El Catálogo de la Vida

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Clasificar, Ordenar, Dominar


Ordenar, clasificar, catalogar para conocer y dominar, administrar. El hombre es hombre por sus facultades que le permiten procesar el mundo a través de sus sentidos.  La facultad de razonar para aprehender, para dominar la naturaleza y el mundo a su alrededor mediante su clasificación. Catalogar lo desconocido y lo muy diferente para encontrar similitudes, proximidades, porque lo muy diferente nos pierde, pero lo mismo con lo mismo aburre. Para llegar a conocer, antes vale observar y abreviar. Breve y bueno: dos veces bueno. Y no es necesario lo mucho donde lo poco basta.


La Palabra que Nombra el Mundo


La palabra se gesta primero en la oralidad, luego en sus resonancias internas en el cuerpo salen las grafías que boca, mano incluso ojos comandan para exteriorizarse, bien sea en el papel o en nuestros días en la pantalla digital. Todo viviente emite sonidos con los cuales se manifiesta, en el hombre además se tiene la posibilidad de hacerlos signos, grafías, memoria. Y más allá es posesión incluso virtual, podemos ir a las lejanías y pregonar las cosas de nuestra pertenencia, comprometerlas sin necesidad de llevarlas consigo, sin su presencia material pero con la sustitución del lenguaje que las nombra y con la palabra empeñada, ofrecida, comprometida. Primero la palabra y después la posesión de la cosa, esto y aquello es mío, y lo más lejano también, basta la palabra oral o escrita para dar fe.


Clasifica y reinarás. Clasificar es ordenar, abreviar. El hombre es hombre porque hace gestos y nombra, pone nombre a las cosas que existen a su alrededor. Un sordo de nacimiento no habla, la palabra sonora se modula, el eco resonará una y otra vez, se tararea, se perfecciona hasta luego aprenderse. La palabra hablada captura los objetos para luego configurarse en nuestro cuerpo, cerebro, boca y mano. Sonido y grafía se apropian para obtener la cosa nombrada, para poseerla en la virtualidad, nombrar es poseer, palabra empeñada se dice del compromiso verbal adquirido antes de entregar la cosa, el objeto transado, negociado. 


Los Méritos de la Clasificación


«A todos les gusta reconocer los méritos de la clasificación: se comienza por inventariar todas las muestras de un amplio conjunto, después nos dedicamos a distribuirlas en función de un criterio que debe recortar las diversas clases, permitiendo las exactas separaciones (solamente los mismos con los mismos). De esta forma ponemos orden en un todo de ahora en adelante bien reagrupado. Las divisiones operadas responden a muchas condiciones elementales: deben ser poco numerosas, sino no habríamos ganado nada con la participación; se equivalen lo más posible por su volumen (sensiblemente iguales puesto que en caso contrario lo esencial se situaría de un lado y el resto sorprendería por su rareza y delgadez); no podríamos admitir que un mismo elemento pueda pertenecer a muchos sitios; finalmente, nada debe ser excluido, todos deben ser comprendidos.» (François Dagognet en Cien palabras para filosofar. Clasificación).


Explorar para Conocer


El conocimiento a partir de la clasificación era norte y era pasión en la sociedad con sus exploradores a bordo. Recuerda François Dagognet una anécdota del conocer y del reconocimiento a partir de la descripción de la cosa clasificada: «Cuando pasó por París, Lineo fue al jardín de las plantas y se deslizó entre aquellos a la demostración de B. de Jussieu. El maestro planteó un problema a resolver: pidió que con sólo ver una planta y su aspecto, se le indicara la proveniencia. Se levantó una voz que la nombraba con precisión (y podía, si era necesario, desgranar las propiedades). Y Jussieu dijo al desconocido: ‹Ud. es Lineo.› Historia emocionante porque en esas circunstancias es el nombre de la planta el que a su vez permite identificar a aquel que la ha reconocido.» (F. Dagognet. Catálogo de la Vida, 1970, p.15).


El Mundo Sigue en Nuestras Manos


Ayer las expediciones botánicas, geográficas para inventariar plantas, territorios, es decir, conocer la naturaleza, el mundo para comprender mejor. Más allá, hoy, en nuestros días la empresa sigue, por ejemplo, la energía nuclear promete la mayor potencia volviendo obsoletas las energías de las que hoy dependen gran parte de nuestra existencia. Y en el mundo presente, además del mundo y sus cosas que nos rodean, somos un código de programación, el email, toda nuestra trazabilidad en la nube, en la internet, nos hace de cuerpo presente en toda la red cibernética, pero también nos hace, por supuesto, ubicables, expuestos todo el tiempo. Como no dar el ejemplo de los drones de alta precisión que identifican rostros, la referencia es a la guerra Israel ataca la franja de Gaza y Palestina, matar con alta precisión allí es cosa de todo día y tan sólo depende de oprimir un botón en el teclado de una computadora. 


En fin, clasificar es una propiedad humana que permite acopiar, almacenar y conocer mejor. Las cosas, la clasificación eran el norte de la sociedad sobre los hombros de los exploradores, conocer es explorar, adentrarse en el mundo por lo largo y ancho en su achatada esfera, conocer es salir, el viaje en compañía evoca al maestro con su alumno, es decir, la pedagogía. También se dice que administrar es ir rápido, abreviar, retener lo esencial. Anexo a lo administrativo está almacenar, el almacén, allí se acopiará bien sea para el simple bodegaje o para estudiar la cosa guardada. En el almacenar está una voluntad secreta de dominar la naturaleza. Nos quedamos con estos nobles propósitos.


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