en Colombia, de su Estado fallido, de la Nación insuficiente. Su constante es el asesinato, la violencia. Las palabras más comunes son violencia, asesinatos, corrupción y pobreza para la mayoría de sus habitantes. Es comprensible en un país con una clase feudal violenta que se resiste al cambio por una sociedad moderna o industrial. El Poder sigue sustentado en la tierra. Las estadísticas mencionan una cifra cercana al millón de asesinatos a manos del paramilitarismo desde 1948 a nuestros días.


Finalmente, concebimos, el Poder está entre las drogas más peligrosas, precedidas por el Dinero y la Gloria o la fama. El poder es una protuberancia que todos le quieren tener, el flujo de recursos económicos es un aditivo fuerte para los hombres. Es difícil encontrar una salida por esos caminos. Es allí donde se impide la Distribución de los Recursos, la riqueza de una nación a toda la población. La concentración de poder es corruptible. El Poder todos lo codician, es Uno sólo y todos van detrás de él. Encanta porque concentra el tesoro por todos querido y buscado: la capacidad de ser omnipotente, el que todo lo puede. Ante el poderoso todos rinden pleitesía, todos rinden culto, todos hacen la venia. El poderoso todo lo puede. El hombre de poder es ambicioso y se asemeja a un dios.


Es así como descreemos del poder. Los cambios necesarios no vendrán por esa vía, por la política. Vendrán de los movimientos locales, barriales en clave de bienes comunes, los derechos básicos para vivir, para mantenerse de pie, vivir dignamente como seres de este planeta llamado tierra, micro poderes que aseguren la distribución para todos, a cada quien según sus necesidades y capacidades.


En conclusión, en palabras del historiador Iván Castrillón:


El proceso de paz de Pastrana, tiene por objetivo dar tiempo a la reingeniería del ejército colombiano ante el avance territorial de las FARC, en el sur del país, por la ingobernabilidad asociada al proceso 8000 contra el presidente Samper, desatada por los famosos narco casetes que entregó Pastrana en una clara intervención de Tìo Sam, porque le preocupaba un presidente no amigo de Washington. Y este proceso es el que prepara su acceso a la presidencia.


Es de reconocerse al presidente Betancur el haber impulsado con seriedad una polìtica de paz.


Hay que recalcar la incompetencia de Pastrana y Duque, al mal manejo de la política económica, generando el primero un gran éxodo de profesionales y el segundo, lo ya señalado de las rasgaduras del tejido empresarial, sobre todo el de la economìa popular.


Por último, hay una capa muy complicada que atravesó todos esos gobiernos y fue la política antidrogas de los EUA, en una clara estrategia de intervenciòn política y militar y que generó en mayor o menor medida la ingobernabilidad.

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