La Infamia


Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/

Los asesinatos son accesorios que inmortalizan a los criminales, ellos matan, hacen matar y ellos mismos aceptan el riesgo de morir  a cambio de salir del anonimato en una sociedad que anima a la fama, a sobresalir. Es el asesinato el que asegura la sombra renombrada de los asesinos en su derramar sangre. En la memoria popular, tejida de rumor en rumor, circulada en las páginas populares y medios masivos, el asesinato se multiplica y se convierte en el acontecimiento por excelencia. Esos seres anónimos de un momento a otro saltan del anonimato a la gloria por que han decidido colisionar con el Estado, aseguran un puesto en los anaqueles de la historia. Los genocidas son pagados con la gloria que buscaban.

Fue el caso del legendario capo Pablo Escobar Gaviria, quien como buen hijo de la cultura arribista, juró en su adolescencia suicidarse, si a la edad de veinticinco años no tenía un millón de pesos. Plata o plomo es la consigna que resume la lección aprendida para triunfar en la vida, movidos por ese podio capitalista reservado sólo a unos pocos, los demás que no se resignen, se abrirán camino sin importar los medios, sólo el fin: forrarse en riqueza. Por su capacidad de hacer daño, genio del mal le llaman, este hombre vulgar y rebelde de su miseria, aseguró su nombre en el muro de la infamia pero también de los hombres que tiene fama, forma absolutamente desnuda de plantear las relaciones de poder y del pueblo. 

Pero si bien es el Acontecimiento que se nos presenta a la simple vista, en su confección subyace uno hilos con los cuales se tejen la sociedad en sus estructuras de poder. Somos hijos del tiempo, no existen individuos más que insertos en su grupo social y las diferencias sólo liberan de las amenazas de la monotonía o de los estancamientos que pueden privar a una sociedad de las invenciones para mejores desarrollos, para hacer mejor las cosas que liberen de la fatiga y que se traducen en un bienestar general. Así se explica un contexto, los individuos se deben a una época, incluso los genios que parecen salirse de su molde, sus fuerzas perspicaces para crear las extraen a contracorriente de allí mismo. Los hijos lo son bondadosos y bandidos, ningún pierden su condición de humanidad, igual sucede con los hombres de una sociedad, explicables por su tiempo y lugar en donde nacen, viven crecen, se reproducen y mueren. A decir de los antropólogos avezados, buscan explicar cómo los mitos se piensan en los hombres, los humanos sólo son piezas de una compleja estructura, por ello se dice también que en el mito hay ciencia, y hay ciencia en el mito.

Así las cosas, los criminales son piezas del río del tiempo, de la máquina de la muerte violenta que nos deja la cultura de las olimpiadas, en esa carrera loca de ser el mejor. No basta con buscar el hecho o asesino notorio, es necesario hacer un barrido por lo extenso de toda la sociedad. Entran en equívoco quienes aseveran lo contrario, les basta buscar unos culpables y absolver a verdaderos responsables de esas zonas grises. Es el caso de la interpretación que hace la revista Semana en la que gradúa de criminal ingenioso al narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, exonerando a toda una cultura y dirigencia que soporta y comandan la sociedad entera. Sólo unos atisbos: “Hace un par de años el hoy ministro de Salud, Alejandro Gaviria, escribía en su columna de El Espectador que ´el tráfico de cocaína surgió en los años setenta en medio de una economía cerrada. Aislada del mundo (…) los empresarios locales no pensaban en exportar. Les era más fácil explotar las rentas propias de un mercado sobreprotegido. No tenían necesidad de innovar. Todo se vendía fácilmente (…) los traficantes de cocaína rompieron con esa tradición. Se adelantaron 20 años a la apertura económica… Pero Escobar estaba lejos de ser un revolucionario. Más bien fue todo lo contrario. En un momento donde el país estaba obligado a abrirse política y económicamente, a modernizarse y ser incluyente, lo que estalló fue una violencia nihilista que conspiró contra el cambio social. Solo años después cuando el narcotráfico abiertamente se alineó con la extrema derecha, resultó nítido su contenido reaccionario. Pablo Escobar y su terrorismo terminaron por alterar todo un escenario de conflicto social que pudo llevar a reformas democráticas y que sin embargo, terminó anclando al país en la guerra… Todo lo que representaba Escobar tuvo especial arraigo en Medellín, epicentro de una región cuyos valores han sido descritos en una reciente encuesta de la Universidad Eafit como: pujanza por encima de todo, una débil articulación con lo público, una religiosidad más formal que real y donde el individualismo es notorio.”

Somos hijos de nuestros tiempos de guerra. La dirigencia colombiana no ha acudido a las dictaduras porque los métodos de violencia les han resuelto sus intereses particulares. Se habla de una ultraderecha que transfiere conocimiento de guerra a sus mercenarios, las perfecciones en las técnicas de hacer sufrir, de torturar, de causar miedo para doblegar no son improvisaciones. Cuentan que los paramilitares, cosa bien sabida en las lógicas castrenses, hacían entrenamientos duros, tan duros como fuera posible para que la guerra fuera un descanso, sometían a diversos retos sádicos y degradados, aguantar hambre, privación del sueño por varios días, descuartizar a las propias víctimas para luego comerlas y así desaparecerlas. 

Técnicas de exhibición de la muerte y de generación de miedo: emboscadas, patrullajes, asesinatos selectivos, retenes, desapariciones de personas, extorsiones y saqueos de bienes, asesinato de personas delante de otras y la exhibición de sus cuerpos en vías públicas. Con ello aseguraban guerreros, plenas armas de muerte, para defender proyectos económicos bien fueran hidroeléctricas, cultivos de palma, banano, etc, etc. Complementario a estas miserias de muerte, están los llamados trabajos de inteligencia en las cabeceras de pueblo, hombres dedicados a la gestión civil, se encargaban de influenciar la población a su favor, creaban redes de inteligencia e informantes. Un entramado rural y urbano de la guerra. Una estrategia de guerra que ponen de carnada a los miserables para que entren en esa carrera irracional de las olimpiadas de ser alguien, para asegurar un puesto en la fama, en el muro de la infamia. 


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Política del Amor

Por Mauricio Castaño H
Aporte 
Consejería Convivencia y Reconciliación Medellín

Anhelamos mal. Soñamos con paraísos terrenales plenos de mermeladas de felicidad, olvidando que nuestro Ser humano se distingue por la complejidad que nos asiste en que cada uno de nosotros, percibimos de distintas maneras un mismo fenómeno de la realidad, pero ello antes de rebajarnos nos enriquece, en la diferencia se encuentra el mundo de posibilidades y variaciones que nos mantienen activos, buscando el mejor de los mundos posibles, siempre inacabado, siempre en constante hacerse. La vida son las fuerzas que contrarrestan a la muerte.

En estos momentos de transitar caminos de paz, algunos quieren sembrar incertidumbres, quizás porque su motor es odio ancestral y visceral, quizás porque los anima las rentas de la guerra, del dolor ajeno. Pueden ser hombres miserables que anhelan mal, olvidan que nos reconocemos diferentes gracias a ese invento milenario llamado Democracia, en la que todos cabemos sin importar etnia o condición, gustos, pensamientos o preferencias. En ese aparato de confrontación que es el cerebro, el pensamiento, nos asiste el derecho a la rebeldía, a disentir, espantando la uniformidad; recurso liberador a las fuerzas hegemónicas como por ejemplo las nefastas dictaduras militares.

Colombia está sensible a los rostros de violencia política que persiste por más de medio siglo. El proceso actual de paz que se lleva con las legendarias guerrillas de las Farc, cuenta con experiencias anteriores, no se parte de cero, en ello puede decirse no hay mayores dificultades, pues en las logísticas de la reinserción se tienen protocolos probados y en marcha, así como el acercamientos con las víctimas. En suma, los acuerdos de los actores de la alta política, de víctimas y victimarios se tienen el alto grado los caminos despejados. Pero lo paradójico está en lo que llamamos sociedad civil y en esos actores que beben sangre, que se alimentan de cadáveres, de la muerte, de esos que viven de la guerra bien sea por su achicada mentalidad o por que hacen de ella un negocio lucrativo.

Las reflexiones llaman la atención en los porcentajes de la diversa violencia. Se tiene que los grupos guerrilleros sólo aportan un equivalente del 12%, la violencia intrafamiliar un 48%, y el resto lo compone los grupos criminales y la violencia generalizada que brota de las fuerzas del Estado y de la propia sociedad. Se deduce que la dificultad y reto se encuentra en la sociedad civil, en la capacidad que se tenga de permearla con pedagogía para desarmar sus espíritus, prejuicios y prevenciones, que van, en especial, al vaivén de los medios masivos de comunicación, que como lo hemos expresado, ellos vierten sangre, nos obligan a consumir cadáveres, nos convirtieron en antropófagos. Los mass media son canales de formación, de modular pautas de comportamiento en los seres humanos, ellos son esenciales en estos procesos de habilitar sociedades de vida, de paz, de desinstalar esta ontología de guerra y muerte. Se constata que no es necesario destruir para construir, y que los principios a revaluar es ese tan cacareado de que lo que importa es el Fin y no los medios, la paz viene de caminar los medios que hacen el fin, lo contrario lo desdice, es thanathos.

Para darnos a una idea de los hombres de guerra y procurar un sentimiento de acogimiento, de hermandad, de aceptarlos como nuestros congéneres, miremos lo que los caracteriza dada la experiencia de reinserción. En 10 años se han reinsertado 56 mil ex combatientes, todos los días se desmovilizan en promedio 5 guerrilleros de la Farc. El 60% de ellos eran analfabetas funcionales, 90% quedan con traumas, 60 han sido abusados sexualmente, el 20% tienen que ser llevados a clínica para ser tratados, su promedio de permanencia en los grupos armados es de 14 años. Tardan dos y tres años en su adaptación a la sociedad, su mayoría cursan la primaria, la mitad alcanzan alguna técnica. El 78 por ciento se quedan en la civilidad, otros son asesinados o presionados por los actores en guerra. En la actualidad se han profesionalizado 600, 100 están en cargos de elección popular, ejemplo es el segundo cargo más importante del país lo funge un ex militante del entonces grupo subversivo M 19, alcalde de Bogotá Gustavo Petro, la ciudad más importante de Colombia. Ríen, lloran, hacen bromos, son hinchadas de fútbol, etc. Vemos que son seres de carne y hueso, son seres que deben ser tratados como colombianos, merecen se les tienda la mano.

Resta persistir en una ardua tarea de pedagogía de paz, que aborde los voraces medios masivos de comunicación insistentes en sangre y muerte, trabajar mucho con la sociedad civil para superar prevenciones y facilismos que divierten a jugar a Mambrú se fue a la guerra. Desplegar una política del amor, de reconciliación, libre de rencores y odios que habilitan el exterminio, evitar las polarizaciones. Ha tener presente, son las víctimas las que más apertura de acogimiento, generosidad, perdón y de pasar la página tienen hacia quienes han causado daño, los que no saben de sufrimiento, son los que más pereque ponen, los que más avivan para continuar en guerra. La paz no es automática, se construye desde los valores que fundamenta una sociedad, por eso viene a bien hablar de resolución de conflictos y de una política del amor y no thanática. 




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Megaciudades

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombia Kritica

Las ciudades son  la agrupación humana por excelencia. Sus fundaciones las hallaremos en un valle atravesado por un río. Tierra y agua, cultivo de alimento y transporte fluvial. Red de redes, de intercambios por aquí y por allá. Es concentración de energía que genera fuerza y ésta a su vez, el movimiento. Son desarrollos tecnoeconómicos que esculpen los lugares deciden sus vocaciones y dictan cambios sobre la vida de sus habitantes. Recuérdese cuando los ferrocarriles atrajeron a los pobladores, antes acurrucados sobre sí mismos, y después, estirados a lo largo y ancho de los rieles en función de los recursos, de los empleos, de los servicios.

La ciudad es cuestión de número: Como alojar cada vez más gente, más poblaciones gracias a la industria conquistadora, que concentra en los lugares la fuerza salarial urbana, por ejemplo, donde había carbón, petróleo, electricidad, mostró su capacidad para acumular energía laboral, para administrar poblaciones numerosas, esto es, alojar, registrar, vigilar, clasificar, ejercer acciones de policía, aprovisionar, educar, proteger, entretener, prevenir. Se evidencia que la Revolución Industrial fue ante todo urbana.

No es más que administrar la vida en general. Una Alcaldía en su gobierno responde a los actos de la vida civil; la Iglesia mantiene el sentimiento religioso; la Escuela transmite el saber. Es la sociología estática indispensable, la guardia. Por principio ellas deciden poco sobre la estructura evolutiva del espacio citadino. Es lo fundamental operacional. En otras palabras aseguran el mantenimiento, anima institucionalmente y arrastra consigo todos los otros: La Banca, la Biblioteca, el Almacén, los cuales juegan también un papel de mantenimiento, de autoconservación.

Este dinamismo no ha dejado de tener sus contradicciones. Existe una ciudad que se reclama pulcra, despreciativa de la mugre que dejan los talleres de la industria, que desmigaja sus talleres, los empuja a la periferia, con la ilusión de espantar su proliferación y sus ruidos. Nace entonces lo arrabal, el suburbio, va creciendo, luego son varios suburbios que se extienden y entonces están nuevamente conectados, terminan por alcanzar la ciudad, por fundirse en ella o al menos tocar sus bordes. Los obreros no quieren vivir lejos del centro. Dos polos en disputa: la ciudad del trabajo y la ciudad del no trabajo, esta última reservada a las finanzas y al lujo. El poder y lo religioso separado de lo productivo y lo bullicioso como lo populoso y lo mecánico. En suma, el universo fabril es el que decide sobre el paisaje urbano. Para el centro sus sedes administrativas. El centro de la ciudad sólo vive del movimiento de sus mercancías, de sus intercambios incesantes y de sus actividades. Y para la periferia las capacidades maquínicas o comerciales.

Hoy las urbes alojan cada vez más a nuevos pobladores. Se distinguen las Megaciudades con más de 10 millones de habitantes y las de menor cantidad son las Metrópolis y las ciudades en sí. En el primer caso tenemos las siguientes cifras en millones: Tokio 35; Mumbay 22; Delhi 22; Nueva York 21; São Paulo 21; Calcuta 21;Ciudad de México 20; Shanghái 19; Cairo 16; Karachi 16; Beijing 15; Manila 15; Los Ángeles 14; Dacca 13; Buenos Aires 13; Río de Janeiro 13; Lagos 12; Estambul 12; Yakarta 12; Guangzhou 12; Moscú 11; Chicago 10; Lima 10; Bogotá 10; Paris 10; Teherán 10; Seúl 10; Londres 9; Kinshasa 9.

Las problemáticas de estos espacios urbanos son complejas, en nuestros tiempos sus líderes han decidido asociarse para poder enfrentar soluciones conjuntas. Se tratan temas como los de economía global, sostenibilidad, gestión urbana y periférica, participación ciudadana y derecho a la ciudad, instrumentación de operaciones políticas, Reducción de riesgos ante desastres, espacio público, equidad social y ahorro energético, virtualidad. Este crecimiento o concentración urbana, amerita de la previsión de soluciones dignas que nos liberen de la gran furrusca.


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Pedagogía de Paz

Por Mauricio Castaño H
Aporte 
Consejería Convivencia y Reconciliación Medellín

En la mañana, al medio día y en la tarde los mass media exhiben la muerte, no paran, no se cansan, remachan aquí y allá. Se calcula que un adolescente ha visto dieciocho mil asesinatos, tres por día. Nos forzan a comer muertos y a beber sangre vertida, nos hemos vuelto antropófagos. Nuestros espectáculos de gran circulación exaltan y multiplican revólveres y asesinos. Matar sí, amar poco. Es cierto, somos seres de la comunicación a la cual dedicamos nuestro mayor tiempo, moldea nuestros gustos y comportamientos. Nos definimos por los mensajes, somos una sociedad de la mensajería. Quien sabe comunicar, tiene poder. Tener algo que decir no vale nada si uno no sabe mostrarlo. Sin el saber-hacer de las formas, el saber no produce nada. 

¿Qué motor impulsa la insaciable mortandad? Bien alto en el armario, el padre de familia sube los potes de mermelada, para que el niño de baja estatura no alcance, lo protege de los objetos del deseo goloso y el riesgo cólico. Los adultos van a saltos, en carreras largas a perseguir el apetecido Poder, quieren alcanzar Gloria y Fama, y enloquece, enceguecen cuando lo conquistan. No existe nada ni nadie que los salve del peligro. Todos los crímenes vienen del deseo de poder y de gloria.

La vanidad y los canales de comunicación se complementan, todos ellos al servicio de la caza del trono del Poder. No existe en la cultura un freno o catalizador que guarde, esconda ese botín peligroso que impida que nos matemos unos a otros, que eviten desatar guerras. El reino por un caballo, el universo por un verso. La historia no ha conocido a poderoso alguno que sea bondadoso, demasiado embriagados para conocer la humildad. Lejos de nuestros designios, van abriéndose camino como grandes depredadores. Humanidad viene de humus. Humanidad significa compasión, humildad. ¡Qué lejos nos encontramos!

El mundo de los pocos poderosos es inversamente proporcional a la inmensidad de los miserables hambrientos. Estos seres de la exclusión, reflejan en sus ojos, más que nadie, su desgracia. Los excluidos rondan por las ciudades, por el mundo, en los aeropuertos son retenidos, los gobiernos locales les entregan tiquetes para expulsarlos. Son echados de su hogar, de su oficio, de todo techo, de toda mesa, y ahora, incluso de las ciudades y de los países, engrosan las filas de los inmigrantes, del cuarto mundo. En sus ojos luminosos y mudos, se lee una resignación sobrenatural. Se comprende que estos hombres van a morir y que saben que el mundo ignora algo: La Paz. En el dolor todos gemimos. Todos nos igualamos ¡El amor conoce por encima de toda ciencia! El miserable enseña que la desgracia absoluta confiere un saber aún por encima del amor, pero que nunca ha encontrado su lengua, salvo quizás con su muerte, que luego se disuelve de golpe, en olor fétido. Hambrientos frente a un banquete... viajeros sedientos que descubren una fuente en el desierto... enamorados duramente rechazados, acogidos al final de una impaciente espera... se los ha visto a veces desvanecerse de felicidad... ¿desfalleceremos así cuando veamos el paraíso? Serres en La Leyenda de los Ángeles. El desapego enseña la humildad, a no humillar. Exhibiciones desiguales: rico barrigón que salta para perder barriga, para rebajar llanta, perdiendo peso moldea su figura en el gimnasio, mientras que los harapos adornan las nalgas de millones de indigentes flacuchentos. Los miserables se agotan por comer y los ricos saltan para bajar peso. No alcanza la bondad quien es falso. 

Pasamos por alto las lamentaciones modernas, ciudades y pueblos de África bajo las torturas del hambruna y las amenazas de epidemias. Ciudades de América bajo la invasión de favelas inmensas, con su creciente delincuencia y prostitución de niños. Ciudades de Asia sin servicios público, invadidas de ratas bajo el peligro de la peste, Bangladesh bajo diluvios bíblicos, sin diques,  y extensivo sida. Todas las enfermedades vienen de odiar el amor. Una vez más, humanidad viene de humus, emparentada con humildad, que posibilita una simetría entre todos, respeto a los demás, esos otros que son mi propia extensión, que evita erradicar especies.

Los despiadados tienen en común que son ladrones, interruptores de información, interceptan los mensajes y los retienen para sobresalir más que el mensaje mismo, los presentadores de televisión o de cualquier medio de comunicación se convierten en falsos dioses, dicen la última palabra; y a la par, están los golosos que interceptan flujos de recursos, de fortunas, las amasan a su propio beneficio, dejando a millones por fuera de sus provechos, los vagabundos abundan. Aquellos ladrones son ángeles caídos. Satán, nombre hebreo, se traduce en francés por: acusador público o abogado general. Ocurre que la mensajería derive hacia actos de acusación. Los periodistas se convierten, a demás de mensajeros de la muerte, en jueces, en cuidadores de falsas morales. Los ángeles pecan por su papel de mensajeros. Que indelicadeza. Traidor es traductor. Roban el valor que transmiten. Traducen el mensaje a su favor. Parasitan los canales. Aparecen sin cesar en lugar de desaparecer. El parasito que bloquea toma una importancia enorme. Eh ahí el peligro: el holgazán. El poder pertenece a aquellos que se la roban. Se parecen mucho a la máquina de fabricar dioses.

Los ángeles caen por la potencia y la gloria. Es decir por la matanza. Todo ello se nutre del darwinismo social que proclama la lucha del más fuerte, sobresalen los que tienen más fuerza, los poderosos. Olvidamos que el hombre nació de la debilidad, de la fragilidad. Olvidamos el grado de humanidad, de solidaridad, en esa posibilidad que todos podemos ser fraternos. Se recordará que la adopción borra el darwinismo del biologismo social, de las guerras vengadoras de las cuales la historia lleva el recuerdo. Un niño adoptado es simplemente, hijo, hermano, tío, en fin, entra en ese amor que la hermandad, sin acudir a los falsos linajes sobresalientes. En la adopción cualquiera puede ser mi hermano o mi padre mi padre. Una vez más, Humildad significa tierra, de humus. Somos polvo, y en polvo nos convertiremos. Somos polvo cósmico. Sin competencias, todos estaremos en hermanamiento, sin humillaciones.

Para la paz, abandonar anclajes de las olimpiadas, que nos inculcan ser el mejor, el primero, ganar trofeos aplastando a mis contendores, a mis congéneres. Los buenos mensajeros son los que llevan la buena nueva, paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Son ángeles demonios, ladrones de la información quienes se la guardan para su provecho, para hacerse diosecillos adinerados. Los buenos intérpretes se borran, desaparecen, sólo son canal que hacen aparecer gestos naturales entre los que traduce, como si se comunicaran de verdad, como si hablaran la misma lengua sin intermediación. Los mejores ángeles desaparecen, los peores se ven, se hacen ver. Los presentadores han relevado a los ángeles. Presentan los deshechos. Prestamos atención a la gloria de la muerte, a las órdenes del asesino. Potencia de trono y dominación de los hombres. 

Alto, muy alto, inalcanzable, allá deberá estar esos trofeos incitadores de asesinatos: Poder y Gloria. El Altísimo se dice del buen Dios. Y solo a Él la potencia y la gloria. Inaccesible. Como nadie entre nosotros puede alcanzarlos, tendremos la paz de regreso. No habrá razón para matarnos. Nadie accederá al apogeo. Gloria a Dios en las alturas de los cielos y paz sobre la tierra a los hombres de buena voluntad, lo que quiere decir, si nuestra voluntad se vuelve bastante buena para ponernos de acuerdo juntos en no dar a nadie la gloria más que a un ausenten trascendente, entonces viviremos en paz.

Liberados de los olimpos, de las competencias que nos llevan por los despeñaderos de la muerte, será posible pensar nuestro hábitat con hombres sensatos y no de la especulación. Ciudades amables lejos de las basuras sonoras de los motores y una musiquita industrial permanente que tomaron posesión del espacio total, para beneficio de los sólo especuladores. Nadie llama a nadie desde lejos. Nuestras voces se encuentran excluidas del mundo. Esos muros de sonido interceptan nuestros mensajes y nos ponen barricadas, incluso afuera... la vista se asfixia, el oído se estrangula. Las calles enloquecen. Atrás quedaron, salidos entre las montañas, los gritos del amado a su prometida. Las ciudades estrangulan nuestras vistas, devenidas claustrofóbicas. Muros y calles no dejan ver el paisaje. La inmensidad del espacio apacigua la inquietud de la mirada quebrada por esas prisiones. Así los mass media se tornan en únicos protagonistas.

Conviene aprender de las tecnologías sociales de las míticas de antaño, para suspender o romper los círculos de las violencias, anudar naturaleza y cultura, razón y religión, que las Luces nos enseñaron a separarlas. Después de la Sociedad agraria, el hombre económico, luego industrial, y se avanza hacia la sociedad del conocimiento. Develar las trampas del logos de muerte en las que nos sumergieron, hace pertinente una pedagogía para la paz. 


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Reparación Colectiva


Por Mauricio Castaño H
Aporte
Consejería para la Convivencia y Reconciliación Medellín
http://colombiakritica.blogspot.com/

La violencia es la herramienta eficiente que los poderosos desalmados usan para garantizar sus intereses, en esencia económicos. La emplean de forma frentera asestando golpes militares o la usan con solapo armando escuadrones de muerte o paramilitares, Colombia es ejemplo de ello, sus movimientos sociales y disidentes fueron acribillados, aplastaron la protesta, en especial la que chocaba con los intereses económicos de unos cuentos empresario dueños de los macro negocios. Y a ellos se les suman los carroñeros mercaderes que negocian con armas, quienes siempre se les verá insistir en avivar la guerra y en ser cicateros con la paz, las jugosas ganancias privadas pueden más que el bienestar colectivo. Su moral les dicta que su vendetta de armas y balas por si sola es buena, que el problema es que la gente se eche tiros. Pero bueno, sin desconocer esa premisa, ni que por cada mercenario que muere también fallecen cuatro civiles, ni que más del noventa por ciento de las balas disparadas no dan en el blanco al que apuntaban sino que es plomo perdido que matan a seres inocentes. Pero bueno no hablemos del negocio de la guerra, hablemos de las víctimas, en particular las de la Ciudad de Medellín, las cuales no han tenido un hecho de Reparación Colectiva por parte del Estado Colombiano, que permita a las víctimas cerrar heridas y elaborar duelos, aliviar o mitigar miedos y angustias acumulados, que posibilite reflexionar y reconstruir el tejido social deshecho por el obrar violento de la narco criminalidad. 

El Estado Colombiano fue incapaz de proteger y evitar la arremetida violenta de narcotraficantes contra la población medellinense durante la década del ochenta hasta entrado el año 2003. Hubo muchas víctimas de los atentados indiscriminados con bombas y balas hacia la población inerme, ciudadanos comunes y corrientes, líderes sociales, social demócratas, militantes de izquierda y policías fueron asesinados. Los cálculos varían desde cuatro, seis o diez mil personas fallecidas. La ciudad medellinense sufrió lo bastante, tanto como para decir que el miedo propagado se convirtiera en costumbre, haciendo parte de la cultura de las gentes. Puede ser que haya sido un antídoto, de dos males el menor, una manera de no perder el optimismo, pues ha sucedido en la historia humana que de las tragedias más horrendas, la vida se antepone, surgen fuerzas inéditas en las vidas que se sobreponen a lo peor, es la resiliencia.

Este episodio de violencia además de cegar vidas, también generó cambios en la vida económica, cultural y política de la ciudad y del país. Durante esta época la industria automotriz aumentó sus ganancias y los vehículos entrados al país a precios asequibles para personas que antes no podían permitirse un carro propio a bajos costos, gracias a la entrada ilegal de dólares o lavado de dineros como le llaman, los cálculos de riqueza del capo Pablo Escobar rondan los 30 mil millones de dólares. Estos flujos de dinero se irrigaron en la población satisfaciendo los gustos mafiosos que compraban conciencias, sin resistencia los fajos de billetes ofrecidos doblegaron ciudadanos, Políticos, líderes sociales, empresarios, muchos de ellos sucumbieron en estos negocios ilegales. Los embambados se pusieron de moda, gruesas cadenas y anillos de oro, lucían gafas oscuras de marca, sus fiestas con mariachis a bordo, y en la francachela no podían faltar las hermosas mujeres. Y su dese en el canto popular: “…Cuando me muera levanten / Una cruz de marihuana, / Con diez botellas de vino,/ Y cien barajas clavadas…”

La historia más reciente de la nación vivió el feroz capítulo de la crueldad del narcotráfico, de la narco criminalidad. Medellín sintió en carne propia esta guerra despiadada que retumbó en el país entero, las 250 bombas hicieron estremecer, miles de víctimas, y pocos hacían de ellos un festín de guerra, un negocio lucrativo. Para no darse cuenta de ello, tenía que tenerse los oídos bien tupidos con cera. La ciudad fue el laboratorio de la violencia, la revista Semana, una de las publicaciones periodísticas más importantes del país, describió así este capítulo del narcotráfico con Pablo Escobar a la cabeza: “No dejó gobernar a tres presidentes. Transformó el lenguaje, la cultura, la fisonomía y la economía de Medellín y del país. Antes de Pablo Escobar los colombianos desconocían la palabra sicario. Antes de Pablo Escobar Medellín era considerada un paraíso. Antes de Pablo Escobar, el mundo conocía a Colombia como la tierra del café. Y antes de Pablo Escobar, nadie pensaba que en Colombia pudiera explotar una bomba en un supermercado o en un avión en vuelo. Por cuenta de Pablo Escobar hay carros blindados en Colombia y las necesidades de seguridad modificaron la arquitectura. Por cuenta de él, se cambió el sistema judicial, se replanteó la política penitenciaria y hasta el diseño de las prisiones, y se transformaron las Fuerzas Armadas. Pablo Escobar descubrió, más que ningún antecesor, que la muerte puede ser el mayor instrumento de poder.” Revista Semana.

La ineficiencia del Estado, la inequidad en la ciudad, la pobreza, el desempleo, fue un terreno fértil para que creciera la empresa criminal del narcotráfico. En suma, es una violencia estructural  vivida en el país y en el territorio que poco o nada se ha reflexionado, haciendo irrompible el círculo de la violencia. Fue  el narcotráfico un motor incitador de la violencia sufrida por Medellín impactando todas las esferas de la vida.
Decir sociedad medellinense, es decir una suma de heterogeneidades que la enriquecen, la complementan. El sufrimiento, el daño, los olvidos, tocaron a todos, sin distingo alguno, de raza, creo político o religioso. Por lo demás, es de anotar que los seres somos sociales, sentimos un placer de estar juntos, en los parques, en las aceras, allí nos reunimos en la familiaridad para compartir. Pero este gusto de reunirnos, de estar juntos fue menguado, el tejido social deshecho, vinieron las desconfianzas, los miedos a los espacios abiertos, ganó la empresa de la muerte, esa cultura de la ilegalidad y de la violencia.  Los ciudadanos tenían que acostarse temprano no fuera que los alcanzara la metralla o la explosiva bomba, prohibieron las motos de alto cilindraje y el parrillero, pusieron obligatorio un chaleco que exhibía por delante y por detrás las placa; en los carros cuando empezara a oscurecerse tenían que encender su bombilla interior. Se estipulan que los daños sufridos perduran por cuatro generaciones.

Este tema poco o nada se ha reflexionado, ni si quiera hay percato del tejido social destruido, de los cambios de vida que el dinero fácil incorporó. La ciudadanía está en mora de conocer lo que nos ha hecho tanto daño: historia de conflicto armado en Medellín. Reconocen los expertos la particularidad en el conflicto urbano de esta ciudad, sobresale esa lógica de combos, muy propia del mundo mafioso, del mundo del narcotráfico, a diferencia de otras regiones del país en donde las motivaciones son ideales políticos. ¡Cuando conocemos la enfermedad y sus causas, es fácil buscar el remedio para la cura! Medellín está preparada para la Reconciliación, la certeza viene de las mediciones realizadas en la ciudad que indican su favorabilidad, pero también lo muestra la sociedad por sí misma, que sigue adelante, sigue ahí pese a los daños y sufrimientos causados por las arremetidas violentas.

La Reparación Colectiva en su aspecto general, comprende medidas de Restitución, Compensación, Rehabilitación, Satisfacción y Garantías de No Repetición en los componentes político, material y simbólico; en sí, es el conjunto de medidas a que tienen derecho los sujetos de reparación colectiva que hayan sufrido daños. En sí, el énfasis dado es más de social y cultural, de recomponer el tejido social, de reflexionar la cultura en sus herencias mafiosas que la degradan.

El sentido es de asumir el daño social causado a la sociedad en general, los miedos, los sufrimientos, la extorsión que se irrigaron en la sociedad convirtiéndose en algo normal, en parte del paisaje, en rutina. Por ejemplo, los comportamientos preventivos en seguridad son eximidos al Estado y son delegables al individuo como parte esencial de la vida, quien no los practique, vive sus consecuencias como un robo, atraco, sufre una especie de regaño social, lo convierten en culpable por su descuido. Estas inseguridades afectan los comportamientos humanos. Por ello, y por las razones que manifiestan muchas de las víctimas que sintieron de forma directa los daños, reclaman más que una reparación material o en dinero, que los ayuden a elaborar el duelo, a sanar su dolor. Este mal también es sentido por quienes escucharon los estruendos de las bombas, de las metrallas, que sintieron la muerte de cerca, y fueron afectados en la medida que estos miedos fueron incorporados en sus cuerpos, en sus vidas; a esto nos referimos cuando hablamos de los altos impactos de esta violencia en cuanto que alcanzaron al conjunto de la sociedad, pues frente a un hecho violento, el mismo era transmitido y retrasmitido de forma inmediata y repetida, los medios de comunicación, sirviendo de canales brutos para que se irrigara el narcoterrorismo sin medir las consecuencias, sin posturas críticas que permitieran un distanciamiento, un rechazo a la avanzada violenta de la mafia. Es decir, los medios no jugaron un papel en donde ayudaran a elaborar duelos, hacer del horror un duelo sacrificial, no dejar tanta muerte en la inutilidad. 


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