Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica
 


Somos monos bien adiestrados, la cultura es toda una camisa de fuerza de buenos comportamientos, convenciones aceptados por la mayoría, donde fueres haz lo que vieres. Es difícil ir a contracorriente, a no ser que se sea un buen navegante. Todos estamos tan cómodos, tan acostumbrados a esta servidumbre voluntaria, pues rebelarse es cosa tan rara como incómoda. 


De allí la pertinencia de una pregunta de ¿por qué amamos las cadenas?, ¿por qué rendimos culto a nuestros verdugos?, ¿por qué cada vez nos identificamos más con quiénes nos azotan y nos mantienen al borde de la muerte? Es posible la extensión de un puente gracias a esa emergencia de ese fascista que hay dentro de nosotros, las seguridades y el aguante al sufrimiento son buenos insumos para el sumiso. Este proceder es similar al de los mitos que nos viven y nos encarnan, la pregunta válida no es ¿qué pensamos de los mitos?, sino ¿cómo ellos se piensan en nosotros?


No es para menos, si los pobres somos el 99% y los ricos el 1%, ¿cómo explicar tanto sometimiento, tanta obediencia hacia el verdugo? Estamos acostumbrados a la obediencia, a que otros, los políticos, tomen las decisiones por nosotros. La democracia fue convertida en una abstracción confusa que se asimila con un caos perjudicial, una montonera de gente discutiendo y peleando, pleno desorden que nos sume en lo difuso. Allí subyace, allí se apalanca la intermediación, si todos no pueden decidir, entonces viene la delegación, la intermediación, la representación.


Lo real se sustituye con una representación, el pueblo por sus representantes, el valor en sí de las cosas con la moneda, el operador es el intercambiador, así la moneda es un intercambiador universal y a su alrededor están sus agentes, cada vez es más difuso los límites entre el Poder Financiero y el Poder Político, el dinero absorbe y somete. Vuestra magestad: El Dinero. Emisiones de dinero exorbitantes para endeudar a las gentes que persiguen un sueño pequeño burgués, deudas impagables por préstamos para estudio, casa, carro... Toda una esclavitud. 


Se estudia para adquirir deudas que no tendrán tasa de retorno con empleos cada vez más pauperizados, mal remunerados, según la tendencia cada vez las pensiones altas se aproximan al salario mínimo. Recordar también que según el mismo gobierno a través del Dane dice que para sostener un hogar, una familia, se necesita que por lo menos tres de sus  miembros ganen o ingresen tres salarios mínimos para que la familia pueda vadear sus necesidades vitales. Cada vez los trabajadores se ven reducidos a campesinos feudales, la mayor esperanza, el mayor premio de la existencia es tener un empleo, un trabajo, alquilarse a como dé lugar a cualquier patrón. Si no trabajas, no comes.


La democracia con su representación se convirtió en simple remedo, sólo la democracia directa cuadra a cuadra, barrio a barrio lograría subsanar esta acumulación, esta protuberancia de Poder adverso al bienestar de la mayoría. Ante cualquier protuberancia de Poder, arrojarla a la papelera. La razón: obstruye, se guarda la información para beneficio particular. Todos informados, todos decidiendo lo mejor, es la democracia directa evitando al máximo los mediadores. Nada quita soñar con la solidaridad que crea hermandad entre los semejantes.


La libertad no puede ser tomada por libre mercado haciendo del mundo un gran centro comercial. Si todo se reduce al mercado y a una voraz competencia dónde mi más próximo es visto como mi peor enemigo o mejor aún, es la destrucción de un hombre, del que tengo al lado, mi vecino. Los hombres se propusieron ser felices y libres y no lo son, solo asistimos a la destrucción del hombre.

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