Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica




La vida y la muerte se anudan, una es el anverso de la otra. La vida son las funciones que contrarrestan a la muerte. El destino fatal está inscrito en cada ser, nos vamos desgastando, vamos perdiendo funciones hasta que llega el final. El muerto no es el muerto, es La Muerte. La vida es muerte que viene, la muerte es vida vivida. Un día de vida es un día de muerte. Hombre viene de humus, de tierra, polvo eres y en polvo te convertirás. Todo tiene que ser nada. Somos polvo cósmico, polvo estelar. La vida es transformación, es metamorfosis.  Pero el dolor persiste por la ausencia de quién partió, sus cotidianidades, sus costumbres terminan siendo rutina de un nosotros que ya es vacío o por lo menos está incompleto. Estás aseveraciones no son más que un ir y venir de la vida.


La vida particular es finita, a todos nos aterra la hora final, incluso hacemos jugarretas en el fondo de nuestro ser, en nuestros pensamientos para burlar a la muerte. Muchas de nuestras creencias dan fe en que nos transformamos o nos metamorfoseamos en otras especies como la Uruga que pronto será crisálida y ahora es mariposa. O como los aborígenes del Brasil que evaden la fija mirada del tigre y así evitar les robe su espíritu humano. La metamorfosis es burlar la muerte, al menos de manera temporal mientras dure la existencia del cuerpo ocupado por el espíritu migrante. 


Aunque, también es cierto, la creencia budista del alma inmortal, que sólo cambia de cuerpo, el alma migra, toma prestado otro cuerpo, se reencarna en otro viviente que puede ser su semejante en especie o diferente como puede ser en un gato, una ave, un tigre. Esto mítico tiene tres modalidades o variantes: el animismo que consiste en que todos los animales tienen alma. El Totemismo que diferencia las plantas, los animales y los humanos. El Naturalismo que atribuye las almas a tan sólo los humanos. Y el analogismo, consistente en las relaciones infinitas hasta agotarlas.


Para «el individuo la muerte, dice Canguilghem en su artículo Vida, es el vencimiento inscrito en su patrimonio genético… como si su aniquilamiento y su regresiva inercia, pasado un cierto plazo, le fuera impuesto como su último deber». Y en otros renglones refiere a esa muerte inscrita en la vida como pulsión de muerte concebida por Freud, en Más allá del principio de placer: «el individuo está ligado en Freud a una concepción energética de la vida del psiquismo. Ahora bien, si es verdad que el viviente es un sistema en desequilibrio incesante, compensado por préstamos del exterior, si es verdad que la vida está en tensión con el medio inerte ¿qué hay de extraño o de contradictorio en la hipótesis de un instinto de reducción de las tensiones a cero, de una tendencia a la muerte?... Según Atlan: 'el único proyecto reconocible en verdad en los organismos vivientes es la muerte.'»


Esta pulsión de muerte está inscrita en cada vida (muy evidente en los suicidas), todos nos sabemos que vamos a morir pero nos está vedado el cómo el cuándo y el dónde, no sabemos ni el día ni la hora, pero aun así y en lo más hondo de nuestro ser, queremos evadir jugando a la inmortalidad: me quiero perpetuar con mis hijos, en las obras hechas no sin alguna dosis de vanidad que alimenta ese ego personal de la perpetuidad, de la inmortalidad. Es quizá un deseo ingenuo cuando no ridículo. Acá recuerdo algunas palabras de Borges en su cuento El Aleph: «La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto ejecutado puede ser el último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo entre los mortales tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso


Finamente, la muerte se hizo tan evidente en la escasez de alimentos, la falta de comida nos mata de hambre. De allí el control natal que precisa un equilibrio entre recursos y población. Se mantiene una tensión permanente entre vida y trabajo, ganarás el pan con el sudor de tu frente. La muerte está inscrita en el programa de la vida, se necesita dar recursos y espacio, dar lugar a otros nacimientos, a otras criaturas. Tan natural, tan de la vida es la Pulsión de Muerte.


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