El Placer de Estar Juntos


Por Mauricio Castaño H
Historiador

En Colombia existe el Código de Policía, que debería llamarse Manual de Convivencia. La explicación puede hallarse desde los orígenes del mismo concepto de policía, derivado de la etimología griega politeia, que a su vez refiere a la polis, a la ciudad, y más específicamente a cómo comportarse en sociedad, en donde lo público es asumido y valorado en alta estima, como aprender a vivir en sana convivencia, tramitando de forma pacífica las diferencias y conflictos normales que resultan de las relaciones sociales, y que puedan resolverse sin necesidad de acudir a instancias judiciales, o peor aún, a tomar la justicia con las propias manos, ejerciendo la  fuerza, entrando en la repetición del círculo vicioso de la violencia. En suma, esto equivale a una ciudadanía activa, con capacidades de autorregularse, de garantizar la paz y evitar que brote el caos de la guerra en las comunidades.

En la época de la Colonia conocimos El Chisme, el vecino controla al vecino, toda una institucionalidad que tuvo por función la regulación social, el cuidado de la moral y en general todo aquello que condujera a guardar las normas que hacen bien y vivifican a los miembros pertenecientes de la comunidad. Esta figura del chisme, es relevada, en la época republicana, por la Policía, representada en un cuerpo institucional, un hombre uniformado, sin armas, que tenía por función la preservación de los buenos comportamientos y la sana convivencia en los miembros de la comunidad. Éste era un miembro más de los vecinos de un barrio, se involucraba en actividades culturales, convites, era asumido por las gentes como uno de los suyos.

Pero esta figura fue quebrada, desvirtuada, y de un momento a otro pasó a ser un cuerpo armado, alejado, distante de la comunidad; entró la desconfianza de un lado y del otro. Esta policía comunitaria fue absorbida netamente por el cuerpo y la acción militar. El momento crucial fue la década de los años de 1980, en la que el narcotráfico le declaró la guerra a la policía; por el asesinato de un policía, la mafia, en cabeza de Pablo Escobar, pagaba a los sicarios la suma de cien mil pesos. Pero no sólo esta violencia diluyó la policía comunitaria, sino que prácticamente es sustituida por los matones de barrio pagados por el narcotráfico, los cuales tuvieron buena aceptación por la sociedad, pues el narcotraficante y el pillo, se convirtieron en un paradigma, en un modelo de admiración por sus capacidades en hacer grandes sumas de dinero en tan corto tiempo y con ello vienen los lujos y el acceso a mujeres lindas que todo machista quiere tener para su vanagloria. Es el preciso momento en el que se desmonta la industria y se genera la gran crisis del desempleo estructural en la Ciudad.

Y así, por ejemplo, se refuerza una cultura de la ilegalidad, de la trampa, el espacio público es desatendido, tomado de cierta manera por el comercio informal; los andenes son tomados por quienes quieren ampliar la sala de su casa o por quienes simplemente quieren improvisar una zona de parqueo para su carro. Y en lo sucesivo, el listado se hace extenso, como los ruidosos que muelen música a toda máquina a altas horas de la noche, sin importar que se perturbe el sueño de quienes tienen que madrugar a trabajar. En conclusión, son prácticas de inconvivencia que exasperan, que trastornan la tranquilidad de la vecindad, que deterioran la calidad de vida de quienes allí viven.

Las ciencias sociales constatan el placer que sentimos de estar juntos, de vivir en sociedad siendo la ciudad ese espacio preferido por excelencia, nuestras poblaciones viven en ciudades en más del cincuenta por ciento. Estos conglomerados humanos han evidenciado con mayor acento, la diferenciación entre espacio público y espacio privado. Si bien estamos destinados a permanecer en sociedad, también sabemos que estar muy expuestos en las cercanías de las multitudes, terminan por asfixiarnos, entonces viene a bien retrotraernos a nuestra esfera privada, a nuestro propio territorio, a nuestra propia vivienda, en donde sólo entramos nosotros, en donde sólo estamos con el grupo reducido de la familia. Allí nadie más puede entrar, sólo en casos extremos, entrará la autoridad con una orden judicial.

Pero de las rigideces en sus normas del espacio  público y privado, ha dado para el surgimiento de una tercera esfera: El Espacio Común, constituido, en esencia, por la Acera y el Parque. Esta tercería viene de esos estilos de vida que se despliegan en sus formas de vestir, en esas formas particulares en que nos singularizamos en una cultura como el caminar, el reír, compartir, hablar. Para el autor Marcel Hénaff en  La Ciudad que viene, el espacio común se manifiesta en cuatro singularidades a saber: La Visibilidad: Nos gusta que los otros nos vean, nos reafirmamos en el otro en el cual he atraído la mirada. El artesano es buen ejemplo, siente satisfacción en la exhibición de sus productos. ¡Nos develamos en nuestros gestos! La Vecindad: a fuerza de tanto vernos por la calle, terminamos reconociéndonos con gestos de amabilidad y confianza. No importa que nunca nos hayamos hablado, pero cuando nos vemos en otro espacio, nos reconocemos. Esa gestualidad de confianza y amabilidad, se riega por toda la calle, nos produce la sensación de seguridad gracias a esas relaciones de vecindad. 

Civilidad: también nos desplegamos y nos develamos de manera espontánea en esas formas culturales en las cuales se derivan los comportamientos, en las formas de convivencia, exteriorizadas en la serenidad, oferta de paz. Diversidad: La calle es quizá la única oportunidad en donde todos tenemos la  posibilidad de cruzarnos, no importa la edad, sexo, creencias, etnias, profesiones. “La calle es un emblema de libertad, como un espacio de apertura sin condición, y finalmente como una expresión de la democracia; y es precisamente cuando la calle está amenazada, que se aprende lo que quiere decir dejar de hablar a la calle.” Hénaff

Nos parece provechoso reflexionar sobre el placer de estar juntos y los espacios en donde mejor se manifiestan estos sentimientos, en donde desplegamos nuestra existencia para darnos a los otros. Por ello llamamos la atención en pensar en una normatividad que guarde y promueva la convivencia humana, tiene que pasar por replantear la seguridad, no en términos de lo militar, sino en cómo facilitamos esos despliegues del placer de estar juntos. La figura del policía que guarda y propicia la sana convivencia, tiene que rescatarse, y alejarse del cuerpo militar y armado, que distancia, y ve en el más próximo, a un futuro sospechoso, a un posible enemigo. Viene a bien pensar el espacio público y común, como un escenario de convivencia, de paz. Pues el espacio en sí constituye la vida misma. Sabemos que en las altas densidades, en donde las gentes están apretujadas, la manera que tienen de abrirse paso, de imponer distancias los unos de los otros, es mediante los estallidos de violencia espontánea, instintual, similar a como lo hacen los demás seres del reino animal. 


Read more...

El Cuento Gringo: El Capital Social llega a América Latina

Ben Fine
Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS)
Universidad de Londres


El concepto de “Capital Social” como se ha desarrollado últimamente, tiene un poco más de 20 años de antigüedad. Sin embargo, se ha convertido en uno de los conceptos más prominentes en las ciencias sociales, segundo en importancia quizás después solo del concepto de “globalización”. Aún en su corta historia, ya ha experimentado una evolución rica y compleja. Mi posición personal es que el capital social debe ser rechazado como una categoría conceptual y también como un marco de evaluación de la política pública. Esta opinión se ha venido fortaleciendo cada vez más a través de la corta vida del “Capital Social”. 

En parte esto se deriva de la misma lógica subyacente al “capital social”, pero también se deriva de las características y dinámicas que se han venido anexando al concepto. En particular, aunque las generalizaciones acerca de la naturaleza del capital social deben ser tratadas con precaución, mi extrema postura en contra del capital social, no es relativa sino absoluta, y esto se justifica por las siguientes razones:
Primero, el capital social ha desarrollado un gigantesco apetito en términos de qué es, qué hace y cómo es entendido. Empezando desde el mismo sermón, lo que importa no es lo que sabes, sino a quién conoces, lo que importa. El quién, el cuál es el saber y el cómo, se han expandido hasta incorporar cualquiera, sino es que todas las formas de interacción social. De esta manera, se han usado cientos de variables para medir el capital social, desde jardinería comunitaria hasta tener una mascota. Más allá, como recurso positivo, se presume que el capital social tiene la capacidad de facilitar casi cualquier resultado en cualquier estilo de vida. Y es igualmente adaptable a través de materias, disciplinas, métodos y técnicas que conciernan a las ciencias sociales. En resumen, el capital social ha incorporado en principio, y en la práctica en una gran medida, la posibilidad de ser más o menos lo que tú quieras, y en cualquier interacción social.

Segundo, esto imparte sobre el capital social la propiedad de poderse reinterpretar y de alimentarse de gran parte de todas las ciencias sociales previas a través de su propio y particular prisma. Por consiguiente, el capital social presume ser un enfoque más general que aquellos incorporados individualmente a nociones como redes, confianzas, nexos y similares. Además el capital social es igualmente cómodo cuando se utiliza como categoría residual o como categoría complementaria, explicando repentinamente lo que antes era inexplicable en su ausencia. Así, por ejemplo, inclusión social puede ser vista como una forma de capital social, puede ser explicada por el capital social, o puede verse reforzada por los efectos del capital social. Casi inevitablemente, sin embargo, los filtros de capital social retiene mas luz de la que deja escapar, reduciendo todo el portafolio de las categorías sociales a una sola forma simplista, negando así, ricas tradiciones de debates y significados impugnados. Por esta razón, el capital social tiene el efecto de degradar  la ciencia social que incorpora. Esta es la Mcdonalización, la Americanización y la globalización de la teoría social. Adicionalmente, el capital social responde a las críticas que se le hacen por falta de elementos simplemente adicionándolos. Es típico observar en los académicos del capital social, la naturaleza caótica y la falta de una definición concertada. Añaden elementos a su propia definición empeorando el caos al tratar de resolver lo insoluble. 

Tercero, a pesar de su referencia al término “capital”, el capital social casi nunca ha tratado explícitamente al capitalismo o a la naturaleza del capital económico (el mismo uso del capital social niega la naturaleza social de la economía capitalista, como si lo económico no fuera social). Ciertamente, el paradigma de capital social no es puramente neoliberal en el sentido de la creencia que los mercados trabajan perfectamente y que no existe ningún rol para el Estado, pero la naturaleza de la economía capitalista permanece sin examinarse seriamente, dado que se presume que el capital social tiene el rol de hacerla funcionar mejor de lo que lo hace actualmente. Sin embargo, nunca se identifican las fuentes de sus disfunciones económicas, ni que tan profundamente estas disfunciones no serán afectadas por cambios en el capital social, por no mencionar que tanto debe ser ampliado para que sea más efectivo.

Cuarto, a pesar del amplio alcance de su definición, el capital social en la práctica ha tenido un número importante de áreas que están fuera de su alcance, sin importar que estas áreas estén en el núcleo de la interacción social y de las ciencias sociales. Al generalizar sobre tan extensa literatura se corre el riesgo de cometer errores, pero las omisiones (aparte de la economía y lo económico) incluye los sindicatos y el Estado, partidos políticos y organizaciones, y género y raza. Estos temas ocasionalmente son esfuerzos de investigación mancomunados, aunque frecuentemente son fugaces, por modas intelectuales y oportunismos, como el mismo estudio del capital social. Por la misma razón, gracias al capital social, “cooperación” y “colectividad” han sido objetos de estudio destacados; a expensas de variables más importantes como “poder”, “clase” y “conflicto”. En estos temas, existe una notable ausencia de consideración acerca de lo global (lo internacional) y las élites de éstos ámbitos, así como las élites nacionales. La forma individual más importante de capital social hoy es sin duda la que tiene que ver con las finanzas en términos de sus organizaciones, su influencia y sus efectos. Sin embargo, este tema difícilmente aparece en la literatura sobre capital social.

Quinto, lo que la perspectiva de política pública induce (aunque nunca es puesta en estos términos explícitamente) es que el capital social sea un mecanismo de autoayuda elevado al nivel colectivo. De esta forma, si cualquier comunidad, desde una familia hasta una nación, está funcionando mal, se debe culpar a sí misma. Sin importar que tan malas estén las cosas, podrían ser mejores si las personas interactuaran más, confiaran el uno del otro y cooperaran más. El capital social ofrece una oportunidad dorada de mejorar el status quo sin enfrentarse a él. Es el activo menos costoso de las personas pobres por el cual pueden mejorarse a sí mismos. Es el culmen de la tercera vía, con la posibilidad de mejorar el capitalismo o el status quo sin enfrentarlo. A pesar de esto, es bastante poca la literatura que demuestra éxitos en una política pública basada en construír capital social para mejorar la situación. Pero si existe una considerable cantidad de literatura (tan marginalizada como abrumadora), que critica del uso del capital social como una justificación para predeterminar y/o imponer políticas controvertidas. A pesar de que usualmente, induce a que se vuelva a traer a colación para defenderlo el síndrome de las variables perdidas.

Sexto, precisamente por su abarcadora naturaleza amorfa, el capital social es una categoría ideal para el oportunismo. Esto es más obvio en la academia para realizar conferencias, conseguir financiación para investigación y para publicaciones, donde cualquier cosa que hayas hecho antes, lo puedes hacer de nuevo usando el capital social. Igualmente, el capital social es una etiqueta particularmente conveniente para ONG y proyectos de ONG. Está destinado a intervenciones ejemplares, de dudoso impacto y alcance como para ser replicadas, con recursos de poca escala, descentralización, empoderamiento de la participación y todas las demás palabras imprecisas y de moda de la industria de la asistencia no gubernamental en la que, como el capital social en si, inevitablemente debe su existencia y sus orígenes al Banco (del conocimiento) Mundial (Banco Mundial).

Séptimo, debido al caos en su definición, se han hecho intentos de subsanar las deficiencias y desórdenes del capital social  re agregando conceptos a través de sus complejidades. El ejemplo más significativo de esta perversión en su más oscuro y negativo capítulo, es el inevitable reconocimiento (aunque muchas veces pasado por alto), de que el capital social puede darse de maneras que nos son aceptables, especialmente cuando está involucrado el crimen, la opresión o la exclusión, entre otras. En efecto, existe un paralelo exacto entre corrupción y capital social en términos de su marco analítico, donde una de las prácticas condena la interacción de mercado y la otra la promueve (aunque cada una refuerza a la otra en enfriar o estar en contra de la intervención del Estado, con el capital social buscando soluciones dentro de la sociedad civil). Adicionalmente el capital social ha sido re agregado al apelar al enlace, la vinculación, y servir de puente para lo cognitivo, lo relacional y lo estructural. Pero estos conceptos son incongruentes con conceptos tradicionales en la teoría social como “clase”, “raza” y “género”.

Octavo, existe una tensión considerable entre capital social como categoría universal, aplicable de las misma manera a través del tiempo, lugar y circunstancia; y las específicas circunstancias en que se supone tendrá efectos. El capital Social ha sido extremadamente casual en su auto contextualización, como si, por ejemplo, una asociación fuera una asociación independientemente de la sociedad en la que se encuentra y los objetivos que establece para sí misma. Pero una vez se tiene en cuenta el contexto, incluyendo sus circunstancias históricas y sociales y los significados inmersos en las interacciones sociales, se muestra que en realidad existen pocas posibilidades de llegar a conclusiones a través de diferentes aplicaciones del capital social, como si sacar a pasear el perro en un país del primer mundo fuera equivalente a luchar por una letrina en un país del tercer mundo.

Noveno, el capital social fue ampliamente promovido por el Banco Mundial y ha ejercido su correspondiente influencia en los estudios sobre Desarrollo, especialmente con el ascenso del Post Consenso de Washington inspirado por Joseph Stiglitz. Cómo y Por qué esto sucedió es de importancia, pues involucra un intento de los no economistas del Banco Mundial para ser tenidos en cuenta de manera seria ante la influencia abrumadora de numerosos economistas. El capital social desde la mitad de los noventas fue un concepto estratégicamente escogido para este propósito, sin que la corriente económica del Banco fuera retada en lo más mínimo por los no economistas, lejos de influenciar y civilizar a los economistas para que tomaran lo social seriamente, el resultado fue permitir que los economistas se hicieran cargo del concepto de capital social y lo incorporaran en sus análisis sin necesidad de que esto implicara cuestionamientos sobre el tipo de economía que estaban impulsando. El resultado fue que lo “social” fue regalado a los economistas del Banco Mundial pero ellos no fueron forzados a civilizarse intelectualmente para reconocerlo, sobre todo porque se determinó como el “eslabón perdido” en ambos, el Desarrollo y los estudios sobre el Desarrollo. No obstante, cumplido el propósito del capital social, fue rápidamente desechado por el Banco a principios de los años 2000, precisamente por su potencial de disonancia con la corriente económica principal. No pudo sobrevivir más allá de cumplir su propósito de permitir que los economistas del Banco Mundial extendieran su alcance y discreción en direccionar lo social y la política social, sin exponer sus propias limitaciones en direccionar lo económico (y lo social en sí sobre la base de una ciencia económica errada).

La precencia del capital social a lo largo de América Latina se ha construido en estas mismas perspectivas, aunque añadiendo algunas variaciones propias. Paradójicamente, el aumento del capital social en América Latina coincide con el abandono del concepto por parte del Banco Mundial, dejándolo como un zombi a lo largo de los últimos veinte años. La última publicación oficial de importancia data de 2005 en un documento de la CEPAL, como resultado de una gran conferencia sobre el tema unos años antes. La parte de género tiene dos capítulos, ninguno de los cuales menciona para nada el capital social. Otro capítulo cubre el capital social y el Desarrollo Rural, con propuestas de acción a través de diferentes niveles: construyendo capital social, transferencias generacionales, asociaciones comerciales, organizaciones verticales, clúster de producción. Pero con aproximadamente treinta subcapítulos, no menciona los sindicatos y en la mayoría menciona el rol del Estado Central como una referencia histórica.

Sin embargo, el mayor uso que se le ha dado al capital social en los países en vía de Desarrollo ha sido en la lucha contra la pobreza y el crecimiento económico, pero cada región ha tenido una tendencia a elegir su propia especialidad: emprendimiento para el caso de África por ejemplo. Para América Latina la especialidad ha sido más genero, violencia y población indígena (y en algunos casos migración internacional). 

El resultado ha sido un reconocimiento mayor de lo normal, del capital social negativo, con un reconocimiento crítico de que los indígenas se han visto como un obstáculo a la modernización a través de una cultura anacrónica y aislada, así como una fuente potencial de cooperación para promover emprendimiento privado.  La violencia es percibida más cercana a la opresión de género y del capital social que sustenta la economía de la droga. En consecuencia, grandes recursos han sido invertidos en promover formas alternativas de capital social para apuntalar cambios en la actividad económica. Pero en general, estas iniciativas han tenido efectos mixtos y con la falta de interés del Banco Mundial en el capital social, una pequeña pero relativamente amplia proporción de la literatura ha sido crítica, tanto del uso del capital social como concepto, como en la práctica por las siguientes razones:

Primero, la observación común de cómo el capital social ha borrado los contextos y complejidades, no solo de los determinantes estructurales (macro determinantes), sino también en términos de las circunstancias y significados de la vida diaria en clave de la pobreza y la inequidad. Segunda, la presencia y efectos del capital social han sido altamente circunscritos a la ausencia de recursos adecuados sustentados en la poca disponibilidad de una adecuada infraestructura económica y social, empleo decente, exclusión social y segregación, para lo cual el capital social como activo de los pobres no puede compensar. Lo tercero es el impacto del capital social en las políticas públicas en la práctica, cuando las intervenciones fallan para proveer de una financiación de largo plazo que permita la sobrevivencia, ambas ONG y beneficiarios, han ganado al menos temporalmente de los recursos disponibles. Por último, existe negligencia en subrayar los factores estructurales, las vastas inequidades y sus causas, incluyendo las consecuencias directas e indirectas del Neoliberalismo y sus políticas asociadas, donde estas crean la justificación para la autoayuda comunitaria para construir más capital social mientras a la vez socaban su capacidad para desarrollarlo.

En breve, el capital social precisamente por su gran elasticidad y su inmunidad a la crítica al absorber lo que ha sido omitido, es capaz en principio de ser analíticamente más fuerte y progresivo en términos de política pública. Esto lo convierte en un continuo imán para aquéllos que quisieran dejar de lado los conflictos subyacentes, el ejercicio del poder y los determinantes estructurales de la inequidad, privación, anti estatismo y opresión. Pero a lo largo de su corta historia, el capital social ha probado una y otra vez que tales intensiones progresistas han sido simplemente absorbidas en un hoyo negro vacío, ocupando el espacio y los recursos que podrían ser mejor dedicados a descubrir y combatir la naturaleza económica y social del capitalismo en la era neoliberal, especialmente en el despertar de la crisis de la forma más avanzada de capital social: la del sector financiero internacional, aunque está seguido de manera muy cercana, especialmente en Colombia sin duda, por el “capital social” de las corporaciones multinacionales de la industria extractiva.

* Conferencia dada en el II Seminario de Desarrollo Socioeconómico Local, auspiciada por el IBSER.

Read more...

Familia y Violencia

Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/

En la escena la mujer reclama a su cónyuge por no traer comida,  por no cumplir con las responsabilidades materiales en el hogar. La respuesta que recibe son golpes, agresiones, violencia del macho hacia la mujer. La hija adolescente entra en vano a defender a su madre, la fuerza del padre la doblega y la deja impotente en el piso. Luego se pone de pié y va directo a la calle, desolada, topa en el camino con pillos, con el mundo del hampa. Empiezan ofreciéndole el consumo de marihuana, gancho en el cual queda atrapada en las redes criminales. El drama termina en que los sicarios quieren obligarla a matar a un señor que pasa por la calle, es su padre, ella rehúsa, uno de ellos toma el arma y cumple con la orden del jefe, además hiere en escarmiento a la adolescente. Es una dramaturgia barrial que refleja su realidad.

Existe una relación directa entre la violencia intrafamiliar y las bandas criminales, frente a la miseria y el maltrato en casa, la delincuencia se convierte en una oferta de empleo que mitiga de manera inmediata el problema de la subsistencia. Y ello a su vez, fortalece al hampa ante las poblaciones miserables, al convertirse en su única oferta de empleo. Ayuda mucho a ello, esos cimientos culturales de admiración a los pillos, esos hombres sin miedo y con grandes cantidades de dinero, con buen confort y lujos a doquier. Es un mundo atractivo para jóvenes que han aprendido del capitalismo que uno viene al mundo es a conseguir dinero, a salir adelante. 

Hace poco escuche en un programa televisivo a uno de los concejales de la ciudad de Medellín, que la sociedad estaba conformada por grandes bandas criminales, mencionaba a los Constructores de vivienda, los cuales se valían de trampas para capar impuestos y así embolsillarse grandes sumas de dinero; o el sector Salud, que opera con las lógicas de grandes mafias, se roban el dinero de los contribuyentes, a cambio de nada o de un pésimo servicio para los indefensos usuarios; o del saqueo hecho a Interbolsa, una mafia que se tomó la organización para triangular transacciones, para finalmente lavar dinero del narcotráfico. Horroroso eso de que el director se subió el sueldo en $169 millones de pesos, y para que no haya dudas de la cleptomanía, se vendió así mismo, dos carros de la empresa que dirigía por un valor aproximado a los 150 millones, el cual nunca pagó. Y, a todas éstas, al ver toda esa manada de ladrones que se reparten la torta, sugería el concejal, los pillos también quieren llevar su parte en el festín, así sea poco en comparación con aquellos grandes capos.

Así las cosas, la violencia, la mafia, es la que organiza la economía de Estado; la Familia y la Escuela, la padecen. Frente a un ladrón o un matón, aparece otro más fuerte, o más vivo, más avivato como estila decirse en nuestra cultura.  Un viejo principio antropológico enseñaba que cuando la sociedad entra en crisis se suspenden las reglas y normas. Entonces la sociedad es atacada por una especie de epidemia, por un CÁNCER que hace metástasis y resulta suspendida en un vacío, en un caos; sin normas y leyes qué obedecer, con la gravedad de que son los débiles quienes suelen ser los más vulnerados.

Ese cuadro de ciudad y de país, este conglomerado humano deja muy poca esperanza, al menos a mediano plazo, en que esto se componga. Hasta hace poco se evidenció que más del 50% Congreso de la República de Colombia, estaba tomado por el paramilitarismo o por grupos de narcotraficantes y asesinos. Pero lo cierto es que es tan sólo el iceberg de la sociedad, apalancada en la violencia como metodología de obtener dinero fácil, a eso se reduce la moral o la ética cristiana o empresarial de este país, anestesiado por ese principio del capitalismo de salir adelante a como dé lugar, importa es progresar, no importa si hay que pasar por encima de los demás. Aún no parece que haya ojos para ver la escena que nutre el mundo criminal.


Read more...

Devenir Minoritario

Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com/

Lo macro es escaso o más bien inexistente. Existen las micropolíticas, las segmentarizaciones. Las oficinas de los jefes son proporcionalmente grandes de acuerdo a su importancia, a su rango. En el municipio de Medellín, por ejemplo, los espacios los miden por unas cuadrículas de por lo menos dos metros. A un Secretario de Despacho le corresponde ocho cuadros, a un Subsecretario cinco, quien le sigue, un Líder de Programa cuatro, al de Proyecto dos, y a ese funcionario raso Uno, en donde escasamente cabe un escritorio, donde apenas si puede moverse. La importancia del cargo va acompañada del tamaño del espacio, entre más grande, más son los confort recibidos: sala de juntas, sala de estar, baño privado. Y entre más importante sea el jefe, más allá, en el fondo, con varios filtros, se encuentra el acceso a la oficina del gran jefe.

Anexo con estas esferas de importancia se desprenden las ínfulas de poder, tan variadas como lo es la cultura. Son bien raros esos jefes amables y democráticos, pero en especial que dan buen trato a sus coequiperos. Su mayoría son déspotas, tiranos, hacen sentir su poder, gozan con las humillaciones que hacen sentir a los subalternos. Sienten un placer excitante cuando alguien les pide clemencia, cuando hacen poner al límite ese pedazo de dignidad humana. A esta especie de jefes los asiste un aire de superioridad, lo que les habilita en despotismo, en fachismo. Como los machos alfa, imponen su fuerza, someten a quienes quiere tener cerca, o mantienen a distancia a quienes representan amenazas. El motor de su existencia que los anima es una especie de orgullo que los eleva  por encima de los demás.

Los mandos medios o el burócrata medio, de bajo perfil, hace sentir su pequeño terruño de poder obstaculizando el más mínimo trámite a quien es más débil que él, aquel de más bajo rango o a ese ciudadano de a pié que requiere de sus servicios. Similar a como lo describió Kafka en el Castillo, el burócrata hace notar su pequeño espacio de poder escondiendo información o torpedeando su flujo, práctica bien común, así sea inoficiosa en tanto la información puede ser ya pública como consta en las actas levantadas de determinadas reuniones. Por su parte, la Secretaria del jefe hace lo posible mantenerlo alejado de quienes ella considera, según su criterio, no son merecedores de su presencia. O si en sus manos está, dilatan cualquier papel firmado, para vengarse de cualquier disgusto caprichoso que le hayan hecho pasar. Es allí donde reside su pequeña parcela de poder.

Los devenires minoritarios son una alternativa para hacer frente a esos brotes  que aún persisten de suficiencia de poder absoluto. El devenir expresa cada particularidad, cada colectivo, si se quiere, vive sus propias miserias o sus triunfos, sus propias luchas. Se reivindican en sus particularidades, padecen sus angustias y no la que otros poderes despóticos, les imponen. Donde haya cualquier protuberancia de poder, existirá la amenaza de aplastar otras existencias que se establecen como micro. Bienvenida esas defensas de devenires minoritarios, incluidos los movimientos políticos que se reclaman representarlos.


Read more...

Rutina Peligrosa


Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com

La costumbre hace ley. Una norma se fija mediante procesos de Repetición, Memoria, educación y cultura. Sucede que en nuestra sociedad colombiana se ha tenido un despliegue bastante favorable del mundo del narcotráfico, de una cultura mafiosa. Su despunte se fecha desde los años de 1980. La sociedad entera entró en una enorme familiaridad de simpatía con el mundo del dinero fácil. Empresarios, políticos, religión, justicia y el ciudadano de a pie, se dejaron seducir por lo que de hecho se erigió como un renglón fuerte de la economía ilegal de Colombia. Esa relación con el sector de la ilegalidad, viene llamándose zonas grises, queriendo significar con ello cómo los sectores formales de la sociedad entran en relación con la ilegalidad para acceder a beneficios tanto de los negocios de narcotráfico como a la evasión de impuestos. Esto con respecto a los estamentos de gobierno.

Por otra parte, el ciudadano común y corriente, vio con buenos ojos a esos señores mafiosos que se presentaban ostentosos y bondadosos, que entraban a las comunidades a repartir grandes sumas de dinero o hacer obras sociales o de infraestructura, como lo hizo el capo Pablo Escobar construyendo un barrio entero para gente pobre. Fue una penetración que hizo el mundo del dinero fácil en los barrios y en las clases ricas, media y baja. Todo mundo quería aplicar la fórmula de obtener dinero rápido para proveerse lujos y confort. El mafioso a donde llegara hacía sentir sus abundancias y excentricidades, bien forrados en plata, en sus cuellos y muñecas colgaban gruesas y costosas cadenas de oro, en sus dedos anillos de alto kilaje del metal precioso. Siempre se los apreciaba con lujosos carros y fincas. En suma, eran una especie de prohombres a manos llenas, admirados,  respetados,  queridos y deseados por todos.

Esa fue la cultura que se instaló en nuestra sociedad y que vino para quedarse al parecer por buen rato. Estos prohombres con sus negocios de conseguir el fácil dinero y de poder comprarlo todo, ganó en esta sociedad que enseña que uno viene al mundo es a triunfar, a progresar, para ascender en la sociedad. Frente a ese modelo eficiente que hace el milagro de la noche a la mañana de llenar los bolsillos de fajos de billetes, la Escuela perdió. Pues sus principios solo se reducen a ese Tener en esa escala del progreso, relegando el SER y el HACER. La Institución educativa en general no fue capaz de plantear un proyecto que hiciera contrapeso a esa cultura de la destrucción. Hoy nuestros jóvenes han aprendido bien la lección, quieren el dinero bien pronto para enriquecerse y alcanzar el mundo de la ostentación y por supuesto las mujeres bellas, modelos vueltas mercancías. 

Recién los medios de comunicación masivos han dado mucho despliegue a una de esas practicas de la mafia, de comprar mujeres bellas, pero ello es tan sólo una arista de la penetración del mundo del negocio del mundo criminal, en el que todos callan porque lo desean, gracias a esa cantera de la doble moral, que todo pasa ya como rutina, pero una peligrosa rutina.


Read more...

Formemos Red

Preferencias de los Lectores

Todos los Escritos

Rincón Poético

Seguidores