Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombia Kritica

El escenario del mal es la legendaria ciudad de Chicago, su historia es cercana al crimen organizado. No sobra decir que es EEUU el país que más consume y en el que más se desarrolla el mercado del narcotráfico. Referimos la serie Ozark de Neflix. Un hombre de negocios, un encantador de serpientes, un competente profesional de la contaduría, cuya pasión son los números y su milagro consiste en hacer que las inversiones sean más rentables y más aún cuando se trata de lavar dineros a la mafia. Y lavar es un contrasentido para el protagonista, pues no hay dinero más limpio que el de la ilicitud, las montañas de dinero son impecables por su limpieza, el lavado entonces consiste en ensuciarlos, en mezclarlos con los que ya han circulado en el mercado, que por su uso de una mano a otra recogen mugre y muchos pliegues, es lo normal del dinero circulante, entonces la  clave está en mezclar los limpios con los sucios para que parezcan normales, para legalizarlos, y luego con la magia contable todo se convierte normal ante el Estado.

Por lo demás, la historia encanta porque su drama es universal, pertenece a la condición humana de la ambición por el dinero y el poder, cosa común a la mayoría de los vivientes humanos en esta sociedad de mercado, donde todo se tasa por el Tener que condicionan las otras dimensiones del Ser y Hacer. (
«El  diablo  es  optimista  si  cree  que  puede  hacer  peores  a  los  hombres», escribió  Karl  Kraus). Y en el tema de lo ilegal, es de recordar un no sé qué que hace que los hombres disfruten de lo peligroso, de la adrenalina que secreta aquello de que lo prohibido es lo más apetecido. Y lo ilegal es asimilable a una epidemia que se derrama  en la sociedad, en todas sus esferas, el tanto dinero circulante penetra todos los recodos, todos los poros de la sociedad. Pensamos en Colombia, en sus ciudades, en especial Bogotá, Cali y la siempre Medellín, esta última experimento de la mafia con sus escuelas de sicariato. 

Cosa común y no ajena a lo ilegal son sus horrorosos métodos de hacer morir o dejar vivir (la expresión es de Foucault), todo se arregla con la justicia que hace la propia mano, con métodos crueles para castigar, para hacer escarmiento. La vida se toma o se perdona, no hay medias tintas. Su moral o ética es la de la violencia cruda, el precio de la palabra empeñada es la vida misma. Y el instinto es buen consejero en las decisiones difíciles más que las largas discusiones de protocolos, atajos o frenos morales. Se sabe cómo entrar en el mundo de la mafia pero no se sabe o no es posible el cómo salirse. Entrar allí equivale a colgarse por siempre una lápida en la espalda, extensible a toda su familia, seres queridos y amigos, todo lo que pueda infringir dolor es fuente sensible para el verdugo, el miedo es su gran empresa. La amenaza está siempre vigente y latente, en cualquier momento puede cumplirse, ejecutarse. Es lo que le ocurre al protagonista de la serie, pese a que es un hombre no violento, nunca se le verá con un arma o urdir un crimen, por el contrario, los evita, sólo padece los propios de los gajes del oficio.

En el mundo de la mafia, de la legalidad se guardan muchos secreticos sucios. Y recordemos el origen del término secreto es secreción, que secreta, que fluye, entonces en términos estrictos es lo contrario a como se le conoce, un secreto es secreto en el momento en que entra en custodia por un tercero, por tanto ya no lo es, pues ha fluido, se ha secretado. Y es precisamente ese tercero que se convierte en una fuente susceptible en la medida de que el otro depende de éste. Es así como entra el chantaje de develar los secreticos sucios de quien quiere sacar ventaja. Esa parece ser la materia prima del poder, para lograr abrirse camino hay que saltar por encima de lo que es legal, de las personas, y esto no se hace por sí mismo, sino con la complicidad de muchos. Un mundo frágil es el poder, siempre hay un roto para un descosido. Todo se va al traste por lo mínimo.

Completa al papel de lavador, el arte del inversionista cual es vender sueños, encantar serpientes, vender ilusiones de un mejor mañana, un mejor futuro, la multiplicación de los panes es el milagro esperado. ¿Cómo poner a rentar tus ahorros?, ¿cómo sacar el mayor rendimiento al capital que se tiene?, pues en el mundo del capitalismo todos rinden culto al dinero, todos quiere trepar por sus montañas. Y es gancho que frente a las situaciones de ambición, desespero o calamitosas se requiere de alguien que prometa de finales felices. Es bálsamo en los que todos se quieren bañar, presas fáciles de atrapar: Buen carro, buena casa decorada, buenas comodidades, dinero por montones.

Motiva de la serie su buen guión y dirección, todo se cuenta con delicadeza que es lejana al amarillismo acostumbrado de estas temáticas. Existen muchos momentos que el protagonista genera una cierta compasión por ese listo y brillante contador, apasionado por los números, hombre de familia, aunque tanto trabajo le hace enfriar su alcoba conyugal ante una esposa que demanda cariñitos. Su arma más valiosa es la palabra, es convincente, nunca hay agresiones, las adversidades lo hacen crecer, siempre encuentra una solución a sus problemas. Las posibles amenazas que se ciernen sobre su vida serán suspendidas gracias a ese don de la palabra. Aunque se regocija con la venganza materializada por terceros. Se regocija con el sonido contra el
pavivento del cuerpo del amante de su esposa tirado desde las alturas del lecho infiel, ese terrible sonido fue su tranquilidad  en las noches de insomnio y también de preservar su dignidad de marido engañado.
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