Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com

El equilibrista se balancea por la cuerda, su atención se vuelve tensa en la medida en que cualquier paso en falso va directo al precipicio. Las miradas atentas del público encarnan el miedo, la amenaza de muerte que se cierne sobre su espectáculo. La tensión que se vive es una sola, los espectadores encarnan la preocupación de caer al vacío, Similar es la preocupación de algunos analistas sociales sobre el acontecer político en Colombia que se ha balanceado durante décadas entre doctrinas Derechistas y Ultraderechistas.

Recordemos que este país tiene la particularidad de haber usado el recurso de la violencia como ejercicio de Poder para impedir, para contener cualquier disputa que se le pueda hacer a las clases dirigentes, industriales y terratenientes por parte de liderazgos de movimientos sociales alternos que ofrecen otras miradas más democráticas del desarrollo de un país. Puede sintetizarse que la diferencia estriba en fundamentos erráticos que han circulado generaciones enteras sobre las divisiones de clases.
Son falsas creencias que se quieren hacer pasar por valores de verdad, como por ejemplo, que existe una ley natural o divina que determina una gran minoría sean ricios y la gran mayoría sean pobres. Y para hacer valer tal determinismo se recurre a cualquier tipo de justificación verbal o de violencia. Los privilegios son reservados sólo para unos cuántos que la naturaleza ha designado, para los otros pobres y miserables tan solo lo poco que les mitigue el hambre. La expresión política más expedita en nuestra historia contemporánea ha sido el fascismo, régimen de exclusión social, incluso determinaba la muerte para las personas que tuvieran alguna discapacidad, pues no eran el prototipo de la perfección humana esperada.


Las preocupaciones de algunos científicos sociales tienen su razón de ser porque en Colombia se dé un giro hacia un régimen fascista, intolerante con los movimientos sociales que luchan por instaurar un Estado con condiciones dignas para toda la población. Los asesinatos de varios líderes de izquierda hacen surgir tales miedos, incluso rememora la época aquella en la que se asesinaron a mes de seis mil militantes de la Unión Patriótica. Aquí en Colombia hay mucho lunático que sigue aferrado a viejas doctrinas de la muerte. Existen altas personalidades de la vida pública que gustan quemar libros, plenos inquisidores gustosos de llevar a la hoguera u horca a quienes consideran impíos. Sus ejércitos de paramilitares han hechos purgas despiadadas con sus seis millones de víctimas. En la existencia humana aún se sigue insistiendo en estas soluciones depredadoras.


Anexamos dos escritos ilustrativos. El primero alerta sobre la posibilidad de que en Colombia se dé un giro hacia la ultraderecha. El segundo es una entrevista con un dirigente del gremio ganadero que deja surgir de manera natural un pensamiento naturalista del derecho a la tierra por parte la élite latifundista, toda la nación, todo el territorio, dejan entrever, tanto entrevistado como entrevistadora, están a su disposición, al servicio de esa gran élite terrateniente, los campesinos no aparecen por ningún lado. Es una reflexión sobre el ejercicio del Poder en Colombia. Un país que se balancea en una cuerda floja.

Anexo 1

La crisis del sistema liberal y la emergencia del fascismo
Alejandro Reyes Posada

El gran historiador Ernest Nolte publicó un libro esclarecedor cuyo título resume su tesis: “La crisis del sistema liberal y el origen de los movimientos fascistas”.
Por: Alejandro Reyes Posada

  Años después, Hanna Arendt publicó “Hombres en tiempos de oscuridad”, que describe el clima que les tocó vivir a los intelectuales que resistieron al fascismo, incluido el más inteligente de todos, Walter Benjamin, que se suicidó a los cuarenta años cuando Francisco Franco, para complacer a Hitler, cerró la frontera de los Pirineos que comunicaba la Francia ocupada y España, donde él y otros judíos iban a escapar de los nazis hacia los Estados Unidos.

En Colombia se están incubando las condiciones para que se imponga un fascismo criollo del siglo 21, que culmine la demolición del sistema de democracia liberal que sobrevivió a medio siglo de conflicto armado. El sentimiento de tener una clase dirigente con varios estadistas de relevo, que fue el ilusorio orgullo de Colombia, dejó de existir. Nos tocó conformarnos con políticos que no ven más allá de los beneficios del poder personal, mientras el barco avanza en la tormenta en medio de arrecifes.

El último de los grandes, Carlos Lleras Restrepo, vio lo que venía cuando el clientelismo le ganó la batalla en cabeza de Turbay Ayala, que ensució las manos de una generación de jóvenes oficiales con la sangre de los torturados y desaparecidos, iniciando la pendiente resbaladiza de la guerra sucia. De allí salió la camada de generales que se aliaron con los paramilitares y terminaron en la práctica de los falsos positivos, en una escala creciente de degradación en nombre de la seguridad nacional, con la tolerancia complaciente de los gobernantes civiles.

La crisis de la democracia liberal en Colombia es el fracaso de la clase dirigente en crear un Estado moderno, al que estén sometidos los gobernantes. Se cedieron territorios y control de población a las guerrillas y las mafias armadas, y los aparatos de gobierno, justicia y órganos legislativos resultaron con grandes segmentos gangrenados por la corrupción, que ya no es subterránea sino a cielo abierto.

Santos vio clara la alternativa a la crisis y se jugó por ella: hacer la paz con las guerrillas a cambio de una apertura democrática que oxigenara el sistema político. Pero sobrestimó la capacidad inmunológica de la democracia para sanarse a sí misma y menospreció el poder de una coalición emergente para abortar la paz y escoger el exterminio militar, que les ahorre tanto las reformas sociales como el imperio de la ley sobre sus cabezas.

Ante la crisis terminal de los partidos que alguna vez construyeron Estado, ocupa el vacío un movimiento político aglutinado por Álvaro Uribe, con capacidad para enterrar la democracia liberal. Las muertes de líderes sociales son un anticipo de lo que puede actualizar el fascismo criollo cuando despliegue todo su poder. Por algo circula en las redes sociales una frase atribuida a Fernando Vallejo, el último gran moralista de Colombia: “La maldad del ser humano debería medirse en Uribes”.

http://www.elespectador.com/opinion/crisis-del-sistema-liberal-y-emergencia-del-fascismo

3 Dic 2016 


Anexo  2

  Entrevista

¿Qué papel jugarán los ganaderos en el nuevo acuerdo con las Farc?

Presidente de Fedegán asegura que muchos serán despojados de sus tierras por causa del acuerdo.
Por MARÍA ISABEL RUEDA



José Félix Lafaurie es presidente de Fedegán desde hace 12 años y es hijo del fundador del gremio, José Vicente Lafaurie Acosta.

¿Por qué el 35.º Congreso de Fedegán no lo inauguró el presidente Santos? ¿Fue que no quiso, o no lo invitaron?

No lo invitamos.

¿Y eso?

No solo por las retaliaciones de los últimos cuatro años, sino porque votado el plebiscitonegativamente, fui con el congreso gremial a Palacio para decir que estaba disponible para el gran acuerdo nacional. Le pedí que me recibiera con la junta directiva de Fedegán. Me dijo que sí, que eso era necesario. A partir de ahí me dediqué a buscar la cita y nunca fue posible. No tuvo un solo espacio para nosotros.

¿Puede tener que ver con que los ganaderos terminaron asociados con el gremio supuestamente auspiciador del paramilitarismo?

Eso es supremamente injusto. Fedegán ha sido siempre una especie de muro de contención contra una narrativa que desde los 60 ha existido a propósito del tema de la tierra, que el país terminó por asimilar. El sector rural, y especialmente los ganaderos, nos hemos llevado la peor parte. ¿Hoy en día, cómo se percibe el ganadero? Como un terrateniente, un evasor de impuestos, un gamonal, y en los últimos tiempos como un paramilitar enemigo de la paz, y eso nos ha significado tener muy poco espacio y muchas dificultades para expresar cuál es la realidad que hay detrás de todo esto.

¿Por qué se funda Fedegán?

No era igual el problema en los años 50 y 60.Cuando vino la Alianza para el Progreso a partir de unos estudios del Departamento de Estado de EE. UU. para evitar la penetración del comunismo en el hemisferio, era el tema de la reforma agraria. Por eso, desde el gobierno de Alberto Lleras fue un elemento vital del cual se agarró Carlos Lleras para formular las bases de lo que posteriormente fue la Ley 135.

En el año 58, un grupo de senadores, entre ellos mi padre, habían llegado a un acuerdo básico en el gobierno de Alberto Lleras. Le propusieron crear instrumentos para que la gente pudiera trabajar la tierra. La ley de mi padre, la 26 del año 59, fue el gran acuerdo nacional de esa época. Vino una gran bonanza del sector agropecuario, especialmente de la ganadería. En el 63, obviamente con el fantasma de la reforma agraria, todos los ganaderos, en esa época sí con mucho más acento terrateniente que no existe hoy, pensaron que la única manera de protegerse era constituyendo Fedegán.

¿No es una mala descripción decir que a Fedegán la fundan unos terratenientes para atajar la reforma agraria?

Es la verdad. Pero hoy la caracterización de la frontera productiva agropecuaria es totalmente diferente a cuando se constituyó Fedegán. Por supuesto que ha habido en los últimos tiempos concentración, pero por parte de los violentos. De los paramilitares, de las Farc, de los narcotraficantes, todo aquel que tiene armas, todo aquel que necesita corredores estratégicos, todo aquel que necesita control territorial es el que adquiere la tierra, no para ponerla a producir sino para hacer espacios importantes en la geografía productiva.

Es decir, Fedegán y la ganadería han sido un adversario de toda la vida de las Farc…

Tradicional. Fedegán ha tenido durante toda su existencia solo 5 presidentes. El primero fue Miguel Santamaría Dávila, que tuvo agrios enfrentamientos con Carlos Lleras, quien intentó boicotear más de un congreso ganadero. Lo siguió Hernán Vallejo Mejía, que criticó mucho el proceso de paz de Betancur. Pero este fue más inteligente y lo nombró Ministro de Agricultura, aunque a los 6 meses lo echó. Luego vino José Raimundo Sojo Zambrano, asesinado por las Farc. Lo sucedió Jorge Visbal, quien renunció a Fedegán por el roquetazo que le pusieron en la sede las Farc.

Visbal fue la única voz varonil durante un periodo que fue muy duro, en los años 90, cuando aquí asesinaron a todo el mundo. Aún hoy no termina de solucionar sus problemas judiciales porque, claro, la capacidad que han tenido los colectivos de abogados de incidir en su causa ha sido toda. Terminó en una situación muy complicada de salud, económica...

Y luego llega usted a la presidencia del gremio…

Querían un perfil diferente, de alguien que no tuviera mucha relación con el gremio, pero sin olvidar que mi papá fue fundador de Fedegán. Llevo 12 años acá.

Y la historia de las malas relaciones de Fedegán con los gobiernos de turno se perpetúa…

No solo eso. Hoy en día yo soy casi que el símbolo del paramilitarismo, cuando, en mi vida, a duras penas casi que ni cortaúñas tengo.

Sus diferencias con este gobierno empiezan desde cuando Juan Camilo Restrepo era ministro de Agricultura…

Todavía el proceso de paz no existía, yo peleaba en ese momento con él por el TLC y la falta de instrumentos de política de parte del Gobierno. Desde entonces comenzó a hacer contra mí cosas truculentas, como acusarme de malos manejos. Incluso por 1.000 millones de pesos contrató una auditoría con un sinvergüenza que se llama Alfonso Escobar, el tipo ese que le pegó a la mujer y está hoy preso con siete años de condena. Todo lo que el tipo puso allí, la propia Contraloría dice que no es verdad.

En Contraloría aún está el proceso... Los resultados de la persecución oficial contra el sector se acaban de ver: una caída de 1,7 en el producto interno bruto.

¿Y es que con el actual ministro de Agricultura también está peleando?

El actual simplemente está cumpliendo una orden que le dieron.

¿Una orden de quién?

De Santos, por cuenta de las Farc. Estamos calcando lo que pasó en Venezuela.

¿Qué sucedió en Venezuela?

Allá había un gremio ganadero muy fuerte, Fedenaga, al que Chávez le creó una competencia con otros dos: Confagán y Fegavén. Chávez no solo creía que había que montar una clase empresarial propia, lo que llaman hoy los ‘boliburgueses’, sino unos gremios que le respaldaran sus tropelías. Expropió 5,8 millones de hectáreas; y de una ganadería de más de 21 millones de cabezas bajó a 7 millones, creando una profunda crisis de oferta tanto de carne como de leche. Aquí están intentando hacer lo mismo.

¿Crearle gremios paralelos?

Claro. Pero, además, el ministro ha convocado en más de una oportunidad a mis comités ganaderos diciéndoles: o se va Lafaurie o les quito el fondo. Ha cumplido la palabra, pero la rebeldía del gremio ha sido superior a la capacidad de destrucción de la institucionalidad ganadera del ministro. En el reciente congreso asistieron más de 2.000 afiliados. Vamos a reconstruirla, porque los ministros pasan. Pero al sector sí lo han golpeado mucho por un acuerdo con las Farc.

Explíqueme eso…

Cuando el presidente Santos tomó la determinación, a través de un decreto, de dar un golpe contra la parafiscalidad ganadera, violando todas las normas legales, en el fondo estaba cumpliendo un mandato que se venía cocinando con las Farc. Entre más fuerte Fedegán, más difícil va a ser sacar adelante el primer punto de la agenda. Una cosa es el paramilitarismo, que despojó, pero otra cosa son miles de pequeños ganaderos que están siendo ahora despojados por el Estado con una ley que no respeta ni siquiera la confianza legítima que el Estado debe de propiciarles a sus ciudadanos.

¿Pero por qué el punto uno es especialmente traumático para los ganaderos?

Muy sencillo: Colombia tiene 116 millones de hectáreas, de las cuales en bosques y zonas selváticas hay sesenta y pico. La frontera agropecuaria es de 40 millones de hectáreas. 5 o 6 millones están dedicadas a la agricultura, pequeña, mediana o grande, y el resto, a la ganadería. La inmensa mayoría a una ganadería extensiva. De las 40 millones de hectáreas, ¿qué les dieron a las Farc? 3 millones de hectáreas del Fondo de Tierras más 7 de formalización, más 2’400.000 hectáreas que ya están comprometidas como zonas de reserva campesina, más 1 millón de hectáreas por vía Ley 1448, más las que se conseguirán con los instrumentos que con el nuevo acuerdo piensan crear para poder darles a las Farc contentillo con respecto a las modificaciones que introdujeron.

¿Cuánto suma eso, mal contando? Más de quince millones de hectáreas. Nótese, la frontera agrícola son 5 o 6 millones de hectáreas. Por supuesto, la frontera ganadera puede ser de 30 o 32 millones de hectáreas. ¿De dónde va a salir esa tierra? No la van a sacar de las selvas. Va a salir de ahí, y por supuesto va a poner en riesgo, contrario a lo que el Gobierno dice, la propiedad privada. Un Fedegán débil es muchísimo mejor para que no denunciemos los atropellos que se van a cometer.

¿Usted cree que los ganaderos van a ser despojados de sus tierras?

Tengo la plena seguridad. Porque la tierra no se estira, es un recurso finito, y quienes conocemos el problema rural sabemos que es así. Le voy a dar un dato: La Ley 135 del 61, a la fecha llevamos 55 años, contiene instrumentos legales como la expropiación. Durante 55 años, lo que el Estado logró expropiar y entregar solo fueron 1’474.000 hectáreas. Y este gobierno pretende, ahora en 12 años, expropiar o extinguir el dominio de 3 millones, y formalizar 7 más.

¿Cree que no va a poder cumplir?

La expropiación por vía administrativa implica recursos fiscales –y ya sabemos cómo están las finanzas públicas–; es decir, hasta con reforma tributaria, el Gobierno está en riesgo de incumplir la regla fiscal. Y si no se aprueba es peor porque no solamente no entran los 7,8 billones de pesos, sino que el país terminará, obviamente, perdiendo la calificación en los mercados internacionales.

Y Claro, si el tema fiscal está muy comprometido, el Gobierno no va a poder cumplirles a las Farc. No tendrá los recursos para las expropiaciones administrativas y las indemnizaciones de 3 millones de hectáreas. ¿Cuál va a ser el instrumento que va a tener el Gobierno, presionado por las Farc? La extinción administrativa de dominio por afectación ambiental o por incumplimiento de la función social.

Ese es uno de los problemas que tiene la actividad ganadera, que no explota la tierra con la misma intensidad que la agricultura…

A los ganaderos no les interesa explotar la tierra, es un activo productivo; usted usa la tierra en lo que más le dé. La razón por la cual la frontera agrícola es tan reducida es porque los instrumentos de política nunca han estado en la dirección de tener un país próspero en el sector rural, como lo ha hecho Brasil.

La única ventaja comparativa que tiene Colombia es ser trópico, y podríamos ser un gran productor de bienes agroalimentarios. Pero las políticas públicas nunca han estado alineadas con el sector rural, y por consiguiente la capacidad de respuesta ha sido menor. Y cuando ha habido recursos, que este gobierno ha tenido como ningún otro gobierno, plata, este ministro de Agricultura, a dedo –y le doy el dato exacto: desde el 1.° de enero del 2015 hasta el 4 de mayo de este año, sin que haya mediado un concurso de méritos, sin una licitación pública, sin ningún proceso medianamente transparente–, ha adjudicado 3 billones 142 mil millones de pesos, es decir, más de mil millones de dólares. Mi pregunta es, ¿dónde está el impacto en el campo?

¿Y con el TLC, los ganaderos no están exportando?

No. Hoy un novillo gordo en los Estados Unidos se vende a US$ 3,17 kilo. En Colombia, ese mismo kilo novillo gordo está a US$ 1,27. ¿Entonces, por qué no estamos exportando a los Estados Unidos? Porque el ICA no cumple, porque el Estado no se ha movido.

¿Hoy cuánto exporta?

No más de 8 a 10 millones de dólares, algo absolutamente insignificante. Si el país abrió mercados fue para conquistarlos, pero no hay las condiciones. Vamos al modelo minifundista de las Farc. Uno no puede como Estado decirles a los actores económicos, ‘caminen que esta es la política pública’, y pocos años después cambiárselas.

Fíjese que ahora le incorporaron al acuerdo la coexistencia del pequeño campesino con la agricultura empresarial, pero cuando yo le hago las cuentas de los millones de hectáreas, usted termina preguntándose ¿dónde se va a hacer esa agricultura o esa ganadería competitiva para entrar a los mercados?

Conclusión: ¿qué papel jugará Fedegán dentro del nuevo acuerdo de paz con las Farc?

Fedegán seguirá siendo la atalaya, el muro de contención de las pretensiones de las Farc de tener control territorial, que necesitan para mantener su negocio ilícito de narcotráfico y minería ilegal, para mantener control social y para acceder al poder. El campo les proporciona unos votos, pero sobre todo les proporciona mucha plata. Las Farc, con los instrumentos que les da el acuerdo para fundar un partido político, y con su fortuna ilegal, va a tener un control territorial con el cual accederá mucho más rápido al poder de lo que la clase dirigente cree.

¿En toda esta explicación no hay ni un espacio para decir, hombre, si las Farc se desarman y se desmovilizan, nos conviene a los ganaderos?

Claro, en la medida en que realmente haya un Estado que ponga las cosas en su orden. Pero no cuando hay una claudicación permanente.

Una última pregunta, saliéndonos del tema. ¿A usted, cuando su esposa, María Fernanda Cabal, enciende a la opinión con sus ya célebres ‘tweets’, le da pena? ¿O, por el contrario, se los celebra?

Treinta años de matrimonio son suficientes para entender lo que mi mujer piensa y siente. Ella es una clase de político que a mí me gusta, que son los no políticamente correctos. Ojalá hubiera más como ella, que se atreven a decir lo que piensan. Mi mujer lo está haciendo bien. Yo no me meto. Es más, puedo no estar de acuerdo con cosas que ella dice, pero en lo sustantivo creo que lo hace por convicción. Eso se acabó. Hoy la gente simplemente se acomoda al poder. En la medida en que no se rescate de los intereses no confesables, la política colombiana seguirá siendo una porquería.

Lo dijo todo…

MARÍA ISABEL RUEDA

Especial para EL TIEMPO
 05 de Diciembre de 2016

         

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